Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 23 de noviembre de 2020

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

 

LA AZOTEA

 

REVOLUCIÓN DESDE ARRIBA

 

 

Con certeza desde luego, debo asegurar que hace varios años perdí el optimismo opinando sobre política nacional de manera verbal cuando me preguntan, o por escrito en esta Azotea. Y es que, la Constitución de 1978 en su mayor parte moderna, avanzada y hermosa fue, durante estos veinticuatro últimos años, pasto de los peores políticos de la Historia de España desde Fernando VII. Desaparecido de la escena Felipe González, con sus sombras, el PSOE comienza un declive hacia el abismo del socialismo radical y antidemocrático, recordando tantos y tan perversos momentos vividos en la Historia desde 1936. Igualmente, el PP desde la desaparición de Aznar, salvando los avances formidables en economía de la era Rajoy, cae en el burocratismo económico de las cuentas nacionales y se olvida de la política como actividad en la búsqueda incesante de regeneración, que permita una sociedad con bienestar, sin duda y necesariamente, pero también con dignidad y libertad. Todo ello, conviviendo con el azote de una corrupción insoportable, tan espesa como en general impune.   

Y claro, sin resolver el modelo territorial, necesitado de una profunda reforma del Titulo VIII de la CE, que desde hace tantos años vengo reclamando con insistencia la imperiosa necesidad de modificar, hasta que parezca lo que parecía querer ser. Porque su permanencia nos conducirá a una crisis más profunda y desgarradora que la económica, que ya es decir, ante la quiebra del Estado o el rescate que viene. Muñoz Machado ya advertía en su Informe sobre España, hace ocho años, que el mencionado Título es un desastre sin paliativos; complejo de normas muy defectuosas técnicamente que se juntaron sin mediar ningún estudio previo sobre las consecuencias de su aplicación. Es hora de repensar el Estado o destruirlo, insistía el ilustre jurista, pero quizá el panorama se acerque más al afán de destruirlo, sin ni tan siquiera repensarlo.

No quisiera mantener lo que decía Maquiavelo de que la política es el arte del engaño, en cuyo caso, el sanchismo sería una escuela de consumados maestros. Sino más bien recordar y aplicar la más que conocida e ingeniosa frase de G. Marx de, es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. En ello la duda sobre los que nos desgobiernan no existe, pero siempre que se vincule a una intencionalidad perversa de ir modificando torticeramente el ordenamiento jurídico, hasta la destrucción del sistema que, precisamente les permite encaramarse a un poder democrático, hasta transformarlo en una dictadura enlazada al mal llamado Socialismo del siglo XXI. El miedo a una España chavista se convierte en el pasmo de Europa.

Miren, ya la realidad constitucional es muy otra de la legalidad constitucional. La Constitución real es el sanchismo, guiado por el populismo comunista del podemismo que presta la ideología de que aquél carece. De nuevo estamos, quien iba a decirlo, ante una revolución desde arriba, desde el Estado, cuando es en el Estado donde se necesita un complejo muy bien coordinado de reformas. No lo esperen porque nos preparan una reforma desde Estado mismo. Y para eso, ya saben, la Constitución, con la Corona, la separación de Poderes, la Justicia independiente, el imperio de la ley, el principio de legalidad, la libertad de expresión, las libertades individuales o la libertad educativa, sobran; porque sencillamente son un obstáculo para alcanzar el objetivo final.  

Poco a poco, imparable, se va laminando el entramado constitucional y se va desintegrando la Nación. Ya ven, en Cataluña la otrora ilustre burguesía, ya tiene perdido el poder al ser engullida por la Izquierda Republicana y Podemos; de manera que el procès es en sentido inverso al previsto por estos patriotas. Y en el País Vasco, la soberbia, finolis y estúpida elite salida de Deusto y aledaños, está también a punto de ser desalojada, a manos de sucesores de genocidas, aliados con la izquierda comunista; tanta sangre, sufrimiento y éxodo, parece dar un dramático y penoso resultado. Y la semilla fructifica por su sencillez e impunidad, de forma parecida, en Navarra, Baleares, Valencia, incluso Galicia.

Hoy es el Poder Judicial, mañana el Tribunal Constitucional; hoy la enseñanza, mañana la libertad de expresión; hoy el ridículo y alucinante viaje real a Bolivia, con firma descarada del Tratado multilateral contra el fascismo, mañana asimilar por integración la invasión masiva de inmigrantes ilegales, mientras se exige certificados de PCR a los legales viajeros que llegan por puertos y aeropuertos.

Pues ya digo. El resto de la burguesía española, democrática y constitucionalista va a ser definitivamente desalojada del Poder y para siempre, como dijo el ilustre y tenebroso podemita. De manera que o juntos o desaparecerán en el barullo de lo que se barrunta. Europa quizá vuelva a ser la solución y debe ser invadida de mensajes, no solo parlamentarios, pidiendo apoyo para mantener la democracia española. Y ojalá no se olvide que el Estado ni crea ni concede la Libertad, porque la esencia del Estado de derecho es su sometimiento a la ley una vez promulgada. Pero si no hay Libertad ¿para qué hablar de Derecho?

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