ESTE ES EL ÚLTIMO ARTÍCULO PUBLICADO POR DIARIO "CÓRDOBA" EN MI COLUMNA LA AZOTEA.
ESTE HACE EL NÚMERO 102 DE LOS PUBLICADOS DESDE ENERO DE 2012, ES DECIR, CASI DOS AÑOS Y MEDIO, EN DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978 Y DE UN SISTEMA LIBERAL, PARLAMENTARIO, REPRESENTATIVO Y DEMOCRÁTICO.
ES LA DEFENSA DE LA LIBERTAD EN ESTE CRUCIAL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XXI EN QUE ESPAÑA SE JUEGA, INCLUSO SU PERMANENCIA COMO NACIÓN.
SEGURO QUE UNA NUEVA GENERACIÓN SABRÁ ENTENDER QUE LA LIBERTAD NO ES DURADERA, NI CONQUISTA PERMANENTE SI NO SE LE DEFIENDE, CON LA PALABRA, CON LOS HECHOS Y CON LA ÉTICA DEL COMPORTAMIENTO DE QUIENES SIGUEN CREYENDO QUE LA CONVIVENCIA EN LIBERTAD ES SUPERIOR COMO MODELO DE PROGRESO Y BIENESTAR, AL COLECTIVISMO O AL DIRIGISMO SOCIALIZANTE.
BUENA SUERTE
LA REGENERACIÓN POSIBLE
Ya me dirán, pero me importa
una higa el partido popular y el socialista o el socialista y el popular que
tanto da. En eso me caben pocas dudas, aunque muchos puedan no dar crédito a la
afirmación. Aún a riesgo de ser considerado políticamente incorrecto, pero es
punto inicial irrenunciable y esencial en momento como este, al menos para mí.
Y es que defiendo machacona e
incesantemente como el sistema es lo importante. El modelo de sociedad, el
conjunto de valores y principios heredados y transmitidos por generaciones
protagonistas de una civilización basada en el humanismo cristiano, siempre motor
de progreso. Son códigos sociales de conducta, ética del comportamiento y
respeto a formas e instituciones sociales, porque todo ello permitió el germen
de la libertad y el funcionamiento de la democracia, haciendo de Europa un
manantial del pensamiento, el arte, la literatura y la ciencia política
universales. Y España nunca dejó de formar parte de ese proyecto europeo
progresivo, siempre en evolución, siempre inacabado porque siempre fue Europa
misma, aunque haya padecido lagunas aparentemente insalvables, como también ocurrió
más allá de los Pirineos.
Ya se como en pleno siglo XX
también Europa ha sido capaz de generar la fuerza arrolladora del mal entendido
estado hegeliano, un Leviatán diabólico de dos cabezas gemelas, el comunismo y
el nazifascismo, destructivos no sólo de la dignidad humana sino del progreso y
el bienestar. Ambos incompatibles con la libertad, tras arrasar sin piedad con
sangre y padecimiento la vida de millones de seres humanos. Ambos
agraciadamente borrados en sus formatos originales de estado, aunque el
comunismo perdure en sociedades abocadas a la miseria, tras padecer duras
dictaduras o inflexibles autoritarismos, a veces adquiridos tras elecciones
presuntamente democráticas. Pero dejaron como troyanos destructivos y no solo
en Occidente, una huella profunda, a veces parece irreversible que de continuo
embelesa al gentío, embarcado en la utopía imposible o el resentimiento malintencionado.
Unos y otros, perdidos entre la abundancia de sociedades opulentas, aprovechando
las posibilidades de una permisividad sin condiciones o sencillamente, no encontrando
acomodo cuando la crisis económica sacude hasta los cimientos del sistema.
Creo es el riesgo de vivir en
libertad pero no debe constituir, con Fromm, el miedo a la libertad. Se debe continuar
luchando por el mantenimiento de una sociedad plural, abierta, respetuosa con
la disidencia, aunque vigilante de aquellos que trabajan por barrenarla. De cuantos
desde dentro pretenden vaciarla de su contenido esencial para hacer más fácil
la sustitución de la estructura que la identifica. Sin concesiones, con la ley
democrática en la exigencia de su cumplimiento, con los tribunales de justicia
en la represión de su incumplimiento, con el apoyo de la sociedad en su
mantenimiento, como valor insuperable de una sociedad desarrollada. Máxime
cuando se palpa la angustia de enfrentarse también al peligro externo de una
violencia medieval que no tiene más finalidad que su expansión a costa de
borrar hasta las señales básicas y esenciales de la cultura y civilización
cristianas.
Este parece ser tema de
nuestro tiempo en España y quizá en Europa. Aquí desde luego todavía es posible
construir un mensaje de regeneración y no de destrucción, de concordia y no de
enfrentamiento, de unión y no de división entre los que aún creemos en un
sistema de libertad y democracia. Es verdad que el sistema, el heredado y rigurosamente
regulado en la Constitución, está cuarteado y putrefacto, pero contiene las
esencias permanentes de valores y principios resistentes a las modas de
pasarelas ocasionales o a homilías de iluminados capaces de autoinmolarse en la
destrucción que pretenden.
España ha comenzado a vivir
en Andalucía un año que marcará esta primera parte del siglo XXI y debe seguir
mostrando también aquí cómo el modelo es necesario y posible, a pesar de sus
enormes vacíos y traiciones al imperio de la ley, sumergida en negra corrupción
que la hace vacilar en su fidelidad democrática. Pero no debería resultar
imposible que Susana Díaz encabece un gobierno bisagra con fuerzas moderadas y
democráticas. Deben hacer el esfuerzo ambas partes, soslayando la ruta
diabólica hacia Podemos que le señala el “gran bobo de Estado” y su
correveidile pertiguero. Y si Ciudadanos aceptara la colaboración, los
populares deben sumarse entusiasmadamente a una tarea titánica de honestidad en
las instituciones para lograr confianza
generadora de riqueza y en consecuencia de puestos de trabajo y bienestar.
Andalucía no debe seguir
siendo el grano podrido de Europa, ni continuar pendiente de la caridad
revestida de solidaridad, recibida de allí o del resto de España. Sobra el rociero
amor al pueblo si falta administración honesta y eficiente. Aún es posible la
regeneración.