Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 31 de diciembre de 2015

La Opinión de Julián Delgado


Artículo que será publicado el día 2 de Enero en el Diario "Ultima Hora" de Mallorca

Julián Delgado

LA ENCRUCIJADA

  España atraviesa un momento histórico crítico. La sociedad, que está sufriendo las consecuencias de una crisis económica que ha dejado a su paso paro, empobrecimiento, desigualdad y una generación de jóvenes sin proyecto vital, y que ha percibido el grave deterioro de las instituciones y la descomposición moral de la clase política, dominada por el hartazgo y la indignación, ha votado exigiendo la regeneración del sistema. Pero como en el río revuelto de la política no ganan los pescadores, sino los populistas, ha emergido con fuerza un partido totalitario de extrema izquierda marxista-leninista que, disfrazado para la ocasión de cordero socialdemócrata, ha seducido a muchos de los descontentos, abducido a  los viejos comunistas de IU y a buena parte del PSOE y, con un apetito voraz, amenaza ahora con devorar lo que queda del socialismo. Esta misma fuerza, para implantarse en las Comunidades donde existen movimientos secesionistas, ha incorporado a éstos a sus filas, abriendo el camino para convertir España en un conglomerado de taifas marxista.

  A la derecha del espectro político, aparece un acomplejado PP, que se ha dejado marginar moral e ideológicamente por la izquierda, incapaz de defender sus ideales, maquillándolos para disimularlos, cuando en la Unión Europea sus equivalentes se presentan orgullosos como fuerzas de libertad, garantes de los  principios y valores humanistas de nuestra civilización. Y en el centro derecha ha surgido Cs, un partido que con más voluntad que fuerza pretende la regeneración del sistema. 

  En este trance, la amenaza soberanista en Cataluña está a punto de estallar con el apoyo de un confuso grupo antisistema, antieuropeo y anticapitalista. Mientras, las instituciones económicas mundiales nos alertan de que todo lo conseguido en cuanto a recuperación económica se puede ir al traste si no se forma un gobierno estable y cohesionado. Hace falta un gobierno que detenga el proyecto chavista y consolide los avances en materia económica, un gobierno que frene con inteligencia y firmeza el reto soberanista. 

  En esta encrucijada que atravesamos, no se entendería que los partidos constitucionalistas no fueran capaces de afrontar unidos este trascendental brete.    

 

sábado, 26 de diciembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó


La Azotea de Javier Pipó

DESDE PALACIO
   Este país, caminando siempre por el filo de la navaja, acoge en algunos rincones del reaccionarismo sectario sorpresa maliciosa por diez minutos de rigor, sentido común y respeto al juego limpio de la tradición y la Historia. Y lo digo, tras escuchar algunos disparatados comentarios sobre el mensaje de Felipe VI, desde el espectacular Salón del Trono del Palacio Real de Madrid. Y eso en una Nación de tradición monárquica, al considerar que en trescientos años, desde la llegada de los Borbones o doscientos, desde el comienzo del constitucionalismo, solo quedó interrumpida por poco menos de siete de republicanismo y 36 de franquismo. Pero ya ven, en la Ley de Sucesión de 1946 se declara "Estado constituido en Reino", es decir Reino sin Rey, con similitud al actual momento en el que parece existir un Rey sin Reino. Es duro y constante el empeño ideológico por desprestigiar y acabar con la monarquía, con independencia de su presencia en ejemplares países europeos de prosperidad y democracia acreditadas. El Estado de Derecho se asienta en los principios de legalidad, constitucionalidad, división de poderes y prevalencia de los derechos fundamentales. Por ello, la forma monárquica es pura adjetivación, porque el interés radica en que sea parlamentaria y constitucional. Es igual porque la tabarra republicana continuará mayormente asociada a la agitación revolucionaria.
  El exquisito e importante mensaje del Rey es práctica habitual en los Jefes de Estado, aunque no sea función expresamente incluida en la Constitución, pero sí derivada de las funciones que tiene atribuidas por los artículos 56, 62 y 63. Y entre ellas destaca la de moderar el funcionamiento regular de las instituciones. Es pues, como expresa Jorge de Esteban, poder moderador y en consecuencia neutral. En el Título II se habla de Corona y no de Rey, porque desde 1978 es simplemente uno de los órganos del Estado, cuyo titular es el Rey que desempeña la Jefatura del Estado. De manera que siendo órgano institucionalizado está dotado de funciones propias, como la moderadora, en el ejercicio de su auctoritas - es decir, capacidad para influir - pero no de potestas.
  Y eso es que lo que hizo en su mensaje de moderación. Advertir y estimular para influir, una vez ejercitado su derecho a ser consultado. Y en momento especialmente delicado tanto en el exterior, en Europa, como en el interior. Aquí preocupa, desde la paralización institucional ante la extrema dificultad para proponer un candidato a Presidente del Gobierno- donde su función arbitral juega con cierto margen de discrecionalidad constitucionalizada- hasta el reto gravísimo de la rebelión catalana, pasando por el difícil trago del enjuiciamiento de la Infanta Cristina en próximos días.
  Pero ha sabido retener las emociones, mostrando al mundo de la política la singularidad del profesional concienzudamente preparado tras un aprendizaje largo y fructífero a lo largo de años intensos que ahora, le permiten contemplar la realidad con el distanciamiento de la sabiduría acumulada. De ahí el rigor y el vigor del mensaje colocado ante los españoles, advirtiendo de los riesgos de la falta de respeto al orden constitucional y de la decadencia, el empobrecimiento y el aislamiento ante el rompimiento de la unidad nacional. Es lo normal, pero nunca visto, en quien posee el título de Rey de España, definida en la Constitución como entidad superior, muy superior a las nacionalidades y regiones que la integran.
  Ya digo, ahora, muy pronto, ejercitará su función arbitral para intentar sacar del atolladero político en que se encuentra la Nación, aún anestesiada por los festejos opulentos que estos días ocupan corazón y vientre de millones de españoles. Descalabrado el bipartidismo, despreciado por la extrema izquierda y la ingenuidad inmadura de C´s, y derrumbada con más pena que gloria la mayoría absoluta de Rajoy, el Rey jugará un papel trascendente hasta conseguir proponer un candidato a Presidente de Gobierno estable o convocar unas peligrosas y desestabilizadoras elecciones generales. Menudo marrón le corresponde para quien solo contaba diez años cuando entró en vigor la Constitución que ahora parece discutida y discutible y solo lleva uno y medio de Jefe del Estado, es decir con Santi Romano, "presidente de los órganos constitucionales del Estado". Aunque en cualquier caso, parece tiempo suficiente para estar a la altura de la dignidad de la Institución y de la Historia y no de Podemos, como reclaman con descaro. Para bien de todos
 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea


La Azotea de Javier Pipó

LA ENTREVISTA

  De manera que los dos políticos al frente de los grandes Partidos, soporte del achacoso constitucionalismo que sufrimos o gozamos según versión más o menos optimista, se reúnen para constatar que tienen diferencias insalvables para rescatar España del abismo en que yace. Una satisfacción en visión ilusionada, o de depresión profunda y melancólica. Y claro que los hay de las dos contemplaciones, según posición que ocupen en el observatorio.

  Pues miren, para constatar el desprecio personal con el que se obsequian y nos castigan, no necesitaban reunión alguna. Bastaba que cualquiera de los numerosos edecanes de los que se rodean, pagados generosamente con el Presupuesto, se transmitieran mutuamente las percepciones e intentaran al menos, llegar a un acuerdo para mandar mensajes de socorro a Merkel, Hollande u Obama o un margallo en busca de solución al caos que han originado. Y estar callados ya que no parecen avergonzados.

  Y no pretendo para nada igualar las posiciones de uno y otro y sus correspondientes responsabilidades en el desaguisado. El uno, es político serio y solvente, pero profundamente equivocado, que ha dilapidado un tiempo precioso para impulsar a la Nación española, al menos hasta mediados de siglo. Un político creyente profundo en la teoría marxista del motor económico de la Historia, como único elemento digno de la atención de un gobernante del siglo veintiuno, en la mayor de las crisis desde el triunfo sobre el nazifascismo y el derrumbe del muro infame levantado con sangre por el comunismo. Y claro, abandonó la política. La política de las cosas cotidianas, de la moral social, del derecho a una sociedad inmersa en la ética del comportamiento, de los valores y principios que hicieron posible y grandioso el constitucionalismo europeo. Y mientras sus valiosos esfuerzos se centraban en los libros de contabilidad, que logró milagrosamente ponerlos a salvo de la debacle, un círculo de canallas politicastros, pusieron la inteligencia al servicio de la ambición y el  enriquecimiento. Un desastre, porque una vez más la Nación quedó pendiente de una regeneración profunda, de la vuelta a los valores de la civilización cristiana, de la regeneración de valores eternos de honradez, austeridad y limpieza en la vida democrática, mientras se acrecienta el amor a la libertad.

  Y del otro, pues poco que decir cuando la escasez política que de él conozco no vale nada que merezca la pena. Es corto de ideas y largo de palabras inútiles, cuando no hirientes, inapropiadas e inoportunas. Una calamidad política que seguramente pasará como segundo ZP pero en peor, más dañino para los intereses generales y concretos de la socialdemocracia. Tampoco goza de equipo valioso para la gran política. Observen como resulta imposible saber la posición de Zapasanchez en una Europa sin Gran Bretaña o asaltada por millones de inmigrantes o arrugada por el terrorismo yihadista. Y que decir ante el desafío del nacionalismo independentista catalán y el que asoma la oreja en Vascongadas. Y ya me dirán si en efecto comienza una nueva recesión sin haber consolidado la que aún nos sacude, cuando su demagogia de vulgar agitador se apropia hasta del Estado del bienestar. 

  De manera que tras el fracaso rotundo de ambos políticos al frente de sus respectivos Partidos y de sus responsabilidades de Estado, deberían abandonar inmediatamente uno, la Jefatura de Gobierno y otro, la Jefatura del Partido y sus aspiraciones a suceder a Rajoy. Sánchez no sirve para la política de altos vuelos. Su revolucionarismo infantiloide, en su caso, debería ensayarlo en concejalía a su altura.

  Además, si el uno reprochó al otro la indecencia de su comportamiento, que ya es valor cuando quien pretende sucederle - y Dios no lo quiera- gerencia la mayor olla de corrupción de la historia contemporánea de España y el otro lo sitúa y con razón en la indignidad ¿para qué y por qué se reúnen? 

  Miren, ambos deben dimitir y ceder el puesto a personajes mejor dotados que con generosidad patriótica vislumbren una solución de constitucionalistas, defediendo la unidad de la Nación española frente a los retos gigantescos que se avecinan. Quizá la dirección apunta hacia un tripartito temporal con C´s, antes que unas inciertas y peligrosas elecciones con el riesgo cierto de un avance aterrador del comunismo liberticida y revolucionario de Podemos. 

  Feliz Navidad y que 2016 sea mejor de lo que parece presentarse.

 

lunes, 21 de diciembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea


La Opinión de Javier Pipó. La Azotea

NIVELADORES Y CAVADORES

   No puedo pretender profundizar más acerca de los nefastos resultados de la jornada electoral. En los últimos tres años he reiterado una y otra vez el camino equivocado del presunto liberalismo conservador del PP, instalado en una mayoría total que no supo para nada administrar y que ha dilapidado en perjuicio de una multiplicidad sensata y razonable. Y después, por estar resultando masivos los comentarios y comentaristas al caso, aunque ya desearía el análisis desapasionado sobre causas sociopolíticas próximas y remotas. Y desde luego, las consecuencias a medio y quizá largo plazo para la Nación, si es ello lo que interesa y no la vida y el desarrollo de unos cuantos partidos políticos trufados de politicastros ambiciosos y corruptos, cuando no jaleados por profesionales de la agitación.

   Escuchar la noche del desastre nacional a los responsables de los partidos en liza, todo un espectáculo. Los populares felicitándose desde el balcón del pasado de “haber ganado las elecciones” aunque parezca una ficción algo macabra. Los socialistas alabando su ventura de no vivir un desastre peor, cuando “continúan siendo referencia de la izquierda”. Menudo papelón de capa caída van jugando en la democracia, en proporción a la solvencia decreciente de sus líderes. Los “ciudadanos” por su parte, reiterando un vacío mensaje de “nueva era” “nueva política” y mamarrachadas similares, sin siquiera acercarse al análisis del origen de un exagerado volumen de votos, procedentes de la reacción casi masiva de populares, como de los moderados y asustados socialdemócratas, ante la deriva gratuita de ambos partidos. La posición precipitada e ingenua de ciudadanos, les lleva a pensar que la partida política comenzará a jugarse desde su desarbolado centrismo, cuando realmente ocupan un espacio que ojalá hubiera jugado con experimentada solvencia un PSOE moderno y europeo. Pues menuda desorientación.

   Miren, aquí los únicos orientados son los comunistas de Podemos. Tras merendarse a sus camaradas posibilistas de IU, parecen abandonar la careta desvergonzada de socialdemócratas y sacan su rostro duro de marxismoleninismo modernizado por el populismo hortera y los dólares del bolivarismo. Ahí está Pablete levantando el puño y la coleta, estableciendo lo “necesario e imprescindible” y en perorata de antisistema  desenvuelto, exigiendo blindajes difusos y confusos de presuntos derechos, reformando o no la Constitución. Que más da si a la postre es mera referencia.

  Hace mucho tiempo defendí como necesario para el momento de crisis moral y económica de la Nación española y en resguardo de su unidad, una coalición temporal del liberalismo con el socialismo democrático, que abandoné ante la prepotencia irreductible de Zapasanchez. Luego creí posible que la coalición rodara hacia pacto, incluso de turno en la Presidencia, con la incógnita C´s, derrumbada por el fracaso de ambos, más acusado en estos improvisados e inmaduros políticos. Hoy, tras la jornada maldita, víspera de inestabilidad, desasosiego, desprestigio ante la Europa culta y libre y de retroceso a la oscuridad económica, no creo siquiera posible que unas nuevas elecciones fuesen solución, sino empeoramiento. Y pensar en nuevo enjuague con los nacionalistas, produce erisipela.

  Quizá el joven y encoletado profesor interino de Ciencia Política trate de recordar el movimiento de comunismo utópico llamado de los cavadores, aparecido en la Inglaterra de mediados del siglo XVII, que trazaban enconadamente líneas divisorias con los niveladores, ejemplo anticipado de democracia radical de clase media que tanta influencia tuvo en la Europa de siglos posteriores. En la biblia de los cavadores “Ley de libertad”, se puede encontrar enormes similitudes con el pensamiento elemental y arqueológico de Podemos en su afán de definir y ocupar toda la izquierda revolucionaria o no, arrinconando el socialismo que consideran anticuado del PSOE, de los niveladores. Pues por ahí parece caminar la tragedia. El optimismo representa un supremo acto de estupidez.
     

viernes, 18 de diciembre de 2015

Otras Opiniones. Julián Delgado

Artículo que se publicará mañana sábado en el Diario "Última Hora" de Mallorca
La Opinión de Julián Delgado
No hay margarita que deshojar
Ciudadanos se ha declarado partido de Centro, ese acogedor puerto de convergencia ideológica de diversas visiones políticas y zona que ha gozado de gran favor electoral en nuestra democracia. El que se sustenta en el liberalismo social que se abrió paso después de la Segunda Guerra Mundial, que forma su núcleo doctrinal y que huye de los dogmatismos de los credos seculares de la izquierda y la derecha. El Centro está contorneado por fronteras porosas con el liberalismo progresista y el socialismo democrático.
El PP, desde su XIV Congreso y la elección de Aznar como presidente de la Internacional Demócrata de Centro, se conformó como un partido  de centro-derecha, reformista, que responde al prototipo: rigor en los principios, flexibilidad en las estrategias y eficacia en la gestión. Este perfil centrista ha tomado ribetes más evidentes en esta última legislatura, motivo por el cual se ha producido una importante escisión en su seno: los ultraliberales, antiabortistas, víctimas del terrorismo, Iglesia y otros que se sienten por ello damnificados son hoy los más acérrimos enemigos de Rajoy.  
Por otra parte, el PSOE, hasta la llegada de Zapatero, procuró enterrar los viejos radicalismos, se alejó del marxismo y amplió el sustrato liberal y democrático del partido, colocando una pata en los terrenos del Centro. Pero desde que aquél tomó su dirección recuperó la peor tradición izquierdista, lo que supone en el fondo un rechazo de las ideas ilustradas, condenó a muerte a una de sus dos almas, se entregó al discurso de las fuerzas radicales, cultivó la retórica del odio a las derechas y del revanchismo histórico. Hoy, su émulo, Sánchez, sigue sus pasos, aliado con la izquierda enemiga del Estado de Derecho y temeroso de seguir desangrándose por la brecha que le han abierto en su flanco izquierdo, sigue su senda y opta por intentar cerrarla desde la histeria mitinera y la mentira, el insulto y la chulería en los debates. 
A Rivera no le debe caber duda de a quién ha de apoyar tras las elecciones de mañana. Con el PP, se recompone el centro-derecha, la ideología hegemónica en España, que con un solo partido le ha dado estabilidad en esta legislatura y volvería a dársela en la próxima con dos.   

miércoles, 16 de diciembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea


La Azotea de Javier Pipó

LA SUERTE ECHADA

  En una jornada electoral, depositando de manera más o menos ilusionada un simple voto, quizá el sistema democrático se juega parte del contenido trascendental de una nación, porque el resultado será considerado censura o apoyo al liderazgo de los representantes electos o al modelo de sociedad que defienden. Es el hermoso riesgo de la democracia, siempre necesario aunque nunca suficiente, como nos enseñan los recientes y paradigmáticos casos de Argentina y Venezuela. Pero también constatamos como en sistemas muy consolidados la baja participación obliga a considerarla manifestación de confianza rutinaria del ciudadano, tanto en las instituciones del sistema como en la profesionalidad patriótica de los representantes y salvo cuestiones que afectan a derechos, libertades o bienestar, apenas despiertan necesidad de concurrir a validar o invalidar la acción política de la legislatura. El sistema es indiscutible y en consecuencia siempre está a salvo, como hábito de los que conciben la política como medio para administrar lo común y dirigir un pueblo organizado en Estado, hacia la prosperidad colectiva. Y no como fin en sí mismo, hipotecado por una clase política ambiciosa y mediocre o de iluminados de ocasión,  instalados en el poder para sucederse así mismos, como ya quedó para la historia en los casos de Andalucía o Cataluña.

  A tres días de la jornada electoral, seguramente de participación masiva, deberíamos preguntarnos en que grupo de los citados podemos ubicarnos. Desde luego entre los pueblos avanzados regidos por una modélica Constitución – salvando el agujero negro de su Título VIII- que ha permitido los mejores años de los últimos doscientos cincuenta y acrecentado un sólido patrimonio científico, cultural, tecnológico y educativo equiparable a las naciones de vanguardia. Pero esa envidiable posición hay que saber mantenerla, defenderla y acrecentarla en la medida de lo posible y no puede quedar al albur de unas elecciones donde los ciudadanos acuden con el temor fundado de un riesgo cierto de ruptura con principios y valores que se creían firmes y de imposible retroceso.

  La batalla contra el llamado bipartidismo ha sido feroz en los medios de comunicación y en las peroratas de aquellos aprendices de estadistas, ilusionados en ocupar el espacio de dos ideologías centenarias que protagonizan dos partidos debilitados por sus errores, contradicciones y ambiciones corruptas. No conozco argumento alguno que con solidez sea capaz de argumentar lo negativo de la alternancia entre sistemas ideológicos que desde la centralidad sean capaces de aglutinas aquéllas formaciones a derecha e izquierda hasta los alveolos de la pluralidad social. Tras trescientos años de activismo político en los regímenes democráticos nada ha sido capaz de sustituir al liberalismo más o menos conservador y al socialismo templado o más radical, girando alrededor de las ideas motrices de libertad, progreso e igualdad. Y resulta indiferente para los intereses generales de la nación si los partidos hegemónicos se llaman PP o PSOE porque lo único a defender son los principios, valores y modelo de sociedad que hacen posible y deseable el desarrollo y potenciación de aquellas ideas motoras.

  España, vuelve a estar en una encrucijada histórica. En el exterior y como siempre desde Carlos V, involucrada con el destino de Europa. En el interior, algo exhausta y agobiada por la desesperanza. Pero la Europa de ahora, con dificultad avanza en la concepción de su Unión política, como reclamaba en 1946 W. Churchill o Adenauer, de Gasperi, Monnet, Schuman o Spaak. A pesar de los logros en la unión económica, Gran Bretaña votará su permanencia y si abandona la Unión seguramente acabará el sueño europeo. Y además, la pegajosa crisis económica poniendo en riesgo logros de la sociedad del bienestar y generando movimientos de intransigencia radical de izquierdas neocomunistas, cuando no de claro nazifascismo totalitario. Y la tensión permanente del terrorismo invisible y el asalto de las fronteras por millones de seres humanos huyendo del barbarismo yihadista. Europa requiere nuevos hombres de Estado que sepan liderar un proyecto en riesgo de perder el más antiguo baluarte de la civilización cristiana y occidental.

  En el interior, el desaliento tiene forma de paro que ya parece estructural; de corrupción que inunda hasta los recintos más a resguardo de sobresaltos; de rabia al contemplar la inutilidad de un Estado troceado, ineficiente, manirroto y de imposible financiación; de un nacionalismo crecido en el desafío diario a la propia Constitución. Y mientras, una Seguridad Social con más de 50 años de historia que languidece camino de su ruina; de un sistema nacional de salud que nunca fue nacional y que ahora pierde esplendor en proporción a la merma de su financiación; de una educación de baja calidad, torpe, ideológica y sectariamente orientada por la peor izquierda desde 1990 o de unas CCAA sin sistema de financiación, a base de FLA´s o flo´s que solo sirven para aumentar la deuda hasta su igualación con la producción nacional, camuflando una solución posible solo en la reforma constitucional.

 Creo carecemos de estadistas capaces de hacer frente a estos y otros tremendos desafíos interiores y exteriores de España. Ya hemos visto la lección patética del peligroso Zapasanchez, retador, tabernario, faltón, sin formas elementales de educación y finura política. Su grosería le incapacita para gobernar la Nación pero no para hundir la socialdemocracia. Solo queda la incógnita de C´s en el centro izquierda y la derecha moderada y a veces liberal del PP. Si no llegan a un acuerdo de legislatura, incluso con alternancia en la Jefatura de Gobierno, el resbalón volverá a ser histórico.            

 Si nos abandona la inteligencia colectiva que no lo haga la suerte. Pasado el rubicón del domingo, alea jacta est.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Otras Opiniones: Moncho Borrajo

CARTA DE MONCHO BORRAJO A PABLO IGLESIAS:


Señor Pablo Iglesias:
No me preocupa su coleta perfectamente desaliñada al estilo hippy de los 60, ni esa eterna camisa blanca arrugada, ni esos rozados pantalones grises, de tiro bajo, uniforme de falso y trasnochado progre.


En mis 42 años de profesión he aprendido a leer en las caras de las personas, y he de decirle que la suya no me gusta y me preocupa bastante.


Es una máscara perfecta de cinismo, prepotencia y despotismo, donde la ternura no tiene espacio, ni los sentimientos como la vergüenza o la compasión.
Vd nunca  mira a la cara, porque está por encima de los demás, y siempre ataca por temor a ser atacado, sin escuchar ni a los  suyos que discrepan de usted, como el de la sillas de ruedas.


Es Vd cruel, quien molesta o no sigue sus dictados,  simplemente le borra.
Nada le impiden seguir con la mirada en el futuro con el que sueña solo para usted, en nombre de  los demás, algo que ya hemos vivido muchas veces.


Vd me ilusionó al principio, y en poco tiempo con su conducta me ha vuelto a la cruel realidad.

Vd es un trilero que se alimenta del odio y la necesidad de los débiles y cándidos.

No es nada mas que un pelele necesario para este proceso mundial de desestabilización que corre como la pólvora.

Si me coge usted con veinte años sería un fan de sus ideas, pero ya conozco al lobo con piel de cordero y tienen un tufo muy peculiar.


Señor Iglesias: Deseo de todo corazón que no camufle sus ideas tras cortinas televisivas y falsas palabras.

Me duele escribirle esto, porque sigo siendo un utópico idealista, pero cada vez que veo unas declaraciones suyas me siento engañado.

No me gusta usted y no le voy a votar y recomendaré a mis amigos que no se dejen engañar por sus falsas palabras.

Vd lo que pretende es llevar a España a la ruina económica y moral, aunque eso le trae al pairo.


P.D. No se moleste en llamarme facha, rojo de mierda, o cualquier otra lindeza de su vocabulario de los 60 de la facultad de económicas, ya me lo han llamado antes muchas veces, sin reconocer jamás que no me conocían. Moncho Borrajo.



miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea

La Azotea de Javier Pipó
VENEZUELA Y MÁS


Digo y celebro con algazara el triunfo valioso de la oposición venezolana en defensa de millones de compatriotas deseosos de recobrar la democracia y la libertad raptada por los farsantes del bolivarismo, por los trileros del socialismo del siglo XXI, como lo fue con anterioridad el dictador  Marcos Pérez Jiménez hasta su derrocamiento en 1958. Es la desgraciada historia política de este vitalista pueblo, que desde la Independencia en 1811 no conoció más constitución democrática que la de 1961 y no más de cuarenta años de democracia, dignidad y progreso. Luego los desgraciados segundos mandatos de políticos valiosos como Caldera o Carlos Andrés Pérez, incapaces de impedir la llegada del gorila Chávez, jibarizado en el ganso Maduro y su dictadura del chándal. Es la república bolivariana del hambre y el hundimiento en la pobreza y la desesperación del más rico país de América del Sur.


Y este tal Maduro y el mafioso Cabello, como fue el tenebroso López Rega en la Argentina peronista, se permitieron amenazar con defender su revolución con el ejército si la oposición ganaba las elecciones y ahora una vez ganadas, con el taponamiento de las instituciones judiciales y parlamentarias si persisten en hacer la “contrarrevolución” Nada me resulta extraño. Han tardado tres días en finalizar el escrutinio y tardarán lo que puedan en abrir las cárceles a los presos políticos que reclamaban libertad y decencia. Lo extraño e impactante sería lo contrario. 

Pero lo que verdaderamente me produce bochorno es que partidos y partidarios de los que operan en una democracia europea de bandera como la española, vengan en justificar los esfuerzos por tapar la debacle. Empezando por ZP, ese personaje turbio y nefasto que ocupó con poca dignidad la Presidencia del Gobierno de España, teórico de la "alianza de civilizaciones" fundamento del moderno Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales, estableciendo que "no se debe hacer presunción en una democracia"(sic). Y en consecuencia ahí lo tienen, de chalaneo y charleta con el payaso Maduro. Y no se resiente en su delicada sensibilidad de rendir homenaje innecesario al tosco  agitador que se permite insultar y tomar a broma tabernaria a Rajoy, un dirigente que preside con dignidad democrática un régimen constitucional y parlamentario como el español, donde rige la ley y la separación de poderes. Habrá causado asombro en las cancillerías de los países socios de la UE. 


Pero ya ven, aquí la izquierda totalitaria y parte de la otra, consideran Venezuela un modelo no criticable porque se celebran elecciones, hasta el extremo de que las gana la oposición, argumentan. Es decir, la oposición no encarcelada o neutralizada por los gorilas de Maduro o Cabello. Pero en Venezuela existe una dictadura antes de las elecciones y continuará existiendo aun con la oposición ganadora, si no se procede a desmantelar ese tinglado corrupto y arrasador de la estructura social y la riqueza inmensa de ese paradisiaco país, sumido en una pobreza aterradora tras el experimento estúpido e inútil de la revolución bolivariana. Y para ello, Maduro debe abandonar de forma inmediata el poder permitiendo la celebración de elecciones presidenciales. No es posible cohabitación entre un Legislativo nacido de unas elecciones más o menos democráticas en su gestación y desarrollo y un Ejecutivo descaradamente dictatorial.

Y mientras aquí, en el debate calificado como decisivo, aunque no pasó de inútil producción televisiva, por entretenida y costosa que fuere, permitió al comunista Pablete disfrazarse nuevamente de inocente cordero socialdemócrata- aunque con antiestética camisilla revolucionaria- para dar lecciones de democracia y decencia. Un número a tragar. Pero ni una palabra de sus patrocinadores bolivarianos que comienzan a ser vencidos con la fuerza de los votos, de la razón frente a la imposición, de la ética social frente a la impostura, el despojo, el latrocinio y el engaño masivo.

Es que, ante el derrumbe de los populismos demagógicos y comunistoides de Argentina y  Venezuela y el acercamiento del parque jurásico cubano al capitalismo USA,  estas  oleadas de indignados callejeros de la agitación, pasaron a indignantes actores de las instituciones. El resultado, lo veremos en pocos días.

domingo, 6 de diciembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó


La Azotea de Javier Pipó

LA CAMPAÑA

 Algo de pereza se siente si la pretensión del opinador que se transmite al lector, consiste en hacer referencia a la campaña electoral de estas inmediatas elecciones legislativas. Antes de comenzar ya se había comentado todo. En el empeño de que la campaña resultase decisiva, está resultando atiborrante, teledirigida, ampulosa, desconcertante. Parece como si el PP fuera el nuevo yihadismo a combatir y el resto, salvapatrias imprescindibles para la continuidad de la Nación. Cuánto mejor, por su colorido y argumento dramático, si mi comentario estuviera dirigido a las elecciones – por así llamarlas – venezolanas, de donde saldrían muchas lecciones sobre los riesgos de autodestrucción que pueden vivir naciones otrora ricas y poderosas y así poder referir las andanzas del estadista ZP, en charleta con el ganso dictador Maduro. Pero no, algo debo decir sobre estos momentos previos a lo que parece un nuevo resbalón colectivo,  aunque desde luego no estemos en el riesgo venezolano, por ahora. Pero ya digo, sí en el de perder el rumbo, quedar balagueros al albur de las circunstancias europeas, cuando no de aquellos a quienes pasó la hora del protagonismo en la historia.

 Miren, a mi la encuesta del CIS me parece un primor reflejando con toda luz la compleja psicología social  española, pero para nada me puede ayudar a tomar una decisión electoral que no tuviese tomada con anterioridad a su publicación. Parece como si la democracia consistiera solo en el juego protagonista de unos partidos políticos u  otros, cuando la Constitución no les dedica más que un artículo, definiéndoles como instrumento para la participación política. Y ya está, aunque no sea poco. Pero a mí me interesa el destino de los otros 168, que es donde se encuentra la estructura, naturaleza y funcionamiento del poder, la democracia y en definitiva del sistema. Y eso es lo que nos jugamos en estas elecciones, quizá con un mayor apretón destructivo que en comicios anteriores.

 Y se puede colegir el avance espectacular de la izquierda dictatorial, autoritaria, de ribetes totalitarios y liberticidas, capitaneada por Pablete Iglesias, el socialista libertario al que su homólogo Chomsky le diría que tiene“complejo de Sansón”, aunque ya veremos quien le corta la coleta, donde parece radicar la fuerza de su estética revolucionaria. Ahora, antes de las elecciones se empeña en convencernos del viraje hacia la moderación de su escaso pensamiento, camino nada menos que hacia la socialdemocracia. Ahí es nada y mientras, carece de pudor para junto a Chichi o Kichi o como quieran decirle al alcalde de Cádiz, levantar el puño ante el sagrado monumento a la Constitución liberal de 1812, en reivindicación blasfema por quienes desean una Constitución para pasarla por el forro de la Historia. Y lo peor es el seguimiento multitudinario de este farsante de la política. Pero ahí está, al frente de la marcha hacia el “cuarto Estado” de sus sueños, con Monedero Ministro de Propaganda y Julio Rodríguez de comandante en jefe del ejército rojo. Película de sangriento siglo pasado.

 Y en la otra orilla de esta izquierda nacional en subasta electoral, parece que deseosa en unirse en destino común con aquella, la que lidera un buenmozo, dicharachero y simpaticón, seguramente bienintencionado, en carrera hacia la insignificancia de una formación política histórica e imprescindible para el sistema democrático. Zapasanchez, ante la desesperación de los excelentes ideólogos, pensadores y estadistas de su Partido, abandona los planteamientos auténticamente socialdemócratas, de libertad como base y fundamento de la acción política, respetuosa con el adversario, con la alternancia en el poder, con la unidad nacional y con la defensa de los principios y valores occidentales. Su única bandera, acabar con Rajoy, su gobierno y Partido. Su único programa, derogar el ordenamiento jurídico construido estos difíciles años. Ni una palabra rigurosa sobre el nacionalismo independentista o sobre la lucha contra la amenaza del barbarismo islamista o sobre la consolidación financiada del Estado del bienestar o sobre el mantenimiento razonable del Estado autonómico o sobre el papel que nos toca en una Europa acobardada y con riesgo de pérdida de una nación como el Reino Unido.

Nos queda la incógnita de C´s un Partido bien liderado por el brillante Rivera, con poquísima experiencia, agujeros negros en su formación intelectual y una formación política vacía de cuadros, con troyanos peligrosos como el inane Marin al frente de los ciudadanos andaluces, un prodigio de palmero del susanismo. Y desde luego con el fundado temor a que pueda volcar sus preferencia por una izquierda ideal inexistente, de la que él se siente formar parte en la zona moderada de su extenso abanico.

A mí Rajoy me importa políticamente muy poco. Quizá resultaría un estadista adecuado en una democracia nórdica, quiero decir bien consolidada, aburrida, de rutina turnista, pero inadecuado para la evanescente democracia española. Sin embargo, seguramente debería constituir la esperanza de una mayoría sensata, para el mantenimiento de un sistema mucho más valioso que su Partido. Si continúa en el poder el clamor social debe obligarle a tomar medidas de emergencia en la lucha sin cuartel contra la corrupción, sin olvidar Andalucía donde está socializada, como estructura consolidada que pasa de una generación a otra, como en Cataluña o Valencia. Ojalá logre un pacto con C´s con alternancia en la Jefatura de Gobierno.

Y ya veremos el incierto resultado. Dice el sabio Marina que la inteligencia colectiva de España en política es muy baja. Pues eso.

 

 

 

  

viernes, 4 de diciembre de 2015

Otras Opiniones. Julián Delgado. Mallorca

La Opinión de Julián Delgado
Supervivencia del Estado
                  
Nos confundimos al pensar que el problema de España es el proceso catalán, cuando éste no es más que un síntoma, dramático sí, del problema de fondo: hemos diseñado un Estado de las Autonomías que ha resultado inviable, tanto en lo económico como en lo político. Se diseñó mal al llevar la descentralización política con competencias legislativas a todo el territorio, y, después, se desarrolló peor al traspasar competencias exclusivas del Estado utilizando el agujero negro del art. 150.2 de la Constitución, en aras de la gobernabilidad y la estabilidad.
El resultado: se han fomentado los egoísmos regionales y se mantienen ridículas pugnas identitarias resaltando y forzando diferencias más inventadas que reales, fantaseando historias delirantes, robando los héroes al vecino o descubriendo ignotas lenguas. Los gobiernos autonómicos se han sentido en la obligación de defender los intereses particulares de su territorio, olvidando los intereses generales, incluso cuando son del mismo partido que gobierna en Madrid. En algunas, como es el caso de Cataluña, en una muestra de manifiesta deslealtad, se ha erosionado el Estado cuanto se ha podido y se ha fomentado el odio a España acusándola de ser culpable de todos los males que la afligen.
Todo esto ante la inacción de los sucesivos gobiernos, que desde Madrid asistían impávidos al debilitamiento del Estado, que se vaciaba cediendo soberanía por arriba (Bruselas) y por abajo (Autonomías). El país ha quedado descoyuntado, le han estallado las frágiles costuras del sistema del 78, se ha hecho ingobernable enredado en un espeso y voluminoso enjambre de leyes y autoridades. El Estado carece hoy de capacidad económica para sustentar tan onerosas administraciones  y  tiene las manos atadas para establecer políticas comunes en materias claves para dar cohesión a un proyecto nacional. 
Si el Estado quiere seguir existiendo, se deberá replantear todo el sistema autonómico actual para convertirse en instrumento que garantice los valores constitucionales: libertad, igualdad y solidaridad. Se ha de desprender, a su vez, de los fardos que lastran o impiden su articulación y funcionamiento y no dar cabida a modelos identitarios fuera de estos valores. 

lunes, 30 de noviembre de 2015

La Azotea. La Opinión de Javier Pipó


La Azotea de Javier Pipó

LOS ZAPATOS DE BERGOGLIO

 Sinceramente me sorprendió el acto simbólico realizado en nombre del Papa Francisco colocando con delicadeza en el suelo de la Plaza de la República de Paris sus gastados zapatos negros, las viejas sandalias del pescador. Allí estaban, junto a los de otros muchos miles de anónimos ciudadanos del mundo, como apoyo al grito a favor de una naturaleza sostenida para futuras generaciones y como protesta por la limitación del sagrado derecho del republicanismo francés a la libertad de manifestación en tiempos de tribulación. Gesto insólito, impropio de la medida diplomacia vaticana, eficaz como ninguna en la acción de influencia tras los focos de la imagen pasajera, fugaz de la apremiante actualidad.

Pero con igual sinceridad manifiesto lo pasajero de la sorpresa para quien a lo largo de estos casi cuatro años de comentarista espontáneo, ha dedicado otros tantos artículos a los jesuitas. Dedicación casi estrafalaria por no decir impertinente o fuera de actualidad, para una sociedad paganizada como la nuestra, agraciadamente inserta en la europea pero de la que no puede perderse la perspectiva como ejemplo de nihilismo, egoísmo estructural, descreimiento total y ciego relativismo para todo aquello que no sea contante y sonante. Pero los jesuitas que desde San Ignacio son creadores de pensamiento, formadores de valores y principios, me mantienen atento y alerta en la medida que su presencia permanente creo, reside en una arrolladora fuerza espiritual que aún sostiene un mundo material como el de occidente.

El jesuita Bergoglio, el Papa sostén de la cristiandad toda, está adquiriendo dimensión indiscutible de líder moral y ético de la humanidad. Y no es tarea fácil en el mundo globalizado de la tecnología y la imagen, la codicia y el epicureismo sin límite, donde ya el pensamiento de Kant no se sabe si es de filósofo o jurista, para la crítica o para la ética y donde la lucha sin cuartel es por el control de los medios para así controlar la cultura, como instrumento de poder y dominación.

Pero miren, este humilde Papa que no actúa ni escenifica, que no es insolente ni peligroso, está llamado a escandalizar por el giro espiritual que pretende imprimir a la Iglesia, si su ciclo vital se lo permite porque en diciembre cumplirá 80 años. El hecho de que un jesuita suceda al sabio Benedicto XVI no es casual y reitero que precisamente su acceso al pontificado constituye la llamativa y primera revolución. Ahora, intenta encajar la sabiduría heredada y la acción, para encontrar la esperanza. Y esa esperanza, sin jugar con las palabras, es poner en acción la anquilosada doctrina social de la Iglesia. 

Y la sabiduría transmitida se contiene en ese prodigio de espiritualidad de la Encíclica Lumen Fidei, firmada a los cuatro meses de acceder al Pontificado, donde se aprecia el legado viviente de su antecesor, la vuelta al diálogo entre fe y razón, asombrando con el principio de que la fe es revolucionaria y compatible con la libertad. El mundo actual parece aceptar solo la verdad tecnológica y la válida para uno mismo, con temor a la verdad común, instalados como estamos en la “autenticidad subjetiva” que genera  relativismo.

Su acción incisiva se contiene así mismo en la Encíclica verde, firmada hace seis meses, la Laudeato Si sobre el cuidado de la casa común, sobre el universo creación de Dios que la sociedad planetaria en comportamiento suicida durante los últimos dos siglos, parece pretender expoliar. Es la carta de un líder mundial que quiere destacar no tanto el carácter religioso como su compromiso social y ambiental. Y enlaza lo que denomina la crisis “socioambiental” con la crisis humana, de ética y de degradación del medio natural. Es el principal desafío ahora para la humanidad. Y el G7 reunido un mes después promete eliminar los combustibles sólidos antes de fin de siglo. Magnífico principio para ayudar al buen fin de la Conferencia de Paris, ahora en celebración. El cambio está en el ánimo aunque no en los objetivos a corto.

Y también el Jesuita-Papa Bergoglio en incansable movimiento, ha reclamado en nombre de los marginados de la Tierra y ante la Asamblea General de la ONU,  techo, trabajo, tierra y libertad. Todo un programa que está poniendo a prueba la doctrina social de una Iglesia milenaria en proceso acelerado de su más importante revolución y al contenido de tantas ideologías que con músicas similares carecen del texto inigualable que proporciona la dimensión trascendente. Desde luego no tiene cabida junto a doctrinas totalitarias que precisamente es la libertad el primer germen de dignidad a eliminar.

El Papa- Jesuita Bergoglio camina rápido en su apostolado y va lejos en el gesto, en el comportamiento y en la doctrina. Pero quiero seguir interpretando que no existe una Iglesia de los pobres, sino con los pobres, basada en su Doctrina social, que sea contravalor al islamismo y al relativismo y desde luego, mantenga encendida la llama de la libertad.

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea


La Azotea de Javier Pipó

TIEMPO DE TRIBULACIÒN

Fue Felipe III en su lecho de muerte, cuando reflexionando con cuantos le rodeaban sobre la frivolidad inútil de su real vida, tuvo la ocurrencia de dejar para la posteridad aquello de ¡Ay si Dios me diera vida cuan diferentemente gobernara!  

Hombre, es verdad que Rajoy quizá esté en los estertores de su vida política pero, salvando las distancias de tiempo, lugar y circunstancia, de nada le serviría esa reflexión ni el cínico pensamiento de Carrillo cuando exclamaba que en política, el arrepentimiento no existe, uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento. Quizá porque tampoco tendrá tiempo para esa noble acción de contrito reflexivo a pesar de los últimos esfuerzos, ante la cercanía agobiante de unas elecciones que pueden condicionar la vida de una generación. Difícilmente cabrá solución de continuidad, seguramente algún paso torcido o ciego, si acaso alguna otra chapuza histórica. No más. 

Miren Argentina, ha tardado setenta años en desprenderse del peronismo- al menos por ahora - esa pesadilla pegajosa, cutre y corrupta que transportó a una rica Nación desde la vanguardia del mundo occidental a la quiebra, la pobreza y la desesperanza. Y aquí en Andalucía, tenemos ejemplo muy cercano de socioperonismo populista que solo lleva la mitad de tiempo que su modelo americano, pero careciendo de la inmensa opulencia de las hermosas tierras argentinas. Pero ya ven las cifras de divergencia del resto de la Nación y no digamos de la convergencia con las demás regiones europeas.  Y lo que es peor, el régimen andaluz está en vía de regeneración de la continuidad, tras la huída del poder judicial y el apoyo ciego de quien como C´s podría representar una salida al estancamiento de casi cuatro décadas de este socialismo viejo, caciquil y reaccionario, que alejado de la socialdemocracia europea hace perder la esperanza. 

Con ello pretendo resaltar mi duda sobre la ayuda de Andalucía a encontrar una salida razonable al estancamiento nacional sino más bien, a reforzar con su enorme fuerza numérica al desnortado Zapasanchez y si fracasa, a sustituirlo por el populismo trianero de Susana. Otro momento histórico sería. Y omito mentar lo que el comunicador Herrera denomina “pasión de catalanes” porque se aborrece de tanto sobarlo. Pero miren, la cuestión no está encaminada a la solución sino solo al aplazamiento. Es verdad que los convergentes, o como quieran ahora llamarse cambiando la piel de lobo por cordero, están excesivamente señalados por los años de trinque sin cuartel, aunque no quede formación alguna - democrática se entiende - que no esté pringada por los años negros del tripartito. Pero el independentismo es cuestión de tiempo y dinero financiable a no tan cómodos plazos. Y después vendrán los otros nacionalistas, tan malos como estos, pero parece que pastoreados ahora con más inteligencia y sabiendo esperar el momento propicio, nacional y europeo. 

De manera que el riesgo nación está precisamente en su mantenimiento como tal, porque tres son las amenazas mensurables que acechan en enero, tras los festejos de final de año: El campo minado por el virus cáustico del nacionalismo; la amenaza que se hará cada vez más insoportable de la barbarie del yihadismo, tan implacable como devastadora. Y, las dificultades crecientes para el mantenimiento del bienestar alcanzado, seguramente sin correspondencia con la capacidad para producir riqueza y su justa distribución, pero insertado en el catálogo irrenunciable de derechos, cuya pérdida hará insostenible y muy vulnerable el sistema. Pocos apuestan por compaginar Estado del bienestar y caos autonómico, tras treinta y siete años de utopía imposible. 

Y vuelvo a reiterar que hacer frente a situación como ésta, requiere de liderazgos a la altura del Estado que se les confía, de equipos muy experimentados, honestos, capaces y patriotas. Y unas Instituciones que resistan el empuje de aventureros dispuestos a griparlas con doctrinas disparatadas, cuando no corrosivas.

Y ya ven, parece que el cercano enero requiere rebajas, también para el nivel de exigencia a quienes pueden hundir la Nación o cuando menos, mantenerla a flote. Qué opinar sobre el joven Sánchez, presumiendo de socialdemócrata pero cada vez más alejado de la socialdemocracia y más cercano a la agitación oportunista o al populismo ramplón; de inexperiencia temeraria; casi siempre superficial cuando no desesperadamente simple. Sus continuas rectificaciones y contradicciones le hacen caer en la red de su propia demagogia y lo mismo pretende derogar el artículo 135 de la CE que reconocer al llamado Estado Palestino, cerrar el Ministerio de Defensa que blindar en la Constitución parte de su insignificante programa. No despertará ni la curiosidad de las cancillerías occidentales. Rivera por el contrario, aunque tan inexperto como su rival, sí aparenta sensatez y moderación. Le presumo ubicación entre el liberalismo político y la socialdemocracia económica, aunque incomprensiblemente huidizo a dar testimonio de su ideología, confuso ante los aparentes agujeros negros en su deslavazado programa y algo nervioso hasta poner a prueba la sensatez estimada. Un Ministerio político y la portavocía del Gobierno, le haría ganar madurez y preparación para el futuro. Goza de juventud envidiable para recorrerla con prisa, pero con pausa.

Y nos queda Rajoy, ahora que parece haber despertado de una siesta tonta de cuatro años. Experiencia sí tiene, aunque la guarde para antes de irse. Su gran vocación quizá hubiese sido la DG de Registros y Notariado, pero las circunstancias lo colocaron en puesto de vanguardia y nos deja sin saber si no llegó o ya se ha ido. En cualquier caso es lo que mejor tenemos. Prudente, inspira confianza a los socios europeos y al poder USA y desde luego sería el único para abordar los tres retos: consolidar la recuperación económica; lealtad a las naciones de la UE para contener el yihadismo e intentar desarbolar el naciente Estado catalán, abordando en su caso una reforma constitucional. El gran Pacto consistiría en ceder la Presidencia a Rivera a mitad de Legislatura. Es menester recordar el consejo ignaciano: en tiempo de tribulación, no hacer mudanza. Pues eso. 

sábado, 21 de noviembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea


 

La Azotea de Javier Pipó

LA MARSELLESA EUROPEA

Marchemos, hijos de la patria,
Que ha llegado el día de gloria
Contra nosotros, la tiranía alza
su sangriento pendón.
¿Oís en los campos el bramido
de aquellos feroces soldados?
¡Vienen hasta vosotros a degollar
a vuestros hijos y vuestras esposas!

…Encadenadas nuestras manos,
Tendríamos que doblegar las frentes bajo el yugo!
Los dueños de nuestro destino
No serían más que unos viles déspotas

Entresaco estos párrafos del largo, vibrante e impulsivo texto de la Marsellesa, cantada por los que marchaban desde Marsella para acabar con el ancien régime representado por el guillotinado Luis XVI, y que estos días ha resonado sin cesar por los medios de difusión europeos y en actos o concentraciones sociales de variopinto contenido, al constituir para muchos un patriótico alegato de movilización nacional. Como ocurrió precisamente en Saint-Denis, es la Historia, entre la mofa del populacho cuando los enterramientos de los antecesores de aquél, los absolutistas Luis XIV y XV. Bello himno compuesto por el militar Rouget de Lisle, en trascendentes días de la Gran Revolución que conmocionó Francia y trastornó el pensamiento político occidental. La época que constituye uno de los mejores y más esperanzadores episodios en la vida de la humanidad, en palabras de I. Berlin.

Es el recuerdo necesario de esa mitad del siglo XVIII francés, de las Cartas Persas de Montesquieu o las Cartas sobre los Ingleses de Voltaire, del comienzo de la Ilustración y sobre todo sus reflexiones posteriores contenidas en el Espíritu de las Leyes, el Diccionario o la Enciclopedia, que agitaron en profundidad y para siglos posteriores a las gentes ilustradas de Francia y de Europa toda. Poco importa en consecuencia, si la Marsellesa puede ser considerada himno nacional desde 1797 o desde 1879, reforzado por la esencial Constitución de 1958, obra de De Gaulle, ese gigante del patriotismo y la grandeur francesa. Importa su permanencia en la sucesión de generaciones, porque representa la Nación en marcha. Es el himno a la libertad y la emancipación. El himno con el que se inicia en Europa la modernidad, la Ilustración. Es la huella que permanece hasta nuestros días. Son las ideas mágicas de libertad, igualdad y fraternidad que se materializan en 1789 con los Derechos del Hombre y del Ciudadano declaración influida por la Constitución norteamericana y las ideas de Rousseau y Montesquieu.

Ideas, principios y textos que forjaron una sólida Nación, asentada en la civilización cristiana y que junto a pensadores ingleses y alemanes constituyen una gran estructura de libertad y progreso. Es verdad que la Europa del pensamiento y las ideas políticas atraviesa una etapa de profunda crisis de valores al desdibujarse su papel en el liderazgo y vanguardia de la humanidad, pero aún guarda las principales esencias que la hicieron grandiosa en la creación intelectual, en los campos de la literatura, la ciencia, la técnica y las artes.

De nada sirvió que Europa acogiese con generosidad sin límite a millones de musulmanes, donde han podido gozar del más importante catálogo de derechos y libertades, imposibles ni siquiera desear en su mundo de origen. Mundo anclado en el medievo, incluso en aquéllos países donde la infinita riqueza del petróleo les hace vivir en el lujo anclado en estructuras sociales de otra era. Sin embargo rechazan o no pueden salvar las barreras que desde dentro les impide integrarse en una sociedad respetuosa, avanzada, en ofrecimiento continuo de sus infinitas posibilidades. Europa, tan generosa como ingenua que en apuesta de alto riesgo no deja de plantear la integración de Turquía en el ámbito comunitario, cuando hace solamente cien años tiene lugar la batalla de Galípoli en lucha feroz de otomanos contra franceses e ingleses, última de las innumerables en mil años. La confrontación es imposible contener, desviar y mucho menos negociar. Se trata de mundos irreconciliables donde parece que el expansionismo asesino del islamismo no pueda convivir con sociedades abiertas y tolerantes alejadas de las guerras de religión que ellos parecen vivir con plenitud.

De manera que tras los sucesivos atentados en España, Gran Bretaña y los últimos de Francia, Europa parece reaccionar con cierto vigor, aunque desconfiemos de su duración y eficacia. Pero interesa resaltar que estos acontecimientos hacen resurgir la idea de Nación – la Europa de las naciones gaullista, aunque en evolución-  que se extiende por el ámbito de los veintiocho, aunque muy matizada en España con los espectáculos grotescos y peligrosos de la extrema izquierda y un sector desubicado del socialismo. Véase la histriónica función del minutodesilencio de la socialista alcaldesa de Córdoba.

Pero independientemente de lo que veremos en este estresante mes, antes de las elecciones, hoy, más que nunca, la Marsellesa es el himno europeo.    

 

jueves, 19 de noviembre de 2015

La Opinión de Julián Delgado. Mallorca


Artículo de Julián Delgado que el próximo sábado día 21 publicará el Diario “ÚLTIMA HORA” de Mallorca

Vencerá la democracia

El terrorismo yihadista carece de escrúpulos morales, pues la causa que persigue es sagrada; y la violencia se vuelve cruel, contagiosa y desmedida, cuando entra en contacto con su justificación. Según Setmarian (el más sofisticado exponente de las técnicas de la yihad) el terrorismo es un deber y matar, una regla. Todo joven musulmán debe convertirse en terrorista. Los ataques suicidas les son muy útiles por su facilidad y bajo coste; es la cultura del martirio de los kamikazes revitalizada por el islamismo. El suicida ha interiorizado una visión heroica y enaltecedora de su sacrificio y ha sentido la necesidad de trascendencia social.  Por tanto, los yihadistas, fanatizados, son capaces de asumir ciegamente cualquier sacrificio, capaces incluso de suicidarse si la situación lo exige. 

Por el contrario, a las democracias que con él se enfrentan las deslegitima el uso de la violencia, máxime si se exceden en su empleo o lo hacen sin precisión. Además, los países occidentales llevan a sus hombres a combatir poco menos que arrastrados: en una sociedad hedonista que vive en la opulencia, pocos son los que están dispuestos a arriesgarse a perder la vida. 

Por otra parte, los islamistas disponen de una doctrina de guerra diáfana: nunca muerden más de cuanto les cabe en la boca, no emprenden campaña que no puedan sostener, digerir y aún rentabilizar en términos políticos. Mezclan el uso de las modernas tecnologías con el primitivismo de la sangre derramada a cuchillo. Los estados de derecho no disponen aún de una doctrina de defensa eficaz y aceptable por sus ciudadanos.  

Pese a estas claras desventajas, la democracia vencerá. Europa ha superado momentos infinitamente peores. Se está cerca de concretar un nuevo modelo de guerra ad hoc que se incardine en una estrategia holística de seguridad europea contraterrorista. Basta saber cuántos muertos serán necesarios para que Europa despierte de su letargo buenista y cobardón y se dote de una Eurofor y una Europol con su correspondiente servicio de inteligencia, capaces de fortalecer su defensa y seguridad. Le pediremos con Benedetti: No te rindas, no cedas/aunque el frío queme/aunque el miedo muerda/ aunque el sol se acabe y se nuble el viento… 

 

 

martes, 17 de noviembre de 2015

La Opinión de Julián Delgado


La Opinión de Julián Delgado. Palma de Mallorca

Manipulación demoscópica

El bombardeo de encuestas sobre las elecciones del 20D al que está siendo sometido el ciudadano, se han convertido, en parte, en un instrumento de propaganda y de información para tratar de crear  un clima favorable al candidato preferido al que sirve el medio que las publica. Si se da a éste como ganador, se le beneficia de acuerdo con la regla de la propaganda de la unanimidad y el contagio según las cuales la gente tiende a formular su opinión presionada por la opinión dominante (Abreu Sojo). En las elecciones generales de 2008, según un estudio realizado por el CIS, el 7%  de los electores (un millón y medio) tuvo en cuenta mucho o bastante el resultado de los sondeos a la hora de emitir su voto. Así pues, las encuestas se han convertido en otro mecanismo para tratar de influir en la opinión pública. Por lo general lo que hacen las encuestas es reforzar las preferencias previas y orientar a los que no tienen el voto decidido a que lo hagan a quienes votan la mayoría.

La sospecha nos la dan servida en cada precampaña. Entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre, se han publicado varias encuestas. La de Podemos, El Confidencial y Antena3, le dan al PP entre el 26 y el 30% de los votos. Sin embargo, El País, sin rubor, concede al PP un 21% y establece un empate técnico con  PSOE y Cs. Mientras, la revista de Alfonso Guerra, ya sin el menor miramiento, da ganador al PSOE con un 30% y a Cs, el adversario que le está comiendo el terreno según el resto de encuesta y al que éstas le dan entre el 19 y el 20%, lo sitúa con menos del 15%. No se puede pensar en otra cosa que no sea que se falsifican los resultados de las encuestas, que se las inventan o que se distorsionan sus elementos. Si se publican tantas encuestas en las campañas electorales e incluso la ley lo impide durante los últimos cinco días, reconociendo su influencia, es precisamente con esa intención. 

No debemos estar contra las encuestas, su proliferación son un síntoma de libertad, pero debemos estar alertas ante las seguras manipulaciones, para poder emitir nuestro voto dentro del menor margen posible de manipulación. De toda ella no nos vamos a poder librar. Es quimérico. Pero al menos no caigamos en las más burdas.   

 

sábado, 14 de noviembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó. La Azotea


La Azotea de Javier Pipó

LA EUROPA RAPTADA

No sabemos si cuando Zeus enamoró a la bella princesa libano/siria llamada Europa, fue en efecto seducción o secuestro, pero disfrazado de brioso toro blanco- tal como maravillosamente dejó plasmado Tiziano –  la subió a su lomo para llevarla hasta Creta. Es mitología para recordar más allá de la interpretación histórica de Diez del Corral o de Steiner y tratar de superar, en el pensamiento de Hegel, la presunta superioridad europea porque pasó el tiempo de ese mitológico rapto. Ahora a fuerza de hibridación, Europa se diluye por ocupación y desarticulación de sus estructuras tricentenarias, aunque siga ejerciendo como ejemplo de civilización avanzada basada en la libertad, la igualdad y el progreso.

Ahora tras la brutalidad del asesinato masivo de europeos y contra su modelo de sociedad, cometido en territorio francés, es decir en nuestro territorio, es momento de reflexionar sobre la incompatibilidad total, absoluta, irreconducible e irreconciliable de dos mundos contrapuestos que representan la razón y el pensamiento frente a la barbarie del fanatismo y el oscurantismo del medievo. Ahora corresponde a Europa, sin necesidad de esperar decisión norteamericana, articular respuesta que no puede ser otra que la defensa de los principios y valores del más importante baluarte occidental de la democracia y el bienestar. Parece acelerarse la segunda parte de la ocupación del modelo europeo, dinamitando su fortaleza, extendiendo el pánico entre sus ciudadanos, forzando la suspensión o debilitamiento de las garantías que definen la pervivencia de un tipo de vida envidiable. La primera aún no finalizada, consiste en la invasión de sus fronteras por millones de musulmanes que espoleados por crueles conflictos provocados por el mismo fuego arrasador, harán cambiar las reglas del modelo de vida en Europa. No es ni con mucho, la hora de inanes y letales predicadores de diálogos y alianzas de civilizaciones porque están diluyendo la que nos corresponde hacer perdurar.    

Aquí en España, en esta porción de Europa, vivimos el mismo momento decisivo, máxime con elecciones trascendentes a poco más de un mes, necesitados de saber elegir líderes sensatos, dotados de principios, de prudencia, de sabiduría, con sentido de Estado, que sepan preservar la unidad nacional, el legado constitucional y el encaje en el entramado de la defensa europea. Y quizá recordar el Contrato Social de Rousseau, que en su prólogo expresa como un sistema democrático necesita ciudadanos instruidos, dispuestos a un acuerdo no escrito pero firme, sinalagmático, bilateral, mediante el cual mi derecho a votar sobre los asuntos públicos impone el deber inexcusable de instruirme en ellos. Pero ya ven, estos modernos jacobinos, defensores de la radicalidad improductiva y el rigorismo moral de los bajos fondos, prefieren instruir al gentío sobre la memoria histórica del resentimiento y la educación para la ciudadanía de la que mayormente desconocen en qué pueda consistir aquella y a qué pueda referirse esta. De manera que de la confusión bien instrumentalizada deviene un sistema atascado en mitad del camino, donde casi resulta aventurado especular sobre la meta y las condiciones de integridad y dignidad en que pueda alcanzarse.

Ciertamente han transcurrido ya casi cuarenta años, ojalá que repetibles, permaneciendo en vigor una hermosa Constitución en cuyo frontispicio figura la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, como valores superiores de su ser imperecedero capaz de generar el más importante catálogo de derechos, solo igualado por sociedades avanzadas, casi todas ellas europeas. Pero no nos engañemos porque ese sistema resulta cada vez menos valorado e incapaz de ser defendido de forma valiente y decidida por una mayoría acobardada y entregada.

Estas décadas han resultado muy fructíferas en la construcción de una sociedad moderna, bien equipada en el bienestar económico, envidiable y envidiada, pero se advierte miseria moral extendida por amplísimas capas sociales y demasiados ciudadanos articulados en vetustas y anticuadas estructuras sociales, incapaces de mirar y desplazarse al futuro porque una gruesa y pegajosa capa de resentimiento paralizante les ata a un pasado oscuro y miserable. Pasado que parece obligarles a mirar de reojo, como deslumbrados, ante ideas tan toscas como inútiles, tan lesivas como arrasadoras de su dignidad como pueblo. Parece extenderse el encantamiento por apóstoles de la palabrería innecesaria, engañosa, con la galanura pasajera de la emoción que provocan mientras mienten. Ya ven la deriva catalana, previsible, conducida por una clase política tan traidora como trincona, pero jaleada por la mitad de una población que vive en lo que Galbraith llamaba sociedad opulenta. Ya ven la deriva de ciudades otrora hermosas y con futuro de progreso, conducidas a la chabacanería estúpida de predicadores del populismo de tres al cuarto. Ya ven al joven socialdemócrata perdido en lo que él creía no más difícil que conducir una asamblea de estudiantes, intentando “blindar” en el nuevo texto constitucional que se adivina, alguno de los disparates de su mal planteado programa electoral.

Pues se avecina la hora de la verdad para evitar después arrepentimientos, casi siempre inútiles. Es el rapto de España y Europa, pero tras vivir y soñar lo que más importa es despertar.  

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La Opinión de Julián Delgado


Artículo cedido en exclusiva por Julián Delgado

LA GRAN FALACIA

Julián Delgado

Una de las falacias más extravagantes que se han escuchado en esta intensa precampaña preñada de rebeldía independentista es la que repite todo socialista al que le ponen un micrófono a su alcance: Mas es el culpable del desafío soberanista, pero Rajoy es el responsable. Y repetido mil veces, empieza a tener éxito en las mentes desmemoriadas. 

El Partido Socialista de Cataluña ha sido uno de los grandes culpables de que la ideología nacionalista sea hegemónica: nunca le opuso resistencia; por el contrario, le brindó su apoyo en temas tan sensibles como la política lingüística. Los votos que ganaba Felipe González en Cataluña los utilizó el PSC para desarrollar una política de seguidismo nacionalista, sin que sus compañeros del PSOE osaran ponerles freno. Con Zapatero se llegó al colmo al darles toda clase de facilidades para que Maragall, ya desequilibrado y en pleno delirio soberanista, pactara con Esquerra un nuevo Estatuto al margen de la Constitución, que fue el origen del actual desafío. Como señala Francesc de Carreras: Los intelectuales del entorno socialista han sido los responsables de que la cultura fuera monopolizada  por los nacionalistas.  

Ahora, en el momento en que los socialistas no tienen más remedio que cerrar filas en defensa de la unidad nacional, se produce en el PSOE un síncope angustioso al escuchar los crujidos de las distintas sensibilidades del partido en cuanto al modelo de Estado. Crujidos que le llevan a la búsqueda de equidistancias, al desconcierto, a la indefinición, al bloqueo. Díaz exige lealtad a España, Ximo Puig veta la iniciativa de defender su unidad, Iceta se desmarca de lo mismo, ambos consideran a Cataluña como nación, Chacón hace piña con ellos y Sánchez discurre entre unos y otros buscando equilibrios imposibles con el riesgo de caerse del alambre en cualquier momento. Lo único que se

le ocurre es proponer un federalismo innecesario, pues ya estamos en él, cuando lo conveniente es culminarlo con mayor integración de las CCAA en el proyecto común.  

El culpable es Mas, el responsable es el PSOE, pero es cierto que Rajoy se encontró con un volcán en erupción y no hizo nada por calmarlo. Ahora, no le queda otro remedio que frenarlo.   

 

jueves, 5 de noviembre de 2015

La Opinión de Javier Pipó en La Azotea


La Azotea de Javier Pipó

EL HUEVO PODRIDO

 Creo firmemente que el golpe del general Rodríguez es de las noticias más espectaculares desde la muerte de Franco. Y fíjense que las hubo de todos los colores y dimensiones, pero quizá ninguna como esta pudiera calar tan hondo en el patriotismo emocional de los españoles.

Y también creo que en la historia de la milicia del pasado siglo, quizá no tanto en la de este salvo en países sin nivel democrático que chapotean para salir del tercermundismo y la corrupción total, han existido militares de alto rango que prestaron sus conocimientos, prestigio y noble oficio a causas criminales como el nazifascismo y el comunismo. En consecuencia antecedentes negros existen y muchos, hasta el extremo de participar consciente y activamente en el hundimiento, humillación y arrasamiento de sus, a veces, no tan inocentes pueblos.

Pero claro, soy de los que pensaban que al menos el ejército era escuela de patriotismo, nobleza y servicio público sin límite y en consecuencia territorio blindado a oportunistas y revolucionarios frustrados. Que habíamos avanzado desde el tumulto del siglo XIX y el feroz siglo XX y que en consecuencia el nuevo era para el avance moral, social y económico, también para este atormentado país. Y ello, sin ignorar, que una Nación con brillante pasado y potencialidades de futuro atraviesa una tormenta de dimensiones definitivas que pone a prueba su grado de cohesión y posibilidades de supervivencia como tal, zarandeada por políticos sin escrúpulos que anteponen intereses personales y de partido a los generales. Es algo que resalta a la vista e hiela los corazones. Pero ahí estaban las FF.AA. columna vertebral de sistema, en su defensa y mantenimiento. O como dice el innombrable y repudiado artículo octavo de la maltrecha Constitución, carne de cambio inmediato y más desde el triste episodio Rgez.: “Garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. Parece misión tan noble como imprescindible, pero ya ven por dónde camina la teoría y hacia dónde  el futuro inmediato.   

Quien va a discutir el derecho de los militares, una vez en la reserva, a incorporarse a cualquier formación política, incluso a partidos que defienden el totalitarismo de la antipolítica, donde circulan comunistas u otros nazifascistas que pudieran existir. Cada cual en democracia, dentro de la Ley, puede equivocar su vocación o su fanatismo. Pero para quien ha sido mando supremo operativo de las FFAA, su derecho tiene que ceder ante la obligación permanente de servicio a España y de lealtad a sus principios constitucionales. ¿Acaso desconoce el tal Rgez. que su nueva casa propone “desmilitarizar el ejército”? ¿Tanto ansía ser Diputado o Ministro de Defensa? Menudo prestigio como país perteneciente a la OTAN.  Esto es traición o desvergüenza.

La triste era ZP nos dejó bombas de relojería en cada rincón del sistema, prestas a estallar cuando aventureros iluminados se cansaran de vivir en libertad, comprendidos, apoyados y justificados por el buenismo ideológico más estúpido desde Fernando VII. Ahora, cuando se abre la cesta de la milicia nos encontramos este huevo podrido y maloliente que seguramente habrá contagiado sectores completos de la FFAA.

Pues si produce escalofríos pensar en el artículo 155 de la CE, imaginen el octavo. Menudo huevazo. 

OTRAS OPINIONES. Julián Delgado en Última Hora de Mallorca


Artículo de Julián Delgado que publicará el sábado día 7, el Diario Última Hora de Mallorca

 

Rebeldes sin causa 


El nacionalismo catalán no ha medido bien la fuerza del Estado. Ya se equivocó en 1934, cuando pensó que la República, gobernada entonces por la derecha y acosada por la izquierda, que intentaba recuperar el poder por las armas mediante la revolución de Asturias, se encontraba en su momento de máxima debilidad. El Estado tardó unas horas en sofocar aquella traición. Entonces, Agustí Calvet (Gaziel), republicano, íntegro y laico, del que Josep Benet dijo ser el mejor escritor político que ha dado la derecha catalana en el siglo XX,  escribió en la Vanguardia: Cataluña está enferma desde hace siglos. Es el tumor de España, que a veces dormita y a veces estalla. Y el de ahora es un estallido conforme del todo con la idiosincrasia catalana, con su historia, con su tradición política, su querencia anárquica, su entraña rebelde. 

Ahora, cuando más aguda era la crisis económica, con las multitudes en la Puerta del Sol, y habiendo llegado al máximo de competencias que podía cederles el Estado dentro del marco constitucional, los secesionistas consideraron que de nuevo había llegado su momento. Entonces, como ahora, la Cataluña trabajadora, vital y pactista no ha contado con líderes capaces de considerar que entenderse con el resto de España le ha dado un alto grado de autogobierno, prosperidad y libertades democráticas y que la ha situado en un lugar privilegiado del mundo. Rebeldes sin causa, abrazan el colosal propósito de escapar de España en lugar de mejorarla formando parte de ella. Gaziel dijo que el separatismo ha sido siempre en Cataluña una negación estéril, una ilusión que encubre su absoluta impotencia, que no hizo más que deshacer lo hecho dejando a Cataluña desolada e inerme, sin la más remota compensación.

Han vuelto a medir mal sus fuerzas. España dispone de todos los recursos de un Estado moderno y, detrás, la voluntad de un pueblo. La proposición parlamentaria secesionista y la amenaza de insumisión serán frenadas con firmeza por un Estado que ha sabido arrinconarles internacionalmente y que también sabrá emplear la legalidad democrática para mantener la unidad de España, sin que la sociedad catalana resulte humillada más que por aquellos que la pusieron en ridículo.