La Azotea
EL FINAL
25 de Mayo de 2018
Pues
fíjense lo encantado que está Rajoy con sus nuevos Presupuestos y de paso, de
haberse conocido. Es un crack. Desde luego a distancia de sus competidores
próximos a los que saca una diferencia notable y, en su cercanía, parecen más
bien enanos políticos. Pero ojo no crean, el comunista otrora Pablete, hoy don Pablo, enseguida padre de familia y
con casoplón en barrio distinguido, responsable del internacionalismo
proletario y de la revolución pendiente, por aplazada, le come el terreno en
aplomo, cinismo y capacidad para transformar la realidad.
Es
verdad que operan sobre realidades tan distintas como distantes. Don Mariano actúa con éxito sobre la
cotidianidad económica que a todos interesa – a quien no que las pensiones
suban casi seis veces y media por encima de lo asegurado como posible y
conveniente - aunque desprecie los posicionamientos ideológicos que, parece ver
como inútiles y anticuados, en tanto sea capaz de hacer de la utopía que nunca
llega una realidad palpable que casi todos viven. Y eso resulta ciertamente
indiscutible porque siempre será posible comparar con un pasado más o menos
lejano, sobre todo si éste es tan cercano como negro, en forma de legado ZP,
desastre moral, social y económico donde los haya.
Sin
embargo, a don Pablo le resulta
imposible abandonar criterios ideológicos tan dogmáticos como anticuados, tan
totalitarios como inútiles, despreciando los parámetros de la realidad
económica, aunque la pertinaz evidencia sea historia de sangre, pobreza e
indignidad. Pero es igual, a él como buen marxista/leninista y estalinista no
le interesa la democracia burguesa, sino esa llamada así misma como “popular”.
Es decir, que el gentío vote no lo que quiera sino lo que deba; y aquí son
varios los millones, como nos recuerdan asiduamente los voceros de lo
imposible, pidiendo respeto para unos votantes enemigos de la libertad. Respeto
el que parece suscitar Zapatero, el otro podemita ilustre, en los círculos del
Vaticano, como vocal europeo de la ejemplar democracia
totalitaria venezolana.
Y
claro, mientras, Rajoy vende lo imposible a un pueblo harto de indignos
gobernantes, pero deseoso de encontrar algo parecido a un líder honesto,
demócrata y europeo. Pero desgraciadamente se encuentra con el final de un
ciclo que sin duda debió ser regeneracionista y aprovechado para consolidar una
Nación unida, próspera, libre y respetada; con un sistema educativo forjador de
ciudadanos amantes de la democracia representativa, conocedores de valores y
principios acordes con la razón ilustrada, deseosos de progreso y bienestar, en
aventura colectiva apasionante, como todas aquellas que traspasando una época -
desconocida en nuestra Historia de los últimos doscientos años- busca
incansablemente la justicia y la igualdad de oportunidades. Y de un proyecto
constitucional capaz de proporcionar al menos otros treinta años de concordia y
entendimiento, modificando hasta lo necesario el nefasto Título VIII que,
seguramente, terminará por alterar el equilibrio territorial, incluso europeo.
Pero
no, Don Mariano se encuentra inmerso
en una cloaca insalvable de corrupción y abuso de poder que llevará a prisión,
seguramente, a la élite dirigente de un Partido que no solo debió borrar el
pasado de declive y ruina moral en que sumió a la Nación la traición del gran
zascandil Zapatero, sino poner las bases consolidadas de una alternancia
inteligente de socialdemocracia y liberalismo moderno y avanzado. Y para
despedirse, mientras cae inexorablemente en el pozo del olvido, es capaz de
vender – ya digo- a las alimañas nacionalistas vascas no solo un cupo aún más
favorable, sino un paquete de privilegios económicos y políticos que serán, de
conformarse, germen de disolución de la Nación española. Y ante sus ojos y con
su consentimiento, aquellos, junto a los etarras de Bildu ya tiene preparado un
nuevo Estatuto – quizá Constitución- de su deseado Estado Confederal, una
malévola mamarrachada sin soporte en la ciencia política ni en el derecho
constitucional moderno. Y todo por un afán enfermizo de mantenerse en el poder,
en trueque vergonzoso de unos Presupuestos tan falsos como inviables.
Ahora
se presentó una moción de censura en el Congreso de los Diputados por parte de
Sancheiglesias que los últimos días pretendía lucir plumaje de estadista y no
pasaba de argumentos de concejal de modesto municipio. Y pretende alcanzar la
Presidencia del Gobierno de España como si su Partido representara la
regeneración ansiada y ya definitivamente olvidada. Pues menuda elección cuando
dos Presidentes del Partido que, han sido Ministros y Presidentes de la J.A.
más otras docenas de altos cargos de la Administración Central y de la Junta
están en el banquillo, en análisis de los más desvergonzados casos de
corrupción financiados de forma directa con dinero público, por importe muy
superior a los mil millones de euros. Pues puede ocurrir, con el apoyo
entusiasmado de los comunistas y quizá vergonzoso de C´s que quedaría
invalidado, como en Andalucía, para alcanzar el Poder.
Pero
don Pablo no, no vende porque se
vende solo, ya ven, más de cinco millones de votantes para dejarse conducir a
la miseria liberticida del paraíso cubano, venezolano o coreano. Él compra y lo
hace en el mercado odioso del capitalismo y claro, pasa por el abuso de un
precio altísimo y de un crédito que seguramente tendría que devolver, o no,
pero vergonzoso igualmente. Y a la vista del revuelo de una prensa a veces
libre, decide someterlo a la gente, a la base. Y seguramente triunfará porque
para eso funciona eficazmente el centralismo
democrático. Imita a los viejos jerarcas del mundo soviético y ya adquirió
su dacha. Solo le queda acabar con la
estúpida derecha que gobernó España los últimos cuarenta años. Y a punto de
conseguirlo está.
Mientras se desvanece el sueño democrático del
78, en Cataluña se mantiene la rebelión al Estado que parece contar solo con el
artículo 155 como defensa, ya ven. Se gesta la vasca, también financiada desde
la Administración Central; se remueven los cimientos de la Nación en Navarra, Baleares o
Valencia y, en Andalucía se superponen la gran corrupción a duras penas
enjuiciada y ya veremos en qué términos sentenciada, con la presencia vigorosa
de la mafia de la droga que a gran velocidad extiende su red de corrupción y
chantaje a instituciones y personas. Nos queda el gobierno de los jueces en ese ciclo de las formas de gobierno que
ya nos hablaba Aristóteles. Tras la democracia, la oligarquía o aristocracia o
gobierno de los mejores, en su versión dulcificada. Pero la esperanza está en
volver a la democracia, antes que degenerar en tiranía.