LA AZOTEA
RECONSTRUCCIÓN
NACIONAL
13 de Abril
Quizá
ahora empieza a no resultar tan extraño el hablar de una guerra de bloques en la
que China pretende implantar su hegemonía, aprovechando la presencia del patán
Trump en la Presidencia USA y el declive europeo. Ya sé, no es Kennedy, ni
tiene su glamur o personajes tan brillantes en la Secretaría de Estado. Pero no
es tan necio y desde luego domina la información, el poder, el valor, el
descaro o el desparpajo suficientes para no dejarse arrollar por el
fascicomunismo chino. Por ese capitalismo de Estado, que no cesa de imponer al
mundo los brillantes resultados de desarrollo sin libertad, de presencia
mundial de comunismo 5G, aseado y trajeado, disciplinado y educado, de rostro
casi humano; tan alejado de la brutalidad maoísta o la estupidez bolivariana y
norcoreana. Y puede que se les fuera de las manos, sin medir exactamente las
consecuencias de una guerra vírica de resultados inimaginables. A ello, solo se
opone, con alguna coherencia, el America First de Trump. Europa, es otra cosa y
seguramente en algún momento despertará. Pero, ojalá esta III GM contabilice
menos muertos que la Segunda.
¿Y
por este frente? Pues dice el chusquero Sánchez que su guerra ha comenzado y es
él el cornetín de los Partes. De manera que lo soportaremos día tras día, con
sus ministrillos en recitación de peroratas patrióticas, por si pudieran ganar
alguna batalla de esta guerra sin cuartel y sin fronteras, pero sí de clases
como dice Iglesias, el ilustre jefe de la banda o de lucha contra el fascismo,
en boca de la renacida e impresentable Irene Montero, pareja en plan Ceacescu
de aquél, hacedora de afiches revolucionarios por si acaso. Y ya verán cuando
reaparezca la inefable Calvo y sus zarandajas de libro. Ciertamente, salvando a
Calviño con reparos y Planas con algún otro, la pandilla no resulta
precisamente ejemplar. Y sí, ganan la batalla
de la demagogia infinita, con arengas interminables, vacías, cursis, chuscas,
de tuteo insoportable en un lenguaje tontamente inclusivo y de conjunto,
reiterativas, de agradecimientos artificiales, que seguramente fabrican
desconcierto y desconfianza sin fin, aquí y en nuestros socios europeos.
Considero
una situación extremadamente grave, dramática, sin antecedentes similares en un
mundo globalizado, interconectado e interdependiente. Abordar plaga así es
tarea titánica, donde seguramente sobrevivirán los más fuertes y preparados,
dejando de manifiesto la vulnerabilidad del ser humano y sus sistemas de organización
social. Coyuntura que requiere líderes valiosos, dirigentes capacitados y
sensatos que eviten el desmantelamiento de los sistemas económicos y la
irritación social extrema que conduzca a situaciones prerrevolucionarias. Pero
aquí, el sanchismocomunismo representa como nadie, desde hace al menos ochenta
años, las peores manos posibles en el peor momento. Están siendo incapaces de
hacer frente a hecatombe similar y fracasan en lo que tocan porque no llegaron
para gestionar sino para conquistar. La pandemia ha paralizado sus sueños revolucionarios
que necesariamente conlleva el desmantelamiento de la Nación española y su
empobrecimiento acelerado. Son puro diseño, representación y falsedad
continuada.
El
sanchismo no pasa de parodia inquietante en busca de poder y su mantenimiento. Sanchez
es pura astucia y perseverancia maquiavélica, que resume su ambición en aquella
leyenda de nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la
mentira. Prepotente, sobrado, iluminado, altivo y retador, considera
posible dominar su extremo izquierdo, aunque solo fuera por menosprecio. Pero
iglesias es un dogmático que sabe administrar los tiempos. Ya lo he definido
reiteradamente como marxista de formación gransciana y fanatismo leninista/estalinista,
empolvado con el detritus del bolivarismo de chándal. Está rodeado de
integristas dispuestos a la conquista del cielo a cualquier precio y no dudarán
en esperar el momento propicio para liquidar la Monarquía y la Constitución de
1978. Vive rodeado de lujo que tiene desde antiguo en los autócratas que en la
historia han sido, desde Lenin a Brézhnev, desde Mao a Kin Jong-un, desde Fidel
a Maduro, el significado del gran timonel, iluminado, que el pueblo quiere
distinguir como guía que les conducirá a una utopía imposible. Y hasta se
atreven y les permiten para vergüenza en el occidente democrático, formar
pareja en el Gobierno, al estilo de los asesinos Ceacescu en la Rumania soviética.
Si
el sanchismocomunismo convoca a unos pactos que pomposamente denomina de
reconstrucción nacional, seguramente porque esperan quede destruida la Nación,
deben acudir todas las fuerzas constitucionalistas sin excepción, sin
desconocer que a la Mesa se sentarán frente a los enemigos declarados de la
Constitución y del sistema de democracia parlamentaria y representativa. De
manera que deberían aprovechar para dejar sentado, en nombre de la mayoría
social que representan, la intangibilidad de los principios y valores definidos
en el texto constitucional y la oposición tajante a coartadas y lavados de
totalitarios disfrazados de demócratas. Y ojalá dejen de nombrar los Pactos de
la Moncloa porque la comparación de tiempo, circunstancias y personas, dentro y
fuera de la Moncloa, mueve a risa nerviosa. En España, junto a la pandemia, se
extiende el virus del autoritarismo con pérdida de derechos y libertades que
ojalá sean recuparables.