La Azotea
EL SISTEMA DESORDENADO
11 de Junio 2017
Pues sí, la situación está para no saber por dónde empezar.
Pero aún a riesgo de aparentar una vanidosa paradoja, sabría más bien cómo
terminar. Y terminaría diciendo con sinceridad absoluta, miren, esto está tan
mal que a partir de ahora, no solo nadie sabe qué ocurrirá, que también, sino
busquen cómo adaptarse a la realidad en la convivencia de cada día, porque nada
será igual a lo vivido hasta el momento. Quizá sea circunstancia incluso, de
bajar de la Azotea, cerrarla con llave e instalarse cómodamente en la
habitación de estar, donde se haya media España. Pero no solo en lo que por ahora se quiere dar
en llamar Nación de naciones culturales, sino en Europa y quizá en lo que hasta
nuestros mayores conocíamos como mundo occidental u Occidente, dicho con
énfasis y grandilocuencia.
Es que aquí no hay filosofía política que resista la prueba
de la realidad cotidiana. Ni teórico de la ciencia política que se atreva a
declamar verdades recogidas en libros de pensadores, historiadores o
politólogos, capaces de describir el desbarajuste entre pensamiento e ideas
políticas y confrontarlas con la realidad de las formas en que desenvuelven las
modernas sociedades sus estructuras de poder o de representación. Todo se
agrieta; todo parece provisional; nada es lo que parece. Nadie resulta capaz de
defender un modelo concreto; como si vivir en sociedad en este primer cuarto de
siglo fuese tarea dejada a la improvisación, a la aventura o al caos. Precisamente
cuando los modernos Estados son más complejos en su gobernación; en sus
relaciones internacionales; en sus estructuras internas de representación, de
impartición de justicia; de fomento de la producción y el bienestar; de reparto
de la riqueza acumulada o de administración de la defensa. Precisamente cuando
la humanidad ya globalizada está conociendo el mayor avance de los tiempos
históricos, acelerado de forma exponencial en los últimos decenios con más
eficacia que los cinco siglos anteriores, gracias a una mayor conciencia
social, producto de una gigantesca revolución educativa que hizo avanzar hasta
lo inimaginable la ciencia y la tecnología.
Pero fíjense en la paradoja de Estados Unidos, cuna de la
primera Constitución democrática de Occidente, auténtico centinela de su
libertad, donante generoso de la vida de generaciones de jóvenes luchando en
cualquier parte del universo que requiriera la defensa de su sistema – que es
el nuestro- generador de riqueza, bienestar y democracia. Ahora sin embargo
regido por un charlatán infame que aun cuando su poder se enfrenta a
contrapoderes institucionales modélicos y envidiables, el populismo
insoportable con el que gobierna y se relaciona internacionalmente, llevará a
la gran Nación a cotas intolerables de desprestigio y retroceso. Mientras,
avanza hasta conquistar los espacios dejados por el liberalismo político y
económico, esa especie de monstruo chino-comunista, que ha tomado lo mejor del
modelo económico capitalista en su expansión y altas cotas de riqueza y
bienestar, pero manteniendo bajo el yugo de una dictadura feroz los derechos
humanos y su dignidad. Y tiene un éxito imparable, como los populismos europeos
de Francia – veremos el resultado de las legislativas y el papel del pequeño
Macron- o Alemania, Holanda, Austria, Gran Bretaña y demás naciones asfixiadas
por el populismo y la desesperanza en un modelo que ya no significa equilibrio,
seguridad, estabilidad y progreso. Modelo desbordado, además de por la
globalización, por movimientos migratorios ancestrales, desconocidos en el
mundo contemporáneo, procedentes de la negritud o de naciones azotadas por la
barbarie del yihadismo medieval. Ola asesina ya presente en las “trafalgar square”
de cualquier gran capital europea; y vienen a quedarse y cambiar nuestros
modelos de sociedad, ahora calados por la estupidez de ordenamientos jurídicos
blanditos y permisivos hasta el suicidio.
Y España? Pues en la síntesis de Occidente y en la cúspide de
su estulticia. Con dirigentes políticos mediocres, populistas y muchos de ellos
más cerca del reproche penal que del lugar en la Historia. La peor generación
de políticos desde 1812, pero quizá adecuada a la oleada de resentimiento
instalada en sus electores. Ahí están los catalanes y el desafío revolucionario
incontrolado, pendiente de su culminación en espectáculo a cargo de la Abogacía
del Estado haciendo la ola al President, brazos levantados en rítmico balanceo
con cualquiera de los códigos en mano. O la caída hacia la insignificancia del
PP, tras una mayoría absoluta nunca merecida y peor defendida, desprestigiados,
burlados y reducidos a su mínima expresión; pendientes de entregar el poder del
que solo salvaron los libros de contabilidad y con muchos tachones de
incompetencia y ridiculez. Como la STC sobre la amnistía fiscal, anulada con un
llamativo golpe al uso inconstitucional del DL previsto en el art.86 de la CE,
cuando cualquier alumno de Derecho Advo. o Constitucional, conoce en qué
condiciones puede incorporarse al
ordenamiento jurídico. Su lectura produce bochorno e indignación.
Pero ahí tienen al pobre Rivera, cada vez más desconcertado y
desbordado, sin saber si la cacería del PP debe extenderse al PSOE andaluz, con
el gigantesco estercolero tapiado a salvo de los fiscales “manos limpias”, con
una desvergüenza sin parangón en nuestra historia o al nacionalismo corrupto
catalán, cuyo pillaje, gozando de periodo de gracia o carencia, hará
desaparecer la mayor parte de las pruebas que inculpen al padrino Pujol,
allegados, sucesores y conmilitones. Y ya ven, dijimos desde aquí que en las
Primarias socialistas se elegía entre lo malo y lo peor. Y salió lo peor en
forma de caudillo populista más cercano al comunismo barriobajero de Iglesias
que al socialismo de Bad Godesberg y no digamos de Suresnes. El ya definido
Sacheiglesias respaldado por un gentío enfervorizado, tiene el programa
casposo, antiguo y reaccionario de un Largo Caballero emparejado y al unísono
de los “kichi” podemitas, antisistemas, cuyas ideas políticas se reducen a la aniquilación
de la democracia burguesa y liberal, aprovechando la oportunidad de sentarse en
el Parlamento y burlarse de sus instituciones como si se tratara de demócratas
respetables.
El sistema
quizá pueda salvarse aún, si en gesto insólito e inédito, los restos populares
que seguramente sufrirán un descalabro similar a UCD; los esperanzados en C´s,
caminando hacia un crecimiento imparable y los socialistas expulsados de PSOE
por la vía de hecho, creando con urgencia un Partido socialdemócrata, logran
trabar una alianza electoral que evite el riesgo de comunistización de España,
o cuando menos una peligrosa polarización. La mayoría silenciosa llora por las
esquinas nacionales, asqueada de tanta iniquidad y de políticas populistas
exterminadoras de la clase media, única armadura de un sistema estable,
próspero y democrático