Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 31 de mayo de 2016

La Opinión de Javier Pipó.


La Azotea


Al Profesor Pérez Alcalá, Rector de la Universidad Loyola, de la Compañía de Jesús, con sede en Córdoba y Sevilla, que ojalá sea el revulsivo para Andalucía, como Deusto lo fue en su día para el Pais Vasco 

EL ABURRIMIENTO NACIONAL
31 de mayo 2016


     Decía hace pocos días el muy ilustre Rector de la "Loyola", quizá el más lúcido comentarista de los que escriben en Diario "Córdoba", mi admirado paisano Profesor Pérez Alcalá, que la política española bajo la apariencia de cambio y dinamismo es increíblemente repetitiva. En España tenemos una política aburrida, concluía.

        NO debería discrepar de tan sabio maestro, pero sí tratar de sondear su análisis en busca de algo más allá de lo que pone de manifiesto en tan incisiva opinión y encontrar lo que de acierto cierto pueda contener su mensaje. Desde luego, con él, no encuentro nada nuevo en el mundo de las ideas políticas de nuestros dirigentes porque sin duda, aún utilizando el lenguaje y gestos propios del siglo XXI, cubren sus miserias intelectuales de llamativos y grandes agujeros negros con ideologías del siglo XIX.

     A tienen los desenvueltos, decididos y peligrosos podemitas, arrastrando los pesados fardos del  marxismo leninismo, que actualizan con toques deplorables de estalinismo y detalles más propios del culto a la personalidad del peor maoísmo. Eso sí, para hacerlo más cercano a ese gentío insaciable que se siente más realizado en un pasado de resentimiento, revancha y cadenas que en el avance hacia un futuro de progreso y libertad, se presentan bajo el cobertor cutre y populista del chandal bolivariano o del zarrapastroso descamisado peronista. Unas joyas. Pero no se pierdan a sus primos cercanos del socialismo del cambio. El de Zapasanchez, que trata de regurgitar la deriva marxista, tercermundista y autoritaria de ZP; el tipo tan suave como perverso que zanjó de una rebanada la necesidad de un socialismo democrático de corte europeo al que aspiraba Felipe González, comprometido en el nuevo Juramento de Santa Gadea, allá por el Suresnes de 1974. Un socialismo fundido con la libertad y el progreso, el constitucionalismo y la Nación. Con Sanchez el acercamiento al revolucionarismo podemita está asegurado. Su apariencia de modelo robertoverino esconde un político receloso, inestable, impredecible, inseguro y de poco fiar. Un aprendiz de brujo, bueno brujito como Mickey Mouse, pero suficiente para romper en dos la escoba embrujada de la socialdemocracia española.


       Y con los populares, pues emperezo divagar sobre su naturaleza ideológica que es tanto como caminar campo a través en noche sin luna. Porque me pierdo entre su liberalismo doctrinario a lo Cánovas- no sé si lo suyo era restaurar o regenerar - y si lo acumulado tiene algo que ver con las travesuras insoportables de Montoro, la desenvoltura incoherente de Soraya o la tibieza cobardona de Rajoy. El resultado llevaría a la conclusión de un liberalismo de ocasión embadurnado por la acumulación codiciosa y vergonzosa de la corrupción; y la petrificación por incredulidad extemporánea de los maestros Mises, Friedman o Hayek. Una pena, con lo mucho que había por hacer y se esperaba de tan ilustres e ilusionantes próceres. Y qué decir de los que apenas tenemos algo que decir. De esos autodenominados ciudadanos que desconocemos si van o vienen y con quién; que juegan a la ilusión centrista de eso que Suárez quiso traer y no pudo porque además era imposible. Les veo con más ambición que capacidad para definir y operar sobre un modelo europeo de centro izquierda coherente, sólido, creíble y operativo. El caso Marín en Andalucía resulta desolador.


     Pero estos y aquellos, con sus modelos dañados, pero imprescindibles para el progreso y la libertad, son los únicos capaces de preservar el sistema, regenerarlo y hacerlo perdurar en los próximos cuarenta años. Me refiero a populares y ciudadanos, no al socialismo sectario, radical y fracasado de Zapa, esa especie de largocaballero con olor a colonia de bazar chino; al socialismo de los años treinta del siglo pasado, que lo mismo desea hacer desaparecer el Ministerio de Defensa que reducir su programa a acabar con el Gobierno legítimo y democrático y tras fracasar en sus trapicheos, promete apoyar a quien más votos obtenga en la segunda vuelta. Un prodigio. Pero ya digo, los años que vienen serán los más difíciles para la historia de Europa, acosada por el Islam exterminador; por la crisis que no cesa y puede que aumente por el desbordamiento de las fronteras; por el temor declinante a relaciones de libre comercio con USA; de un replanteamiento del propio sueño europeo en el supuesto del Brexit. En fin, de la permanencia en el tiempo de un modelo equilibrado y fructífero de desarrollo y democracia amenazado por los extremismos a izquierda y derecha de los indeseables liberticidas que proliferan sin cesar. Europa requiere gobernantes de gran altura que sepan mantener el sueño comenzado tras la terrible tragedia de la II GM.


       Y España, condensa el declive europeo una vez agotado su modelo de crecimiento, desarrollo y prosperidad. Aquí no sólo es la comedia dramática de los emergentes, con sus gracietas macabras preludio de pobreza inevitable, sino la existencia de un Estado imposible y de una Nación en el borde de su desaparición. Se cedió con blandura tanto ante los terroristas que ahora vuelven a las instituciones como agentes de paz, como ante los independentistas descarados y trincones que sin pudor exigen y consiguen financiación para la conducción de Cataluña a la ruina y quién sabe si al hundimiento. Y mientras, los Pujol paseando su impunidad ante el asombro y el escándalo de la mayoría. Naturalmente que España necesita hombres de Estado honestos, sabios y patriotas. Y los hay y muchos en las fuerzas moderadas y constitucionalistas.


    Miren, las democracias consolidadas son aburridas porque ignoran los liderazgos y se rigen por las instituciones, bajo el imperio de la ley y su cumplimiento a rajatabla. Los ciudadanos confían en ellas y en los políticos que eligen para su gestión. Eso les permite dedicarse a crear riqueza y a disfrutar los gozos de una convivencia en paz, libertad y prosperidad. La vida política española está dotada de todo lo peor, menos de aburrimiento. Y si no, al tiempo. Es lo único en que diferimos, mi querido Rector.

viernes, 20 de mayo de 2016

La Opinión de Julián Delgado.

Artículo que se publicará mañana en el Diario “ÚLTIMA HORA” de Mallorca
Los desafueros de Colau
  Julián Delgado. Escritor
   Durante años, a lo largo del llamado Procés, las autoridades catalanas no han parado de ningunear y ofender al Estado y a sus representantes. Los agravios son innumerables; uno de los más ofensivos fue aquel en que se ocultó el retrato del Rey en la Generalidad ante las narices del ministro Montoro, al que le faltaron reflejos y arrestos para tirar del lienzo. Otro incidente indignante fue el forcejeo con la bandera española en la balconada del Ayuntamiento barcelonés, cuando un concejal argentino intentaba quitársela a un regidor del PP. Bien reciente está el desprecio mostrado por la alcaldesa Ada Colau con los militares en el Salón de la Enseñanza, a los que advirtió de que no eran bien recibidos. El último, por ahora, ha sido con motivo de la Semana de la Poesía en Barcelona, donde, como siempre, se ha utilizado la cultura como instrumento ideológico partidista. Ante las ofensas sistemáticas, el Gobierno capitula: no responde o lo hace con timidez, no se vayan a molestar.
   Esta vez le ha tocado a otros representantes del Estado, los policías nacionales, recibir el exabrupto en forma de plafón colocado en las inmediaciones del complejo policial de   La Verneda, con un texto de Bukowski que, refiriéndose a unos policías, dice: ¿Por qué no enviamos/ a esos muchachos a morir/en alguna guerra?/sus madres no habrían/llorado más de diez minutos". Es una bajeza moral, un improperio soez, cargar contra unos funcionarios cuya misión no es otra que proteger a la ciudadanía. Cuando, además, lo hacen con tanta eficacia como para situar a España entre los países más seguros del mundo. Otro tanto pasa con las Fuerzas Armadas, que con el presupuesto más bajo de la UE, cumplen su misión constitucional y las misiones  en el extranjero con total satisfacción. Así lo entienden los ciudadanos, que, desde hace años, sitúan a estas dos instituciones a la cabeza de su reconocimiento en las consultas del CIS.
   Solamente la actual situación del PSOE, roto, perdido y al borde del colapso, explica que, por hacerse un hueco en el pesebre, un partido al que con Felipe González votaron bastantes policías y militares, forme hoy parte del gobierno de la ciudad que es capaz de cometer estos desafueros.     



miércoles, 18 de mayo de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea 


HABLANDO DE POLÍTICOS
18 de Mayo 2016



   Ahí tienen correteando por el continente americano y desplegando cualidades fuera de lo común, para comunicar doctrina e ideas, a dos figuras sublimes del pensamiento político contemporáneo español y en consecuencia europeo. El mundo debe saber que la decadente Europa cuenta con prohombres como ZP y promujeres como Colau, capaces de asombrar por su capacidad para proponer la solución a la tragedia venezolana el uno; o recetar a la ONU la otra, sobre cómo la capitalista, egoísta, podrida y fascista UE debe abrir sus fronteras y repartir con millones de inocentes la injusticia del estado de bienestar que fruto de la rapiña gozan los privilegiados de siempre. Pero no crean, como lo mismo sirven para un roto que para un descosido, pueden intercambiar sus papeles sin apenas diferencia que los separe. La miliciana Colau, hablando con los suyos en Venezuela y la ayuda que recibirán cuando ellos los podemitas, alcancen el cielo en España; el ínclito ZP, de perorata en la ONU sobre las fronteras y el viento, o cómo contar nubes y no inmigrantes. Asombrarán a la diplomacia de mundo por el rigor y oportunidad de sus análisis. Pero bueno, para eso reciben y gozan cuantiosos sueldos del Tesoro y honores de las instituciones. De manera que a nosotros solo nos queda abochornarnos o alegrarnos, porque de todo hay en estos tiempos de tribulación.
     
   Quizá esta primera invocación burlona y apesadumbrada deba enmarcarse en lo que hoy España pueda representar universalmente, una vez perdido el norte y su papel en el mundo civilizado de los mejores valores; aportando sabiduría, cultura y sentido común. En mi anterior Azotea especulaba sobre la oportunidad del gentío para conocer en estos meses, aún más, nuestra clase política; conforme pasan los días me reafirmo en tan simple afirmación. Desde el pobre Sánchez que cansado de tanto desaire e incomprensión del Comité de sabios de su Partido y de los algo más que desdenes del soberbio y desarrapado marxista-leninista Pablete, pretende pescar en territorio de lo que fue centrismo suarista, pronunciando palabras hermosas como aquellas de “puedo prometer y prometo” pero tan desubicadas en el tiempo como inoportunas; casi todo lo que dice y hace este aficionado a la política es cuando menos inoportuno, menos sus escasos silencios. Pero ya digo, debería ser más respetuoso con la memoria histórica y esforzarse por entender que Suárez con mentalidad de estadista patriota, fue el que motorizó el cambio profundo, auténtico, y junto al Rey y González construyeron un sistema de libertad, respeto y democracia. Hoy, en momentos de crisis profunda en los valores sociales, económicos, morales y políticos, el centro no existe; el sistema que se construyó está en peligro de mutación al bolivarismo comunista y los estadistas desaparecieron diluidos en la ambición, la codicia y la vulgaridad. Zapasanchez necesita mucha escuela para tener algún significado mínimamente relevante porque es sectario hasta la náusea, insolvente hasta la desesperación y peligroso hasta el límite de lo permisible. Y ya ven, si el recambio del cambio está en Susanaperon, el futuro del socialismo español es de accidentado y escaso recorrido.

   Con Rivera descubro un joven político prometedor; estoy encantado de escuchar su palabra ajustada y poco dada a la fantasía, pero sí a la incroncreción que luego pueda malograr el nido donde aposentar sus polluelos. Pero en eso estamos, en un Partido seguramente más valorado por su potencial que por su contenido de presente. Y no crean porque en un año quizá no pueda irse más allá, pero claro, es el ser de España lo que se encuentra en juego. En mi opinión es mucho lo que puede hacerse desde una socialdemocracia moderada, centrada y reformista; desde la socialdemocracia que parece ser plantea el ciudadano Rivera y eso para nada me preocupa, ni mucho menos rechazo porque es mucho defender esos valores en la España de hoy, incluyendo el constitucionalismo, la democracia representativa, el Estado unitario fuerte y la decencia de la vida pública. Lo que me inquieta es su bisoñez, en algunos casos ingenuidad vaporosa que les hace contradecir el significado de las palabras y su contenido, con los hechos políticos en tantos casos desconcertantes y en muchos irritantes, como el estúpido comportamiento en el laboratorio andaluz. Debe moderar su ambición pues  tiene juventud suficiente y quizá un brillante papel político desde la centralidad, para colaborar en el impulso de lo mejor del liberalismo y la experiencia sosegada y sensata de la socialdemocracia europea. Tal como se presenta la nómina política del presente, lo suyo es liderazgo de futuro.

Y en cuanto a  Rajoy quizá incidir en que me importa una higa su futuro político. Pero sí su presente, conduciendo con frialdad un Partido que contando con las mejores cabezas de la Nación ha sido ajeno al regeneracionismo e insensible al intolerable y bochornoso espectáculo de un arraigado y descarado trinque y saqueo de lo público. Ya se como cuantificar la diferencia entre el pillaje socialista y el popular, máxime siendo observador en primera línea desde hace más de treinta años del parque jurásico de la corrupción andaluza. Pero ello no justifica el riesgo de llevar a España hasta el límite de su propia supervivencia. Es exigible conduzca la situación hasta colocar su Partido en posición óptima para conformar Gobiernos estables, sensatos, con ideas claras sobre un futuro difícil para la economía y la sociedad españolas, las amenazas separatistas vascas y catalanas y la supervivencia de la UE, amenazada también por la diáspora musulmana, yihadista o no. Y después, jubilarse con agradecimiento por los servicios prestados que son muchos y valiosos.   


  

jueves, 12 de mayo de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

A mis amigos lectores de la tertulia “Azafrán” de Palma de Mallorca, en recuerdo de un encuentro enriquecedor, de debate en libertad.



La Azotea


LA VERDAD REVOLUCIONARIA
12 de mayo de 2016



   Observo con algo parecido a la curiosidad cómo este periodo de la Nación en funciones, nos está sirviendo para conocer mucho más a nuestra clase política. Ya se, no es demasiado pero al menos parece trasladarnos a ese espacio vacío en que debe consistir el desconsuelo siberiano.

   He mantenido con reiteración que una de las conquistas – si así se me permite denominar – del sistema andaluz de gobierno a veces denominado régimen, es que en los treinta y cinco estériles años de administración, ha logrado socializar no la riqueza, era la utopía imposible, sino la corrupción que al menos asegura el futuro de quien la practica. De manera que la forma corrupta de gobierno se extiende por toda la sociedad andaluza hasta sus últimos alvéolos. Todos participan activa o pasivamente, en mayor o menor medida; consciente o inconscientemente; palpando o tolerando; comprendiendo y apoyando o huyendo del compromiso. Y así, los empresarios y los sindicalistas; los gobernantes y los gobernados; la gente de orden y los aprovechados del desorden; trincando de las entidades, de las instituciones o de las empresas; minando lo público o dilapidando lo privado. Un espectáculo que pasadas dos generaciones nos describe una sociedad dependiente, cuando no dominada o conducida; conservadora, en la creencia de las virtudes de lo colectivo, del apego al Estado paternalista que todo lo resuelve y cuyos medios nunca escasos, al ser de todos no son de nadie. Pero ya ven, parece como si este tipo de cáncer tan persistente y profundo, hubiese logrado propagación metastásica, inundando otros territorios nacionales y también sus instituciones y cuerpos sociales intermedios.

   Y en eso estamos a pesar del buenismo ideológico reiterando una y otra vez la especie interesada de que la corrupción no está generalizada y además se encuentra controlada y reprimida por el sistema judicial. Pues ya digo, la extensión cubre la totalidad del espacio y llega a la mayoría de las instituciones. Y el poder judicial de jueces y magistrados independientes, inamovibles, responsables, sometidos únicamente al imperio de la ley, atascado. Y eso si está, porque casi siempre en los momentos de justicia oportuna, nos quedamos a la espera.

   Muchos dirán que toda la dimensión dependerá del sistema al que se compare. Eso desde luego. Si la temeridad comparativa es con las sociedades escandinavas de raíz luterana, es el abismo lo que separa. Si la comparación es con los regímenes teocráticos, autoritarios o totalitarios en busca del hombre nuevo en una sociedad distinta, la balanza se inclina a nuestro favor. Pero desconfíen, todo es cuestión de empezar y una vez aceptada la convivencia con la corrupción, comienza el debilitamiento de la sociedad y sus instituciones, desaparece la seguridad jurídica, se acentúa la inestabilidad y el declive económico y concluye la vida en libertad. Es el comienzo de un hombre nuevo pero más malo y perverso, en una sociedad distinta, pero más pobre y regresiva.

   Aquí la carrera hacia una sociedad descompuesta comienza en las altas instituciones del Estado; en los privilegios inaceptables e irritantes de la clase política; en la estructura de un Estado inmenso, incontrolable y despilfarrador; en una legislación boscosa e inabordable que además está en vigor para ser burlada; en una estructura judicial perdida en la lentitud de normas procesales barrocas en su garantismo y favorecedoras de la impunidad; en un sistema penitenciario utópico, más parecido a una oenegé que a un modelo inteligente y adecuado de represión social, del que tantos se libran por incumpliento de la pena o favorecidos por un incomprensible sistema de indultos a la carta. De manera que la ejemplaridad desciende en pirámide perversa y cuando llega a la mayoría social, viene disfrazada de simulación y egoísmo colectivo. Por eso se ha logrado el ideal de la corrupción social: vivir de la democracia. Y no podemos confiar en la corrección generacional de un sistema educativo integral porque yace troceado y esparcido por territorios, ajeno a principios patrióticos, de amor a la libertad, al régimen constitucional y a un sistema de valores de moral social. Ya escuchan las deposiciones intelectuales de los estadistas de la CUP. De manera que sin moral social no hay avance porque como ya advertía Séneca, lo que al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres.

   Pero en esta larga y estéril etapa todo está en funciones. Ningún político debate sobre la urgencia regeneracionista. Se empezó hablando de ideologías, luego de pactos, después de reforma constitucional, aunque lo único que interesa son los puestos que dominan los poderes. Desde el gobierno al sol de Podemos, al gobierno en la sombra de Zapasanchez, que por cierto, en vez de Exteriores debería ofrecer a Borrell su propio liderazgo. Otro gallo nos cantaría, a todos, a él también. Pero en época de engaño universal, ya decía Orwell, decir la verdad es un acto revolucionario. 

      


sábado, 7 de mayo de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea 


HORIZONTES DE PODER
7 de mayo 2016



   Quizá empecemos de nuevo, pero merece la pena intentarlo. Lo mismo el gentío, en un ataque de sensatez es capaz de valorar el riesgo colectivo que supone entregar un denso y hermoso legado construido por generaciones anteriores, pertenecientes a siglos continuados en el avance, para ponerlo al alcance de grupos desubicados, de ambiciosos opuestos al progreso y la libertad. Pero no quiero ser optimista porque sería tanto como desconocer el grado de ignorancia imperante en materias históricas, económicas y de gobernación de una Nación, permanentemente en el filo de la navaja de su propia supervivencia. La frivolidad social y de su clase política es más propia de naciones en vías de progreso y no de quienes alcanzaron las más altas cotas de bienestar. Aunque no desconozca cómo el avance en el desarrollo económico y social no siempre se traduce en sistemas estables de convivencia creativa, sabiendo – por ejemplo - distribuir justamente los beneficios de la civilización y la cultura que nos define.

   Aquí estamos de nuevo, abocados a elegir, de una parte, entre aquellos que persiguen como sea alcanzar el poder, no por tener razón – tampoco lo pretenden - sino simplemente éxito y por eso apelan a la pasión de la mayoría. Y por otro, los que habiendo saboreado el éxito se muestran incapaces de retener el poder, disminuidos por las hendiduras dramáticas de la rapiña, la ambición y el egoísmo, habiendo dejado transcurrir el tiempo en la peor de las cobardías que decía Confucio, es decir, sabiendo qué es lo justo y no haciéndolo. Así pues, ahora la mayoría debería apreciar una verdad aplastante en democracia, y es que el voto no construye verdades, pero sí poderes. Y el poder se ejerce en nuestro tiempo de forma penetrante, sofisticada, insoslayable.

   Y el poder – o por mejor decir, los poderes – se dibujan en el horizonte con perfiles de espantajo y desventura, impropios de una nación que podría y debería aprovechar el momento, siempre es momento, para ampliar su límite de grandeza, utilizando la memoria, la sabiduría acumulada y la fe en las infinitas posibilidades que ofrece un sistema democrático estable, equilibrado, de contrapesos, capaz de compaginar reforma y regeneración continua. Pero ya ven, aquí las fuerzas políticas en liza, se agitan en un desconcierto destructivo que hará naufragar la esperanza de una mayoría silenciosa moderada, esforzada y sensata, sin más pretensión que el avance sin traumas y la convivencia justa y pacífica.

   Ya digo, con desasosiego se recuentan los mimbres que conformarán el cesto de la nueva oportunidad que se ofrece el mes que viene o el año que viene. Está por ver. En la orilla contraria, una izquierda revolucionaria, rancia hasta la náusea que trata de liderar la ruptura del sistema constitucional, con el aliento y los recursos procedentes de una feroz, totalitaria y medieval teocracia y del parque jurásico del comunismo bananero; una estúpida dictadura criminal, capaz de llevar a un pueblo alegre y despreocupado al hambre y la miseria en nombre de una utopía imposible, revestida del chándal desteñido de su hortera e inculto populismo. Les falta el bufón norcoreano para completar una alianza miserable con las cloacas de la humanidad. Y ahora, se refuerzan con las huestes del viejo comunismo estalinista, exasperado tras treinta y cinco años de posibilismo estéril. Pues crecerán y triunfarán acelerados por una Ley electoral que debió pasar hace años al desván de las pesadillas.

    Es esta aflicción la que conforma el sueño de Zapasanchez, ese progresismo viviente empeñado en desconocer lo conocido y en fomentar lo desconocido – o tenebroso por conocido - incluso con humillaciones sin fin. Es el poder lo único que persigue en la creencia obsesiva de culminar un proceso iniciado durante la suave pero contundente perversidad zapaterista que vio interrumpida la tarea de venganza histórica, desalojando del poder al liberalismo conservador de manera contundente y definitiva. Resulta sarcástico y cruel escuchar de labios de Susanaperón, gerente de la mayor y más eficaz máquina de poder constituido, eslabón entre generaciones de profesionales del mando, ordeno y controlo durante 36 largos y penosos años, que rige una estructura atascada de corrupción y saqueo de fondos públicos, la necesidad de desalojar al PP por el daño que ha ocasionado a España estos cuatro años. Una provocación de la que algunos, muchos, consideran esperanza blanca de la socialdemocracia.

   Y en esto llega Rivera, ni una mala palabra ni una buena acción. Por ahora. En debate permanente sobre ideología y en busca de compañía en su acomodo al poder. Con formas suaves y democráticas pero desubicado tras el éxito en su hermosa y valiente batalla catalana. De nada le sirve un sabio equipo económico, su amor a la Constitución y a una España diversa pero unida, si entrega el patrimonio obtenido de la esperanza de millones de españoles a un socialismo decadente y corrupto, cada vez más alejado de la esencial socialdemocracia europea.

    ¡Es el sistema, estúpido! Habría que repetirle a Rajoy una y mil veces, tras la desesperanza de verlo solo en el trasteo de la economía. Pero también la corrupción que impide el desarrollo económico y enfanga la moral social. Es que gobernar una Nación moderna es tarea tan apasionante como difícil y compleja. Debió marcharse ya y evitar encabezar de nuevo unas elecciones que así, seguramente repetirá el resultado.

     Decía el perverso Carrillo que en política, el arrepentimiento no existe. Uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento. Ojalá el juego arriesgado de elegir poder sea un acierto y no quepa arrepentimiento ciertamente seguro.


     




 



 







    












 



 







    









jueves, 5 de mayo de 2016

La Opinión de Julián Delgado.

Artículo que será publicado por el Diario “Última Hora” de Mallorca.
Un error obliga al Consell a parar la demolición de sa FeixinaLa Feixina es un memorial en la ciudad de Palma, al Crucero Baleares de viejas resonancias, de un bando y otro. Pura memoria histórica a destruir.
Sa Feixina
Julián Delgado. Escritor
   Un día de 1979, Juli Busquets, líder de la Unión Militar Democrática y diputado por entonces, me dio a leer en su casa un montón de cartas apiladas sobre la mesa del despacho, enviadas por militares republicanos. Cada uno contaba su situación personal, la de algunos de ellos lamentable: no cobraban ninguna pensión y eran casi indigentes; otros, por el contrario, estaban bien situados, lo único que pedían es que se les reconociera su categoría militar y disponer de una tarjeta acreditativa.
   Meses más tarde, Juli y cuatro compañeros de la UMD organizamos una reunión con un pequeño grupo de ellos, ya con pensión y su tarjeta militar en el bolsillo. Resultó de lo más emocionante, todos vivíamos en aquellos momentos un deseo indudable de archivar nuestros recuerdos, de que no hubiera vencedores ni vencidos. Estábamos animados por una generosa voluntad de reconciliación, con el objetivo de construir una democracia que fuera un espacio común para el debate pacífico. Nos despedimos con un abrazo, que a más de uno le hizo saltar las lágrimas. Por entonces, Marcelino Camacho, líder de CCOO, miembro del PC y excombatiente republicano, afirmó: Nosotros, que hemos padecido tantas heridas, hemos sepultado nuestros odios al lado de nuestros muertos. Santiago Carrillo y yo, que perdí a mi padre asesinado en Paracuelllos, hicimos otro tanto después de haber cruzado sendas cartas imbuidas de ese mismo espíritu: que nunca jamás pueda repetirse una guerra fratricida.
   Pero el infausto Zapatero, al utilizar la memoria histórica como un ardid para esconder su inconsistencia intelectual y su insolvencia política, reabrió las viejas heridas y, desde entonces, la izquierda ha seguido una estrategia que parece destinada a que volvamos al enfrentamiento, a la ruptura de la convivencia social, al arrinconamiento del adversario político, convertido hoy en enemigo, a la España cainita de buenos y malos, como si sus antecesores ideológicos no tuvieran también las manos manchadas de sangre.
   La demolición del monumento de Sa Faixina se encuadra en la manipulación reiterada de la historia por los totalitarismos y los populismos, que acredita el empobrecimiento intelectual que padecen y su irresponsabilidad política.