Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 29 de diciembre de 2017

LA OPINIÓN DE Javier Pipó

LA AZOTEA

INOCENCIA
28 de Diciembre 2017

       
        Creo que en efecto, escribir este comentario – sin duda intencionado- el Día de los Santos Inocentes, calendario cristiano de las mejores tradiciones, no carece de sentido. Ya lo hice hace cinco años en aquel espacio de libertad provisional que me cedió Diario “Córdoba” y creo que desde entonces el número de inocentes sacrificados aumenta sin cesar, a manos de quienes con mejor derecho  creen poder disponer de la vida, patrimonio, libertad o dignidad de tantos en posición de debilidad o resistencia menor a la sobrevivencia de cada día. Y continúan las matanzas de menores, más crueles que las de Herodes en Judea; y las oleadas de refugiados inocentes huyendo de la crueldad y en busca de los oasis de bienestar o las de migrantes desorientados persiguiendo simplemente contemplar un nuevo amanecer. Y a nuestro alrededor, tantos inocentes sin trabajo y sin perspectiva; o los muchos sin hogar o sin calor del afecto y la cercanía. Y qué decir de tantos niños maltratados por la soberbia canalla y egoísta de sus progenitores o la ola siniestra de tantas mujeres conducidas ciegamente al sufrimiento insoportable del machismo miserable y la de ancianos abandonados, demasiados, como trastos inservibles en la soledad de su propio hogar, sin más liberación que el final que parece no llega.

        Pero hoy, en sociedad como la nuestra, mayormente paganizada, ayuna de valores, de humanidad y principios, que ya perdió el temor de Dios – o al derecho natural- avanzando a pasos agigantados en la pérdida del temor a las leyes de los hombres, va dejando también un ejército de inocentes que creyeron en una justicia independiente ajena al manoteo partidario o la presión pública o publicada. Y no digamos de los inocentes, tantos, que confiaron al Estado autonómico el progreso continuado y el bienestar común definitivo o creyeron permanente la indisoluble unidad de la Nación española como patria común o en la transacción y el diálogo como única ley de convivencia. Pero hoy como ayer quizá debamos insistir en que el Nuevo Año nos debe deparar poder seguir  manteniendo  la confianza en la dignidad del ser humano, radicalmente libre y protagonista de su vida y su futuro, a salvo de tantos depredadores, no tan inocentes, de la vida civilizada y en común o de los que se empeñan, como nos advertía Hayek – ya en 1944- en conducirnos con docilidad por “caminos de servidumbre”.

        Robert Kaplan, nos decía que la esencia del poder radica en influir en el comportamiento del adversario; pobre inocente. No conoció la naturaleza del nacionalismo catalán o vasco o el que se apropincua en Baleares o Valencia, Galicia o quién sabe si también Canarias. No solo no convencen a los que no son, sino que el poder del Estado se achica ante fuerza arrolladora tan irracional como totalitaria. Máxime ante la lechigada de políticos que nos gobiernan. Pobres inocentes, nosotros, que solo nos hacen ver en ellos las posverdad de los sentimientos, escondiendo ideas y pensamientos si es que los tienen. Por eso se ha diluido la diferencia entre estrategia y táctica. Aquí todo es táctica, astucia, sorpresa, apariencia, provisionalidad. Por eso ya el PP perdió su utilidad, la política, pero también la social. Y habrá de buscarse colectivamente la esperanza en nuevos ciudadanos, que reinicien un liderazgo renovado, destelleando frescura y argumentando principios y valores permanentes.

        Ya ven la inocentada del 155 que no solo fue incapaz de remediar ni parcialmente la situación sino que la tornó más dura y descarnada. La convocatoria de elecciones en Cataluña mes y medio después de su temerosa aplicación, ha constituido el mayor fracaso previsible del régimen del 78, tan repleto de éxitos clamorosos en el desarrollo y bienestar, y paz social, aunque pendiente la captura de la mitad de los asesinos etarras, hijastros del repugnante y burgués nacionalismo vasco. Los otros, los que esperan con cinismo y descaro desde una situación de privilegio, el desarrollo del secesionismo catalán para sacar tajada de este espectáculo penoso de una clase política inane, apátrida y desideologizada. Parece que estos valientes nacionalistas solo dan la cara no en periodos dictatoriales sino cuando parece que una mayoría inocente es capaz de alcanzar estadios de desarrollo y convivencia democrática, es decir, civilizada. Pero nunca como ahora, liderada por incapaces solo pendientes de la cuenta de resultados en la contabilidad nacional.

        Pues ya me dirán estos estadistas que nos gobiernan si no fuese posible formar Gobierno en la rebelde Cataluña, ¿volverán a convocar elecciones? Seguramente esperan que sin modificar las normas electorales sea posible alterar el juego de la mayoría parlamentaria. Pero y si se formara Gobierno por los mismos golpistas de hace dos meses ¿acaso respetarían el ordenamiento jurídico constitucional? entonces ¿volvería a resultar de aplicación el eficaz y contundente artículo 155? Seguramente confían en acordar una modificación constitucional de emergencia, la que tememos tantos inocentes desde hace tiempo. Los valientes y cursiles gudaris del PNV ya hablan sin tapujos de confederalismo, ¿habrán leído a Blanco Valdés? Y llegará en forma de retórica que es la lógica de la política de nuestro tiempo, aunque ya lo advirtiera Aristóteles. A la mayoría silenciosa solo nos queda transformar la inocencia en esperanza colectiva. Ojalá.  



jueves, 28 de diciembre de 2017

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

Artículo que será publicado en el diario “Ultima Hora” de Mallorca el próximo día 30 de Diciembre

SALIR DE LAS CATACUMBAS
Julián Delgado. Escritor

        Que el secesionismo haya ganado la mayoría de escaños en las pasadas elecciones autonómicas en Cataluña significa que dos millones de catalanes (el 36% del censo electoral y el 47% de los votantes) han decidido que hay que seguir profundizando el desgarro social, la destrucción de la estructura económica, la falta de respeto a la Ley, el rechazo radical a todo lo español y permanecer en un estado narcisista de intensa exaltación emocional. En resumen, seguir flotando en el delirio. Prevalecen los peores valores del medio rural, donde han obtenido la mayoría de votos: una doctrina absolutista, reaccionaria y anacrónica, que frena el progreso y la vitalidad urbana; y el ombliguismo del horizonte intelectual, que empuja a la decadencia.
        Sin embargo, hay razones para la esperanza. La primera es que, por más que alardeen ahora de su intención de continuar con el procés, saben que no podrán: les frenarán los juicios pendientes y la espada de Damocles del 155 que pende sobre ellos. Otra razón para la esperanza sería que el PSOE aprendiera la lección: con el secesionismo ya no caben las medias tintas que solía emplear.
        Pero la razón más importante es que el partido más votado en estas elecciones ha sido Cs., lo que va a permitir que los excluidos, los sometidos, los silenciados salgan de las catacumbas donde se habían tenido que refugiar en legítima defensa. Sentirse también españoles les suponía la muerte civil. Ahora deberán rebelarse contra el abuso y acabar con el aislamiento que han intentado imponerles los nacionalistas que siempre han ostentado el poder. Porque su voz, que hasta ahora ha sido menospreciada, debe sonar con fuerza en boca de Arrimadas, y ser oída en toda Europa con la legitimidad que le dan el más de un millón de votos recibidos y ser la líder del primer partido de Cataluña.
        Por tanto, Cs tiene la obligación política y moral de intentar formar gobierno, porque aunque no tengan garantizados los votos necesarios para gobernar, la sesión de investidura puede servir para proponer una acción de gobierno para todos los catalanes, clarificar la posición del PSC y los comunes, y evidenciar que los secesionistas mienten cuando dicen hablar en nombre del pueblo catalán.








viernes, 15 de diciembre de 2017

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

La Azotea 

DOS CARAS DE LA MONEDA

Financiando La  Corrupción

14 de Diciembre 2017



        Pues la vida nacional sigue paralizada con el golpe de Estado catalán. Bueno, no toda porque en el Congreso de los Diputados quedará aprobado por unanimidad que los animales no son objetos sino seres vivos. Pues menos mal porque eso seguramente resolverá el futuro de los esparcidos por los distintos territorios de la España autonómica; si antes permanecían desconocedores de su suerte en el supuesto de movimientos secesionistas, ahora obtienen certeza en carta de naturaleza inherente a los derechos similares a la ciudadanía. Eso queda resuelto, menos mal; pero seguimos entre otras minucias sin Presupuestos Generales, como si el dinero no fuera el nervio del Estado, como decía Bodino. O como si el Estado no dependiera del Fisco y el Presupuesto no fuera su esqueleto despojado de todas las ideologías, que sostenía Schumpeter.

        Pero miren, aquí se sigue discutiendo neciamente si antes de la Constitución debe ser reformado el sistema de financiación de las Autonomías o viceversa. Y uno ingenuamente se pregunta si a estas alturas, alguien es capaz de desconocer de qué forma la financiación condiciona la actuación de los poderes del Estado. Y más, si es posible la autonomía política sin la existencia de autonomía financiera. O al menos qué tipo de autonomía política permite el sistema de financiación de la autonomía, cómo se recauda y por quién y cómo se distribuye lo recaudado.

        No crean, ni es juego de palabras ni por ahora tiene solución alguna. Nadie se atreve a poner al descubierto el gran fracaso del Estado autonómico porque desde el inicio fracasó el modelo de financiación o las diversas modalidades de este. Al menos, con los cambios realizados desde la mutua comprensión, ha servido durante treinta y nueve años - no son pocos- hasta la llegada del caos y ahora del colapso explosivo. Y el tema catalán es, como el andaluz, junto a otros varios factores y diferencias, ejemplo claro de lo expresado. Y ya ven como los nacionalismos, iguales en su sustancia y hermanados en sus objetivos letales, proponen que Cataluña adquiera los privilegios forales vascos y cómo estos, van más allá y proponen que su modelo insolidario, injusto y antiguo – constitucional quizá sí – se expanda como solución ejemplar y definitiva.

        Pues nosotros a lo nuestro, aunque no sepamos con certeza en qué pueda consistir. Pero miren, acaba de comenzar en Sevilla el gran juicio contra el Estado de corrupción, contra la Andalucia subsidiada, contra el socialperonismo que gobierna con soberbia esta bendita tierra hace tantos años como de franquismo hubo. De manera que uno sucede a otro en continuidad maldita de dependencia paralizante, libertad vigilada e impunidad creativa. Pero no crean, los ERE seguramente no pasaran de titulares vistosos, como ha ocurrido con la desvergüenza de la “formación” de mucho mayor calado; porque la corrupción ha inundado los alveolos de la sociedad, ya acostumbrada a un intervencionismo abrumador, queriendo desconocer que es este el que siempre instala en la política y en la sociedad la corrupción misma.

        De forma que la corrupción andaluza, que no comienza con los ERE sino en la primera década de autonomía- ni tampoco ha terminado- es la otra cara, como el golpismo catalán, de la misma moneda falsa de un autonomismo adulterado por una clase política ambiciosa y trincona, amparada por un ordenamiento jurídico de tres al cuarto que ni siquiera se cumple en la parte que podría servir de muro a tanto desmadre.               Observen cómo es posible que Andalucía, la más poblada de las Autonomías, seguida de Cataluña; con el mayor PIB de España, seguida de Cataluña; con mayor Presupuesto público, también seguida de Cataluña, haya desmontado o inutilizado sus sistemas jurídicos e institucionales de control, como Cataluña, que incumple hasta las Sentencias de los Tribunales ante la indiferencia cuando no huida, de un Estado en letargo suicida permanente. 


       Pero financiación, a costa de la sociedad, que no falte. Ahí tienen como en los últimos diez años, mientras el PIB en España crece un 3% en Andalucía permanece estancado; y mientras, en el mismo periodo, su PIB percápita disminuye un 4% en términos reales. Pero ya ven, los Presupuestos Generales del Estado disminuyen en dicho intervalo un 2%; pero en Andalucía crecen un 14%, hasta alcanzar para el próximo año la friolera de casi 36.000 millones. Y si falta algo ahí está  el FLA, como en Cataluña. La corrupción generalizada o la sedición corrupta del tres por ciento, necesitan más financiación. Pues eso.      

jueves, 14 de diciembre de 2017

La Opinión de Julian Delgado

Este artículo será publicado por el diario “Ultima Hora” de Mallorca, el próximo sábado día 16 de Diciembre

INELEGIBLES

 Julián Delgado. Escritor
       
         Las fuerzas separatistas están sacando a relucir lo mejor de su repertorio en esta campaña electoral. Desde llamar mala puta a Arrimadas hasta la referencia a la distensión de esfínteres de Iceta, pasando por tildar a Rajoy de fascista, a la democracia española de franquista y a la Justicia de genuflexa ante el poder.
        
        Y eso, pese a que el sistema democrático español es el más garantista de Europa y la Justicia vendida al poder es la que mete en prisión acusados de corrupción a unas docenas de responsables del partido del Gobierno y, por si fuera poco, sienta en el banquillo al mismo Partido.
        
        Las apariciones de Puigdemont en el plasma recuerdan por su desequilibrio emocional, la irracionalidad de su discurso, su histrionismo y su obsesión con un perverso enemigo a algunos políticos del franquismo cuando, llenos de fervor  patriótico, descalificaban la democracia y echaban la culpa de todos los males al comunismo y la masonería. 
        
        Por otra parte, desde los tres partidos separatistas se anuncia sin rebozo que si ganan las elecciones, van a recuperar la casilla de salida para volver a dar un golpe de estado. Dice el ex president que no le valen cambios en el  Estatut ni en la Constitución.
 
        La pregunta que debemos hacernos es si responde al sentido común y al derecho comparado que se puedan presentar como candidatos estos  políticos imputados, presos o huidos de la justicia, acusados de golpistas y malversadores, y de conculcar leyes y derechos, situando a Cataluña en un trance dramático y a todo el país en estado de emergencia; que insultan a España y a su gobierno, mientras continúan urdiendo planes secesionistas.

        Es un insulto a la razón que se amparen en la presunción de inocencia los acusados por rebelión, para poderse presentar a las elecciones, cuando son ellos mismos los que nos dicen a las claras que van a repetir su propósito. Es decir, los partidos aceptan que un cargo público imputado por corrupción debe dimitir, pero uno imputado por el delito de rebelión, entre otros, no, hay que esperar a que se les condene dentro de cuatro o cinco años.


         ¿Hasta cuando soportaremos la ignominia de ver a estos presuntos delincuentes jurar la Constitución como norma fundamental del Estado? 

miércoles, 6 de diciembre de 2017

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea

FELIZ ANIVERSARIO, ESPAÑA
6 de Diciembre 2017


       
        He querido subir a mi Azotea al siguiente día del comienzo de la campaña electoral en Cataluña, coincidente con los treinta nueve años desde que el pueblo español ratificó en referéndum la Constitución aprobada por las Cortes, en las sesiones celebradas el treinta y uno de Octubre del mismo año de 1978. Coincidencia macabra entre un monumento ejemplar de civilización y convivencia y unas elecciones convocadas en emergencia, tratando de sumergir en la impunidad un golpe de Estado fallido, conducido por ganapanes profesionales, manada de desecho que saben aprovechar la debilidad de un Estado conducido por pusilánimes patriotas de pitiminí. Pero el ruido de la calle resulta tan atronador, en pleno gran puente previo a las Fiestas navideñas, que dificulta reflexión serena de estas décadas prodigiosas de paz, libertad y progreso. La abandono satisfecho de creer vivir en país europeo moderno, democrático e imaginativo pero con el temor latente del riesgo que supone el desenvolvimiento de una nación, entre anclar la razón de su destino marcado hace siglos o dejarse llevar por esos imperceptibles demonios de la historia que una y otra vez le ponen al filo del abismo de su propio asolamiento.

        Miren, a mí la situación catalana me produce un enorme desasosiego. Y no por cómo viene desarrollándose el contragolpe al estúpido movimiento secesionista de los restos más pestilentes de la otrora brillante y próspera burguesía, ahora aliada suicida del más reaccionario y totalitario comunismo populista de corte castrochavista. No, porque cada uno, incluso las generaciones o los grupos sociales, se autodestruye por el virus malicioso de la ambición y resulta incapaz de encontrar el antídoto eficaz antes de la desaparición. Es la rueda de la Historia. A mí me preocupa y mucho, cómo en la coyuntura que se atraviesa, vienen a coincidir elementos exógenos y endógenos que aceleran la putrefacción de un sistema que nadie parece interesado en poner a salvo; como si fuera inevitable o mandato tétrico e inexorable de un destino marcado. En consecuencia, me preocupa el desenlace; lo que viene tras las elecciones.

        Europa, debe insistirse una y otra vez, se debate entre su nacionalismo diverso y estructural; el abandono innecesario e injusto de Gran Bretaña que no quiere perder su vinculación a USA; la pérdida seguramente permanente del paraguas yanqui ahora plegado al otro lado del Atlántico y agitado en sus raíces por una mano inquietante de proteccionismo nacionalista y populismo internacionalista y desde luego, la invasión silenciosa de musulmanes y africanos, unos en reconquista y otros huyendo de la miseria. De manera que la gran Europa soñada por los Padres de la Unión, cuna del pensamiento y la creación del liberalismo democrático y representativo, observa con preocupación cómo los totalitarismos comunista y fascista alejan nuevamente la libertad y el progreso. Aparte declaraciones más o menos diplomáticas de sus dirigentes políticos de poco serviría un apoyo coyuntural mirando al electorado propio y al agobio que se cierne sobre un proyecto muerto de éxito antes de alcanzar alguna de sus grandes utopías.

        Y aquí seguimos con un país paralizado, pendiente de alguna solución para Cataluña, aunque no llegará por la vía de las elecciones, pero presente con su golpismo pegajoso, autoritario y tercermundista; los Presupuestos GE sin aprobar; la Seguridad Social en déficit permanente y a punto de estallar; y una Constitución que hace aguas en la parte inútil porque no se cumple y por la útil porque no se aplica. De manera que el panorama nacional produce erisipela, vagando en el desconcierto que produce una clase política desnortada, trincona y alejada del sentir colectivo. Pero ahí tienen a ese fenómeno político llamado Sancheiglesias, experto en gamberrismo de Estado, planteando la necesidad de sacar a Franco del Valle de los Caidos o su compadre Iceta, tan simpático como gaseoso, pidiendo una quita de la deuda acumulada por el tripartito que él defiende y la creación de una Agencia tributaria al servicio de una Cataluña confederada. Claro, si los votan a ellos ¿por qué no votar a Colau, Puigdemont o Junqueras? Es lo mismo, si no peor.

        Seguramente la Constitución habrá de modificarse, pero no derribarla, construyendo sobre sus valores y principios un modelo de convivencia adaptado a una sociedad muy diferente a la década de los ochenta y noventa. Además el secesionismo catalán es síntoma inequívoco de la crisis del sistema. Parece nadie quiere recordar el Plan secesionista de Ibarretxe aun teniendo a su sucesor Urkullu pontificando sobre la conveniencia de exportar su modelo de privilegio y chanchullo al resto de los territorios. Otra vez el plumero al aire del nacionalismo sedicioso. Por ello, pensar en la posibilidad de consenso entre partidos constitucionalistas en inútil, salvo que triunfe el aparente triángulo de izquierda socialista y sus confluencias respectivas, el nacionalismo vascocatalán y la derecha indefinida que nos gobierna.


        De manera que la Constitución deberá ser reformada en base a técnicas de federalismo, pero más bien aprovechando soluciones instrumentales ya ensayadas en ejemplares federalismos europeos. Y tanto el modelo de financiación de las regiones como el régimen electoral general, deberían integrarse en el texto constitucional reformado. Y por supuesto, encajar de forma definitiva los Estatutos de Autonomía en el ordenamiento jurídico constitucional, estableciendo un modelo racional de competencias que debe quedar constitucionalizado. E intentar otros cuarenta años de democracia y de Nación que crea en su propio destino.