Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 30 de octubre de 2014

LA AZOTEA de Javier Pipó en "Córdoba"

Artículo publicado en el Diario "Córdoba" el día 30 de Octubre de 2014

CATALUÑA Y LA REFORMA
Javier Pipó Jaldo
   La cuestión catalana parece contenida, pero sin solución. Tras el lloriqueo de Junqueras que tanto recordaba a Arias Navarro, el aborto independentista une en idéntico plañir la representación de parecidos farsantes, pero aún así o quizá por ello, resulta difícil sustraer unas líneas a la cuestión constitucional en que parece devenir aquella. Desde luego debo manifestar mantengo inalterada mi intranquilidad e insatisfacción por el resultado del bien llamado proceso soberanista y su aparente fracaso, incluso su teatralidad algo chusca, por no decir dramática. Creo que a partir de la decisión del Gobierno catalán comienza una cuenta atrás irreversible, imparable en su devenir histórico.

   A la vez habrá de constatarse el fracaso de una Constitución vigente durante 36 años y ni uno más con la conformación actual. Es verdad, nació con vocación de convivencia y respeto, pero incapaz de durar otra generación. Resultó eficaz para construir el más largo periodo de paz con bienestar desde 1700, permitiendo desconocidos parámetros de libertad, democracia y desarrollo, pero ahora es instrumento inútil para conservar lo construido. De manera que en efecto es tiempo urgente de modificarla y constatar también el fracaso de las instituciones, del juego de poderes y contrapoderes que definen aquella, del Gobierno de turno y de los partidos democráticos, ojalá todos lo fueran, que nunca aceptaron que la libertad y la democracia requieren labor imaginativa diaria porque no son conquista permanente.

  Miren, el Estado de las autonomías es invento de la democracia española. Quizá los constitucionalistas se sintieron apremiados por el llamado “problema nacional” conocido desde el XIX como “problema regional”. Y para ello miraron hacia el Estado Integral de la Constitución de 1931. Pero en palabras de Cruz Villalón elaboraron “una Constitución que permitía, sin sufrir modificación formal alguna, lo mismo un Estado unitario y centralizado, que un Estado unitario pero descentralizado, que un Estado sustancialmente federal, que, incluso, fenómenos que rebasan los límites del Estado federal para recordar fórmulas confederales”. Es decir, sacaron de la Constitución la estructura del Estado, construida a tirones por el TC y los Estatutos de las CCAA. Dicho con brevedad, optaron por un modelo abierto, limitado básicamente a regular las diversas formas que podía eventualmente adoptar el proceso descentralizador. Y claro, al carecerse de modelo constitucional, el nacionalismo argumentó tal como defienden Argullol o Herrero de Miñón la heterogeneidad autonómica, como si fuese la deriva necesaria de aquél. De ahí a la plurinacionalidad, ya que Euskadi y Cataluña se proclaman naciones y sobre ello la foralidad, la insularidad y la pluralidad lingüística, como hechos diferenciales. Y la respuesta expansiva y exigente del agravio comparativo de los demás. Naturalmente, cultivado el soberanismo se abre la puerta al independentismo, aderezado además por una historia manipulada o falsa concebida sin base científica, como fuente de legitimidad política.

   Hay pues que iniciar con urgencia una reconstrucción nacional que termine con la hegemonía ideológica y cultural del nacionalismo pero también explicar a las nuevas generaciones que la unidad nacional es un proceso de incorporaciones iniciado por la unión de las Coronas de Castilla, León y Aragón. Que nunca tuvo más fusión que la Corona, ni siquiera con los Austrias. La soberanía de la Nación española fue proclamada por las Cortes de Cádiz en 1812, conformándose así por vez primera en España el Estado constitucional, sobre la base de una comunidad política organizada sobre la división de poderes y formada por los españoles, considerados como ciudadanos libres, iguales ante la ley y sometidos al mismo ordenamiento jurídico. A partir del triunfo de la Revolución liberal, quedó organizado en provincias y en municipios, estructura territorial respetada por las Constituciones monárquicas de 1837, 1845, 1869 y 1876 y por la republicana de 1931 que introduce la autonomía regional. Solo pues 200 años de unión.

   La CE de 1978 tiene en la práctica rasgos de funcionamiento propios de los sistemas federales, con debilidad acusada del Poder central eso sí, a diferencia de la reforma reciente del Estado federal alemán. Debe ser modificada en esa dirección, hasta que parezca lo que debió ser o al menos lo que parecía querer ser. Porque nadie tenía la certeza de saber lo que quería, ni la Nación necesitaba. Ahora sí, a pesar de catalanes y vascos.

  Además el formato de las autonomías ha fraccionado los campos de decisión política favoreciendo intereses con frecuencia corrompidos, tratando de disimular un latrocinio minucioso de lo peor y más acanallado de la clase política.
Decía Einstein que el nacionalismo es el sarampión de la humanidad. Pero este tiene cura y el nacionalismo ninguna, pero si tratamiento.  Y también es verdad que no solo es enemigo declarado de la Nación española, sino también del gran proyecto europeo. Pero la historia a considerar es la del avance humano en su desarrollo en busca del bienestar y la dignidad. Y a ello debe España dedicar el esfuerzo de nuestra generación y las siguientes. Y que dure al menos 40 años.






martes, 28 de octubre de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó


EL FINAL DE LA LIBERTAD
Javier Pipó Jaldo
   Cuando el desarrollo, el bienestar y la democracia parecían asentarse en una historia de España ajetreada y poco estabilizada, llegan vientos huracanados y fríos para tratar de erradicarlos, quien sabe si definitivamente, como principios estructurales de la fértil y hermosa civilización a la que pertenecemos. Que poco parecen durar las escasas etapas de libertad en este voluble país.

   Miren, la situación está resultando insostenible por no decir explosiva. Aquí cada día no trae su afán sino un escándalo en forma de puesta de manifiesto de la podredumbre en que quedó el sistema. Aquí no se puede ocultar que la realidad no pasa de ser una de las apariencias de la verdad. Y ya no sabemos ni donde se encuentra, ni cual sea, ni en poder de quien se encuentre la verdad. Ya hasta la moral dejó de constituir un conjunto de normas no escritas para no llegar siquiera a conjunto de respetos. Porque ciertamente se desconoce el respeto de unos con otros, de todos con las instituciones, del ciudadano hacia si mismo. Es una evolución hacia el abismo o cuando menos la marcha al retroceso porque ni las creencias son certezas y en modo alguno pautas de comportamiento, quedando aislado el ciudadano despojado de su dignidad como tal y temeroso de perder hasta la devoción fervorosa a un ideal. Sí claro, se trata de una reflexión tenebrosa del momento, pero seguramente falte tiempo para que pueda ser pesimista. El optimismo está llevando a la ignorancia que será la madre del  miedo. Solo quisiera ser preso de un error insalvable o de un desconocimiento irreversible de la situación nacional.

   Fíjense, tras 36 años parece descubrimos un sistema putrefacto del que comienzan a salir roedores otrora defensores de la permisividad como norma de convivencia y del privilegio como defensa de la libertad. Y no crean que este baño de corrupción sea un hecho novedoso de la democracia española. Comenzó a los pocos años, en los ochenta, conforme la abundancia podía ser objeto de codicia para los guardianes de aquella y paralelamente se desmontaban los sistemas de control internos y externos de tantas Administraciones como territorios, tan inútiles como generosamente libadas con impuestos abusivos e injustamente repartidos y la solidaridad europea caída como maná sobre un pueblo mas amante de las caenas que de la razón y las luces. Y ahora, con una Justicia saturada e inmovilizada por la presión de los intereses, con una elite salpicada hasta hacerla repugnantemente irreconocible, el sistema espera resignado la teocracia de sus sepultureros. En la periferia acechan de una parte los que adoran el dios Estado omnipresente y totalitario, donde la supresión de las clases sociales pasa por la supresión previa del individuo en su dignidad y libertad. Esperan el momento oportuno que madure el hundimiento para alzarse con el poder dictatorial democráticamente eso si, dinamitando el sistema con voto masivo y sin advertir que en su modelo de democracia Popular, el poder no se alimenta de poderes sino que al ser uno, el pueblo solamente lo ostenta obedeciendo. Y de otra, los teocráticos del vandalismo yihadista que tratarán de infiltrarse o asaltar unas fronteras donde los ilegales son los que las defienden. También esperan el momento adecuado para arrasar el Estado mismo, al fin y al cabo una creación del cristianismo europeo.

   Y la reacción ante tanto desafuero no pasa de gesticulante porque incluso resulta hasta sospechosa esta cadena interminable y coincidente en el tiempo de presuntos, conducidos ante una justicia incapaz de procesar siquiera a unos cuantos y no digamos juzgarlos y en su caso condenarlos. Para eso se mantiene el blindaje del aforamiento preciso y la inmunidad rellena de impunidad. Y además, siempre queda el recurso al indulto más o menos disimulado para los que resultó imposible librarlos de pasar por el reproche. Pero ya está bien, porque en un país de tuertos, donde el ciego es revolucionario, reivindico con Ortega mi derecho a la continuidad y añado con él que la forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia es la democracia liberal. Por eso reclamo tan alto como pueda esa continuidad y si está podrida la democracia habrá que desinfectarla y limpiarla hasta los alveolos, pero no destruirla porque no hay otro sistema mejor. Como decía sabiamente Pertini, a la más perfecta de las dictaduras preferiré siempre una imperfecta democracia.

    La situación no puede esperar. Los Partidos democráticos del sistema, pocos por desgracia, deben abandonar la semántica y en un paso histórico acordar una decisiva y profunda lucha contra la corrupción; un Gobierno de concentración; la reforma de la Constitución conforme al artículo 168 y en consecuencia la disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones que ratifiquen aquella. Es urgente e inevitable. La Nación se desmorona entre la corrupción, el nacionalismo y los totalitarios que ya tocan poder. Por mi parte y en lo que pueda, siempre preferiré estar con la minoría sensible antes que con la mayoría victoriosa que se avecina en el final de la libertad. Pues eso.

miércoles, 22 de octubre de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó


LA CANDIDATA
22 de Octubre de 2014
 
No era mi intención a estas alturas, en aluvión de acontecimientos nacionales e internacionales, hacer una crítica nada irritada ni sectaria, de la que en breve será candidata a la Alcaldía de Córdoba por el PSOE. Pero claro vivo aquí desde hace más de veinte años y me parece una ciudad fascinante, un lujo para residir y descubrir cada día. Y me importa quien la administre, quien la dirija, claro que me importa y mucho. No es que tampoco pueda esperar grandes filigranas de un gobierno municipal, pero sí que le aplique sentido común y técnicas depuradas de eficiencia y honradez a la gestión de lo que resulta más próximo y cercano a los intereses de los ciudadanos en su auténtico y primigenio sentido.
E inesperadamente, me topo con una larga entrevista en el Diario "Córdoba" a la que se designa como candidata, lo que me impulsa a opinar casi por obligación de ciudadano con derecho a manifestar un criterio y compartirlo con quien muestre tanto su acuerdo como su disentimiento.
Verán. Doña Isabel Ambrosio viene ocupando desde hace varios años la Delegación del Gobierno andaluz en la provincia. Este es puesto altamente politizado, confiado a militantes del Partido con buenos contactos tanto en este como en aquél. Ahí no cabe duda alguna. Debe representar al Consejo de Gobierno y a su Presidenta, así como interpretar y ejecutar sus políticas en el ámbito territorial que le confían. Para ello ha de coordinar a los representantes de las distintas Consejerías, es decir dirigir la Administración periférica de la Junta. Tarea apasionante y nada fácil, desde luego.
La Delegada Ambrosio, es mujer joven, con buena imagen, discreta, moderada, nunca le oí nada impertinente o fuera de tono. Es verdad que tampoco la oí participar en foros de opinión no partidistas, fuera de funciones puramente estéticas o de representación. Y ello a pesar de tener bajo su tutela el más importante conglomerado de instituciones y recursos económicos y humanos de la provincia, donde crece paralelamente de manera desmesurada, una ruinosa e ineficaz Administración en manos de fieles militantes que anulan de forma progresiva la profesional de funcionarios independientes, solo al servicio del Estado y los intereses generales que representa. O a pesar de la crisis, y del paro de jóvenes y mayores en el límite de la angustia o del cierre de demasiadas empresas. Claro, coordinar una estructura semejante requiere conocer y muy bien las instituciones sobre las que ejerce autoridad y poder. Y si la estructura es administrativa su experiencia y no escasa debe ser en el ámbito de la Administración como funcionaria de alta cualificación. Y ello no empece la carga política del puesto y en consecuencia la necesidad de que la titular goce de la confianza del Consejo de Gobierno que la nombra y su cercanía o militancia incluso en su Partido. Pero la Sra. Ambrosio acreditando militancia suficiente, resalta en su escasa cualificación para la función encomendada. Cuestión que podría verse paliada o suplida por la de profesionales al frente de las áreas de la Administración que coordina, es decir Delegados y otros altos cargos con denominaciones a veces pintorescas. Pero ello es imposible porque los referidos cargos están también en manos de militantes, la mayor parte sin preparación alguna y desde luego ajenos a la función pública. Un disparate sin paliativos pendiente de reforma definitiva para conseguir la Administración moderna, eficiente y democrática requerida por un Estado de Derecho. Desde luego no existe una sola razón que justifique que la dirección sectorial de la Administración periférica se encuentre en manos de comisarios políticos, con remuneraciones que gran parte de ellos nunca habrían conseguido en el sector privado.
Y en esta tarea se encuentra inmersa nuestra joven y voluntariosa Delegada del Gobierno, cuando el Partido la llama para encabezar la candidatura a las municipales, tras un amago de “primarias” que seguramente quedaron en “infantiles”. Y acepta sin dudarlo alegando capacidad, gana y amor por esta hermosa ciudad. Y para testificarlo acepta una buena entrevista periodística, a sabiendas del prestigio y difusión del rotativo. Y claro, quizá ella no lo sabe pero la entrevista para nada cubrió sus objetivos y aun no siendo experto en campañas presumo es tiempo de remediar el entuerto pues la memoria es débil y el botox político realiza milagros. Pero dejo constancia que esta joven suflé desconoce su techo y resbala en su suelo. Quizá crea que es importante saber decir lo que quiere, pero temo ha olvidado que ello quizá es tan importante como tener algo que decir.
¿Y qué dijo? Pues eso, tras utilizar doble página del Diario no dijo nada. Bueno sí, que es de izquierdas - olvidó que Susana ha establecido el color rojo para los pronunciamientos ideológicos - que tiene ilusión, que sacará la espinita a la ciudad “de no haber podido disfrutar de un Alcalde socialista” y cosas así. Bueno claro, y los tópicos y típicos pronunciamientos sobre la igualdad, la solidaridad, los débiles y otros. Ciertamente lo adecuado para optar a una oenegé o similar. Y luego una aparatosa verdad: que todavía no tiene el programa. Es decir, que debe esperar a que el Partido diga lo que hay que hacer y decir. Pues espere también para hablar y explicar algo. Pero mientras debería documentarse que hoy, la Alcaldía de una ciudad universal como Córdoba, con más de 300.000 habitantes y en los límites de la recesión y el paro, requiere amplios conocimientos de finanzas públicas y tributario, de urbanismo y medio ambiente, de política cultural y de fomento del turismo, el deporte, la salud pública, el empleo, el tráfico o la seguridad. Y muchas más cosas que debe tener aprendidas antes de confiarlo todo a un equipo despersonalizado de técnicos.
Esta ciudad requiere de un liderazgo poderoso, tanto político como de gestión. Y disimular con menos descaro el utilizar la plataforma de una candidatura a la Alcaldía para luego, desde la Corporación como concejal, dar el salto al Congreso de los Diputados o el Senado. A buscarse la vida que todavía quedan muchos años. Menuda regeneración tenemos en marcha.   
 

 

 

jueves, 16 de octubre de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó en Diario "Córdoba"


Artículo publicado hoy en La Azotea del Diario "Córdoba"
 
EN EL ESTADO FEDERAL

Ahora hace dos años y medio, cuando aún no había comenzado la fiebre del cambio constitucional, me preguntaba desde esta misma columna porqué no federalismo, siendo conocedor que en la historia del constitucionalismo no existe el Estado federal, sino pluralidad de Estados federales, como respuesta a circunstancias históricas diversas adaptados al entorno cultural o económico de cada nación. Inician el camino desde la unidad estatal inexistente previamente como Alemania, o ya existente y establecida como USA, o potencialmente federal como Gran Bretaña o de Estado unitario y centralizado que al final del proceso federalista queda totalmente descentralizado, como España.

Si federalismo es también síntesis de conjugar autogobierno con poder compartido y dividido, haciendo realidad el principio de subsidiaridad donde cada nivel territorial debe ejecutar las competencias según reglas de eficiencia, nuestra realidad constitucional por vez primera es esa. Aunque con federalismo o sin él, se trata de mantener y no destruir una nación con Estado y del deber de compensar la diversidad. Por ello el resurgir del federalismo se acrecienta al resultar adaptable a formas y variantes múltiples, tal como tienen estudiado Elazar o el profesor Blanco Valdés.

Los reunidos en Filadelfia en 1787 para redactar la Constitución USA, pasando de la Confederación imposible a la Federación de liderazgo, se vieron apremiados ante el ejercicio imposible del Gobierno central por la permisividad en la autonomía de los Estados. Pero logran una Constitución modélica, de adaptación progresiva, imitada y de influencia decisiva en el constitucionalismo occidental, seguramente por su lealtad al espíritu de Locke, resultando especialmente llamativa su permanencia 227 años con solo 27 enmiendas. Incluso, tras la gran crisis de 1929 logra una suave modificación desde el inicial modelo “dual” al más flexible conocido como “cooperativo”, que va calando asimismo en Europa, como se percibe en Alemania, Austria, Suiza y quizá España, ya que la disminución de la soberanía de los Estados nacionales, incrementa y fortalece instituciones de carácter federal, tal como parece ser la tendencia de la UE.

Aquí, tras el éxito de una Constitución nacida hace solo 36 años, parece apremiar cambiarla aunque desconociendo para qué ni por qué. Eso sí, el sentimiento de ingobernabilidad del Estado resulta patente, aunque pareciendo prevalecer sin embargo cambiarla sin más, antes que reformarla. Pero se debe reflexionar sobre sus contenidos ejemplares o vanguardistas a conservar sin añadidos de coyuntura, generalmente propuestos por quienes desprecian la democracia parlamentaria y representativa. O de poner remedio al incumplimiento reiterado e impune de su texto o de las Sentencias del TC que lo interpreta, frenando decididamente y con sentido común lo mucho que hace al Estado ineficiente o ruinoso. Es tarea que debe acometer una clase política atiborrada de privilegios, hábil en el chapoteo de la corrupción pero insensible al riesgo de perder la libertad.

La crisis dramática que sufrimos desde 2007 debería forzar a la adaptación de  nuestra Constitución como hace 85 años hicieron los norteamericanos. Es imposible seguir esperando la mano jurisprudencial del TC o la siguiente improvisada oleada reformista de los Estatutos o continuar la descentralización sin límites y la centrifugación imparable, hasta la desaparición del Estado debilitado por la ruina y el buenismo ideológico.

Es urgente identificar las entidades federadas, sus características y competencias, así como el régimen de financiación, que condicionará siempre el ejercicio del poder del Estado midiendo el efectivo grado de descentralización. Y conseguir la igualdad de derechos y la unidad de mercado, manteniendo la autonomía y régimen fiscal de los municipios, reduciendo su número y extinguiendo las Diputaciones. Y hacer prevalecer la Ley del Estado sobre la de las partes. Y mantener la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado, la continuidad por encima de las instituciones, como en la Commonwealth. Y concebir un sistema más ágil de modificación constitucional.

Nadie debe creer que la modificación constitucional, con vocación y contenido federal que propongo, es el final de nuestro incesante camino construyendo libertad individual y colectiva compartida en dignidad. Ni el acomodo del nacionalismo radical, que desde 1978 ha mantenido lucha sin cuartel contra el Estado y este cedido gratuitamente al límite, minando progresivamente sus estructuras y llevando al resto de territorios a formular con exigencia expansiva soluciones al permanente agravio comparativo.

Nuestra diferencia con cualquiera de los Estados federales es el látigo brutal de lo que alguien definió como "nacionalismos interiores" que siempre buscarán la modificación del modelo, para superarlo antes o después, con o sin Constitución. Confederalismo primero y luego, independencia, sin más. Pero quizá consigamos otros 35 años de estabilidad. Si no nos arruinan antes.

 

sábado, 11 de octubre de 2014

La Opinión independiente de Javier Pipó


EL ABISMO
Javier Pipó Jaldo
11 de Octubre 2014

En modo alguno sentiré comodidad al terminar de redactar estas líneas repletas de preocupación por lo que está sucediendo en mi país, en España, donde hace años se decía que nunca pasaba nada. Ahora sí y mucho, porque hemos pasado desde creer en el modelo de convivencia surgido con la Constitución como ejemplar, a sentir vergüenza y repugnancia por la amplitud que toma esta pocilga institucional que ha resistido 36 años el saqueo sistemático, hasta la ruina.

Miren, a mí, la corrupción que envuelve el régimen populista andaluz no me sorprende en absoluto. He asistido desde dentro y desde hace 30 años, al desmantelamiento concienzudo de los instrumentos de control y a la expansión sin límite de una política miserable de ocupación sistemática hasta los alvéolos de las instituciones sociales y económicas, naturalmente en provecho propio y de las organizaciones a quienes decían representar. Contaba con pelos y señales, pero el bienestar, la comodidad o el egoísmo hacían imposible entender tanta desgracia, así que en mi reducido círculo resultaba más atractivo mirar para otro lado y tachar los relatos como exagerados y siempre pesimistas.

Al menos, como consuelo, elaboraba mentalmente la tesis de que el caso andaluz era singular, producto de una situación explicada por la historia, el subdesarrollo y el pésimo funcionamiento de una oposición política que nunca acertó a conectar con un pueblo necesitado de liderazgo para el gran salto hacia la libertad y la prosperidad. Cuando encontró líder de cierto fuste, era demasiado tarde porque la malla de corrupción envolvía no solo a promociones de  políticos sino también a los agentes sociales, económicos y creadores de opinión. Opinión pública ciertamente muy débil, surgida de una población mayoritariamente educada en la cesión permanente de su autodeterminación y de su dignidad para confiarla a un Estado protector que la asumía, pero a cambio de disminuir la libertad y la dignidad colectivas. Un pueblo anestesiado por la dependencia de los poderes públicos y sin más horizonte ideológico que la “educación para la ciudadanía” y la “memoria histórica” no puede ser crítico con los parámetros de su destino.

Pero claro, cuando sucesivamente los escándalos de corrupción y saqueo se esparcen sin fin por todo el territorio nacional, entro en fase terminal de confianza en el sistema, incapaz de detectar, reprochar y castigar con dureza tanto desmán. Y ahora pienso que quizá la fase terminal corresponde al sistema mismo que difícilmente será capaz de superar un envite del tamaño que intentamos digerir.

Miren, ahora resulta que el Estado de las Autonomías servía para fraccionar los campos de decisión política, conforme a intereses bastardos, que disimularan el latrocinio minucioso de la peor y más acanalla clase política de la atormentada historia de España. De la peor Historia de España donde las nuevas generaciones conocerán como la elite dirigente, educada muchos de ellos en prestigiosas universidades, robaban sin más, sin límite, legalmente, fácilmente, porque siempre fue así, porque se lo merecían. Y esa filosofía tremendamente criminal ha afectado al sindicalista que decía representar al trabajador y al experto financiero, al pequeño empresario que nunca vio mejor oportunidad y al administrador de la Corona, símbolo de la unidad y permanencia del Estado. Y entonces ¿Qué nos queda? Nada, no queda nada. Ni siquiera la Justicia para reprochar y mandar castigar el peor delito de quien circula por el poder, el delito de traición a la Nación española. Cuando se lleve ante la Justicia tanto ladrón, si se lleva, se instruyen los sumarios, si se instruyen, se juzgan y se pronuncian sentencias definitivas muchos de ellos habrán desaparecido, otros estarán fuera de edad penal y seguramente una mayoría quedará impune. Pero claro esta Justicia que funciona a golpes, de vez en cuando, nadando entre papeles, con medios escasos y con sistemas de vigilancia e inspección de andar por casa, presume de enormemente garantista porque así lo determina el ordenamiento jurídico procesal anquilosado por quienes no les interesa su modificación. De manera que las garantías funcionan como un reloj, alargando innecesariamente los procesos, para quienes vulneran descaradamente las reglas de juego de un Estado mínimamente civilizado, pero desaparecen para la protección de un sistema atacado sin piedad por asaltacaminos que conocen la debilidad del sistema y la fortaleza de su impunidad.

Pues no cesan de preparar el programa de PODEMOS que ante la debilidad del Estado producto de la crisis económica que en absoluto cesa, los nacionalismos corruptos y la putrefacción del sistema político y social, llegará en olor de multitud hasta la cúspide del Estado. Entonces comenzará el nuevo ciclo de otro tipo de corrupción en manos de una vanguardia de iluminados.

¿Qué espera el Rey para lanzarse a desempeñar el papel que le asigna lo que queda de Constitución? La corrupción la tiene en la puerta de su despacho ¿Qué esperan los partidos mayoritarios para un Gobierno de salvación nacional? Que se dejen de “cuentas transparentes” que nadie cree. Es el abismo, estúpidos.   


jueves, 9 de octubre de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó


EL BANCO DE SUSANA
Javier Pipó Jaldo
9 de Octubre 2014 


Desde hace tiempo sostengo como este es Régimen que se sucede así mismo, rejuveneciéndose una generación tras otra, con un libreto seguido al pie de la letra por quienes hoy ya pasaron de flechas a jefes de campamento y mantienen incólume el legado de sus mayores y la protección de sus distintos intereses, casi nunca sociales, casi siempre patrimoniales. Poco importa los escasos y perfectamente descriptibles avances sociales o económicos logrados en más de treinta años de gobierno unidireccional, porque el pueblo andaluz siempre agradecido, recompensa con su voto la seguridad que proporciona un sistema providencialista, experto en potenciar los instrumentos que en cada momento afianzan la paz administrada y costosamente mantenida.

Pero claro, son ya al menos dos las generaciones pasadas, tantos años como el general Franco y, en términos relativos, los avances quedan diluidos en una España de desarrollo equiparable a los países europeos tras la crisis de 1973. Por eso, y una espesa corrupción que tapona cualquier necesaria salida hacia el progreso, necesita extraer de la factoría ideológica de las sorpresas, alguna que suponga un alargamiento de la carrera en persecución de la utopía. Y hay que reconocer que en el presente caso acertaron en la audacia de la elección. Porque eligieron nada menos que la creación de un "banco público". Es decir, poner en funcionamiento un banco, seguramente banca comercial, cuyo capital, ya veremos de donde pueda salir, sea propiedad de la Junta y cuya gestión y responsabilidad solo a ella corresponda.

Es verdad que de lejos, se percibe la presión seguramente perentoria, de sus socios comunistas que exigen una estructura ajena a lo que llaman sin causa neoliberalismo, y más cercana a los modelos sovietizados que como hongos se esparcen por la América Latina del subdesarrollo y la pobreza. Es el peaje de la alianza con los liberticidas y no con los muchos que aun desean y aman la democracia parlamentaria y representativa. Al fin y al cabo esos socios saben que el futuro, no muy lejano, corresponde a fórmulas cercanas al sistema que procuran, porque la población ya está casi madura para la larga marcha. Esperen y vean como el nuevo apóstol de la revolución pendiente llegará castizamente, con coleta y en olor de multitud, incluso con elecciones impecablemente democráticas y no la pocilga venezolana. Este pueblo ha sido concienzudamente anestesiado mediante el buenismo ideológico, la escuela y los poderes mediáticos, en la sumisión y el miedo a la libertad. Vean el espectáculo chusco del perro con ébola y los mascoteros solidarios cantando “excalibur somos todos”, como antes se cantó “vivan las caenas”. Es el precio de la libertad, aunque a veces parece carecemos de medios para mantenerla. Nada más duro que el aprendizaje de la libertad, decía Tocqueville. Nada más duro que el mantenimiento de la libertad.

Y fíjense el momento elegido para la pretensión. Tras el espectáculo gigantescamente gansteril del saqueo de las Cajas, del conocimiento de la larga lista de los beneficiados por el expolio. Cuando aún no se investigó el practicado por todos los partidos, representantes institucionales y agentes sociales, en el resto de las entidades financieras similares, vienen desde la Andalucía profunda solicitando un nuevo experimento, un nuevo castillo de fuegos artificiales.

Y claro, es el momento de echar la vista atrás y comprobar que la existencia de bancos estatales es cuestión aceptable dentro del juego democrático, entre un liberalismo que no teme la presencia del Estado en la vida económica, como elemento   de corrección e impulso y una socialdemocracia que para nada reniegue de la economía de mercado. Es decir, de protagonistas que crean en la libertad como valor base. Porque puede y en ocasiones debe el Estado tener una intervención subsidiaria para desarrollar líneas de crédito no atendidas por el mercado. Así ocurrió con éxito espectacular en la larga y fructífera lista de Bancos públicos desde el último tercio del siglo XIX. Desde 1872, con la creación del Banco Hipotecario, a la Caja Postal en 1909; del Banco de Crédito Local en 1925, a los éxitos y el prestigio del Banco Exterior de España desde 1928, siempre dirigido por las mejores cabezas de la ciencia económica. O el papel esencial en el desarrollo agrario del Banco de Crédito Agrícola a partir de 1962.

Banca pública que tras prestar servicios impagables a la economía española, comienza su declive en el tardofranquismo hasta que entrada la democracia hay un entendimiento entre las dos principales fuerzas democráticas para dar la puntilla definitiva a tan importante trayectoria. Al principio de la década de los 80, la Banca pública otorgaba el 20% del crédito, pero en 1991 es Felipe González quien impulsa la Corporación Bancaria Española, luego Argentaria, que agrupando las citadas entidades y otras, las llevaría dos años más tarde a su desaparición, mediante privatización.

¿Es que la Presidenta Susana desconoce la historia? ¿Qué pretendería con ese paso, aparte contentar a quien la sostiene?¿De nuevo quiere propiciar la “presencia social” de cantamañanas en el órgano rector del Banco Público? Parece como si quisiera ignorar el momento crucial de especial sensibilidad puesto en la actualidad nacional por otro gigantesco escándalo de corrupción, iniciado en 1985 con la llamada Ley de democratización de las Cajas. Cuando todavía sigue su curso el sumario de los ERE, o el fraude de la formación. O las inacabables noticias sobre el fraude de una Administración que parece sobrevivir autoalimentada de sus propias mentiras y de las fantasías de telesur. Si fracasa el modelo de reproche jurídico, vamos camino de ello por la eterna duración de los sumarios, los procesos y las sentencias firmes, será el fracaso de la democracia de 1978.

Pero hay un modelo peor. Es el modelo comunista de gobernación. Ahora aparecen como demócratas, circulando con cierta moderación por los pasillos del poder. Esperan la santa alianza con los que cantan sin cesar en las plazas himnos revolucionarios hasta la hora de hacer posible la utopía de eximir de responsabilidad social al individuo, para ser asumida por el Estado. Y también de su libertad.

Ya me dirán para qué queremos entonces un banco

lunes, 6 de octubre de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó


DE LA LEVEDAD DE LOS POLÍTICOS

Las últimas declaraciones del flamante líder de los socialistas españoles creo merecen algún comentario y me gustaría no pasara más allá de una crítica democrática a quien puede estar llamado a gobernar la nación española, o lo que quede de ella.

No quisiera aplicarle al Sr. Sánchez la acidez de Groucho Marx cuando dijo aquello de ser mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente. Aún es pronto. Pero nuestro líder, más producto mediático que trabajado en la briega del Estado, comienza a poder apreciársele lo que resulta común a la mayoría de los políticos españoles cuya profundidad rara vez pasa de la superficie.

Hombre, a estas alturas de siglo, en plena crisis económica y social, de valores y principios, dentro de una Europa declinante, tan amenazada como la propia España por el furor islamista, en plena y bárbara reconquista, no puede ser verdad que un líder joven, con ambiciones y posibilidades de gobernar una Nación con peso y tradición histórica, de economía desarrollada, diga sandeces de tal magnitud. Ha dicho varias, aunque ciertamente no todas igualmente vacías o peligrosas. Me quedo con las dos últimas.

La penúltima, hacía referencia a la necesidad de celebrar “funerales de Estado” por las víctimas de la “violencia machista”, una de esas frases de éxito acuñadas por la factoría del progresismo militante. Frase-síntesis de un feminismo de ocasión, de ida y vuelta, casi siempre ofensivo a la mujer que desarrolla sus derechos y posibilidades al margen de laboratorios, observatorios, consejerias, delegaciones e instituciones sin fin, de las que viven miles de militantes que jamás contribuyeron a la creación de riqueza nacional alguna. Como si la violencia contra la mujer no fuese una parte de la violencia propia de una sociedad desorientada, donde solo los audaces aparecen como dotados para definir el rumbo, al percibir la impunidad como recompensa. Pero hay otros sectores sociales también requeridos de protección legal del Estado, por su sufrimiento en silencio y ajeno a los ajetreos de una opinión pública unidimensional. Los niños en hogares cada vez más ásperos y desectructurados o los ancianos a los que la crisis de una sociedad enferma les destroza el último tramo de su existencia. Pero contra toda esta violencia o trato vejatorio e inmoral, se lucha con leyes sabias y justas a favor de la igualdad que se cumplan, con un poder judicial que imparta justicia rápida, sin atascos ideológicos y sin privilegios y con una educación de principios y valores, apartada de la ideologización y el encuadramiento. Y menos cantamañanas vividores de los slóganes progres del momento y de las instituciones a cargo del bolsillo de los contribuyentes.

Aquí, al Señor Sánchez le salió el zapaterismo que lleva dentro, como a Susana le sale el rojo. Pero claro, estos colores tienen cura, leyendo mucho, aunque la política sea la única ciencia para la que no se exige preparación específica alguna, viajando mucho y escuchando a los que saben. Y callando muchas veces y no olvidando que expresarse claramente es tan importante como tener algo que decir.

Porque claro, soltar la mamarrachada impropia y peligrosa de la necesidad de más gasto social,  haciendo desaparecer el Ministerio de Defensa, va más allá de lo tolerable, de lo admisible en un líder de banquillo. Pero no crean que hizo una rectificación humilde y en regla. Sus edecanes, muchos de ellos con título de robaperas en las más importantes academias del saqueo nacional, le prepararon una marcha atrás casi peor que la bobada inicial. Y digo esto porque hacer desaparecer el Ministerio de Defensa no lo cree nadie, cualquiera que sea su ideología. Ni siquiera el estalinista de la coleta al que quiere rebasar. Es verdad que demuestra una ignorancia supina y penosa sobre lo que es y representa la Defensa Nacional y su integración en la estructura de los objetivos colectivos y de preservación de un sistema. Pero intentar convencer a la opinión pública que aún le escucha que lo que quiso decir es la necesidad de rebajar sus presupuestos, es si cabe peor todavía.

¿Sabe el Señor Sánchez que el Presupuesto de Defensa aumentó en España en 19 años solo un 9,5%? Desde los 5.207 mill. euros a 5.745 mill. euros de 2014. Fíjense las comparaciones que podríamos hacer con el incremento de 445 millones en tantos años. Incluso hablando de Andalucía. Incluso hablando del FLA y otras gabelas. Pero es más, en aquél año, los gastos de personal representaban el 53,5% del total, mientras que los de material se elevaban al 46,5%. Este año, los de personal están en el 77% y los de material en casi el 8%. Y por nuestros compromisos internacionales. De manera que está por imaginar el estado de nuestro material de Defensa.

Pues esto es lo que hay. Y por cierto, si en vez de Sánchez nos cae Madina, la ilustre Valenciano o el tal Gómez, la cosa estaría para salir corriendo. Cosa que tampoco descarto. Pues eso.


jueves, 2 de octubre de 2014

LA AZOTEA de Javier Pipó EN EL DIARIO CÓRDOBA

Hoy día 2 de Octubre, el Diario Córdoba publica en LA AZOTEA, mi artículo

El COLOR PRESIDENCIAL

Sorprendente si ha sido la confesión de la Presidenta Susana de considerarse roja y tener valor para decirlo, quizá como advertencia o quizá como recordatorio. En cualquier caso ha causado estupor su aventurada franqueza.

Recordamos que ZP ya nos advirtió que él era rojo y feminista, pero claro era tantas cosas inútiles que nadie hizo el menor caso. Pero en Susana nos preocupa porque le añade en vez del feminismo zapateril la decencia que es lo que suponíamos. Aunque sea, hasta la náusea, lo menos abundante en la vida pública andaluza y el instrumento de amenaza o disimulo de uso común.

Es verdad que el rojo es color primario y cálido, asociado a la vitalidad y el amor, la pasión y el deseo. Pero también al poder o la ambición, como la corbata del gran Botín. Pero claro, a veces agobia. Dicen los sicólogos que si estamos rodeados de demasiado rojo, puede influir negativamente y volvernos irritables, impacientes e inconformistas. De manera que habrá que mezclarlo para que el conjunto resulte más armónico y relajante.

Por eso creo que aunque el rojo de Susana aparecía rutilante en el fragor del  entusiasmo partidario, no debe tener su alta magistratura más espacio que el equilibrio de colores que conformen una bandera menos chillona e irreverente que sea divisada desde la distancia y seguida por muchos más de los que vitoreaban sin causa su año liviano e inútil en la Presidencia.

Me decía un avispado observador de estos desmanes presidenciales que con esta proclamación Susana pretende hacerse un hueco en el vendaval de izquierdismo radical que nos azota. Pero claro, por mucho que me insista, espero que Bonilla o Moreno o como se llame, no tome partido por color alguno, es decir, siga incoloro que es al menos más discreto que si resultase azulado o rosa o cualquiera sabe, porque estamos perdiendo costumbre a la seriedad en las formas y los contenidos. Ojalá pase la moda de traer a la actualidad, en boca de imprudentes aprendices, el recuerdo de colores ideológicos.

Pero bueno, ya veremos porque lo que faltaba en plena crisis económica y de valores, con una Nación en proceso de desintegración que chapotea en la corrupción, dentro de una Europa que no sabe hacia donde avanza o si avanza o retrocede y con un Estado Islámico armado hasta los dientes, esperando lanzarse como bárbaros sobre la civilización cristiana hasta su destrucción, aquí añoremos colores totalitarios que ya llevaron a la ruina y degradación, cuando no a la muerte de millones de seres humanos.

Fíjense, en Andalucia es imposible saber si queda muy lejos esa economía colaborativa que nos anuncia Jeremy Rifkin, pues por ahora debemos conformarnos con una de subsistencia, con dependencia de una Europa declinante y un Estado endeudado. Pues ya me dirán de que nos sirve tanta autonomía política de despilfarro si carecemos de la económica del desarrollo.

Y así llevamos más de tres décadas persiguiendo la utopía, como el galgo a la liebre y viendo como el paro está a la cabeza europea, como reiteramos año tras año los peores resultados educativos, como seguimos todavía con la mitad de renta per cápita que la primera región de España. Y que decir de la deuda que asusta, porque socios del Gobierno pluma de Susana proponen no pagar, quizá formando parte de la solución final. Menuda confianza nos transmite la Presidenta con el dichoso color rojo del que presume.

Mire Señora Presidenta. En este año vacío de su Gobierno apreciamos que le falta el conocimiento necesario que acelere su maduración, las ideas precisas para elevar su categoría a mujer de Estado, el temple adecuado para liderar un proyecto. La encontramos muy verde por fuera. Si ahora nos sale con el rojo por dentro, sólo terminaremos por apreciar eso, una sandía.

Creo que Andalucia necesita mujeres y hombres de su tiempo, con ideas frescas y renovadoras, con capacidad de empuje, con liderazgo y limpieza de intenciones, con patriotismo y valentía, con conocimientos de la Historia, de economía y del Estado. Que crean en un futuro de trabajo, austeridad, ética y progreso. Que detesten la corrupción y amen el juego limpio y la democracia como forma de vida y ordenación civilizada de la convivencia. Pero ya me dirán para que necesitamos rojos.