Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 26 de febrero de 2015

LA AZOTEA de Javier Pipó

Hoy día 26 de Febrero, el Diario "Córdoba" publica este artículo
 
LA INCÓGNITA DEL SUR
 
Produce desazón la extrema frivolidad a la que es capaz de llegar la clase política española. Convendría en aceptar la existencia de una parte honesta, sacrificada, honorable que tiene puesto en el servicio público intereses vitales irrenunciables, pero la influencia en el conjunto de la gobernación es mínima porque los que deciden están llevando a la Nación a la deriva moral, quizá con algún precedente pero en sociedad infinitamente menos compleja y de clases medias muy incipientes.
  
Una situación como la que soportamos, magnificada por lo que parecía producto de una crisis más del ciclo económico, nos sumerge a extrema velocidad en los bajos fondos de la ética del comportamiento. Parece sociedad en incipiente anomia.
  
Solo pretendo anticiparme a lo que parece, debiendo prudentemente calificar el brote como superable, sin poner excesivo énfasis en la preocupación. Seguramente a no mucho tardar un soplo regeneracionista llegará al fondo de la conciencia colectiva, sacando a la Nación de este peligroso estancamiento moral. Siempre ocurrió así, pero cuando una generación lo palpa pierde algo de perspectiva optimista. Desde luego salir de la crisis económica parece necesario pero en modo alguno suficiente. Es el gran reproche que aumenta en nitidez cada día. Aunque se ganen elecciones, aunque se triunfe en cantidad o se requieran parches artificiales para seguir adelante. El mal es de fondo, de principios y valores que hace progresar la civilización y moralizar las sociedades humanizándolas.
 
 Miren, la mayoría concibe la estructura social como cuerpo organizado de valores normativos que tutelan la conducta común de los ciudadanos y las relaciones sociales como orden social exigible, como instrumento --decía Freud-- para la renuncia a los placeres instintivos. Si comienza a deteriorarse, con de falta relativa de normas adecuadas o impunemente incumplidas, surge la anomia. Entonces se crea un estado de ánimo, de "angustia pronunciada" rompiendo o debilitando la cohesión, principal resorte de la moral social, al que acompaña un deterioro más o menos pronunciado del sistema de valores.
 
Porque convendrán que alguna angustia sí se percibe como unte pegajoso en nuestra piel, condicionando la vida o cuando menos la perspectiva de futuro. Resulta insoportable la percepción de líderes de la comunidad alejados de la espuma del poder, a veces desde el poder mismo, rechazando los pocos valores vigentes, intentando con éxito progresivo cambiarlos por otros nuevos; despreciando la organización social y sus estructuras culturales, cuando no indiferentes a las necesidades que se padecen. Fíjense como algunos irresponsables consideran que las normas y metas existentes son arbitrarias y lo arbitrario no puede exigir fidelidad al carecer de legitimidad, al poder ser de otra manera.
 
Pues ojo porque eso aboca, quizá nos está abocando, en proceso lento o no tanto, a la rebelión social. No quisiera pensar que nos encontremos en fase previa de resentimiento generalizado, pero lo parece. Desde luego, muchos sociólogos quieren distinguir entre resentimiento y rebelión. A mí me parece casi igual porque ambos son peligrosos desde el punto de vista de la convivencia democrática. El resentimiento al fin, es un sentimiento complejo que engloba otros como el odio, la envidia y una hostilidad derivada de cierta impotencia. Aún siendo reprochable no implica cambio de valores como la rebelión. En aquél se condena lo que se anhela en secreto, mientras que en la rebelión se condena el anhelo mismo, en expresión de Merton. Pero ya ven lo fácil que puede resultar una rebelión organizada y coreada generosamente, aprovechando el vasto depósito de resentidos, empezando por los descontentos y poco a poco, hacerla caminar dislocando las instituciones. Máxime si como ahora, se considera que el sistema institucional es una barrera para la satisfacción de objetivos previamente legitimados y con acusaciones explosivas e integrales contra los valores vigentes. Ese es el inicio, porque para para pasar a la acción política organizada basta negar fidelidad a la considerada como viciada estructura social vigente y trasladarla a grupos en posesión del mito de una nueva sociedad carente de frustraciones y organizada para alcanzar la felicidad sin injusticias. Históricamente son activistas pertenecientes a clase social en ascenso, y no integrantes de estratos deprimidos quienes organizan al resentido y al rebelde en grupo revolucionario.
 
En mi opinión el populismo comunista de Podemos o Syriza, instalados en el poder o con capacidad de influencia decisoria, representan la culminación del proceso y el inicio de un periodo oscuro y tenebroso para la libertad; un ataque a la debida preservación de la dignidad humana y un instrumento seguro de retroceso económico y pobreza. A pesar de traer aires aparentemente inmaculados al hermoso y resentido Sur, la incógnita europea. Y la preocupación.

domingo, 15 de febrero de 2015

La Opinión de Javier Pipó


LOS CRUJÍOS

Pues el inane y a veces impertinente político Tomás Gómez se sentirá miembro del nuevo sindicato de los “crujíos” fundado por Susana. Es lógico tras el lanzamiento forzoso y sin causa de las mieles que consideraba gozosas y cercanas en la Presidencia del Madrid de sus sueños. Y lo expulsa el no menos vano e impenitente, hasta ahora compañero Pedro Sánchez, iniciador de caza de brujas desigual y seguramente injusta cuando el móvil no es regenerativo sino conspirativo.

Miren, ese tranvía llamado deseo de Parla, no pasa de episódico en el panorama espeso de una perversa administración socialista de la cosa pública, más pendiente de la imagen televisiva que de construir historia; de asegurar un poder expansivo y alcanzar la sombra generosa que proporciona. Sin ir más lejos, aquí en Andalucía tenemos carísimos tranvías como el de Jaén y hondonadas grasientas, a veces siniestras como los ERE’s o ciénagas como los “cursos de formación” cuya lluvia millonaria habría proporcionado a Harvard o Cambrige madera para sacar otro montón de Nobeles, en lo que fuere. Y en 33 años que llevan, ni Sánchez ni ninguno de los varios gerifaltes pasados tuvieron a bien reprochar conducta alguna, sino más bien esconder al grito de “tó pal pueblo”. Parece curiosidad, quizá transformada en tendencia, pero de cuatro Presidentes del partido, tres son andaluces y de ellos, dos bajo sospecha. Ya me dirán que escuela es esta.

Desde luego me aseguran desde muy alta instancia que el telonero Sánchez no toma esa decisión, ni seguramente otra, si no consulta previamente con la princesa del Sur. Y la pobre Susana no está para trajines con la cosa de su maternidad responsable y ya ven, decretó rauda y veloz lo que ya resuena como grito de enganche hacia el nuevo regeneracionismo pasivo del socialismo patrio ¡que lo cruhan!

Pero a mí me parece que aquí hay tomate y del bueno porque una decisión como la adoptada por el evanescente Sánchez y su inmediato sacar pecho mitinero, reiterando alguna que otra bobada, no es casual. Parece un plan, una vía trazada para intentar remover y recuperar a los muchos descreídos de las propias filas, haciendo frente con dignidad a las mordidas de Podemos. Y en el empeño, tras el desconcierto por la convocatoria de elecciones en Andalucía, parece participar un equipo muy sólido, donde el maestro Bono, pertiguero de todas las intrigas, pone la forma y otros como Chacón y quizá Felipe González el contenido. Y Gabilondo si acepta, puede no enterarse de casi nada y en cualquier caso no pasaría de puro decorado de urgencia.

Hombre, es que ha sido muy duro el golpe de Susana. Claro que necesita a Sánchez tratando de remendar el malpaso y también una inmediata encuesta donde aparezca, como aparece, triunfante a nada menos que seis puntos y pico del PP y un montonazo de Podemos. Y a no parar de crujir los espinazos de los hasta hace poco ejemplares gestores de la cosa pública que estaban felices con su trozo de subvención asignada en el procaz reparto de fondos que estos sí, descaradamente privatizados sin protestas, ni mareas sindicales a las puertas palaciegas del poder.

Por mucho que reitere mamá Susana su amor incesante por Andalucía, prefiere para su hijo la anchura espaciosa de los salones madrileños a los lamentos quejumbrosos de un pueblo dependiente y más cercano al hermano griego, pertinaz en la exigencia y esperanzado en la milagrosa utopía. Ahora lo reitero contundentemente. Susana necesita resultado suficiente para adquirir una catapulta que la impulse al Gobierno de la Nación, al menos colocarse como aspirante y quizá a la cúspide del partido. Sabe no tiene más rival que Chacón y es catalana.

Y si el resultado para tan ambicioso personaje no resultase conforme, los grandes perdedores serían Andalucía y seguramente España. Aquí pactaría, sin duda con el comunismo populista de Podemos, para a renglón seguido sumir a la Nación en una noche de llanto y crujir de dientes. Nosotros seríamos los “crujíos”    
 

sábado, 7 de febrero de 2015

LA AZOTEA DE JAVIER PIPÓ

Hoy día 12 de Febrero el Diario "Córdoba" publica el artículo en la columna La Azotea

EL RUEDO EUROPEO
 
Ya ven la fortaleza de los principios europeos disfrazados de realpolitik. Si la democracia griega es indigna de participar en un selecto club de naciones que deben anteponer la dignidad comprometida, por ejemplo compartiendo soberanía para mantener la libertad, demasiados están dispuestos a cambiar las reglas y llegado el apretón, los principios.

Así están las cosas, para que luego se escuchen teorías pretendiendo la imposibilidad de una Cataluña independiente en el espacio europeo que no aceptaría ni jurídica ni institucionalmente la secesión. Menos faroles y más valentía porque aquí no hay más principios que los de contabilidad, salvo que Merkel haga girar el timón desde la realpolitik a la weltpolitik, recordando al neurótico Kaiser Guillermo II. Lo mismo, los sagaces y valientes funcionarios de Bruselas esperan de Obama la receta de su oposición a la austeridad o la señal de desembarco de marines en las costas del Egeo para librarnos del marrón que se nos viene encima, incluido el nuevo imperialismo ruso, tan hermanado con los comunistas griegos.

Fíjense, nueve de los diez episodios decisivos reunidos por García de Cortázar en su “Siglo XX” se desenvuelven en Europa. Siglo recién concluido, a recordar como sangriento, agitado, que dejó en el alma europea dos patologías sociales incurables como fascismo y comunismo, muy interdependientes en ideas, pasiones y brutalidad, como señalaron F. Furet y Nolte, pero que no impidieron el hambre universal, ni la opresión, ni la violencia. Es verdad que tras 1945 resistió muy bien el empuje contundente y deshumanizado del comunismo soviético y su vergonzoso telón de acero, con ejemplos lacerantes como el muro de Berlín, “de protección antifascista” en definición de tanto progresista o el aplastamiento de los húngaros o la ferocidad de la Stasi de Ulbricht y Honecker, totalitarios para no olvidar. Y también coexistió con marionetas o payasos perversos como Ceacescu, Bierut o Gomulka o con autoritarismos liberticidas y desubicados como el salazarismo o el franquismo.

Ciertamente Europa superó bien la guerra fría, pero encapsulada, ensimismada en impulsar una sociedad opulenta que opta por la mantequilla a resguardo de los cañones del yanqui. Y ahora, sin siquiera haber tomado plena conciencia de la terrible amenaza de los lobos solitarios, quinta columna del yihadismo asesino, se azara   porque la crisis económica no cesa y sus ricas clases medias pierden la envidiada centralidad que da progreso y libertad. Y así parece dibujarse una peligrosa línea divisoria entre un Norte que bascula entregando el alma y el patrimonio de civilización acumulada a una derecha nacionalista y autoritaria, cuando no claramente prefascista o neonazi o el siempre explosivo Sur arrebatado por predicadores revolucionarios que ganan terreno ideológico con un comunismo populista, alentado y financiado entre otros por el tosco y peligrosísimo bolivarismo de tintes internacionalistas. Y las dos tendencias idolatran al Estado, como Leviatán capaz de conducir a la felicidad colectiva por la vía indigna del sufrimiento y el horror. Y los dos poderes totalitarios pueden convertirse en constituyentes mediante elecciones democráticas, pero sin antecedentes históricos de que el comunismo abandone por el voto el poder conquistado en las urnas. Unos y otros, si como parece previsible se instalan, irían desmantelando de forma progresiva y sin retorno cualquier atisbo de derechos y libertades individuales o colectivas que conforman el espectacular inventario sustentador de los textos constitucionales, que sirven de guía a un espacio de civilización y libertad, orgullo de sociedades tolerantes e igualitarias que lograron el más alto nivel en el progreso histórico de la dignidad humana.

¿Y la Nación española? pues muy lejos de aquélla hermosa invocación de Argüelles al presentar el texto constitucional de 1812: “Españoles, ahora tenéis una patria”. Quizá nadie debe olvidar que en el Manifiesto, Marx y Engels aseguraban que los obreros no tienen patria, de manera que la patria invocada por Pablete debe ser la señalada por Lenin cuando decía que sí tenía patria, su patria era el socialismo. Eso si parece más tangible, aunque nos haga retroceder cincuenta años, aunque perdamos nuevamente el tren del progreso, aunque sumerjamos la Nación en una espiral de odios desatados, venganzas, resentimientos y pobreza. Pero así contribuimos a un Sur progresista, dueño de su destino. Los gobiernos populistas gobiernan dando la cara al pueblo, pero la espalda a la verdad y la sabiduría.
Europa al fin, solo un sueño.