LA AZOTEA
EL DECLIVE DE LA LIBERTAD
27 de junio 2020
Hace ahora justamente un año, titulaba mi artículo ¿DEMOCRACIA
SEGURA? poniendo en duda la supervivencia del sistema democrático en España
tras el fatídico resultado de las elecciones generales de Noviembre de aquel año.
Sacaba a relucir un pesimismo político dramático, porque no es lo mismo el
triunfo de la socialdemocracia que la victoria de Sánchez. Su personalidad
política desborda el socialismo hasta transformarlo en sanchismo, una modalidad
de populismo sin ideología, rebosante de soberbia y ambición, capaz de conducir
la Nación hacia un nuevo abismo histórico de enfrentamiento sin cuartel, odio, hundimiento
económico y desigualdad social.
Un año después, media España siente miedo ante una
epidemia que hunde la economía, con sus secuelas de hambre y desolación,
agravado por el temor al surgimiento de un sanchismocomunismo de vocación totalitaria,
aberración si cabe del sanchismo degenerado, que deja la Nación en descomposición
por etapas. Un proceso que ha comenzado por la cúspide del Estado, desprestigiando,
aislando y humillando a la Corona; influyendo en el Poder Judicial, a través de
una Fiscalia General a su servicio, acabando con su independencia y la de aquel,
base de la separación de poderes; mediatizando la información en los medios públicos
o engrasando los afines que son mayoría; profundizando en la ideologización de
la educación; fiscalizando la libertad; blanqueando terroristas; comprendiendo y
protegiendo separatistas y desprestigiando el Estado ante el foro internacional
con presencia de zarrapastrosos dirigentes defensores de dictaduras e inmersos
en escándalos cuyo procesamiento y reproche penal hace tiempo sería realidad en
el mundo de la libertad democrática occidental.
Pero aquí la oposición constitucionalista está dividida y
brilla y vibra en función de los mensajes del buenismo oficial interesado, de
objetivos más concluyentes. Ya ven las mariposas de C´s que sin saber de donde
vienen ya conocen donde no llegarán. Y mientras encuentran la respuesta se
ponen al servicio del sanchismo por si fuesen merecedores de alguna migaja de
poder. Pero quiero creer que el liberalismo en todas sus ramas y tendencias,
junto al resto del constitucionalismo, incluido el más duro y conservador,
pueden y deben configurar mayorías de Gobierno con la socialdemocracia, pero
jamás con el sanchismocomunismo. El objetivo no puede ser más que salvar la Nación,
la Constitución, la economía y la Libertad, antes que esta en su declive, vuelva
a desaparecer de España.
Por eso, prefiero volver a reproducir íntegro
el contenido de mi citado artículo de 29 de junio de 2019, porque mantengo el
contenido de cada palabra y de cada uno de sus seis párrafos:
Parece
como si ser optimista en esta hora de España constituyera un supremo acto de
estupidez; o de dogmatismo interesado; de simpleza ignorante; de huida
impulsada por el miedo o de irresponsable temeridad. Conforme pasan las semanas
en que el gentío votó lo imposible para alcanzar lo deseable, desapareció del
panorama el envidiable bipartidismo y se instaló un multipartidismo caótico y
asfixiante que seguramente traerá más dificultades que soluciones a esta
difícil Nación. Y como si obedecieran un mandato bien programado se afanaron en
explicar a la “ciudadanía” que así debía ser, múltiple y variado como
dicen es la sociedad o la opinión que en ella circula.
Y con
argumento no más complejo se destruyó un sistema sólido y eficaz de gobernación
que lleva progreso, estabilidad y certeza a los países más prósperos que lo
mantienen; haciendo girar los sistemas democráticos y representativos sobre los
dos modelos que alimentan la vida política occidental desde hace casi
doscientos cincuenta años: el socialismo democrático y el liberalismo
conservador o progresista. Con versiones más o menos ortodoxas o integradoras,
con leyes electorales que permitan agrupar a los afines o simplemente el
acercamiento dentro del orden constitucional. Pero sistemas que han logrado
preservar la libertad individual y colectiva y el avance de la civilización
basada en la razón ilustrada.
El
zapaterismo, seguido de su proterva criatura el sanchismo, parece que más
eficientemente estructurado, ha logrado eliminar el consenso de la vida
política española, el respeto al pasado histórico y a cualquiera de sus valores
y principios; soslayando lo que separa en un hermoso intento de encontrar
puntos de encuentro en lo esencial; olvidando y perdonando errores tantas veces
trágicos de un lado y otro. Ahora, en la era negra del zapasanchismo, de forma
perversa y suicida se remueve del pasado hasta las sepulturas y se busca con
descaro estúpido el enfrentamiento entre territorios, grupos, ideas, familias y
personas. Ya está España nuevamente dividida en dos mitades irreconciliables,
enfrentadas por el odio, la venganza y el resentimiento. Es como una herencia
genética incurable, como una maldición colectiva que el tiempo vuelve a recrear
en una macabra rueda de la Historia.
De
manera que de forma implacable se va cumpliendo el programa de desmembramiento
nacional, ante el asombro de los pertinaces optimistas y el cinismo descarado
del inmenso coro de tertulianos, aduladores y pesebristas del poder,
incrustados en un formidable monopolio del dirigismo informativo, inédito desde
la prensa del Movimiento. Y ello ha resultado relativamente sencillo tras el
trillado camino de cuarenta años de cesiones y retrocesos del Estado en el que,
de forma gozosa desde la derecha más reaccionaria, a la burguesía ilustrada
pasando por un empresariado trincón y subvencionado, han participado de un
irresponsable happening que va desde la escuela a la universidad, de los
centros culturales y cuerpos intermedios al deporte patriótico, desde los
pulpitos impíos a los llamados medios de comunicación debidamente engrasados
con presupuesto público y ponzoña
ideológica de mercadillo. Y ello, en Cataluña y en el País Vasco, desde mucho
antes de la actual alianza estratégica entre los conocidos y despreciables
Partidos que lideran la tragedia. Y como el resultado es de eficacia probada,
ya se extiende por Valencia, Galicia y Baleares, con el mismo y exitoso método.
Y sus gobiernos pues ya ven. Ahí está el catalán, presidido por un sicópata
capaz de escupir sobre el Estado que indebidamente lo financia, al resultar ya
vecino y en consecuencia extranjero y a cuyo Monarca nadie invitó a pisar su
tierra soberana. O el vasco, cuyo lendakari o algo así, resulta modelo de
cursilería finolis y cinismo en el blanqueo terrorista. Traición y desfalco
continuado con o sin Cupos de risa, privilegiados por Conciertos que suenan
como antiguallas, incompatibles con el modelo federal al que caminamos tras
experimentar el fracaso del federalizante autonómico que sufrimos.
Y
la izquierda antidemocrática que nos gobierna, alejada de la socialdemocracia y
cercana al mas rancio populismo comunista, se reserva para golpear con su nuevo
modelo de “nación de naciones”. ¿Pero desde cuando el socialismo
marxista o no, populista o comunista deja el internacionalismo para instalarse
en el nacionalismo de vía estrecha? Pues desde que la derecha añorante de una
nación con Estado adelanta a la izquierda en un radicalmente falso progresismo
que comienza en el nacionalismo cultural no tan lejano. Pero unos y otros ya
encontraron punto de fusión en el destino común que les espera y ennegrece
nuestro futuro.
El
retroceso de la democracia, de la que conocemos en la Europa del pensamiento y
la libertad, ha comenzado ya. En España con el sanchismo y seguramente en
Europa de la mano de personajes como Macron o de los que añoran los escasos
pero duros años del fascismo. Y hoy, el retroceso comienza precisamente en las
urnas y eso, lo saben los sanchistas, los comunistas de Iglesias y los
secesionistas vascos y catalanes. Los liberticidas siempre utilizan las
instituciones democráticas para liquidar la libertad de manera legal o casi, y
siempre gradual. Y aprovechan de este mundo inseguro el miedo creciente a la
libertad. Nada más duro que el aprendizaje de la libertad, decía Tocqueville,
por eso, este mundo nunca será seguro para la democracia. Pues en ello estamos
afanados.