Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 30 de marzo de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

LA AZOTEA


EL SUSANAZO
30 de marzo 2017

      Susana esperó aquí,  no el mejor momento sino el momento mejor para evadirse del ambiente no tan grato a su Presidencia  y trata de aspirar a la de España,  empezando por la de su Partido, con urgencia. La aspiración no es ensoñación, sino el aval que representa el triunfo continuado de su propia vida; milagrosa, modélica en el ascenso social meteórico, en su verticalidad, en el prestigio que da la influencia y el poder. Es el vértigo del éxito y a veces la soledad de la ingrata cúspide del mando. Y claro, queda perpleja ante tanto desaprensivo incapaz de apreciar las bondades de su Gobierno mágico encabezado por una princesa absoluta en ese bosque inescrutable del socialismo andaluz.

    Ya digo, incomprensiones desmedidas como en sanidad – joya falsa de la corona del neoperonismo vigente- o la educación- modelo incapaz de generar siquiera ciudadanos libres, independientes y no digamos iguales – que han sido motor para la movilización de decenas de miles de ciudadanos, con intención dirigida de hacerle tragar el polvo causado por la incapacidad e insignificancia de unos consejerogolillas expuestos a modo de resalte y contraste de la patrona excelsa. O la comedia bufa de la Comisión parlamentaria sobre la formación, presidida por un empleado en subarriendo, del inefable mayordomo Marin y acabada como todas las Comisiones; con el objetivo sin cumplir y no digamos aclarar o más bien oscurecido por la reiterada y contumaz pantomima.

      Es igual, Ella tiene los resortes adecuados y firmes para una permanencia asegurada, si así lo desea. Y desde luego, un pueblo fiel y agradecido que le reitera y reiterará su adhesión inquebrantable. Además de un desenvuelto ConsejeroFiscal, conectado con la judicatura, con la única, inteligente y maquiavélica misión de ir desmontando trama tras trama, hasta dejar el patio como una patena; bueno, con los “cuatro golfos” que ya presagió Chaves, puestos ante una justa justicia. Los demás, pues en la calle sin juzgar, condenados solo a declarar ante el juez tantas veces como sean necesarias, como los pujolines; a contarle a su señoría eso tan gracioso de la herencia del avi Florenci.

      Ella, ya digo, llegado el caso podría contar su sagrado deber de preservar también la herencia recibida, la de sus mayores naturalmente. Aquí, en el Sur, lo importante es preservar la herencia; la recibida – antes que ella misma la arrebate- y de paso pues eso tan hermoso de la igualdad de personas y territorios. Y encima por aquí sale más barato la solidaridad que en Cataluña; pregunten a Montoro, casi seguro les contesta eso de “Montoro somos todos”.

     Y sin pensarlo más, Susana deja la preparación acelerada que le están proporcionando notables maestros del saber y se planta en Madrid, en olor de multitud y de poder, esa esencia aromática, espesa e indescriptible, respirable allí desde que Carlos III se erigiera en Rey y Alcalde. Y arrasa entre varios miles de enfervorizados militantes que admiran la desenvoltura llena de frescor de un verbo rápido y bien construido; hermoso, con bellas palabras aprendidas en su barrio, junto a su gente, recogiendo la esencia del saber popular elevado a categoría política que sirve como unte de esperanza y desafío a los incrédulos. Es la nuestra, gritan; te necesitamos, repiten; dirígenos, llévanos a la gloria del paraíso socialista. Y ella así lo cree y les remacha una y otra vez ese mensaje musical de deseos compartidos, de utopías lejanas como todas pero que solo Susana es capaz de interiorizar en quien predispuesto a escucharla, las encuentra tan cercanas que las palpa y se excita por el calor y color que desprenden.

      Pero alguien aprecia que Susana no dejó ningún programa, ninguna intención, ninguna idea; tampoco era necesario. Las ideas para regenerar la socialdemocracia y gobernar España las deben poner los socialistas presentes, los del siglo XX que diría Sanchiglesias. Ella, tiene el papel de transmitir emociones y sentimientos porque a los pueblos los mueven los poetas, que decía José Antonio. Los del siglo pasado saben que elegir a Susana tiene ese arreglo: ella gana la elección de Mayo florido y hermoso y las generales al caer; ellos dicen cómo. La cosa puede y debe funcionar porque si no el socialismo del siglo XXI, ese del populismo macarra, faltón, desarrapado y desde luego marxistaleninista y revolucionario de Iglesias - con el pobre Sánchez como trofeo una vez designado para el cargo de ujier - puede acabar hasta con la democracia por demolición, tarea ya comenzada y ajena a sus formas e instituciones sociales, jurídicas y judiciales.

     Y los demás, a ver qué pasa. Lo mismo el Brexit aviva el seso y despiertan. Ya ven los pasos perdidos de un tal Rivera, con el corazón partío entre el liberalismo de dos tardes y el socialismo de tres, sin saber siquiera si debe descansar los finde. Tiene un lío, un follón y claro, le echan de menos en su tierra, ahora que está a punto de que la deslicen desde la estupidez hacia el abismo. Aquí, está resultando hasta prescindible.

Y Rajoy, pues con su pertiguero Montoro, tratando de resolver problemas morales, como siempre, con la bolsa material de los ahorros. Y así no hay manera porque la mayoría silenciosa explotará cuando sea consciente que al final, un sistema fiscal agobiante - y solo está comenzando- no puede servir para enriquecer a los que quieren irse y los que están esperando turno, a costa de empobrecer a los que se quedan. Empieza a existir cierta hartura de tanto “montorazo”. Pues eso. 

jueves, 23 de marzo de 2017

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ.

LA AZOTEA

PAISAJE Y PAISANJE (y II)
24 de Marzo 2017


    Es verdad que el paisaje está resultando algo agobiante y el paisanaje inquieto, con brotes de violencia cerril por cuestiones incluso ajenas a la crisis de sistema en que nos movemos. Y claro, la clase política que intenta representar tan variopinto escenario, en modo alguno pretende desentonar del entorno. Por eso convivimos y nos dejamos conducir por políticos en gran parte invalidados por su falta de lealtad al sistema, de patriotismo, preparación y con tendencia excesiva al expolio y saqueo de lo público.

    Repasando así por encima, encontraremos una fauna que hubiese resultado imposible, simplemente hace veinticinco años. Es clase degrada que ahora alcanza la plenitud de su ocaso. Los nacionalistas, por ejemplo, están en lo suyo que no es lo nuestro. Se han convertido en enemigos declarados del sistema y de la Nación. Desde el catalanismo saqueador y corrupto – muy adelantado en su voluntad secesionista, casi imparable- al cínico e hipócrita nacionalismo vasco, en su mitad podrido por la violencia asesina y a la espera de nueva oportunidad que se presentará sin dudarlo, a la vista de la flojura de un Estado inútil, tan blando y grasiento como la mantequilla. Ambos, parece incluso comienzan a recoger los frutos de una judicatura acobardada que se niega con descaro a aplicar el constitucionalismo a defender, jugándose si fuese necesario sus albas e inmaculadas puñetas. Algunos fundamentos de la STSJ Cataluña sobre el referéndum, avergonzaría a un estudiante de 1º de Derecho Político. Pero esperen y verán lo que nos costará en impuestos el cuchicheo con el finolis Urkullu/Ortuzar o el intentar mantener a raya financiera a los traidores del 4%.

    Aquí asistimos a un desplazamiento sin fin de las fuerzas constitucionalistas hacia el abismo que les prepara y nos prepara el populismo macarra y neocomunista de Podemos. Los únicos que saben dónde quieren ir - salvando la dialéctica nacionalista - y cuál el camino gramsciano para llegar. Al insensato Sánchez sabemos cómo le fascina la negra coleta de Iglesias, aunque caiga deglutido en su aparato digestivo hasta la insignificancia de tan orgulloso personaje y la facción de Partido que le sigue como disciplinado rebaño; pero ojo porque es muy posible que el bando sea mayoritario. Y menos mal que en esto, como salvadora de la socialdemocracia, apoyada por el aparato y la vieja y brillante generación de estadistas de la Transición, aparece Susana ante el vacío de banquillo y de ideas útiles para la gobernación. Tan radical como Sanchiglesias, tan escasa de conocimientos necesarios como él, pero al menos defiende la Constitución, la Nación y el progreso, aunque no sepa cómo. Ella, con Pedrosanchez, es la otra cara de la misma moneda ZP: la buena y la mala, la herencia de una etapa tóxica y corrosiva para el patrimonio nacional. Pero el viejo y astuto aparato sabe que Susanaperon quiere ganar elecciones y cómo hacerlo: transmitiendo emociones, sentimientos, pero no ideas porque los resultados son más efectivos que las ideas. Ella es ruinosa como gestora y se conforma con la primera simpleza de Kantsky cuando escribía que la socialdemocracia es un partido revolucionario, no un partido que hace la revolución. Pues ya está ¿por qué no? Y como soy travieso incorregible, me quedo con el politólogo polaco Przeworski y para rematar digo: ya verán cómo Susana es “pluriclasista atrapalotodo”; pero ojalá gane.

     Y claro, ante panorama tan inquieto, el desubicado Rivera continua sin encontrar qué título llevar a su tarjeta de visita, porque aquello de liberal progresista y el guiñol de Cádiz, no pasa de actividades de simpatía recreativa. Todo un espectáculo, como en Andalucía, camino de la izquierda, por si pudiera pactar con una socialdemócrata paratodo, como Susana. Ya ven. Y nuestro Presidente observando los vaivenes de C´s y el espacio que pudieran dejar unos y otros en el centro izquierda. Pero tanto trecho, le descubre huecos inmensos sin cubrir que agitarán la impaciencia de la mayoría silenciosa. Casi me conformo con, al menos, aparezca su talla de estadista en la tragedia nacionalista.

    Por eso, hablar del paisanaje que se contempla desde La Azotea, con dolor hasta de ojos - seguramente cuestión de estética- dará como resultado un relato tan atosigante como descorazonador. Pero describir el paisaje sombrío, conseguido tras empeño feroz por lograr el retroprogreso, podría resultar fascinante pero cansino. Ya sé, el progreso, como creación de riqueza y bienestar que se deriva, no hay quien lo discuta, nadie sensato naturalmente. Pero me refiero y me interesa no tanto el PIB, que también, como la consecución de una sociedad distinta, con ciudadanos amantes sí, de la libertad, pero no menos de la moral social. Ciudadanos dispuestos a someterse a un código de conducta individual y colectivo, donde prime el respeto a la ley, que es tanto como la observancia de las reglas de convivencia pacífica y atenta con el derecho de los demás. Y ello, solo habría sido posible mediante un sistema educativo profundo, integral en valores y principios de nuestra tradición europea y cristiana, tutelado por un Estado fuerte, con auctoritas, potestas e imperium y que en nuestro tiempo resulta exigible y derivado de la legitimidad y legalidad democráticas.


    Nada de ello divisamos. Más bien una sociedad polarizada,  implacable por mitades; que vive entusiasmada en el relativismo como conducta políticamente correcta; paganizada; con sectores cada vez más amplios guiados por el odio y el resentimiento. Y un Estado debilitado hasta la inacción, incapaz de sostener sus poderes, incapaz de hacer cumplir sus propias leyes, incapaz de hacerse respetar ni siquiera en la unidad que lo define ni en la observancia a los tres valores superiores que enumera en bellísima utopía el artículo primero de su Constitución. Pues eso.     

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

Artículo que será publicado el día 25 de Marzo en el Diario “Última Hora” de Mallorca

LA TANGANA de ALARÓ
Julián Delgado. Escritor


      La violencia es una de las dimensiones humanas más estudiadas por los etólogos y expertos en diferentes disciplinas. Hay bastante consenso en que la violencia es natural y necesaria porque, al ser imprescindible para la supervivencia de los animales, forma parte  inevitablemente del ser humano.  
     Toynbee afirma que el Estado posmoderno con su objetivo de universalidad e igualdad se legitima ante los ciudadanos presentándose como pacificador total. Evita el uso de la fuerza legítima y persigue en su ámbito cualquier tipo de violencia. ¿Se acaba así con la violencia individual? Señalan algunos que, desde que el poder ha proscrito la violencia física de la esfera social, la que ejercían los profesores la practican los alumnos, desde que la eliminación de la violencia machista es un objetivo político, ésta no para de incrementarse, la violencia que antaño generaba la lucha de clases ha pasado a ser realizada por  bandas juveniles.
     Esta violencia de las sociedades posmodernas parece el último refugio del individualismo. Al no disponer de cauces para poder ejercerla de modo simbólico, la violencia se reprime y el individuo puede llegar a desplegarla ciegamente. La sensación de hallarse a la deriva, dice Toynbee, es una tribulación que aflige al hombre en una época de desintegración social. El Estado posmoderno deja atrás formas milenarias de identificación colectiva y otras creadas por el Estado moderno: objetivos cívicos, historias gloriosas y héroes, himnos y banderas, ritos y otras señas de identidad. Solo así se conseguirá huir de la tribu e identificarse con toda la humanidad: vaciándose de sus contenidos particulares y generando una artificiosa igualdad. Las milenarias almas de los pueblos son sustituidas por una artificial conciencia colectiva dominada simbólicamente por el Estado.

     ¿Justifican estas reflexiones el bárbaro comportamiento de los padres de los niños que juagaban al fútbol en Alaró? En absoluto, solo intentan buscar explicación al porqué de las explosiones de violencia del hombre cuando éste se halla a la deriva. Y, en el peor de los casos, esos padres nos muestran que todos los esfuerzos que hemos realizado por superar nuestros instintos más primitivos han fracasado.

viernes, 17 de marzo de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

PAISAJE Y PAISANAJE (I)
18 de Marzo

    
      A mí desde luego me alegra y mucho, la derrota del neofascismo populista holandés, con el escaso crecimiento de un dictadorzuelo como Wilders y la continuidad del liberalismo sosegado de Rutte. Holanda parece continuará el camino iniciado allá en 1951 como Estado signatario del Tratado de París que dio lugar a la CECA, luego CEE y CEEA y al Tratado de Roma de 1957. De manera que la salida de la UE, esa hermosa utopía, de un miembro fundador - que duplica la renta per cápita española - hubiese sido una catástrofe inmensa; el fracaso colectivo de tres generaciones y una civilización. Pero hay que permanecer atentos, en alerta, aunque confiando en solución definitiva al inmenso riesgo que la tercera invasión musulmana supone para el Continente europeo. En esta ocasión, invasión silenciosa, masiva y pacífica, en oleadas sin fin de cientos de miles, muchos ellos logrando una aparente integración, en solicitud constante de libertad para implantar la sharia y el riesgo cada vez más cercano de funcionamiento de un estado propio dentro del invadido. Y no es cuestión menor porque sin ir más lejos, Francia podría ser república islámica en menos de cuarenta años y Holanda, en quince, contar un 50% de población musulmana. Esa tensión, en la polaridad inmigración masiva/natalidad regresiva, hará triunfar la invasión islámica de Europa y como reacción, producir movimientos radicales – neofascistas - como el holandés, el francés y quién sabe si el alemán, todo ello a corto plazo. Y sin ideas brillantes o útiles o creativas en el horizonte que impidan la descomposición, tras sesenta años de éxito que refiere Rajoy.

      De manera que el deconstruccionismo de la filosofía europea, apoyado por el repliegue USA, supondría acabar con doscientos años de los más grandiosos de occidente, que con regímenes basados en el humanismo cristiano y la democracia liberal han aportado a la humanidad un desarrollo constante e imparable, logrando multiplicar por once la renta per cápita mundial, a pesar de que la población se multiplicó por 6,5 veces. Un éxito espectacular aun conllevando desarrollo desigual, con casos paradigmáticos como la propia USA – modelo de sociedad nada igualitaria- pero donde la riqueza se multiplicó por veinte en estos dos siglos. Ningún modelo de los conocidos en la historia o en la ciencia política ha demostrado una eficacia mayor que la democracia liberal parlamentaria y representativa para el impulso del bienestar, manteniendo libertad, progreso y respeto a los derechos humanos; en constante avance en la igualdad y en el reparto de la riqueza. Mucho menos- ya ven- los regímenes teocráticos musulmanes o los totalitarismos comunistas que en el mundo han sido y son, tan genocidas y opuestos al progreso y la dignidad humana, como los nazifascismos. Alarmantemente, parece como si islamismo y populismo comunista hubieran tramado una alianza de comprensión y ayuda mutua que llega incluso a la financiación de estos. Lejos quedan los años en que los “no alineados” – países mayoritariamente musulmanes- suponían valladar contra las veleidades expansionistas del imperialismo soviético. Era la lucha entre las firmes creencias religiosas del monoteísmo y el materialismo ateo del marxismo comunismo. Y eso, a pesar del panarabismo de líderes como Nasser, que supo doblegar a los “Hermanos Musulmanes” a la vez que mantener su apoyo al “socialismo árabe”.

     Así pues, el mundo europeo se pone de nuevo en situación de espera hasta conocer el destino de Francia y seguramente Alemania. Pero ninguno de los cuatro líderes que tomaron la antorcha de la continuidad en Versalles, tiene en mano portarla más allá del año que transcurre. Incluido Rajoy, ya digo, a pesar de suponer ejemplo de aplomo y equilibrio en tiempos de tempestades suicidas. Y de vaciedad ideológica, por supuesto, pero sin desentonar del catálogo que circula; al menos parece un administrador eficaz y ojalá que honesto, si se observan los tiburones corruptos que le rodean. Los propios y los de enfrente.

     Pero miren. Desde mi Azotea diviso un paisaje abrupto y un paisanaje encanallado. Ya veremos si los 42 años transcurridos desde 1975 y que constituyen el periodo más feraz de nuestra historia moderna, no pasan al recuerdo añorante, cuando resulta imposible volver a vivir y superar. Ha sido tiempo de contínua transición, de cambio, comprensión y avance de la convivencia en libertad; comenzado desde un centrismo razonable – a distancia sideral de la comedia de C ́s- estrechando las manos comprensivas y colaboradoras de un franquismo sociológico restante y diverso, así como las del comunismo otrora revolucionario o las del nacionalismo histórico, siempre tan peligrosas. Y se pone en marcha el proceso que parecía imparable del bienestar en libertad.      

     Ahora ya ven. Un Gobierno en precario, incapaz de aprobar los Presupuestos del año en curso, que deberían estar en vigor hace casi tres meses; inhabilitado para aprobar un Decreto Ley, por exigencia comunitaria, que debería poner fin al matonismo de un sindicalismo gremial y verticalista u obligándole a tragar con una subida de las pensiones conforme al IPC, sin previa reforma que saque al sistema de la quiebra en que se haya. Eso sí, estos estadistas comediantes y patriotas, sólo alcanzan al consenso y el acuerdo para prohibir cortar el rabo a los perros. Y para qué seguir porque el panorama parece exigir, manteniendo lo dicho, la necesidad de nueva convocatoria de elecciones a partir de mayo. Y todo por despreciar que liberalismo y socialdemocracia es el auténtico gobierno de progreso.

     Con Hegel y los pensadores liberales estoy, y con todos aquéllos que consideren el desarrollo de la libertad como tema fundamental de la Historia. El liberalismo, en continua evolución, es siempre favorable a la reforma y siempre opuesto al radicalismo de los extremos. El liberalismo, como la libertad, nunca fracasan. España como Nación, sí. 



jueves, 9 de marzo de 2017

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado por el Diario “Última Hora” de Mallorca, el próximo sábado
CINISMO Y FANATISMO
Julián Delgado. Escritor
    El cinismo es a menudo una forma de ocultar la zozobra y  la turbación que puede generar una realidad conflictiva. Aunque se ha convertido en arma habitual, son los nacionalistas y los populistas quienes han hecho de esta práctica un uso más depurado para defender a ultranza hechos reprobables. Es el cinismo con que Mas, el mismo día que Montull amenazaba con denunciar el 3%, negaba a los periodistas que su partido se hubiera financiado de forma ilegal y que, por más que se repitiera mil veces, una mentira como ésa nunca llegaría a ser verdad. Ese cinismo imprudente e impúdico denigra a quien lo usa, especialmente cuando ejerce o ha ejercido un cargo público. Ante la evidencia, el cínico miente de manera descarada, quita importancia al hecho denunciado y acusa de torcidas motivaciones a quien lo denuncia. Para Mas, lo denunciable no es la corrupción de su partido, sino el Estado español, al que acusa de organizar una llamada Operación Cataluña para desacreditar a los muy honrados líderes del Procés.
    Estos cínicos degradan la democracia y, utilizando  soflamas de intelectuales de cámara, agravios inventados, falsos héroes y epopeyas inexistentes, movilizan masas irreflexivas para que cubran sus espaldas. El nacionalismo no prospera sin la mentira y el cinismo porque es una falsa ideología que da falsas soluciones a problemas inexistentes o mal planteados. Eso sí, siempre produce víctimas. A veces se han contado por millones.
    Si el cinismo es pernicioso, no lo es menos el fanatismo, que resulta imprescindible para que la sociedad afín asuma el discurso del cínico. El fanatismo rompe la convivencia social, deforma la realidad, no permite la reflexión y cierra el paso a cualquier propuesta razonable. El fanático construye sobre creencias y estereotipos que no admiten crítica; su razón es un asalto a la razón que pretende imponerse como razón única; en algunos casos, por la fuerza. La lógica no funciona con el fanatico, pues rechaza cualquier hecho si no es adaptable a su irrealidad. Por eso, su discurso es necesariamente cínico y está abocado al fracaso y a la frustración. Pero ya lo sabíamos, en el siglo XXI, el nacionalismo es la consciencia degradada del romanticismo: una antigualla.


miércoles, 8 de marzo de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

LA REBELIÓN NACIONALISTA
8 de Marzo 2017


    De manera que los españoles quedamos avisados sobre la inminencia de golpe de Estado, o al Estado, que desde hace años viene gestándose en Cataluña. El aviso es claro, contundente. Comenzaran a emitir normas basura hasta la expulsión definitiva del territorio de cualquier vestigio de soberanía española. Y es igual si eso se hace en legalidad constitucional o no, contando con el ordenamiento jurídico general o no, en el respeto a los reglamentos parlamentarios de una democracia o no. El fin de lograr una situación similar al secesionismo, bien merece la pena como intento logrado de agitar los bajos instintos colectivos. Seguramente terminará arrancando una reacción estúpida del Gobierno de la Nación y el consiguiente caos institucional, con desprestigio ante lo que queda de mundo liberal y de democracia parlamentaria representativa. Tendrá su eco, dentro y fuera y rendimiento político y seguramente económico. Sin duda. De hecho las alforjas necesarias para luchar contra el Estado ya las llenó de euros el populismo insoportable de un tal Montoro. Y adiestrados ya están en la burla constante e irritante de las sentencias exquisitas de los Tribunales de justicia, incluido el Constitucional, y de los pijodictámenes de la Abogacía del Estado. Así que todo en marcha y a esperar con alborozo el siguiente movimiento del Estado, seguramente tan torpe e inútil como el anterior y los anteriores al anterior.

    Y el momento, no puede ser mejor. Fíjense, Europa, tras setenta años de construcción de un sueño algo etnocentrista, pero sueño de hermosa utopía, va y se plantea dos velocidades como camino seguro a la destrucción de un agitado despertar claramente relativista. Ahí tienen los restos del núcleo duro de la Unión, convertido en mantequilla blandita, de fácil untar. No sé si alguien sensato se cree los cuentocuentas de un Hollande fracasado y a la espera de su jubilación anticipada; una Merkel de capa caída en la esperanza de una Thatcher continental; Gentiloni en la sala de espera de los interinos, como cualquier líder italiano o un Rajoy que como siga dormido le montaran una moción de censura, antes de que él pueda anunciar elecciones anticipadas. Y en esas, media Europa suspira por deshacer el entuerto, que llegaba incluso a la pretensión de integrar Turquía, cuando la mitad de su población ya asentó la sharia en Alemania y Francia. Y claro, ahora el radicalismo de extrema derecha– cuando no el nazifascismo- intenta emular la expulsión de los moriscos ordenada por Felipe III en 1609, por temor a una segura colaboración entre estos y el Imperio otomano. La historia casi siempre se repite aunque ahora será mucho más trágica; porque ya no existirá el paraguas yanqui, bastante entretenido en aliviar sus fronteras de la invasión del mejor populismo latinoamericano. Y además, ¿cuantos países forman la UE? ¿27 o 28? ¿Y cuántos esperan su ingreso? pues otros cinco. Y dos más, como Bosnia y Kosovo que lo desean y se preparan para la candidatura. De manera que Cataluña no desentonaría sino que más bien le daría cachet a esta ruina europea con su solvencia económica, científica, técnica y cultural; aunque ahora, estos trincones y corruptos nacionalistas la hayan colocado en el abismo de la ruina colectiva.

    España, que ojalá pudiera en estos momentos estar dedicando sus esfuerzos colectivos a consolidar la recuperación económica; iniciar un movimiento regenerador de la sociedad y las instituciones y estructurar un sistema educativo integral basado en valores sólidos, con raíces en el humanismo cristiano, se agota en lucha canallesca, insolidaria y estúpida de odio y resentimiento en dos mitades irreconciliables e irreconocibles. A nosotros, mayoría silenciosa y silenciada, nos queda asistir perplejos e impotentes a que la cuestión catalana, seguida de la vasca a la espera, prosiga enfrentando a las familias – merece la pena leer el espeluznante relato de Aramburu en Patria-  y a la sociedad completa, incluida la española y sus instituciones, impidiendo salir de la crisis moral y social por la incertidumbre existente, la falta de confianza y la seguridad jurídica necesaria para no perder el prestigio ante los inversores y el capital extranjero. Seguramente una tragedia en ciernes.

    Basta ya de autoengaño y buenismo institucional, tan falsamente democrático como estéril. La Nación española tiene dos enemigos potentes e insaciables hasta la consecución de sus objetivos. El primero es el referido nacionalismo en rebelión. Descarado y corrupto en Cataluña que requerirá mucho más que diálogo y comprensión. Ahora tímidamente se comienza a mencionar la imposición del artículo 155 de la CE – que ya solicitábamos en La Azotea hace tres años- evitando citar el código penal como refuerzo imprescindible. Nos quedan horas amargas. Y ya me dirán por dónde anda el nacionalismo nada moderado vasco, ahora en tregua de una guerra cruel y sangrienta que no cesa en su radicalidad, seguramente preparándose para una nueva fase de conflicto terrorista. En ambos casos, la huida de una burguesía cobarde, egoísta y corrupta que ahora se hunde tras traer y amparar la desestabilización nacional. Pero también la huida de un Estado enfermo, pilotado por personajes mediocres y nada patriotas que permitió el adoctrinamiento de casi tres generaciones en el odio a la Nación. Y desde luego, una intelectualidad sin perspectiva histórica, tan miope como una Iglesia desorientada y sin memoria que hizo y hace de cobertura desde los púlpitos de clérigos ubicados en el siglo XVI. El segundo enemigo interior es el populismo comunista que no cesa de enseñar sus fauces totalitarias, dispuesto a transformar la democracia representativa y parlamentaria en un movimiento asambleario de masas fanatizadas por iluminados y dirigidas por una vanguardia de santones revolucionarios, desarrapados y hambrientos de poder. Y lo alcanzarán si una burguesía joven e instalada le continúa prestando apoyo demencial en las urnas, como hace  83 años ocurrió con Hitler. Es la marea roja del sur de Europa que careciendo, afortunadamente o no, de una contrafuerza de extrema derecha, confrontará con la intransigencia radical de otra casi media. Pero por ahora, bastante tenemos con la rebelión nacionalista.

      

sábado, 4 de marzo de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

LA ESTIBA ESPAÑOLA
4 de marzo 2017

    Una pasada por el gremialismo fascistizante, por el sindicalismo vertical de intereses mafiosos, lo representa a la perfección el increíble y mal denominado conflicto laboral de los estibadores, con antecedentes hasta cinematográficos. De manera que el choque entre un grupo de privilegiados- ricos hasta triplicar el concepto podemita de tales- y las empresas teloneras que median, poseedoras de casi todo el capital pero no de la dirección, se sustancia en Bruselas con mera mediación del Gobierno español que no solo se muestra incompetente y aislado sino seguramente contusionado como responsable sobrevenido e involuntario del desaguisado político y económico derivado. Pues es aprieto cuyas consecuencias están por ver y de cuyo desarrollo deberían apreciarse notables consideraciones. La primera sería concluir lo insólito del mantenimiento de rincón tan pintoresco donde rige no la ley de la igualdad ante el derecho al trabajo de quien pueda necesitarlo y muestre cualidades para su ejercicio, sino de la mafia que reparte el pastel según ley propia, al margen del ordenamiento jurídico, la justicia y la razón. Y eso tras 37 años de Constitución, en alternancia desigual pero continua de conservadores y socialistas.

    Pues que quieren que les diga, pero a quien esto escribe, el espectáculo de la estiba en rebelión, a plena representación, le recuerda lo vivido demasiado cerca hace 29 años en La Alhambra granadina, en el grandioso monumento más visitado de España; espectáculo que creo aún continua, aunque en silencio interesado. Situaciones seguramente incomparables a primera vista – no a la mía, ya digo- y distantes en volumen y trascendencia. Pero no tan distintas en cuanto a la imposición de condiciones absolutas, intocables e irrenunciables de una casta de mafiosos que transmiten de una generación a otra el privilegio de su poder total, ante la complacencia de la maraña administrativa de un Estado con complejos de voyerismo político, temeroso y acobardado, cuando no cómplice, de un sindicalismo siempre añorante de verticalismo franquista. Y encima vienen ahora las instituciones europeas – que ya es tardar en fisgonear, vaya usted a saber por qué – imponiendo multas y exigiendo deshacer el nudo. Y uno, aprendiz de casi todo, se pregunta la necesidad de un poder burocrático europeo suplantando de un plumazo los inmensos, superpuestos, ineficaces y costosísimos cuatro poderes públicos territoriales españoles. Pues es lo que hay y además poco novedoso porque ahí tienen, por ejemplo entre otros, la justicia sobre derechos humanos, nada menos, que reserva la última palabra a los tribunales de una Europa en descomposición, cada vez más relativista, desoccidentalizada y calada de agujeros del más negro islamismo. El orden jurisdiccional y en su caso la justicia constitucional españolas, mero trámite procesal. Ahí tienen pues, la segunda apreciación a considerar.

    Y en estas llega Susanaperon y en arrebato de ensoñación de estadista, recibe a los estibadores y les advierte que ella, entre los trabajadores y el poder siempre estará con los trabajadores. Como si ella no fuera el poder mismo, el poder omnímodo, todopoderoso y penetrante en territorio asfixiado de estatismo e intervencionismo mediocre y corrupto. Y además anuncia que su Partido, en trance de involución desde la socialdemocracia vacante al populismo comunista, no apoyará al Gobierno en el trámite parlamentario de convalidación de la norma impuesta a gusto de la burocracia europea. Pues esta tercera apreciación no puede ser más negativa porque nos lleva a considerar que el socialismo ya circula entre lo malo y lo peor. Y si la Presidenta andaluza, criada políticamente en las entrañas de un régimen que en el mejor de los casos recuerda las descripciones de Acemoglu y Robinson en sus “orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza” es la esperanza de la Nación española, no hay más remedio que alarmarse ante la carencia del concepto de lo que Schumpeter denominaba “destrucción creativa”.


    Miren, habrá que considerar como positivo, que esta criatura política con más ambición que preparación, más emociones sentimentales que ideas, con más palabrería que ideología, sea receptiva al constitucionalismo representativo y no a la democracia asamblearia; al concepto de Nación española y no a la consideración como nación de naciones u otras mamarrachadas estilo federalismo asimétrico o similares. Incluso su  patriotismo españolista por encima de la escasa formación ideológica. Pero no es suficiente. Esa irresponsabilidad de quien tiene en su territorio el más importante puerto de España no llega más allá de señalar una pobreza infinita en el patrimonio político con el que pretende gobernar la Nación. Tras 37 años de socialismo – tantos como de franquismo- en Andalucía dependen casi 2,700.000 personas del erario público, incluidos sus 550.000 empleados, frente a 1,700.000 asalariados del sector privado. Es la institucionalización de la sociedad dependiente ajena a la libertad como motor del progreso, imposible cuando el 20,5% del PIB es sector público y la deuda alcanza el 22% de éste. Un entramado gigantesco que hace insuficiente el presupuesto de más de 33.000 millones de euros, el más elevado en términos absolutos de las CCAA. Ya se habla a las claras del “agujero andaluz” con 3.400 millones de euros sin justificar y de 718 millones de imposible justificación, para mantener no sólo una enorme y mediocre Administración sino un innumerable conglomerado de entes públicos y sociedades participadas, de capital mayoritario o no, seguramente rondando las 158. De manera que menos fantasías porque la Nación se encuentra en estiba casi permanente, pendiente de una generación de estadistas preparados y patriotas y olvidando la pesadilla de tanto aficionado ramplón y corrupto. Pues eso.