La Azotea de Javier Pipó
GOLPE DE PALACIO
Hace ya muchos
meses que este aficionado al comentario político opinaba que en Cataluña se
producía un golpe de Estado lento pero inexorable, imparable. Y hoy me pregunto
si efectivamente el golpe está inconcluso o en términos parecidos asistimos a
una revuelta, rebelión, motín, putsch o revolución. Pues quizá los
acontecimientos de estas últimas horas y los que están por llegar, no dejen
encuadrar en ninguna de esas figuras al constituir una mezcla de todas ellas.
Pero por afán inútil de ubicarlo al menos en la teoría me hace concluir
encontrarnos en algo parecido al “golpe de palacio”, de antigua circulación por
la literatura política. Y ello en la consideración de su encabezamiento y guión
marcado precisamente por el propio representante del Estado golpeado al que se
suma con entusiasmo ese personaje turbio que dice presidir el Parlament.. Y
quizá prefiera esta expresión al resultar coincidente con la "técnica del
golpe de Estado" de C. Malaparte, solo en cuanto a que sus protagonistas son
elementos del propio Estado, pero también al diferir ampliamente en cuanto a su
carencia absoluta de sorpresa.
Eso desde luego. Este golpe de palacio es cualquier
cosa menos sorpresivo. Porque hace casi tres años de la declaración “de
soberanía y del derecho a decidir del pueblo de Cataluña” que estableció
unilateralmente su Parlamento, dando comienzo de forma decidida al “proceso de
desconexión”. Así, ignorando con desprecio la STC 42/2014 dan un paso decisivo
el pasado día 27 presentando una propuesta de resolución parlamentaria que como
consecuencia del resultado de las elecciones de septiembre, obtenga mandato
suficiente para iniciar la desobediencia al ordenamiento jurídico del Estado,
empezando por la propia Constitución y las resoluciones y sentencias del Tribunal
Constitucional. Y además, estableciendo plazo de treinta días para tener
aprobadas leyes esenciales referentes a la Hacienda Pública y el sistema de
Seguridad Social del nuevo Estado. Estamos pues ante un desafío hasta el
momento triunfante, más que ante una provocación, que también, como dice el
Presidente del Gobierno de España.
Así pues es hora, no de lamentar el penoso espectáculo
de un Estado huido de Cataluña desde hace décadas o de gobiernos incapaces de
modificar la Ley Electoral que por si fuera poco les obligaba a pactar con
independentistas o del gobierno traidor de ZP y su estúpida puesta de rodillas
ante el levantamiento o de un Gobierno petrificado como el de Rajoy que encima
financia el desafuero y amenaza con dictámenes de los servicios jurídicos.
No es hora nuevamente de mantenerse en guardia ante el
Tribunal Constitucional pendiente de la presentación de un nuevo recurso porque
cuando se dicte Sentencia será tarde, seguramente insuficiente y jamás
aceptada, ejecutada ni cumplida. Y además se está haciendo recaer sobre la
jurisdicción constitucional la responsabilidad de enmendar las carencias,
errores y a veces desafueros de la clase política.
Me parece adecuada la pretendida reunión de los que
dicen sentirse preocupados y requieren unidad de acción. Pero nunca será con la
emoción, el sentimiento y la responsabilidad de aquellos Pactos de la Moncloa,
hace 38 años, en circunstancias muy difíciles, como ahora. Porque ya ven la
fortaleza españolista del nuevo socialismo de Sánchez que ni tan siquiera puede
garantizar la unidad de pensamiento en todo el territorio. Al final, la
historia volverá a escribirse como en los últimos doscientos cincuenta años,
entre los defensores del parlamentarismo, la libertad y la democracia y sus
adversarios.
Es hora de la actuación de la Fiscalía de oficio,
presentando querellas contra los actores por ahora principales, con o sin
resolución parlamentaria a la criminal propuesta. ¿A qué espera? Estamos ante
un delito de rebelión o cuando menos, ante la provocación - que dijo Rajoy- la
conspiración y la proposición para cometer rebelión, también punible a la luz
del artículo 477 del Código Penal. Y otra cosa será la aplicación del artículo
155 completo del texto constitucional, que sin duda habrá de llevarse a efecto,
estén o no las Cortes disueltas y más en concreto el Senado y su Diputación
Permanente, sin duda con capacidad de actuación conforme a su Reglamento.
Creo era Nietzsche
el que opinaba, quizá con alguna desmesura, que la locura individual es cosa
rara, pero en grupos, partidos, naciones y épocas, es norma. Espero no demos la
razón al filósofo gigante, tras los acontecimientos gravísimos que se suceden
en Cataluña.