Artículo
que será publicado por el Diario ULTIMA HORA de Palma de Mallorca, el sábado
día 26 de Diciembre
A VUELTAS CON LOS SABLES
Julián Delgado. Escritor
Las cartas de los militares en
las que se critica al Gobierno han sido un error. Es cierto que los firmantes
han recuperado los derechos y libertades que voluntariamente renunciaron a su
ingreso en la Milicia y, por lo tanto, están amparados por el derecho a la
libertad de expresión como cualquier otro ciudadano. También que pretenden
defender la Constitución y alertan de los peligros que le acechan. Pero, aunque
la ley no les prohíbe tampoco el uso de la marca institucional, lo cierto es que
deberían saber que iban a producir un quebranto a la imagen de las FAS y a su
neutralidad política, que algunos estarían dispuestos a interpretar que los
militares lo que quieren tutelar la nación.
En
cuanto al contenido, es verdad que sus críticas las comparten muchos, que
España corre peligro de dejar de ser un proyecto de vida en común y que el
Gobierno se ha aliado con partidos que tienen ese objetivo como meta declarada,
ejerce con ellos el seguidismo y horada, así, el sistema político. También lo
es que juraron defender la soberanía, la integridad territorial y el orden
constitucional. Ahora bien, al dirigirse al Rey, que solo es el jefe simbólico
de las Fuerzas Armadas, puentean a sus jefes que la ley determina: el
presidente del Gobierno y el ministro de Defensa. Por lo tanto, si algún día
tuvieran que intervenir las FAS por alguna de estas razones, no sería nunca
porque se lo ordenara el Rey sino porque lo decidiera el Gobierno. Así que el
camino correcto de un militar retirado para participar en política es el que
tiene todo ciudadano: partidos, sindicatos, foros, etc.
Tienen también razón quienes
afirman que en ningún país serio no se les puede ocurrir a los militares hacer
algo semejante. Pero, a la vez, se debe añadir que en ninguna democracia
conocida, desde el Gobierno se ultraja y humilla al Jefe del Estado equiparándolo
a los narcotraficantes ni se le organizan caceroladas, ni se injuria y
amedrenta a la Justicia y se legisla para controlarla, ni se excluye el idioma
de la nación en parte de su territorio, ni la TV pública adoctrina el
pensamiento único y moral única, ni los partidos que apoyan al Gobierno
homenajean a los terroristas. Es más, estos partidos estarían ilegalizados.
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