Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 26 de febrero de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea


ARROGANTE ACUERDO



  No quisiera parecer tertuliano a nómina fija y en consecuencia sujeto a comentario sobre lo que ocurre, como si lo supiera. Mis gargantas no tan profundas dicen encontrarse desconcertadas ante tal avalancha de información contradictoria y gratuita. Pero no crean, son los signos del tiempo resbaladizo y peligroso que vivimos. Y todo porque ya no existe la certeza del honor entre los combatientes. A lo más, lealtad para esta tarde y mañana ya veremos, lo mismo omito hasta el saludo. Es decir, superficialidad de los que nos administran, poniendo sobre el tapete reflexiones ligeras como muestra de un pensamiento pluma, ante sociedad de principios gaseosos e intercambiables. Pero estos chicos con cara de recién llegados al festín, nos proponen un intercambio de presuntas ideas que se pierden entre tantas ruedas de prensa vacías, como si esta apabullante transparencia opaca no ocultara los cromos intercambiables negociados en secreto bajo la mesa de la concertación provisional. Un embrollo ante varios cientos de diputados y senadores, que por cierto está cobrando sin trabajar, y ante nosotros mismos que les pagamos su cara holganza.

  Es que la arrogancia aflora hasta en el vacío de las palabras. De manera que el Acuerdo entre la izquierda flotante de Zapasanchez y la emergente aunque moderada de Rivera, se le denomina para un “Gobierno reformista y de progreso”. Es el chascarrillo del frontispicio sin más contenido que la sucesión de palabras iguales pero de significado distinto, según interlocutor. Porque a la puta base – dicho sin animadversión  – se le consulta si acepta “conformar un Gobierno progresista y reformista”. Es de notar la matización. O sea, nosotros fuera de la pomada, nos quedamos sin saber si el giro tiene alguna clave. Si importa más el reformismo o el progresismo, o es el reformismo quien arranca en el progresismo o este deviene de aquel y es su consecuencia. Un lío que pone de manifiesto la artificialidad de una pareja de hecho con pretensiones más que dudosas de llegar a pareja de derecho. Y el contenido, pues según Sánchez de izquierdas y según Rivera conteniendo casi todo lo suyo, que no sabemos en que consiste. Pero desde mi perspectiva, lo contemplo más bien como texto vacío y provisorio, como un hilo de sesenta y seis folios que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Eso sí, contiene la inevitable y actual necesidad de modificar los Acuerdos con el Vaticano o la odiosa memoria histórica o la simpática promesa de garantizar financiación para elevar a derechos fundamentales los que son sociales. Como si no fuera parte protegida de la Constitución, pero que más da. Eso sí, mucha gobernanza y ciudadanía con anuncio de nueva reforma del sistema tributario, aunque sin saber como ni por que se “exencione de los Impuestos de Sucesiones y Patrimonio a la clase media”, en este caso toda, al no especificar si es o no trabajadora, como ahora se etiqueta a la salvable. Y de nuevo a la actualidad la monserga de las Diputaciones como si no llevaran treinta y cinco años de inútil y costosísima presencia, cuya desaparición ya requería hace ahora cuatro años este modesto observador desde su Azotea. Ya veremos si no sale mal esta apuesta porque es institución que cobija cientos de agradecidos apaniaguados. Y entre tanto, estremece el silencio sobre la sostenibilidad del Sistema de Seguridad Social. En definitiva, un texto mal estructurado, apresurado, sin rigor y sin vocación de permanencia en el tiempo. Pura farfolla.   

  Y miren, les aseguro que esta mala solución que deja marginados a los gansos totalitarios y peligrosos de Podemos - deberían estar ya fuera de la Ley - me parece un paso esencial en el mantenimiento del sistema democrático. De manera que mi opinión no resulta sospechosa de oposición a una salida digna, camino del regeneracionismo constitucional. Pero no me creo nada de lo firmado. Me parece una farsa incluso de respectivas posiciones. A Zapasanchez le repugna este melifluo representante de un histórico centrismo desaparecido en la noche de los tiempos y de imposible recuperación, por mucho que se invoque a Suárez en esta parodia de mal gusto. En estos decenios del siglo XXI que hierven en olla a punto de estallar, no cabe el centrismo sino la defensa a ultranza del modelo de sociedad, en desarrollo desde hace casi doscientos cincuenta años, que señalando la libertad, la igualdad, la democracia y el bienestar, ha supuesto el mayor, trascendental y digno movimiento de progreso de la humanidad. Y que ahora, como ocurrió a mediados del siglo pasado, peligra. Y esa es la centralidad que no el centrismo, de quien debe defender el sistema, sin concesión alguna a los modernos fascismos o al comunismo de siempre, aliado a populismos horteras de chándal o teocracias totalitarias. Alguien debió advertir a Sánchez la inevitable desaparición o irrelevancia de su Partido, aliado con Podemos como él hubiera deseado y reclamaba. Es repetir el mal sueño de ZP. Pero Ciudadanos en manos del PSOE quedará como en Andalucia, en una aportación ridícula, inútil e insignificante a la nueva política que auguraba. El regeneracionismo quedará para la segunda parte del siglo porque la arrogancia no procede más que de la ignorancia. Pues eso.  


   




      

jueves, 25 de febrero de 2016

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado el sábado día 27 en el diario “Última Hora” de Mallorca
Julián Delgado
La Izquierda cantonal
  Pocos días antes de ser asesinado de dos tiros en la cabeza por un grupo de guardias de asalto del Gobierno del Frente Popular, Calvo Sotelo había proclamado en las Cortes: Prefiero una España roja a una España rota. Ochenta años después, buena parte de la izquierda prefiere una España rota a una España azul. El primer impulso de Sánchez fue negociar con Podemos, e hizo todo lo que pudo para conseguir un pacto de progreso con quien lleva en su programa el derecho a la autodeterminación, a la vez que concertaba con los partidos separatistas la abstención en la votación de su investidura. Si no lo logró fue debido a que los morados nunca lo quisieron y se lo pusieron imposible, lo que le hizo virar hacia Cs para alcanzar un acuerdo inútil para el país, pero no así para su campaña electoral, que inició el día que aceptó formgobierno.
  Iglesias constató en las pasadas elecciones autonómicas, que su presencia era casi  irrelevante en aquellas Comunidades donde existían partidos nacionalistas radicales y que, además, en éstas, los partidos antisistema se habían vuelto furibundos enemigos de España, a la que hacían responsable de todos los males que afligen a sus respectivos pueblos. Pronto se pusieron manos a la obra para incorporar a sus filas a esos grupos en Madrid, Valencia, Galicia y Cataluña, y donde pudieran surgir en el futuro, incorporando a su programa la creación de un ministerio de Plurinacionalidad. Un ministerio que al reconocer las naciones deslegitima el Estado unitario y da paso no al Estado confederal, sino a su desmembramiento en estados independientes.
  Por eso, la situación actual se asemeja más a la efímera Primera República de Pi i Margall de 1873, que a la Segunda. En algunas autonomías periféricas, el sistema autonómico ha servido durante estos años de autogobierno para profundizar en las diferencias, borrar lo que hay en común y desarrollar un sentimiento de rechazo a todo lo español. La fragmentación que propone Iglesias, los odios generados y la rebeldía son más propias de aquella lucha de Cantones, que de la República del 36: Durruti y el Campesino, los radicales de entonces, luchaban por España, detrás de la bandera española. Republicana, pero española.  


viernes, 19 de febrero de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea


FIESTA DE LA DEMOCRACIA



  Menudo fiestón han montado los del “Gobierno del cambio”. Es como una orgía donde la fantasía brota a borbotones, producto de una macro dosis de droga ideológica imposible de metabolizar. Pablete y sus perversos comunistas de diseño, gozan contemplando la imagen patética de Zapasanchez arrodillado, implorante, mientras danzan a su alrededor buscando el desconcierto de quien como aprendiz de brujo, pero desarbolado y sin escoba, ya está provocando una auténtica y suicida inundación. Y lo peor es que no se espera como en el poema de Goethe, la llegada de maestro capaz de poner fin al desatino. El aprendiz de soberbia infinita e insoportable, está dispuesto a fenecer junto a su Partido que lo habilitó y no sabe o no quiere frenarlo y apartarlo a un rincón de la historia. Pero debería saber que la humillación a la que está sometido, salga o no a pasear de la mano del totalitario, es un atentado colectivo que pone en riesgo cierto el sistema democrático que está obligado a guardar y defender de sus enemigos. Pero fíjense que peligro tiene el inane político que no considera enemigo al leninista del esmoking sino un adversario cercano y modulable por el diálogo y la negociación cobarde hasta la humillación nacional. Es la herencia arrasadora y nefasta del zapaterismo. Pero este alumno aventajado de tan ominosa escuela, debería no obstante ser prudente y humilde en el liderazgo de un Partido colapsado también por la corrupción - la salida y la que está por salir, o no - precisamente introducida por sus antepasados como virus mortal en la joven democracia española y que pervive robusta hasta nuestros días. ¿O es que pretenden que perdamos esta parte de la memoria histórica? Por eso solo le reprenden con pellizcos afectuosos.  

 Pues miren, no son respetables las ideas de quienes defienden como Iglesias la dictadura del proletariado como máxima expresión de democracia. Porque no es esa la democracia que tenemos como espacio desarrollado y civilizado europeo; ni es esa la diseñada por la Constitución vigente, capaz de progreso y libertad. Porque aquí funciona un sistema de economía de mercado que a él gustaría abolir y a nosotros mantener; porque aquí rige y defendemos hasta el final la libertad de prensa y comunicación privada y pública, que él le gustaría reducir solo al Estado para así controlar y utilizar para el adoctrinamiento masivo; porque para una opinión formada, culta y libre, la dictadura venezolana, iraní, cubana o coreana, le parecen un horror miserable, aunque a Pablete le parezcan democracias saludables. Porque aquí, aunque renqueante, lenta hasta la desesperación y politizada en exceso, la judicatura es un Poder independiente, aunque como anuncia el desarrapado gañán, cuando gobierne deben ser fieles a su ideario político. Porque aquí rige la separación de poderes y aún se respeta el principio de legalidad y el resto de los principios generales del Derecho, que separa y distingue a distancia las sociedades de vanguardia de las que tuvieron la tragedia de caer bajo el yugo canalla de un comunismo criminal. Porque aquí es verdad, continúa absurdamente vigente el Título VIII de la Constitución que con su artículo 2 suponían ya en 1978 un paisaje con sombras inescrutables y, a los que añadida la DT Cuarta sobre Navarra, una espoleta retardada. Pero describe un perfecto Estado de Derecho, un modelo de sociedad admirable y perfeccionable, un catálogo de derechos como en ningún otro código constitucional avanzado. Para nada se requiere abrir un proceso alocado y suicida de autodeterminación territorial que llevaría a la desintegración de la Nación española.
  Aquí lo que sobra hasta la angustia es corrupción que aunque vieja ha estallado con fuerza en la sociedad, en las instituciones y en la política. Pero es situación que puede y debe ser corregida mediante leyes sabias que se cumplan y se reprima con dureza democrática su incumplimiento y una educación integral de esta y las siguientes generaciones. Pero la corrupción, lo malo, no puede ser subsanado con lo peor, que es la involución hacia modelos de autoritarismo y liberticidio.

 La actual situación de bloqueo que tanto está perjudicando el avance económico y en consecuencia la salida de la crisis y el desempleo, solo finalizará en nuevas elecciones generales – la fiesta de la democracia – sin Rajoy y sin Zapasanchez. Ambos perdedores en la ilusión de millones de ciudadanos, para los que uno ya hizo suficiente para todos y el otro, mejor deje de intentarlo. Con suerte, esta fiesta no debería acabar en tragedia.


    

miércoles, 17 de febrero de 2016

La Opinión de José Luis Miró


Artículo publicado por el Diario El Mundo de Mallorca el día 21 de Enero


CÓDIGO PUK


DEMASIADA POLÍTICA
José Luis Miró


  PARA la política hay que servir, como para la estafa. Uno ha de estar dispuesto al juego sucio, a la intriga, a decir una cosa y pensar simultáneamente en hacer la contraria, a tener unos principios adaptables a las diferentes coyunturas o interlocutores, a actuar con cinismo, a sonreír sin ganas y a dejar cadáveres por el camino. En esencia, a mentir de una manera reiterada y a anteponer el fin a los medios, sin que por ello se altere el ciclo del sueño. 

  La virtud, como sabemos, no forma parte del juego del poder. Y no hablo de la corrupción, que es un asunto distinto, sino del comportamiento común de los políticos, de las miserias intrínsecas al «arte de lo posible» que con tanta elocuencia están aflorando estos días de pose, mercadeo y tácticas infames. 

  Antes de que todo se diera la vuelta, en España estaba más o menos aceptado que la política era una ocupación necesaria que requería un perfil especial, pelín mezquino y propenso a la ambición y la vanidad. En la calle se hablaba de política a veces, pero no a todas horas y con la vehemencia de nuestros días, y el común de los ciudadanos no estaba infectado por los vicios propios de la corte. De alguna manera, la gente mantenía una cierta independencia y no se tomaba al pie de la letra las consignas ni se dejaba engañar por la mercadotecnia. Puede que ese escepticismo no fuera el ideal de democracia, pero al menos marcaba la diferencia entre la realidad física (la letra pequeña de los problemas, el día a día de la supervivencia) y la mera verborrea. Era más inteligente.

  Cuando, a raíz de la crisis económica que destruyó la clase media y arrastró a la pobreza a miles de compatriotas, se hizo imperiosa la necesidad de regenerar la vida política española, de revitalizarla con sangre joven, nadie quiso pensar que lo nuevo estaba caducado o era más de lo mismo. Los ciudadanos necesitaban tener esperanza y confiaron en que el espíritu de la calle transmitiría valores de solidaridad, humanidad y honestidad a las renovadas clases dirigentes. 

  Hay quien, contra toda lógica, se aferra a esa ilusión. Pero la verdad es otra: donde antes había dos partidos peleando por su tajada, ahora hay cuatro; donde antes había una sociedad civil escasamente implicada en las cuestiones de Estado, ahora hay facciones malhumoradas que trazan líneas rojas y se odian como no se había visto desde hace casi un siglo; donde antes había una democracia imperfecta pero estable, ahora hay un gallinero ingobernable. Y todo esto es así porque lo peor de la política nos está embruteciendo. A todos

sábado, 13 de febrero de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea 


LA INVOLUCIÓN



  Nos acercamos a los dos meses de Gobierno en funciones pero sin funciones, salvo hablar sin parar, de dialogar. Se dice es lo querido por la ciudadanía, hablar como cotorras, no solo el Gobierno sino las fuerzas del cambio y el recambio, los observadores y expertos, los tertulianos del rollo y los sindicalistas del artículo 315, los nacionalistas que se van y los comunistas de esmoquin que llegan. El caso es hablar sin decir, amagar y no dar, aparentar lo debido y ocultar lo querido, en un carnaval que pone de los nervios y anticipa un futuro delirante. Y continúa sin vislumbrarse solución alguna. Bueno, por mejor decir, ninguna buena solución porque las que se entreven producen erisipela.

  De manera que nos encontramos en el ojo del huracán de una crisis explosiva sobre la que nos arrastró no sin motivo, la llamada sabiduría popular y la desvergüenza de los representantes de los sabios. Tras una concienzuda preparación, con perfecta sincronización de los distintos poderes que circulan por los despachos y las alcantarillas, todo está en marcha estática para una larga y desoladora involución del sistema, camino de democracia sin demócratas; de libertad otorgada y en consecuencia mutilada, vigilada e irreversiblemente controlada por los guardianes del autoritarismo.

  Es un inmenso y negro nudo gordiano, sin desatascador capaz de desembozarlo, porque los llamados carecen de fortaleza moral por sus pecados de avaricia sin límite y los que esperan ser llamados, o son catecúmenos sin acreditaciones en el sector o se les conoce en exceso y se les teme por su contagioso y mortal ébola ideológico. Todos mienten o ninguno dice la verdad, seguramente porque ya se ha perdido hasta la lámpara de diógenes capaz de encontrar el hombre honesto. Pero dudo de la existencia de alguien interesado en buscarla. Y no piensen en el inefable Pablete al que solo le une con Diógenes el principio cínico de la autosuficiencia, ya que ni siquiera su pobreza es virtud. Pero ya lo advirtió de forma inequívoca: En política no se gana por tener el mejor discurso ni más votos... sino por tener poder” 
  El sistema se encuentra pues en involución acelerada que ojalá no acabe en tragedia. Y el punto G lo puso Zapasanchez, traicionando la herencia recibida de sus mayores y llevando la socialdemocracia hacia el marxismo más negro y reaccionario de Europa, lindando con el leninismo populista. Y en eso está porque es lo suyo, su ambición, su tiempo y le trae sin cuidado la advertencia del sanedrín del partido, a la postre formado por dinosaurios pertenecientes a un tiempo viejo, de la vieja política. Pero aun fracasando, el mal está hecho, la división está creada, el peligro está al acecho. Y en el otro bando, el error es el horror de la ambición desmedida, de la impunidad ante una justicia lenta y enredada en el preciosismo del garantismo barroco que la paraliza hasta la tetraplejia. Ya ven el maltrato que reciben los populares presuntamente liberales, a sus desvelos por salvar la estructura económica del sistema, soslayando la regeneración ética, en la creencia que aquella traerá el fortalecimiento de ésta. Al final, ni esta ni aquella, asistiendo la sociedad boquiabierta a reproches que solo circulan entre la cantidad saqueada por unos u otros, como si alguien fuera capaz de matizar en el hedor de la podredumbre.      

  En eso estamos. Contemplando tanto bobo existencial capaz de tragarse la vuelta de Iglesias al moderantismo de la socialdemocracia, como si el comunismo tuviera vuelta atrás, ni siquiera para rellenar la laguna moral del marxismo que proponían los austromarxistas, con un retorno imposible a la moral racional de Kant.

  Miren, aunque haya grandes diferencias entre ética y derecho – como nos señala el jurista profesor Martin Moreno- nunca deberá olvidarse el compromiso del derecho con la ética, porque de la conjunción de ambos se engendra la libertad. Pero lo mismo se puede justificar la tiranía. Como hace ya años advirtió Jean Francois Revel, el comunismo es irreformable o está llamado a desaparecer. Que se lo digan a Gorbachov.



jueves, 11 de febrero de 2016

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado el próximo sábado en el diario “Última Hora” de Mallorca
Un respeto a la inteligencia
Julián Delgado, escritor
   Una reciente encuesta publicada por El País sobre los posibles resultados de unas nuevas elecciones contradice los sondeos publicados hasta ahora. Anuncia un batacazo del PP y el ascenso del PSOE y Cs. Conviene recordar que este medio, unos días antes de celebrarse las pasadas elecciones, publicó una encuesta en la que los cuatro grandes partidos en liza mantenían un empate técnico. Los resultados los dejaron en evidencia: el PP obtuvo más de dos millones de votos que el PSOE y duplicó los de Cs, confirmando que las encuestas son una forma más de influir en el resultado de las elecciones. Además, en la encuesta recién publicada, los sorprendentes datos van acompañados de un editorial que culpa a Rajoy, sin nombrarlo, de  ser el responsable de todos los males que puedan suceder en caso de no prestar apoyo a un posible gobierno formado por el PSOE. 
 Ahora resulta que el partido que nos sacó de la debacle económica en que nos había dejado Zapatero, el partido que ha resultado claro ganador con casi siete millones y medio de votos, ha de dejar que gobierne su rival político, que obtuvo solo noventa escaños. Un rival que lo ha equiparado a Bildu, no ha dejado de menospreciar a su líder, y le ha aplicado el cordón sanitario, un chico hecho por la fábrica de moneda y timbre, un producto de marketing que no dice más que vulgaridades (J. Anguita dixit). Un chico, añado, que tiene tan pobre opinión de los españoles, que comete la desfachatez de justificar su negativa a hablar con el PP por la corrupción de ese partido. Sabe de sobra que hay más de doscientos casos de corrupción abiertos entre sus filas, semejante a los que tiene el PP, pero de mucha mayor cuantía. Claro que, mientras estos casos suelen airearse poco en los medios, la orla de los cincuenta del PP de Valencia, que dieron mil euros al partido y luego se lo devolvieron en metálico, da la vuelta al mundo y son echados a las fauces de un pueblo ávido de devorar corruptos.
  Sánchez también nos quiere hacer creer que es el PP el que tiene bloqueado el diálogo, cuando su negativa a hablar con Rajoy ha sido pública, rotunda y tajante. En fin, visto lo visto, sólo cabe exigirle a Sánchez un poco de respeto a nuestra inteligencia.




sábado, 6 de febrero de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea 


ESTO EMPIEZA BIEN



 Decía Zapasanchez, como niño con juguete nuevo. Como el que alcanzó el sueño de su vida, la meta de sus ambiciones, la culminación de su proyecto vital. Pues es para temblar y no parar. Menudo desamparo tras tantos años de esperanza. Tras creer que esta Nación había conseguido traspasar la barrera de la mediocridad colectiva, de la estupidez extendida y entendida como forma de convivencia. Cuando creíamos poder alcanzar la meta ideal como pueblo, en el empeño de la avenencia civilizada y el bienestar como herencia acumulada y como proyecto de mejora continuada en el futuro. Un desastre. Treinta y ocho años acariciando la libertad y la democracia y como minado por un explosivo devastador, el sistema tan difícilmente construido puede venirse abajo por la acción corrosiva de la última generación de quienes lo han venido construyendo durante algo más de doscientos años.
 Es verdad que enemigos de la libertad siempre hubo y en consecuencia de la democracia representativa y constitucionalizada a la que ellos, en el mejor de los casos, llaman popular; o de economía centralizada o Estado socialista o que se yo, cualquier cosa que sirva para enmascarar la adoración del Estado y puesta a su servicio del ser humano, sus valores y dignidad. En definitiva, la dictadura de la minoría iluminada y de vanguardia, sobre la mayoría que la sufre casi siempre bajo el terror y la delación, cuando no con riesgo cierto de muerte en quien roza posiciones de heterodoxia ideológica.
   De manera “que esto empieza bien” para un ambicioso desnortado y traidor a los principios de una socialdemocracia moderna, creadora de proyectos nacionales de avance en todos los territorios en que las sociedades deben proyectar sus ansias de libertad, cultura y felicidad. De los territorios compartidos con el liberalismo conservador o no, que con diferencias notables en los métodos de desarrollo del bienestar, han sido no obstante capaces de llevar al mundo civilizado hacia la prosperidad individual y colectiva como jamás conoció la humanidad con anterioridad.
  Y lo empieza bien en su estilo tosco, a mitad de camino entre la cursilería expresiva y vacía, la altanería chulesca y tabernaria y la agresividad de fondo, a veces contenida y siempre gratuita, que asombra a sus propios y mejores conmilitones, a la mayoría silenciosa, pacífica y bienintencionada y a los socios europeos y americanos. Y no disimula su pasión por los revolucionarios de la checa y el avance hacia la dictadura, la miseria y el horror del totalitarismo de Estado. Y miente con descaro infinito ante un pueblo incapaz de detectar los riesgos de un suicidio colectivo, cuando llama progreso a lo que es retroceso hacia un pasado tétrico de sufrimiento y desgarro infinito. Y se considera formando parte de las “fuerzas de cambio” sin decir en qué consiste; y considera que con él se inicia un tiempo nuevo sin explicar porqué es nuevo estando él y su Partido o cuales los defectos de lo viejo a despreciar. Y curiosamente, sin mover un músculo de su ancha cara, lo dice quien está en el hundimiento del socialismo, con tendencia a más. Y dice que los conservadores – quizá le gustaría llamarlos franquistas o fascistas sin más- deben volver a la oposición para regenerarse, como si él que viene de la oposición volviera regenerado y eso en la Andalucía del saqueo de lo público, sistemático, antiguo, que no cesa, suena a chascarrillo tenebroso. Seguramente sus fuerzas de cambio tengan como meta una Nación de naciones, regida por una Constitución federalista que jamás supo o quiso definir, pero que no parece contener solución alguna a los nacionalismos sediciosos, como no sea la concesión total, pero dialogada.
  Claro, el liberalismo conservador y el otro, dejó sumida la Nación en el desconcierto de quien se sabe engañado, estafado, por una gigantesca pandilla de golfos ambiciosos, trincones, sin el más elemental sentido del pudor, de la ética necesaria para la administración de lo público. La repugnante corrupción de esta parte del entramado político ha obligado a gran parte del electorado sensato e ilustrado a mostrar su confianza en quien solo puede ofrecer buena voluntad y aplazar la demostración de la solvencia de sus propuestas a un incierto futuro. Pero en este día, hoy, el futuro de España aparece tan oscuro como incierto. Cualquier pronóstico es pura especulación. Ni tan siquiera una segunda vuelta de las elecciones parece resolver el estancamiento.
  En esta hora de desconsuelo, de debilidad del Estado y sus instituciones, de distanciamiento de las dos Españas, del empeño por un nuevo enfrentamiento abriendo heridas imposibles de cicatrizar, Cataluña, donde dejó de regir la Constitución hace años, se prepara para la rebelión sediciosa. Y ya parece reiniciarse lo mismo, tras una corta siesta, en el Pais Vasco, para embestir contra la Nación, dirigidos por el cinismo cursi, frío y calculador del PNV, jugando el mismo papel que CIU en Cataluña y seguramente con el mismo final. Y luego vendrán otros, porque esta es Nación donde no parece cesar el asalto al Estado, en cuanto muestra un costado al descubierto. Ya sea en forma independentismo sin causa o de comunismo con ella y su nuevo Lenin o de terrorismo yihadista a la espera de sembrar el caos desconcertante. Y nadie debe esperar amparo en la Europa comunitaria que bastante tiene con la crisis económica que se avecina e institucional, con la casi segura salida de Gran Bretaña.
 Esto empieza bien ZPSchez, pero ¿para quién? Y sobre todo ¿Cómo acabará? Maldita hora.