LA AZOTEA
EL PANORAMA
15 de Diciembre 2020
Decía
Ortega que una nueva España solo sería posible cuando resultaran unidos los
términos democracia y competencia. Pues vamos bien cien años después. La
democracia empieza a desdibujarse entre la demagogia, el populismo y el
formalismo engañoso más propio de la Restauración. Se tambalea al encontrarse
en manos de sus enemigos que, además, son profundamente incompetentes y en gran
parte ignorantes. Y España como Nación, más que nunca discutida y discutible
como decía ZP, aquel peligroso y penoso bufón de Estado. Ya incluso se habla de
la cercanía de una España República de repúblicas.
Aquí,
a velocidad de vértigo se va eximiendo al individuo de responsabilidad en la
medida que va siendo asumida por el Estado. De manera que a no mucho tardar nos
irán privando de responsabilidad, en la misma medida y acompasadamente que de
libertad. Habrá que ir olvidando el Poder como liderazgo de una unidad social
estructurada políticamente, y de la Libertad política como actividad
participativa en la vida del Estado. Aquí, en potitos ideológicos van
introduciendo la idea de que es el Estado el que crea orden y no el que lo
garantiza; el que crea y concede la Libertad, no el que la protege.
El
sanchismocomunismo que nos transforma, extrae la soberanía nacional que reside
en el pueblo español – en términos estrictamente constitucionales- para embarcarla
en una evanescente utopía que no pasa de movimiento expropiatorio de unos pocos
sobre lo que es de muchos. Es la democracia secuestrada por activistas audaces
que buscan la emoción en momentos críticos, en momentos de excepcionalidad. Por
eso inventan nuevas reglas de juego y avanzan buscando solo el resultado final
que para uno será la conquista del Estado y para el otro la permanencia en el
Poder del Estado mismo. Para ambos, desapareció la dialéctica hegeliana entre
razón y libertad; solo buscan hacer normal, incluso necesaria, una democracia
puramente formal de un pueblo dirigido, dependiente, a quien como decía
Rousseau, la libertad constituya alimento nutritivo de difícil digestión.
La
Constitución, no siempre respetada desde su entrada en vigor – ahí tienen el
lodazal andaluz perpetuado casi cuarenta años e impune siempre – es indisimuladamente
ridiculizada, vituperada e incumplida con descaro. Y claro, ni los valores
superiores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo se respetan, ni por
supuesto la forma política del Estado como Monarquía parlamentaria, dispuestos
a consentir y mantener. Ni tampoco, de ninguna manera, la indisoluble unidad de
la Nación. Por eso, a Felipe VI le pararon el reloj de su tiempo de reinado. La
feroz campaña no es contra la desordenada y reprobable vida privada de su Padre
que también - olvidando su gigantesco éxito político como motor de la denostada
Transición - sino contra el actual titular de la Corona y su Jefatura del Estado.
Pero
ese gigantesco y dramático cambio que se percibe en la cercanía no sería
posible sin un Poder judicial dócil a la ideología dominante. Poder, sensible
al polvo del camino en las puñetas, que decía aquél ilustre e innombrable Magistrado.
Y para ello habrá de cambiarse el sistema de selección; la Fiscalía General del
Estado acercarla aún más al Gobierno y a los Partidos que lo sustentan. El
Código penal, más bizcochable a los golpistas; modificando la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, hasta que no parezca lo que debe. La LO del Poder Judicial, hasta
dejar cerrado y olvidado definitivamente el cristalino artículo 122 de la
Constitución y más en concreto su número 3. Y qué decir del Tribunal
Constitucional, interpretando la Constitución y sentenciando con valor de cosa
juzgada; pues si resulta peligrosísimo tal como está, habrá de someterse o
desaparecer.
Y
mientras la Constitución se hace trasto inservible y hasta su nueva redacción,
habrá que transformar la educación, preparando nuevas generaciones de dóciles
ignorantes al servicio del Poder. Si la creación de un hombre nuevo decía Adler,
depende de la creación de una nueva mentalidad a través de la propaganda y la
educación de los jóvenes, la clave está en la hegemonía cultural. Así
pues, habrá de vigilarse las redes estableciendo la Verdad oficial con un
Ministerio que la codifique y sancione su incumplimiento hasta con prisión. Y
paralelamente, proteger y financiar una cultura al servicio de la causa,
promoviendo la presencia atosigante de intelectuales orgánicos prestos a la loa
y la comprensión del declive. ¿Y la burguesía empresarial, creadora de empleo,
bienestar y progreso? Pues tendrá que tragar, teniendo presente que al otro
lado del diálogo social se sienta una ministrilla podemita de la que se predica
su moderación, ya ven.
Pues
el año pronto a terminar presenta un panorama desolador entre la guadaña
asesina del coronavirus y la suprema estupidez de un Gobierno asombroso en
pleno siglo XXI que causa temor en la Europa democrática y nos aísla
internacionalmente. Un frente al Sur que inundará nuestras costas de una masa
de migrantes sin rumbo, que asfixiará nuestros servicios sanitarios, sociales y
educativos y una perplejidad al Norte, donde las Instituciones europeas
paralizadas por la indecisión - ya ven la solución a las rebeldes Polonia y
Hungría – desconfían del peligrosísimo Gobierno basura español.
Sin
embargo, Europa debe conocer y ocuparse de la realidad nacional, llevando a su
Parlamento una y otra vez la España que languidece en manos del
sanchismocomunismo. El presidente Sanchez aun tiene la desfachatez de alardear
de que su presencia asegura el cumplimiento de la Constitución desde el primero
al ultimo de sus artículos. ¿Tambien del número 8? Es lo que hay. Qué horror.
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