Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 23 de diciembre de 2020

la opinión de Julián Delgado

 

Artículo que será publicado por el Diario ULTIMA HORA de Palma de Mallorca, el sábado día 26 de Diciembre

 

A VUELTAS CON LOS SABLES

Julián Delgado. Escritor

 

Las cartas de los militares en las que se critica al Gobierno han sido un error. Es cierto que los firmantes han recuperado los derechos y libertades que voluntariamente renunciaron a su ingreso en la Milicia y, por lo tanto, están amparados por el derecho a la libertad de expresión como cualquier otro ciudadano. También que pretenden defender la Constitución y alertan de los peligros que le acechan. Pero, aunque la ley no les prohíbe tampoco el uso de la marca institucional, lo cierto es que deberían saber que iban a producir un quebranto a la imagen de las FAS y a su neutralidad política, que algunos estarían dispuestos a interpretar que los militares lo que quieren tutelar la nación.

En cuanto al contenido, es verdad que sus críticas las comparten muchos, que España corre peligro de dejar de ser un proyecto de vida en común y que el Gobierno se ha aliado con partidos que tienen ese objetivo como meta declarada, ejerce con ellos el seguidismo y horada, así, el sistema político. También lo es que juraron defender la soberanía, la integridad territorial y el orden constitucional. Ahora bien, al dirigirse al Rey, que solo es el jefe simbólico de las Fuerzas Armadas, puentean a sus jefes que la ley determina: el presidente del Gobierno y el ministro de Defensa. Por lo tanto, si algún día tuvieran que intervenir las FAS por alguna de estas razones, no sería nunca porque se lo ordenara el Rey sino porque lo decidiera el Gobierno. Así que el camino correcto de un militar retirado para participar en política es el que tiene todo ciudadano: partidos, sindicatos, foros, etc.

Tienen también razón quienes afirman que en ningún país serio no se les puede ocurrir a los militares hacer algo semejante. Pero, a la vez, se debe añadir que en ninguna democracia conocida, desde el Gobierno se ultraja y humilla al Jefe del Estado equiparándolo a los narcotraficantes ni se le organizan caceroladas, ni se injuria y amedrenta a la Justicia y se legisla para controlarla, ni se excluye el idioma de la nación en parte de su territorio, ni la TV pública adoctrina el pensamiento único y moral única, ni los partidos que apoyan al Gobierno homenajean a los terroristas. Es más, estos partidos estarían ilegalizados.

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