LA AZOTEA
REFLEXIONES AL
FIN DEL AÑO
Pues
miren, a mí la salida del Reino Unido de la Unión Europea me produce gran
tristeza y preocupación. Tristeza por suponer un nuevo revés al sueño europeo
de una Europa sin fronteras, más allá de las Patrias, la moneda y el mercado
único. Un fracaso de esa Europa en comunión política, que es tanto como lograr
potenciar los valores y principios de una civilización cristiana a la cabeza
del progreso y la libertad. Y preocupación porque es un Continente que de nuevo
lo agitan no solo desde los nacionalismos reaccionarios, sino también desde los
populismos de uno y otro signo. Y si como decía un gran historiador alemán, la
historia de Europa es la de una profunda tensión entre hegemonía y equilibrio,
la Gran Bretaña de siempre, representaba la del equilibrio.
La
democracia inglesa es espejo del mundo occidental por ser capaz de
integrar tradición y modernidad en un sistema avanzado de poderes y
contrapoderes surgidos de una base popular, de una sociedad capaz de valorar
sus instituciones como tesoro, en un proceso histórico gradual e ininterrumpido
de Razón al servicio de la libertad. Ha sido y sigue siendo cuna y modelo del
parlamentarismo que sostiene la democracia en su camino triunfante desde el
oscurantismo absolutista. Su ejemplar y envidiable parlamentarismo nació
definitivamente tras las revoluciones de 1640 y 1688, aunque no desde luego la
democracia representativa que necesitaba el pensamiento fértil de autores como
Espinosa, Locke y Montesquieu. Pero también la Declaración de Independencia norteamericana
de 1776 o la Revolución francesa de 1789 y su esencial Declaración de Derechos
del Hombre y del Ciudadano. Ni siquiera ha necesitado un Texto escrito a modo
de Constitución para lograr ese modelo único de democracia parlamentaria y representativa
que Europa ha perdido por la torpeza de sus ineficaces Instituciones.
Ahora
Europa especula sobre la base hasta emocional de sus valores y acepta
principios importados de la nada para precipitarla hacia el vacío de la
insignificancia entre los gigantes norteamericano y chino. Aquél cada vez más
replegado sobre sí mismo, en renuncia parece que definitiva a comandar la lucha
incluso armada contra los totalitarismos. China, cada vez más pujante e
influyente en el otro medio mundo que pone rendido a los pies de una economía
arrolladora, sin respeto alguno a los derechos humanos; en síntesis, casi
perfecta, diabólica, inquietante y criminal de capitalismo brutal y comunismo
totalitario.
No
podía 2020 finalizar con peores augurios que si no parecen muy halagüeños para
Europa en conjunto, para España son de catástrofe desasosegante. Aquí reina no
la Monarquía Borbónica sino una especie de República coronada dende rige el
caos político y el autoritarismo institucional a manos de una banda de
cantamañanas, capitaneados por un presumido ignorante y sicópata del poder, intelectualmente
guiado por un anticuado estalinista trufado de chavismo casposo y miserable. Donde
sorprendentemente y causando estupor en el Occidente civilizado, se intenta
derribar la Jefatura del Estado desde el Gobierno de ese mismo Estado,
queriendo poner fin a la figura ejemplar de Felipe VI y la Dinastía Borbónica
iniciada por su antecesor ordinal Felipe V. Donde el parlamentarismo representativo
ha sido reducido a su mínima expresión, con el aluvión de Decretos Leyes, casi
cien desde que llegó el progresismo reaccionario. Y un innecesario e
inexplicado Estado de Alarma llevado hasta Mayo de 2021 como forma de silenciar
el País agobiado y asustado por una pandemia exterminadora, mientras se intenta
asaltar el Poder judicial y el Tribunal Constitucional para ponerlos al servicio
de una causa autoritaria y dictatorial.
Acabe
ya 2020 y confianza en que 2021 sea más favorable a la terminación de la
pandemia asesina; aleje la pobreza que parece planear sobre nuestra Nación y
evite que la manada gobernante logre la deseada y envidiada por el sanchismo,
unidad de poder y separación de funciones que hizo posible la supervivencia del
franquismo durante cuarenta años. Pues eso.