Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 6 de noviembre de 2020

La Opinión de Javier Pipó

 

LA AZOTEA

EL DERRUMBE

6 de Noviembre 2020

Pues optimista no me encuentro, por mucha voluntad que ponga. Desde luego la pandemia tiene gran culpa de ello, pero también lo que considero cierto desmoronamiento de los creídos como firmes pilares de una civilización que desde el medievo se ha constituido y expandido por la senda segura del pensamiento, la razón, la trascendencia religiosa, la ciencia, la técnica, la literatura, el progreso y la convivencia entre iguales, en la luz de un mundo mejor organizado y más predecible.

Es verdad que el proceso ha sido tan lento como a veces desolador, produciendo mucho sufrimiento y desesperación. Nuestra Europa, cuanto más avanzaba en la senda de la luz, más crueles y devastadores los enfrentamientos sangrientos entre sus pueblos y territorios. Y en poco más de setecientos años, de forma paralela, ha transitado desde modos teocráticos de gobierno, a la negra monarquía autoritaria o absolutista del Antiguo Régimen hasta la llegada de la Ilustración. De Westfalia a Montesquieu y los enciclopedistas; de Bodino y su concepción de la soberanía, a Rousseau o Hobbes que abren la puerta a los Estados Nacionales y soberanos y la secularización del poder. Así pues, desde la ciudad Estado y el origen divino del poder a lograr la consideración de este, justificado en la representación popular y más tarde en la democracia y sus instituciones.

Europa es un todo civilizado y civilizador, de donde ha surgido y dejado huella tóxica, desde el imperialismo arrollador al nacionalismo perverso; desde los pérfidos y criminales Imperios Nazi y Comunista, a la grandeza de la Unión Europea y sus instituciones. Y como no, entrado el pasado siglo, la muestra de máxima crueldad, con millones de muertes como jamás, en el estallido de dos cruentas guerras separadas por veinte años, logrando el calificativo de mundiales, aunque algunos las identifican como europeas y hay quien se atreve a etiquetar como una Gran y única Guerra Civil europea. Pero ya ven, tras la destrucción de la vida, la economía y el paisaje, comienza la reconstrucción, ayudados por los USA que siempre defendieron la libertad allá donde se viera en peligro, no sin antes compartir mesa negociadora en Potsdam junto al demoníaco y criminal Stalin.

Jamás este sicópata sanguinario debió suscribir el Tratado de Paz, cuando claramente se deducía su pretensión de cambiar el horror hitleriano, por su régimen tiránico. Y aun pagamos las consecuencias de tan craso error. Desaparecido el nazismo queda el espanto comunista con muros y telón de acero; y la Guerra Fría con el peligrosísimo equilibrio del terror. Una situación comprendida y sostenida por una pléyade de intelectuales orgánicos y tontos útiles pertenecientes generalmente a clases sociales acomodadas, o al mundo de la cultura no solo europea, siempre al servicio del pijoprogresismo. Pero también por la existencia de un mundo silencioso y sórdido donde prevalecía el miedo, las delaciones y la policía patriótica. Y dura hasta hace 31 años.

Pero Europa comienza de nuevo a perder sus contornos morales, en el abandono de su construcción cristiana que ahora y con dificultad, solo sostiene el luteranismo y otros gajos de aquél. Ahora, Europa, dividida, convertida en Naciones Estado grasientos y opulentos, sin más valores y principios que las cuentas de resultados de sus gobiernos, no encuentra más motivo de unión que el intercambio económico y financiero. Y claro, comienzan las minorías a soliviantar a la población, a las mayorías hasta ahora silenciosas; pero minorías nuevamente cercanas al fascinazismo, derivado como entonces de clases medias frustradas, humilladas, progresivamente empobrecidas, que ven disminuida su presencia social y arrebatadas sus creencias y valores. Que se ven arrolladas por masas desorganizadas de inmigrantes, traídas ilegalmente por mafias organizadas que obtienen pingues y criminales beneficios.

De manera que, si en el centro y norte de Europa bulle un nazismo creciente, mezclado con radicalismo, malestar, populismo y escaso respeto a las instituciones democráticas, en España tras cuarenta años de concordia, entendimiento, progreso desconocido, paz y libertad, de nuevo el comunismo reaccionario nos hará llorar, porque de nuevo está instalado en el Gobierno y conduciendo ideológicamente esa amalgama liberticida, conocida como sanchismocomunismo. Una mezcla explosiva de comunistas estalinistas y bolivarianos casposos, filoetarras, antisistemas, independentistas, anticapitalistas violentos y las heces residuales de un sistema venido a menos, filtrado por el nihilismo, la indiferencia, el relativismo, la codicia y la ambición.   

Unos políticos de tres al cuarto que, llevarán a la Nación española a su desintegración; a un hundimiento económico pavoroso; al autoritarismo tercermundista; al republicanismo bananero, donde el imperio de la ley, la separación de poderes y la libertad, sea puro recuerdo. Ya comenzó el asalto al poder judicial; el derribo de la monarquía; la burla de la Constitución; el acoplamiento ideológico de la educación; la censura en la red; la ocupación de las Instituciones esenciales; el desprecio e insulto a la oposición parlamentaria constitucionalista; el control de los medios e inmediata lucha contra la libertad de expresión e imposición del pensamiento único.  

Los constitucionalistas y en consecuencia demócratas, deben requerir el apoyo de Europa para evitar el derrumbe de la democracia española. Y conseguir de las instituciones europeas la condena e ilegalización de partidos nazis y comunistas. Unos y otros son incompatibles con la libertad democrática y en consecuencia enemigos declarados de ella. Habrá que evitar el derrumbe.

 

 

 

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