LA AZOTEA
REPLIEGUE DE LA ILUSTRACIÓN
23 de Agosto 2021
Creo
que, en efecto, antes de que se cumpla un cuarto del presente siglo, la
humanidad parece entrar en nueva época que hará seguramente transformar la
configuración de la vida económica y social, sobre todo de los llamados países
occidentales. El cambio no parece reducirse al climático, que también aunque ya
veremos si por la acción del hombre, sino al desarrollo y desenvoltura de estas
naciones en paz y libertad. Existe una tensión paralizante del crecimiento, ojo
a la llamativa escasez de materias primas y el acaparamiento por parte de China
comunista, y un sentimiento creciente de insatisfacción colectiva en gran parte
de estas sociedades que nos lleva, parece que inexorablemente, a una crisis de
la propia legitimidad política. Es decir, quizá asistimos a un divorcio masivo
entre representantes políticos y ciudadanos representados.
Claro,
nos enfrentamos a una especie de frustración más que común, justamente en las
naciones más desarrolladas y democráticas, al detectarse desde inseguridad
económica y laboral, a dificultad para el mantenimiento de las pensiones debido
al progresivo envejecimiento y no digamos en los sistemas de reparto; desde
desigualdad en la distribución de la renta al aumento del paro; desde un bajo y
desconocido crecimiento de la productividad a una excesiva carga de la deuda
pública; desde la existencia creciente de barreras al comercio internacional a
una progresiva reducción de salarios en grupos sociales menos privilegiados. Parece
acabar el festin de la globalización, la llamada asignación eficiente de
recursos o la defensa a ultranza del comercio internacional. Tras el cornetín
de “América First” comenzó el proteccionismo en los mercados y la
limitación a la libre circulación de las personas, radicalizado por la
persistente pandemia de Cobid19.
El
populismo es la ideología dominante o seguramente se trate de un neopopulismo
extendido allá donde existen condiciones objetivas para alcanzar bienestar con
libertad. Parece como si al pronto, una élite privilegiada descubre ante una
mayoría extasiada que el Estado de Bienestar es una gran farsa, una mentira que
requiere nueva lucha de clases entre la gente normal y el poder establecido o
la elite que lo domina. Es el “sí se puede, de nosotros contra ellos” construido
sobre la unidad imaginaria de la gente normal contra elites políticas y
culturales y los grupos que dicen proteger.
Pero
las consecuencias de este nuevo populismo envuelto en relativismo, laicismo y
amoralidad individual y colectiva, nos pone en manos de líderes cada vez más
autoritarios que basan la política en la comunicación, logrando transformar
ésta en aquella. Líder autoritario que en este siglo ya no hace la revolución o
da un golpe de Estado. Ahora, se mantiene en el poder, asumido en proceso institucionalmente
legítimo para después transformar las instituciones en una estructura
autoritaria. Quiero decir que el neopulismo del siglo XXI es una nueva forma de
llegar al socialismo marxista, sin lucha armada y solo basado en las ideas
rabiosamente actuales de Gramsci, de dominar primero la cultura; o de Carl
Schmidt, de dividir a la sociedad en amigos y enemigos; o de Freire y su
pedagogía del oprimido o de Laclau, de pasar por encima de las instituciones
manipulando las demandas sociales, justificado por la necesaria destrucción de
aquellas que solo preservan los intereses de la clase burguesa.
Y
USA fenecido como guardián mundial de la libertad, como paraguas de la
democracia. Su salida vergonzosa de Afganistán con palabras demoledoras de su
Presidente es el declive de Occidente, la vergüenza de una civilización que cae
ante un Oriente más fuerte y decidido. Y Europa, en medio, sin existencia
política y un nuevo Chamberlain en sus asuntos exteriores, esperando saber
quien gana la guerra, para la firma de un nuevo Acuerdo de Munich, 83 años
después. Pues con estos estadistas, Sánchez, mas sanchista que Borrell, puede
convertirse en modelo de hombre de Estado para el Sur.
Y
digo Gramsci porque con el sanchismocomunismo comenzaremos enseguida a conocer como
la educación cumple también una función política, promoviendo una forma de guía
intelectual y moral, en que consiste precisamente la Hegemonía. Y ello
es función inherente al Estado, como parte de la superestructura, al igual que
el educador o “intelectual orgánico” es transformador social y vanguardia en el
avance del progreso humano. El sanchismo representa un aparente socialismo,
puro anacronismo, pura y peligrosa chatarra involucionista, como lo representó
el zapaterismo en el retorno al pasado, a la gauche y sus utopías imposibles
que ya fueron abandonadas por la socialdemocracia y el felipismo al inicio de
los 70.
Pero
no estoy seguro que esta corriente involucionista española, en esta hora del
nuevo populismo, represente realmente un anacronismo en la Europa de las
democracias liberales y representativas, donde ya comienza a asomar el totalitarismo
contrario, tan involucionista como el comunismo: el fascinazismo. Pero el
liberalismo, mucho más sólido que el marxismo, pierde la batalla intelectual en
la comunicación donde ellos vencen y convencen a una sociedad adormecida e
inerte para luchar y vencer en dos frentes y quizá también en el tercero
silencioso de la invasión islámica. Es la hora maldita del repliegue de la
Ilustración, si, 230 años después.