La Azotea
ARROGANTE ACUERDO
No
quisiera parecer tertuliano a nómina fija y en consecuencia sujeto a comentario
sobre lo que ocurre, como si lo supiera. Mis gargantas no tan profundas dicen
encontrarse desconcertadas ante tal avalancha de información contradictoria y
gratuita. Pero no crean, son los signos del tiempo resbaladizo y peligroso que
vivimos. Y todo porque ya no existe la certeza del honor entre los
combatientes. A lo más, lealtad para esta tarde y mañana ya veremos, lo mismo omito
hasta el saludo. Es decir, superficialidad de los que nos administran, poniendo
sobre el tapete reflexiones ligeras como muestra de un pensamiento pluma, ante
sociedad de principios gaseosos e intercambiables. Pero estos chicos con cara
de recién llegados al festín, nos proponen un intercambio de presuntas ideas que
se pierden entre tantas ruedas de prensa vacías, como si esta apabullante
transparencia opaca no ocultara los cromos intercambiables negociados en
secreto bajo la mesa de la concertación provisional. Un embrollo ante varios
cientos de diputados y senadores, que por cierto está cobrando sin trabajar, y
ante nosotros mismos que les pagamos su cara holganza.
Es
que la arrogancia aflora hasta en el vacío de las palabras. De manera que el
Acuerdo entre la izquierda flotante de Zapasanchez y la emergente aunque
moderada de Rivera, se le denomina para un “Gobierno reformista y de progreso”.
Es el chascarrillo del frontispicio sin más contenido que la sucesión de
palabras iguales pero de significado distinto, según interlocutor. Porque a la puta
base – dicho sin animadversión – se
le consulta si acepta “conformar un Gobierno progresista y reformista”.
Es de notar la matización. O sea, nosotros fuera de la pomada, nos quedamos sin
saber si el giro tiene alguna clave. Si importa más el reformismo o el
progresismo, o es el reformismo quien arranca en el progresismo o este deviene
de aquel y es su consecuencia. Un lío que pone de manifiesto la artificialidad
de una pareja de hecho con pretensiones más que dudosas de llegar a pareja de
derecho. Y el contenido, pues según Sánchez de izquierdas y según Rivera conteniendo
casi todo lo suyo, que no sabemos en que consiste. Pero desde mi perspectiva,
lo contemplo más bien como texto vacío y provisorio, como un hilo de sesenta y
seis folios que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Eso sí, contiene
la inevitable y actual necesidad de modificar los Acuerdos con el Vaticano o la
odiosa memoria histórica o la simpática promesa de garantizar financiación para
elevar a derechos fundamentales los que son sociales. Como si no fuera parte
protegida de la Constitución, pero que más da. Eso sí, mucha gobernanza y
ciudadanía con anuncio de nueva reforma del sistema tributario, aunque
sin saber como ni por que se “exencione de los Impuestos de Sucesiones y
Patrimonio a la clase media”, en este caso toda, al no especificar si es o no
trabajadora, como ahora se etiqueta a la salvable. Y de nuevo a la actualidad
la monserga de las Diputaciones como si no llevaran treinta y cinco años de
inútil y costosísima presencia, cuya desaparición ya requería hace ahora cuatro
años este modesto observador desde su Azotea. Ya veremos si no sale mal esta
apuesta porque es institución que cobija cientos de agradecidos apaniaguados. Y
entre tanto, estremece el silencio sobre la sostenibilidad del Sistema de
Seguridad Social. En definitiva, un texto mal estructurado, apresurado, sin
rigor y sin vocación de permanencia en el tiempo. Pura farfolla.
Y
miren, les aseguro que esta mala solución que deja marginados a los gansos
totalitarios y peligrosos de Podemos - deberían estar ya fuera de la Ley - me
parece un paso esencial en el mantenimiento del sistema democrático. De manera que
mi opinión no resulta sospechosa de oposición a una salida digna, camino del
regeneracionismo constitucional. Pero no me creo nada de lo firmado. Me parece
una farsa incluso de respectivas posiciones. A Zapasanchez le repugna este
melifluo representante de un histórico centrismo desaparecido en la noche de
los tiempos y de imposible recuperación, por mucho que se invoque a Suárez en
esta parodia de mal gusto. En estos decenios del siglo XXI que hierven en olla
a punto de estallar, no cabe el centrismo sino la defensa a ultranza del modelo
de sociedad, en desarrollo desde hace casi doscientos cincuenta años, que señalando
la libertad, la igualdad, la democracia y el bienestar, ha supuesto el mayor,
trascendental y digno movimiento de progreso de la humanidad. Y que ahora, como
ocurrió a mediados del siglo pasado, peligra. Y esa es la centralidad que no el
centrismo, de quien debe defender el sistema, sin concesión alguna a los
modernos fascismos o al comunismo de siempre, aliado a populismos horteras de
chándal o teocracias totalitarias. Alguien debió advertir a Sánchez la
inevitable desaparición o irrelevancia de su Partido, aliado con Podemos como
él hubiera deseado y reclamaba. Es repetir el mal sueño de ZP. Pero Ciudadanos
en manos del PSOE quedará como en Andalucia, en una aportación ridícula, inútil
e insignificante a la nueva política que auguraba. El regeneracionismo quedará
para la segunda parte del siglo porque la arrogancia no procede más que de la
ignorancia. Pues eso.