Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 26 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea
PUBLICADO EN "DIARIO CÓRDOBA" el día 26 de Diciembre 2013



DOS AÑOS Y CIEN DÍAS



La coincidencia en el tiempo de dos celebraciones distintas pero seguramente cercanas y que desgraciadamente condicionan más de lo que deseamos nuestra vida cotidiana, me lleva a considerar ambas en sus identidades y consecuencias, aun cuando el título parezca más bien el resultado de una condena. A lo peor es así, aunque todavía no exista veredicto de tribunal alguno, sino más bien la osadía del comentarista inquieto. Naturalmente me refiero a los dos años de marianismo de rostro inesperado y a los cien días de susanismo violeta. Ambos evanescentes, ambos encontrados en el camino de ida y vuelta.


El marianismo vuelve derrotado en la mitad justo de su batalla, avieso y demacrado tras conocer de cerca un Estado como el Leviatán, el monstruo marino de que nos habla la Biblia en el Libro de Job, pero en su desmesura, en su gigantismo de plastilina. Un macroestado, ingobernable donde sus atributos no se corresponden a los fines para los que ha sido forjado hace siglos.
Y es que parece que el pacto se rompe, porque no se respetan los derechos de los que Tomás Hobbes, precisamente en su Leviatán decía que el soberano no puede renunciar o dejar de ejercer. Es decir, el fraccionamiento del poder y la quiebra del principio indivisible de la soberanía. Toda hendedura abierta en su poder unitario está llamada a provocar su ruina, son sus prudentes palabras. Pero aún más, porque ofrece una buena fórmula al "officium" del gobernante. Primero, velar porque no disminuya su poder soberano y en segundo lugar, garantizar la paz civil y el bienestar general del pueblo. Si liberación y disciplina social siempre fueron los ejes de la modernidad, Hobbes estaba situado en su umbral.

Y Rajoy y su marianismo ¿qué hicieron por el bienestar general del pueblo? Pues estamos en presencia de liberales venidos a menos, con complejo de herederos históricos del autoritarismo, titubeantes, descreídos, olvidando lo que Roosevelt sentenció con acierto, que un hombre no vale nada si no profesa ardiente devoción a un ideal. Pero ya ven, vuelve y aún desconocemos cuál es el ideal del marianismo. No puede ser prometer y negar, decir una cosa y la contraria y querer llevar razón en ambas circunstancias. No puede permanecer abierta la herencia de entonces y la del zapaterismo de ayer. No se puede renegar de la perversión y la corrupción y disfrazar ambas de ambigüedad. Les quedan dos años para ser ellos mismos o perecer, porque a la inversa, lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja, que decía Marco Aurelio.

¿Y Susana? ¿Qué pasa con los Cien Días de Susana? Pues Susana va, sonriente, feliz, es chica de barrio, sencilla, cercana a su pueblo por el que quiere hacer cosas, muchas cosas. Camina disfrazada de Violeta, entre Peter Pan y Zapatero. Es mujer joven que seguramente en dos tardes alguien rellenará sus carencias, aunque Einstein aseguraba que la imaginación es más importante que el conocimiento. Mientras, baño de pueblo cercano y generoso. Y cuando nadie lo espere, pues a convocar elecciones que la consolide en el poder de sus antepasados, tras arrasar a una oposición que ni está ni se le espera. Es verdad que lleva demasiados años viviendo del presupuesto y varios en la sombra del malgobierno Griñán. Y su partido, más de treinta como dueño y señor de esta tierra. Pero no importa porque un enorme aparato mediático casi ha conseguido configurar el nuevo mito. Ahí tienen el Gobierno, asamblea de mediocres e insulsos funcionarios del partido, sus hombres de negro, para contrastar el resplandor fulgurante de la nueva estrella.
En Cien Días no pudo explicar en qué consiste la nueva etapa; ni el furor en su manera de ser implacable contra la corrupción; ni el "no podemos seguir con el paro insoportable"; o lo que pueda entender por "poner en valor las corporaciones locales". O simplemente la fórmula para "recuperar la confianza de la ciudadanía" o el inquietante "debemos ir a un nuevo modelo productivo" o el esperanzado "debemos reconocer errores". Así pues seguimos sin saber en qué consiste el cambio nuevo. Solo frases más o menos bellas o grandilocuentes, más o menos sinceras, más o menos pegadizas, pero siempre prefabricadas, siempre vacías. Seguramente es consciente de que sembrar ilusiones puede traer recoger sufrimientos. Máxime, al conocer que la lucha es interior, con los suyos, con sus socios que quieren arrastrarla hacia un modelo de autoritarismo, pobreza y marginación. De manera que una va y otro viene. Nosotros solo constatamos que suman 830 días. Pues eso.

sábado, 21 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó


La Azotea 


ESTADO DE CORRUPCIÓN
21 de Diciembre 2013



Ya hemos traspasado los límites del Estado en su versión doctrinaria y constitucionalista. Venimos desde el Estado orgánico y representativo, concebido en la Ley Orgánica de 1967- que institucionaliza el Estado Nacional, como dice su Preámbulo - al Estado Social y Democrático y de Derecho y etc. de 1978. Recorrido que desde aquélla fecha, 46 años después, nos conduce al Estado en corrupción del glorioso final de 2013. Ítem para tratar de ocultar en el rincón oscuro de la historia, de la peor historia de España.

La imputación de Santiago Herrero, patrón del  empresariado andaluz junto a su cúpula, por una presunta estafa en VPO, cuando su correligionario de la patronal CEOE lleva un año en prisión; el registro de la sede del Partido gobernante por fuerzas policiales que permanecen en el inmueble 14 horas; el registro por la Guardia Civil de varias sedes y empresas de UGT o la definitiva imputación de dos exPresidentes y cinco exCosejeros de sus gobiernos pitiminí y para qué seguir, es que rebasa la frontera de la dignidad nacional. Se siente estremecer el alma, se desgarra la sensibilidad, cuando se asiste a este incesante espectáculo de desvergüenza generalizada, institucionalizada, ahogadiza y casi impune que nos han preparado unas élites de patanes, que jamás debieron instalarse en la dirección de la Nación.

Porque ahora la “revolución desde arriba” que proponía Maura viene en forma de detritus institucional, enfangando la vida social; empobreciendo a grandes masas de población; expulsando a los más jóvenes hacia el exterior en busca de una vida más digna y mejor; condenando al desempleo a millones de inocentes que caen en la desesperanza y la marginación; imposibilitando la recuperación económica; degradando el prestigio de la Nación ante el mundo culto, desarrollado y democrático; igualándonos por abajo en la zafiedad y la incultura. Y todo ello por permitir, consentir y defender una clase política inculta, miserable y trincona, solo pendiente de sus intereses personales, ni tan siquiera de clase. Una oligarquía política que elaboró un ordenamiento jurídico a su medida, blando, permeable, interpretable, relativista, adaptable, orientado hacia la razón de Estado. Del Estado corrupto, naturalmente.

Así, desde la Jefatura del Estado que ya se tambalea hasta con muletas; al Tribunal Constitucional, que de antemano se conoce el sentido de sus “sentencias interpretativas”; al Consejo General del Control Judicial, como institución inútil y carísima, laboratorio de la partitocracia o las Autonomías en deriva degradante de despilfarro y miles de entes, empresas públicas y comisiones de control. Todo ello ha logrado sustituir las clases ociosas de siglos pasados por ocios más lucrativos y activos en el pillaje del Estado.

Al final y sin querer profundizar más en este circo humillante, debemos acordarnos de Von Mises, cuando aseguraba que la corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública. Claro, porque democracia es control, es confianza en los gobernantes, pero en vigilancia. Es un dato constatable a lo largo de la historia: a más corrupción más legislación. O como diría Tocqueville, el momento más peligroso para un mal gobierno es cuando comienza a hacer reformas. En nuestro caso en éste y los anteriores Gobiernos. Cuando comienza un despojo incesante de las clases medias, masas neutras como las denominaba el citado Maura, que en todo este lamentable proceso muestran su indiferencia al ambiente corrupto, sería necesario explicar, como entonces hizo el ilustre reformista, la necesidad de descuajar el caciquismo que nuevamente nos dirige y romper la costra con que de nuevo la España oficial asfixia la España real.

Si acaso, nuestro homenaje a los pocos jueces que en solitario, defienden con valentía el Estado de Derecho y Democrático. Ojalá duren, algunos se lo agradecemos, seguro que la Historia también.       

martes, 17 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó


LA AZOTEA

LOS CIEN DIAS DE SUSANA
17 de Diciembre 2013

Existe una primera versión sobre el origen de los llamados “cien días” de gobierno, que en la opinión pública se suele conceder a los gobernantes cuando acceden al poder tras unas elecciones. Esa primera versión es de naturaleza histórica y refiere el periodo de tiempo vivido por Francia y que transcurre entre marzo y junio de 1815. Es decir, los cien días empleados por Napoleón para apuntalar su Imperio desde el regreso de Elba y la restauración de Luis XVIII, tras el desastre de Waterloo.

Pero hay otro antecedente más reciente y que quizá resulte más cercano por la similitud que pueda encontrarse entre dos sociedades sumidas en la depresión económica y el esfuerzo de sus gobernantes por propiciar y liderar un cambio de rumbo. Me refiero, naturalmente salvando las enormes diferencias y circunstancias, entre el pueblo norteamericano, tras la Gran Depresión de los años treinta y la permanencia en la depresión social y económica de Andalucía, en términos relativos, en los últimos treinta años de su historia.

De manera que el enorme Presidente FD Roosevelt, accede a la Presidencia de su entonces caótico país, en marzo de 1933, sumido en una gigantesca crisis económica, de valores y de sistema, para diseñar hasta junio del mismo año, una gran revolución condensada en el New Deal. El eslogan que supo aglutinar al pueblo norteamericano, quizá pueda resumirse en su famosa frase “solo debemos tener miedo del propio miedo”.     

¿Cual es nuestro miedo en Andalucía? ¿Lo perderemos alguna vez, aunque no sepamos definirlo? ¿Por qué esta tierra hermosa, rica y variada lleva siglos de fatalismo existencial? ¿Alguna vez alguien será capaz de señalar la ruta hacia la libertad de todos los andaluces? Me refiero a la libertad auténtica, a la ausencia de presión interna o externa que condicione el comportamiento. Esa libertad es la auténtica base para alcanzar la autodeterminación. Los regímenes autoritarios, no digamos los totalitarios, eximen de responsabilidad al individuo, porque la asume el Estado. Estafa que deriva en un arrebato no solo de la libertad sino también de la responsabilidad.

¿Y Susana? ¿Qué pasa con los Cien Días de Susana?, que salvando nuevamente las enormes diferencias está más cerca de CarterZapatero que de Roosevelt. Pues continuo opinando lo que malévolamente decía no hace mucho. Aseada, sonriente y feliz. Ella es mujer, joven, aunque no suficientemente preparada, a la espera de que en dos tardes le rellenen las carencias. Mientras, pues baño de pueblo cercano y generoso. Y que su enorme aparato mediático termine de configurar el nuevo mito. Y casi lo está consiguiendo. Si el Gobierno es una asamblea de mediocres e insulsos funcionarios del Partido, sus hombres de negro, no importa si así resplandece con más fulgor, si cabe, la estrella.

Claro en estas condiciones no tiene sentido lo de los Cien Días. Ni ella ha vuelto de Elba, sino de la calle San Vicente de Sevilla, ni tiene la grandeza de Napoleón o el coraje de Roosevelt. Es simplemente una chica de barrio, sencilla, cercana a su pueblo por el que quiere hacer cosas, muchas cosas. Pero ojo porque lleva demasiados años viviendo del presupuesto y varios en la sombra del malgobierno Griñán. Y además, su Partido lleva más de treinta como dueño y señor de esta tierra.  

En estos Cien Dias no pudo explicar en qué consiste la nueva etapa; ni el furor en su manera de ser implacable contra la corrupción; ni el “no podemos seguir con el paro insoportable”; o lo que pueda entender por “poner en valor las corporaciones locales”. O simplemente la fórmula para “recuperar la confianza de la ciudadanía” o el inquietante “debemos ir a un nuevo modelo productivo” o el esperanzado “debemos reconocer errores”. Así pues seguimos sin saber en que consiste el nuevo cambio. Solo frases más o menos bellas o grandilocuentes, más o menos sinceras, más o menos pegadizas, pero siempre prefabricadas, siempre vacías. No habla de la corrupción, pero sí repite que “hay que ser implacables” contra ella. Pero siguen las subvenciones clientelistas y a sus hermanos de UGT. Se respeta la Justicia pero el ataque continuo a la Juez Alaya, ahora extendido a la Intervención General del Estado, repugna.

Insistir en un nuevo modelo productivo y preparar un nuevo impuesto a las grandes superficies o a los depósitos bancarios, o el Banco de Tierras o el Banco público de Crédito o la introducción de “cláusulas sociales” en los contratos públicos, suena a chavismo bolivariano. O la bobada de exigir declaración de renta a las “pareja” de los altos cargos, como lucha contra la corrupción, pues de risa. Es como decir que se intensificará la lucha contra el fraude fiscal, tras desmantelar la Administración Tributaria, como irresponsablemente se ha hecho. O la lucha a favor de la transparencia, intentando publicar el orden del día de los Consejos de Gobierno, verdaderamente chusco.

Para qué seguir. Porque Andalucía lo que necesita es un sistema que la aleje del 37% de paro, el más alto de la UE-25, logrando aumentar su PIB que desde 2009 ha descendido un 5,8% y un 8% si lo medimos en su distribución per cápita. Reducir el desmesurado número de empleados públicos, 500.000, el más alto de España. Recomponer el tejido industrial regional, ahora un desierto, representando solo el 12% sobre el VAB, cinco puntos por debajo del medido para España, a pesar que desde 1970 ha descendido a la mitad.  

Estos, como el PRI o la revolución soviética, no necesitan cien días sino setenta años, para volver a empezar. En Andalucía seguimos de parto, es que viene atravesado. Pues eso.

 

sábado, 14 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó


LA AZOTEA

GOLPE AL ESTADO
14 de Diciembre 2013

Ciertamente este comentario también se podría titular “Golpe de Estado”, porque mi pretensión es expresar la escasa diferencia que lo separa del disparate catalán, salvo que la pretensión de su Gobierno no supone un cambio radical y profundo de la estructura del Estado español, sino una modificación bien planificada y diferida en el tiempo. Son treinta y cinco años de transición y consenso mientras se prepara el golpe del nacionalismo catalanista al Estado. Quizá no han llegado a la “técnica del golpe de Estado” que describía K.E. Suckent, Curzio Malaparte, pero sí han ejercido presión sistemáticamente insoportable, una extorsión ilegítima sobre los Gobiernos de la Nación y sus representantes democráticamente elegidos. Han anunciado un golpe tácito y burlado la Constitución, encabezando la rebelión el propio representante del Estado, que prometió respetarla y hacerla cumplir. Han establecido estructuras estatales propias y buscado el apoyo de la población, preludio de motín generalizado. El resultado, estará también diferido en el tiempo y las consecuencias sin duda desplegarán sus nefastos efectos en futuro no tan lejano.

Durante estos largos años hemos comprobado como una Constitución inacabada y ambigua y una estúpida política de buenismo institucional ha permitido una escuela al servicio del adoctrinamiento ideológico. Como, el odio a lo español va parejo al enaltecimiento de lo catalán vehiculado a través del idioma, inyectando en dos generaciones una versión de la historia que no resiste el mínimo análisis científico. Como se ha engrandecido la diferencia con lo español hasta la distorsión, con rastros preocupantes de nazismo, naturalmente imperialista. Pero también, como un grandioso y carísimo aparato de propaganda – más de 70 libros sobre independentismo se publicaron estos últimos años – se ha servido de intelectuales orgánicos bien refugiados en el presupuesto y desde luego de la casi totalidad de los medios de comunicación, engrasados generosamente para rendirse al servilismo y ser puestos al servicio de la causa nacionalista radical.

Soy consciente que todo esto coincide no casualmente, con un Estado muy débil, dedicado casi en exclusiva a salir del abismo económico y la pobreza, dentro de una Europa declinante que espera la caída francesa, la huída británica y alemana, esta última seguramente a disputar su influencia con Rusia imparable – si consigue incorporarse definitivamente a la libertad – en los pequeños Estados nórdicos y centroeuropeos. Con Dawson, quizá nos quede solo la esperanza de que su pérdida de poder no equivalga a la de conocimiento y su fuerza intelectual y espiritual continúe su influencia en el mundo.

Pero mientras, asistiremos perplejos e impotentes a que la cuestión catalana, seguida de la vasca a la espera, enfrente a las familias y la sociedad completa, incluida la española y sus instituciones, impidiendo salir de la crisis por la incertidumbre existente, la falta de confianza y la seguridad jurídica necesaria para no perder el prestigio ante los inversores y el capital extranjero. Una tragedia en ciernes. La famosa pregunta de decidir la independencia ya está presentada en sociedad por estos peligrosos y mediocres políticos. Y es prueba del nivel intelectual que suponen a los ciudadanos que pretenden liberar y liderar. Es un juego torpe de combinaciones infantiles de sísí – como la Emperatriz – nono, sino, nosí. Una estupidez impropia de quien cobra y vive de los presupuestos y en consecuencia del esfuerzo trabajoso de los demás.

Miren, los Estados cuya existencia presupone el Derecho Internacional Público se llaman Estados independientes o soberanos y son los dotados de personalidad jurídica internacional. Desde Bodino que designaba la índole de los Estados independientes con el término de soberanía estatal (summa potestas) hasta Vattel que lo expresa como “toda nación que se gobierna así misma, sin dependencia de ninguna extranjera”. De manera que menos retorcimientos y vaciedades. Seguramente con la primera de las necias preguntas miran de reojo a la Confederación de Estados. Un disparate que no sostiene ni la realidad actual - como resulta del ejemplo esencial de USA - ni la doctrina. Como dice Joseba Arregui, la Confederación conduce a la unión federal, pues ya ven.

No aciertan más que en la intriga y en el trinque del Estado. La deuda catalana ya está en cerca de 55.000 millones de euros. Claro, que ahí está Montoro y su FLA para ayudarles a pasar sus penas, es decir, las nuestras.

 

jueves, 12 de diciembre de 2013

La opinión de Javier Pipó


La Azotea 



Publicado hoy en el "Diario Córdoba" 
12 de Diciembre 2013


EL BIENIO ESTANCADO



El día 21 de este mes de diciembre se cumplen dos años desde la constitución del Gobierno Rajoy, tras ganar brillantemente las elecciones con más del 44,5% de los votos y el 53% de los escaños. Un resultado que seguramente resultará irrepetible, aún cuando Ortega, con la ingenuidad del sabio, afirmaba que la forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia es la democracia liberal. Nuestro pensador nunca hubiera podido imaginar que 58 años después de su muerte y tras 35 de democracia que no llegó a gozar, un partido etiquetado como liberal conservador enlazado con homólogos europeos, que junto a la socialdemocracia lograron el mayor oasis de paz y libertad del mundo, traicionaría descaradamente tan hermoso soporte ideológico. Es más, creo con pesadumbre que carece de ideología, que sus ideas sirven de hoy para mañana si son útiles a los intereses de la minoría dirigente, si producen beneficios.

Ciertamente heredaron una España profundamente dividida, arruinada, sin esperanza, sujeta a la lomera del caballo suicida de la corrupción, hundida en un relativismo estúpido, en un nihilismo inculto y pasivo. Y no deseo hacer recaer la fatalidad solo en los años negros del zapaterismo. La incógnita de la nación española viene de más atrás. Parece como si cada centuria de vida española determinase una profunda depresión colectiva. Pero siempre se confía en la generación que, con arrojo, impulse el volantazo a la historia no escrita y alumbre horizontes de esperanza y regeneración.

Eso podría haber correspondido al liberalismo conservador tras el fracaso socialdemócrata y sus casi nueve millones de votos, presa de su incoherencia ideológica, de su hundimiento ético y de su evanescente creencia de que las democracias se sustentan en los liderazgos y no en instituciones.

Así, entre los unos y los otros tienen estancada la vida española treinta y cinco años, a pesar de que los ciudadanos les dieron el 73% de los votos y casi el 85% de los escaños en estas últimas elecciones. Proceso electoral dramático y decisivo, al coincidir con una crisis económica de dimensiones desconocidas, gigantescas, que devasta el tejido social construido con el esfuerzo y sacrificio de las generaciones anteriores. Que adelgaza con tajos profundos la estructura de clases medias que desde hace 50 años da estabilidad y seguridad a la continuidad del sistema. Que propaga de forma virulenta la tragedia de la corrupción, minando la credibilidad de las instituciones. Que pone en evidencia la debilidad del Estado frente a los nacionalismos y frente a los diecisiete territorios que hacen de aquél una máquina de endeudamiento intergeneracional y de ineficacia como nación.

Pero a estos conservadores nada parece interesar más allá de la cuenta de resultados. Ingenuamente se puede preguntar si tenían algún plan o resultaba imposible conocer la realidad desde la oposición. O si comparecer ante la opinión pública electoral con un programa e incumplirlo no supone romper unilateralmente un contrato social sagrado. O si creen suficiente para justificar su presencia en la historia de España, intentar resolver los problemas económicos, porque los éticos pertenecen a la esfera individual. Seguramente piensan que el regeneracionismo necesario para hacer posible una vida digna, pertenece a otra generación.

Sin duda, los graves problemas económicos de España tienen carácter endógeno, con origen en la pérdida de valores, producto de una educación al servicio de la ideología; en la destrucción de códigos de conducta que aplaude una masa desnortada; en el relativismo del pensamiento de tanto intelectual de nómina; en la cortedad de los horizontes de futuro no más allá de los límites de una región; en la falta de grandeza y patriotismo de los dirigentes.

Si el conservadurismo liberal y la socialdemocracia no se coaligan generosamente, para reformar el Estado y sacar España de la crisis regenerándola, se volverá a perder el tren de la historia. Parafraseando a Franklin Delano Roosevelt, una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia.

martes, 3 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó

LA AZOTEA



EL CONSEJO GENERAL DEL CONTROL JUDICIAL
3 de Diciembre 2013

Desde 1985 se viene perpetrando cada cinco años, en cada renovación del Consejo General del Poder Judicial, una nueva violación “legal” de la Constitución. Y además, con insolente alegría de los que han cocinado el grave desaguisado de su órgano de gobierno neutralizado y celebran el haber acordado la sumisión del Consejo a la voluntad de los partidos políticos, de todos los partidos políticos.

No requiere la cuestión un profundo análisis, ni lo pretendo. Porque partiendo de la idea central de que el poder judicial pertenece a cada juez en el ejercicio de su función jurisdiccional, si es independiente, ha de mantener la dignidad de aquella frente al poder político, incluido el ejecutivo o los ejecutivos en el caso de España. Es la base y el fundamento de un Estado de Democrático y de Derecho, sometido solo al imperio de la ley. Pero el órgano de gobierno de los jueces ejerce gran presión sobre ellos al tener competencias disciplinarias o repartir nombramientos de magistrados para el Tribunal Supremo, Presidencias de los Tribunales Superiores de Justicia de las CC.AA. o de las Audiencias Provinciales. 

La Constitución establece en su artículo 122.3 que el CGPJ estará integrado por veinte miembros de los que doce serán nombrados por el Rey entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales, en los términos que establezca una ley orgánica. Los otros ocho serán propuestos a razón de cuatro por el Congreso de los Diputados y otros cuatro por el Senado por mayoría de tres quintos, entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida competencia. Pues bien, la ley de desarrollo fue la LO 1/1980 y en ella se consideraba que la elección de los vocales de origen no parlamentario, los doce Jueces y Magistrados de “todas las categorías judiciales” fueran por ellos elegidos a razón de tres provenientes del Tribunal Supremo y los otros nueve – seis magistrados y tres jueces – elegidos mediante un sistema electoral mayoritario de voto limitado, en base a listas completas pero abiertas y circunscripción única. Para prevenir el corporativismo profesional, tan persistente en la vida española – véase la profesión periodística y el cierre de la TV valenciana – la Constitución estable la extracción parlamentaria de los otros ocho entre juristas de reconocido prestigio, en muchas ocasiones  mejorable.

El sistema funcionó razonablemente bien y para nada combatido desde la opinión política. Pero claro, el PSOE – es decir, la ideologizada y hermana asociación Jueces para la Democracia -  no lograba suficiente representación, que sí lograba la Asociación Profesional de la Magistratura, más cercana al PP, o sencillamente los no afiliados e independientes. En consecuencia se inicia la deslegitimación del sistema con argumentos demagógicos y populistas. Y se aprueba en el Parlamento – tras una argucia denominada enmienda Bandrés- la Ley Orgánica 6/1985, que representa el reparto del Consejo mediante el “sistema de cuotas” partidarias. Todos designados por las Cortes, diez por cada una de las Cámaras, doce entre jueces y magistrados y ocho juristas. Este espectacular cambio o retroceso en el ámbito de una Justicia independiente, es susceptible de empeorar y de ello se encarga el Tribunal Constitucional, tan politizado como el Consejo. Dicta dos Sentencias al respecto, las números 45 y 108 del año 1986.

Haciendo referencia solo al número 108, el Tribunal en un alarde de perspicacia y sagacidad y evitando pronunciarse claramente sobre la constitucionalidad o no de la Ley, es capaz de sentenciar perlas como “declarar” constitucional los dos sistemas de elección de los Vocales del Consejo. Y además, “aconsejar” sustituir la regulación establecida en la Ley de 1985, porque “existe el riesgo de que las Cámaras a la hora de efectuar las propuestas, atiendan sólo a la división de fuerzas existentes en su propio seno y distribuyan los puestos en proporción a la fuerza parlamentaria de éstos”. Es imposible bobada jurídica de mayor tamaño, incompatible con sus altísimos sueldos y prebendas. Muestro mi convencimiento de que un Juez de Paz, en cualquier rincón de España, habría tenido un papel más lucido y valiente.

Los desaguisados continúan a pesar de las sucesivas reformas de 2001, 2002 y la última de 2013.
¿Y que se debe concluir y lamentar? Pues el nuevo y gravísimo incumplimiento del Partido Popular que prometió una reforma en el sentido de la primera Ley de 1980 y nuevamente se puso de lado en lo que atañe a la regeneración de la democracia.

Sin duda Tocqueville siempre acertó en la sencillez y profundidad de sus conocimientos: “La Constitución puede variar, pero en tanto exista es el origen de todos los poderes”. Pues eso.       

 

domingo, 1 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó

LA AZOTEA

LA CHUSCA DIMISIÓN

1 de Diciembre 2013


La dimisión del tal Fernández en la dirección de UGT/ANDALUCIA ha resuelto un episodio chusco en su génesis y desenlace.Puesto de manifiesto el enjuague total por la prensa libre – si elementos como este llegan a gobernar silenciarán de inmediato la prensa no adicta – intentaron no sólo negar el latrocinio, sino aceptar posteriormente haber cometido errores inocentes con argumentos infantiloides, para terminar argumentando sobre una conspiración capitalista/mediática y de la derecha extrema.

Ciertamente, el nombramiento del tal Fernández no hace siete meses, para sustituir al oscuro y correoso Pastrana, ha supuesto un paso más en el desprestigio de ésta organización sindical y del sindicalismo en general. Parece que estos sindicalistas de tres al cuarto, creyeron que la representación social ostentada suponía patente de corso para desvalijar las arcas de la Junta, muy mermadas por una legión de timadores y piratas que la saquean con sistemática profesionalidad desde hace demasiados años en la más completa impunidad.

Aquí, la pregunta que surge desde el menos curioso de los observadores, es el papel desvergonzado que en la persecución del saqueo está teniendo la inútil y carísima Cámara de Cuentas y la despampanante y vacía Fiscalía Anticorrupción. Una democracia deambulando permanentemente en el filo de la navaja, no debe soportar que sus Instituciones se hayan convertido en penosas agencias de colocación de amigos y parientes de la corrupta clase política. Una oligarquía que toma el poder, para vivir opulentamente a costa del trabajo de la mayoría, sin importarles el presente de penas y carencias y privándoles hasta del derecho a la esperanza de futuro.

Para nada confío en la regeneración de la central sindical tras la dimisión forzada de su jefe, ni en el buen hacer de quién le sustituya. Seguro pertenecerá a la minoría dirigente actual y en consecuencia conocerá y habrá participado en decisiones más propias de robaperas que de líderes sociales con un mínimo de pudor, dignidad y ética. Simplemente, se buscarán nuevos métodos de holgazanería dañina. La regeneración será posible en la medida que lo haga el sistema democrático en su conjunto, del que la UGT no pasa de ser una pieza más, eso sí, anticuada, reaccionaria y lesiva a los intereses de los trabajadores y la Nación española. Pero el sindicato debe ser consciente que su conducta, que ojalá sea reprochada pronto por la justicia – esa que desprecian e insultan - y la opinión pública, supone una traición al movimiento obrero y a cuantos trabajadores confían en quien ha hecho de la defensa de sus intereses una forma noble de existencia.