Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 23 de diciembre de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó


LIDERANDO LA LIBERTAD
Javier Pipó
 

Pertenezco a generación que vivió las tensas semanas del bloqueo a Cuba para impedir el paso de cabezas nucleares, dentro de la estrategia de guerra fría entre la vetusta y rígida Unión Soviética del revisionista e histriónico Kruschev y el mundo libre liderado por Kennedy, el príncipe sobrevalorado de Occidente. Fue como vivir al borde del precipicio.

Reconozco que la figura del Presidente Kennedy me fascinó, como a muchos jóvenes de cuantos sentíamos los apasionantes momentos de la política internacional en la década de los sesenta. Diez años excitantes del mundo nos hicieron asistir como espectadores a sucesos que marcarían posiciones de influencia y estrategias ideológicas y económicas. Desde la consolidación de la dictadura castrista a la Alianza para el Progreso, desde el asesinato de Kennedy al de Luther King y su “I have a drean”. Desde la crisis de los misiles y las inútiles operaciones Anádir o Mangosta, al levantamiento de 155 kilómetros de muro totalitario en Berlín- eso si es un bloqueo- patéticamente denominado por los comunistas de la RDA como “muro de protección antifascista”. Desde la Pacen in Terris y el Concilio Vaticano II  al “mayo francés” y el vano intento de veto de De Gaulle a la entrada de Gran Bretaña en las Comunidades Europeas. Y en España, el desmoronamiento del franquismo monolítico cuando el crecimiento económico rondaba el 7,5% anual, gracias a los sucesivos Planes de Desarrollo, sus Polos Industriales y el surgimiento de una sólida clase media formada y necesitada de perspectivas más allá de los Pirineos.

Y todo ello en rápido recuerdo, rescatando de la memoria antecedentes a la  significativa y simbólica concesión de acercamiento del Presidente Obama a la casposa, negra y gerontocrática dictadura de los Castro que continúa chapoteando orgullosa sobre la miseria de un pueblo. Porque mucho se viene analizando y opinando sobre la decisión pero la desigual fortuna del enfoque varía en función de las trincheras ideológicas de los observadores, surgidas nuevamente por doquier. Pero conviene apuntar que desde el embargo parcial decretado por Eisenhower en 1960 y ruptura de relaciones diplomáticas en 1961, han sido sucesivamente los nueve  Presidentes, demócratas o republicanos, los que han mantenido el cerco al comunismo castrista, con leyes como la de Democracia Cubana de 1992 o la Helms-Burton de 1996, ya con decisión y apoyo parlamentarios. En consecuencia, el deshielo no pasará de Decisión ejecutiva si el Congreso no deroga las normas legales que lo impiden.

Creo que la estrategia de defensa del sistema democrático liberal, de libre mercado, del Estado de derecho, que aseguran progreso y un régimen de libertades individuales y colectivas en el siglo XXI, como fundamento de la más alta dignidad humana, no resulta compatible con el cerco a la dictadura comunista de Cuba. Por muy elevado valor simbólico que tal bloqueo pueda tener que lo tiene. Pero el castrismo al fin no exportó luz y progreso sino polichinelas en chándal que inundan de indignidad los horizontes hermosos, ricos y esperanzados de Venezuela, Bolivia, Perú o Ecuador, con influencia descarada en la riquísima Argentina en manos de un peronismo kirchneriano mecido por la negra mano de Cristina, el chanel del progresismo, asesorada por Kicillof, rasputin marxista que medra en la corte de la zarina. Mientras, sus países  se acercan peligrosamente al default de la miseria y el totalitarismo.  

A Estados Unidos sigue correspondiendo pues, liderar universalmente la preservación de  aquellos valores, fundamento de la civilización cristiana y occidental, nacidos en Europa pero que ahora languidecen porque está sufriendo el rapto que anticipadamente relataba el maestro Diez del Corral. Sin duda continúa el oscurecimiento de la "edad europea" que ocupa la historia desde el Renacimiento al Final de la Primera G.M., definida como guerra civil europea. Persiste el proceso de “expropiación” de la cultura europea, acompañado de otro definido como alienación mental de clases dirigentes y pueblos completos. Poco a poco Europa se “deseuropeiza” o como dijo J.P. Sastre en el prólogo a los “Condenados de la Tierra” "es el fin, Europa hace agua por todas partes, éramos los sujetos de la historia y ahora somos sus objetos”. No puede describir mejor la actualidad.

Ahora el escenario ha cambiado y mucho. La Europa proscenio de los regímenes más sanguinarios de la historia, comunismo y nazifascismo, avanza hacia su rapto definitivo por el islamismo radical y belicoso, poseedor de un sistema monolítico y de crueldad infinita. Asalta sus fronteras en silencio, consiguiendo la mayoría en cientos de municipios y regiones de Bélgica, Holanda, Alemania o Gran Bretaña, imponiendo la sharía y pronto exigiendo instrumentos de poder, aprovechando las puertas de una democracia incapaz de defender sus principios y regida por eternos halagadores de quien no tiene más meta que la destrucción del sistema de libertades y la imposición del fanatismo, el miedo y el totalitarismo teocrático.

Aplaudo el cambio de política norteamericana con respecto a Cuba. Si avanza en el desarrollo económico y el bienestar, acabará con el molde inhumano de la dictadura que se diluirá aceleradamente tras la desaparición no lejana de los hermanos Castro, guardianes del parque jurásico del comunismo a las puertas de la libertad.

Así pues prefiero que USA continúe liderando el progreso y la libertad y no olvide a Europa a la que ya salvó hace 70 años del nazismo y hace 20 del explosivo de los Balcanes. ¿Apoyará ahora, enseguida, la salvación europea de una imparable invasión del islamismo revolucionario y totalitario?

Y si pareciera poco, Podemos a las puertas del Estado. Pues no se quien nos salvará al final.     

jueves, 11 de diciembre de 2014

La Azotea de Javier Pipó en Diario "Córdoba"

Publicado Hoy día 11 de Diciembre en la página 5 de Opinión

EL ALMA SENSIBLE
 

Hace quince meses de la elevación de Susana Díaz a la Presidencia de la Junta, creando expectación pero ninguna esperanza. Al menos entre determinados observadores de la vida política de esta hermosa pero atrasada Comunidad que figura en tercer lugar en cuanto a volumen de PIB tras Madrid y Cataluña, pero en la cola de su distribución por habitante solo seguida de Extremadura. Como opinador independiente le dediqué entonces un comentario titulado El Relevo en el que tras lamentar la penosa herencia, especulaba que el experimento Susana no supondría más allá de un recambio en la apretada burocracia socialista, tan desgastada como la utopía pregonada desde hace más de treinta años. Terminaba resignado, confiado en que supiera dosificar sus virtudes políticas evitando así una degradación mayor que la de sus antecesores.

Cuando el aparato de poder celebraba felizmente sus primeros cien días de gobierno, la efemérides coincidió con la mitad del mandato de Rajoy, Presidente que salvó España del caos económico y la sumió en la desazón política. Dos años de uno y cien días de otra. Una yendo, otro viniendo aunque de ambos solo resultase constatable las carencias y falta de trapío político.

Pero Susana, aparecía cercana a su pueblo, voluntariosa, empeñada en hacer y decir muchas cosas, como formular la necesidad de “recuperar la confianza de los ciudadanos” o “el deber de reconocer errores” o iniciar el camino hacia “un nuevo modelo productivo” y así. Y conforme Alaya apretaba, ella recitaba una y otra vez las teorías sobre la falta de temblor en la mano, la absoluta colaboración con la Justicia o la acción decidida de su Gobierno “implacable contra la corrupción”. Pero nunca desvelando el contenido de su nueva etapa repleta eso sí, de grandilocuencia, frases vistosas, presencia aquí y allá, opinando en entrevistas o peroratas parlamentarias y desde luego comenzando a descubrir el peligro de una aventura compartida con quienes no tienen más programa que el autoritarismo liberticida.

Y en estas, al filo de septiembre, nos sale con la confesión de que ella es roja, como Zapatero pero cambiando el feminismo del estadista por la decencia, que es apuesta arriesgada en esta tierra. Y no sin cierta maledicencia quise endilgarle en comentario que con esa proclamación quizá no pretendiera más allá de hacerse un hueco en el vendaval de extrema izquierda radical que nos azota y ennegrece el futuro. Pero justo quince meses después de hacerse con la Presidencia, mucho tiempo para quien asume la responsabilidad de continuar un legado de casi 35 años, con participación activa los últimos 25, se descuelga en entrevista glamurosa con lo mucho que dice gustarle cambiar las cosas y no resignarse a que España juegue “la liga de los perdedores” o a que se feminice la pobreza.

Y en mística levitación o en simple síndrome confusional, nos dice que “la corrupción es de esas cosas que le rompen el alma”, como si el alma no fuese término vago que exprese un principio desconocido pero de efectos conocidos. Los griegos hablaban de las tres almas, sensitiva, la del soplo del espíritu y la de la inteligencia que Santo Tomás situaba en el pecho, en todo el cuerpo y en la cabeza. ¿Cuál y dónde la tiene la Presidenta? Parece más bien alma en pena o alma partía necesitada de muchas mas tiritas que el corazón de Alejandro Sanz. Pero también de sosiego porque precisamente ahora resulta presuroso y tajante en demasía decir encontrarse tan lejos del populismo comunista como del PP. No le negaré, como Napoleón a los estadistas, su derecho al sentimentalismo, aunque parezca más bien una inexperiencia excesiva.

Miren, mi ingenuidad me llevaba a seguir confiando en la venida de líderes brillantes, predecibles, estables, con sentido de Estado, con equipos preparados, creativos, capaces de sacar Andalucía del pozo de la dependencia. Cuán lejos queda una oposición, con o sin Bonilla, insípida, agarrada al mismo libreto y una Presidenta, ya digo, circulando disfrazada de Violeta, entre Peter Pan y Zapatero.

Me deprime la extrema dificultad de los dos alevines de estadistas, representantes de la mayoría social que estructura la representación política española, para acordar una reforma de la Constitución, un plan radical contra la corrupción y una concepción común de la Nación. Y todo ello antes de que el sistema resulte ingobernable deshilachado entre multitud de tendencias para de inmediato caer en la dictadura populista de los liberticidas.

La Presidenta debe jugar un papel esencial, reconduciendo a su telonero hacia una concepción del Estado que impida la destrucción del sistema, ahora que parece despegar la economía. Que su canto entre sirena y jilguero se escuche en los salones del Reino. Al menos le damos un papel a su alma partía.   

domingo, 7 de diciembre de 2014

La Azotea de Javier Pipó en Diario "Córdoba"

Artículo publicado en el Diario "Córdoba" el día 30 de Diciembre de 2014


EL DÍA SEIS


La celebración de la Fiesta de la Constitución ha resultado deslucida, de trámite. Eso sí, inicia un largo mes antes de Reyes, fecha de finalización de la temporada de alegrías sin fin, donde parece que de nuevo cundió el deseo de gasto y buena vida. No más allá del siete de Enero volverá una realidad muy dura para muchos, de continuación del festejo para los de siempre y la rutina para la mayoría silenciosa que aún espera señal sensata de sus dirigentes sobre una Nación caminando por senderos de progreso y bienestar.

Pero el año político que comenzará tras la Pascua Militar supone en esta ocasión el fin de una Legislatura respaldada en sus inicios por una mayoría social tras los oscuros y estúpidos años de zapaterismo reaccionario que dejó España al borde del abismo y de la ruina, económica, moral y desprestigio internacional. El destrozo causado será relatado sin duda en los libros de Historia con muy duros reproches, quizá tantos como a lo largo de doscientos años se han podido hacer a otro felón como Fernando VII.

 
El horizonte pareció sonreír y dibujarse en la alegría de un pueblo que tras la pesadilla, despierta y comienza el sacrificio, palpando y alejando a quienes fueron capaces de traer a gobernar a tan ilustres gazaperas. Y ello quedó reflejado en la mayoría absoluta otorgada a los que aseguraron ser capaces de poner orden en el desorden, luces en las sombras y esperanza en superar el desprestigio del hundimiento.
 
Pero cuando se encara el final de Legislatura que debió ser de retorno de la Ilustración, de alegría de protagonizar el definitivo anclaje de la Nación española en esa isla de libertad y progreso que se llama Europa, el sabor amargo volverá al paladar de millones de españoles. Porque estos tres años, han constituido una magnífica escuela de contables que salvaron España de la caída en un abismo desconocido pero la sumieron en el desconcierto y la incógnita de su futuro político y del mantenimiento de un patrimonio obtenido tras generaciones de carencias. Nadie pudo suponer que Rajoy, salvo en economía, nos llevaría a sufrir una tercera legislatura zapaterista en tantas y tan importantes materias como la unidad nacional en riesgo total; la corrupción incesante, generalizada y en gran parte impune, considerando algo así como que el regeneracionismo no es de derechas; la seguridad jurídica en el recuerdo; la estructura de un Estado imposible, con deuda gigantesca e imposibilidad de financiarlo; el sistema tributario en contra de los intereses generales y del sentido de lo prometido; el incumplimiento impune de la Constitución, como la irritante burla de la Ley de Estabilidad con base en el artículo 135 de aquella; el escarnio permanente al sistema de etarras y nacionalistas catalanes o vascos; la desmoralización nacional, inmoralidad de la vida pública y vulgaridad de la vida social; el atasco y politización de la Justicia, con la rebelión reiterada de la Audiencia Nacional; el desorden en las Instituciones; el riesgo de estallidos sociales, con paro y desigualdad crecientes. Con educación pública que no supera estándares de país desarrollado. Y la puerta abierta al miedo colectivo, ante un nuevo riesgo de autoritarismo y recesión cuando se entregue el poder a iluminados revolucionarios de extrema izquierda deseosos de revancha. Y tantas otras cosas que importan y mucho a una mayoría formada e informada que de nuevo comienza a ver como se cierra el maldito circulo que históricamente nos mantiene prisioneros de la tiniebla.
 
Y ya me dirán el entusiasmo en la celebración del festejo. Una Fiesta nacional de celebración de 36 años de vigencia de la Constitución, cúspide del ordenamiento jurídico, reguladora de las instituciones del Estado y sus poderes, del catálogo de los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos, ¿Por qué no acude el Rey? ¿Acaso no es celebración de Estado y él es el Jefe, símbolo de su unidad y permanencia y su más alta representación? ¿No es nueva etapa? Si hay que modificar el protocolo del evento, pues se modifica, pero se le da fuerza y sentido unitario. Menudo numerito el de los Presidentes de Comunidades Autónomas ausentes, nada menos que trece. O el del Presidente del Congreso en lapsus voluntario de su discurso hablando como "Jefe del Gobierno", creyendo seguramente poder ocupar el hueco dejado por su titular o instando la reforma de la Constitución cuando en el mismo edificio el titular y okupa del Gobierno dice que ni hablar en esta Legislatura. Prefiere la próxima que él estará en Santa Pola. O el espectáculo de indigencia política del tal Sànchez con el mismo tema, aunque no sepa decir que quiere cambiar, cómo, cuándo ni para qué.
Quizá nadie fue capaz de plasmar en lienzo la realidad nacional declinante, como Antonio López. Ha logrado veinte años después, con cobro anticipado y en cantidad inmerecida, reflejar el rostro vulgar de una familia corriente preparada como invitada para ir de boda o asistir a una primera comunión. Desapareció hasta el simbolismo y glamour singular de la monarquia, la magia de su imagen trascendiendo lo cotidiano al poseer ese magnetismo de lo permanente y estable. Pero en el cuadro no son los que están sino el catálogo algo vulgar de los que no son ni se les espera, taponando luz a los que deberían ser y estar como tales. Es un regalo de Reyes republicanos para un día de una Constitución monárquica apoyada por unos cuantos antimonárquicos y republicanos de bien. Que Dios nos ampare a nosotros y a nuestra hermosa Constitución.