Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 30 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


LA AZOTEA

UN NUEVO CONTRATO SOCIAL
30 de Septiembre 2013


Comienza el otoño y el ritual de los Presupuestos Generales. Tres meses antes de que finalice el año, para los del Estado, que no pasan de voluntariosos y nada convincentes para el amargo momento que vive la Nación española. Y los andaluces, que tienen hasta el día 1 de Noviembre. En éste último caso, conforme al artículo 190 de su disparatado Estatuto aprobado en 2007. Pues ya verán a Susana y su médica de cabecera fantaseando, en creciente gresca y culpando al Gobierno Rajoy de los más de treinta años de utopía peronista vacía y regresiva.
En ambos casos resulta de aplicación la importante reforma operada en el artículo 135 del Texto constitucional, que obliga a todas las Administraciones Públicas adecuar sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria. Ya ven.La famosa Ley de Estabilidad Presupuestaria de Abril del pasado año ya duerme en el museo de normas inútiles y de gran parafernalia. Y es esta la que debe desarrollar las buenas intenciones de la reforma constitucional que tan buena acogida tuvo en círculos del poder europeo. Pero si los objetivos son sostenibilidad financiera, deuda no más allá del 60% del PIB y eliminación del déficit, sin duda vamos por camino muy diferente. 

Pero además, la Constitución prohíbe un déficit estructural superior a los márgenes establecidos por la UE, en su caso, para los Estados miembros. Y ni hubo caso, ni acuerdo sobre lo que definitivamente pueda ser el déficit estructural. Por si acaso, la previsora y reiterada Ley de estabilidad, permite superar el déficit estructural caso de “recesión grave”. Y claro, como la recesión es gravísima el dichoso déficit ya está en el 3,5%, según el Gobierno y en el 7% u 11% según los comentaristas. Parece pues evidente que la situación española es estructural. Ciertamente la economía se mueve como corresponde, por tendencias. Y ahora la tendencia es mejorar. Pero lo importante es saber si de forma definitiva. En cualquier caso, como ciudadanos interesados en la pervivencia de la Nación no debemos caer en distracciones inútiles y engañosas. Reiteradamente pongo de manifiesto en mis comentarios, que la situación española no variará, incluso puede empeorar, si no se adoptan esenciales decisiones en la estructura del Estado.

España no crece y sin embargo empobrece con rapidez. El paro aumenta y ya se habla si el estructural no estará en el 16% y sin embargo se gasta como antes y casi en las mismas cosas; aumentan velozmente la deuda y el déficit y desciende la recaudación; las empresas que sobreviven no invierten y en consecuencia desciende la productividad que se compensa con despidos. Unas pocas Comunidades Autónomas sostienen la estructura de la mayoría. Los Bancos continúan hipotecados con activos cuyo valor es muy inferior al contable; no dan créditos y la morosidad está en cotas históricas. La corrupción nos ahoga, la impunidad rebrota y el desprestigio internacional nos hunde. Y la Corona, con prótesis y muletas. Y la oposición balaguera, a la caza de alguna idea brillante o cuando menos de nuestro tiempo. Y sin olvidar la creciente tensión nacionalista, claramente provocadora y contraria a los intereses nacionales, con las secuelas inevitables de inseguridad jurídica y freno al desarrollo. Su carácter expansivo, por no decir imperialista que ya saltó con desvergüenza a Baleares y roza Valencia, como fenómenos que aumenta la preocupación porque nadie analiza ni corrige. Y los vascos asomando la intimidación, porque a más crisis y debilidad, más nacionalismo oportunista. Y como guinda la desestabilización de Italia.  

Parece como si España solo tuviera unas vías invariables para crecer, como son la construcción, el turismo y la obra pública, pero son actividades que también requieren créditos y se carece de ingresos suficientes. Son problemas que no se eliminan sino que se enmascaran y el ejemplo de Portugal debería llevar a la reflexión, porque el objetivo final de todo este proceso es un nuevo modelo donde, como dice el Profesor Niño-Becerra, la eficiencia será la norma y la escasez lo habitual.

A ese nuevo modelo se refirió Sarkozy cuando anunciaba un nuevo Contrato Social, como no podía ser menos en tierra de Rousseau, con modificación del modelo de protección social y nuevas políticas distributivas. Ese Contrato Social, planteado en el siglo XVII, diseñado a comienzos del siglo XX, implantado a mediados y comenzado a liquidar a finales. Se quiera o no, es lo que hay y no aceptarlo traerá mucho drama añadido. Y mientras, Rajoy en Oriente a contratar los Reyes Magos y cumplir el aserto de J. Joyce: “Si no podemos cambiar la realidad, cambiemos la conversación”. 

martes, 24 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

LA AZOTEA


EL  PECADOR
24 de Septiembre 2013


Reconozco no poder resistir la tentación de comentar con asombro, la larga e insólita entrevista que el Papa Bergoglio ha concedido a la revista LA CIVILTÀ CATTOLICA de difusión internacional. Desde luego su contenido resulta novedoso como actualidad, atractivo por su contenido intelectual y revolucionario en el mundo de la Fe. Son seis horas de conversación apasionante con un hombre preocupado por el mundo que quiere liderar espiritualmente y que lo hace latir en su alma joven e inquieta.

En mi comentario titulado EL JESUITA publicado el pasado mes de agosto, opinaba que la aparición de Bergoglio en la cúspide de la Iglesia Universal no me parecía casual y sí causal su coincidencia en vida con el sabio Benedicto XVI. Es más, reitero que su presencia supone un primer hecho revolucionario que trata de encajar la sabiduría con la acción para instaurar el gobierno de la esperanza. Por eso dice que no le gusta ser optimista sino confiado en aquélla, porque no defrauda. Y cuando le preguntan por qué es jesuita, responde sin dudar que le impresiona de la Compañía la capacidad de comunidad para la misión y para la disciplina. Y porque siendo una institución en permanente tensión, el jesuita debe ser creativo, descentrado, de pensamiento incompleto y abierto.

Y en lenguaje desconocido en personaje de tanta proyección mundial, asombra la sinceridad aplastante de su discurso, la sencillez de persona grandiosa y la humildad del que busca incesantemente la verdad. Pero también cauteloso, al afirmar que el pilar de su espiritualidad está plantado en la virtud del discernimiento. Porque la sabiduría del discernimiento nos librará de la necesaria ambigüedad de la vida. Por eso es capaz de ir creando opinión insólita, por novedosa, en estructura milenaria. Como la exigencia de ministros del evangelio caldeando el corazón de las personas y no calentando sillones de despacho a modo de clérigos funcionarios. Exigiendo primero, una reforma de las actitudes, anterior a la organizativa y estructural, porque los cambios y las reformas necesitan tiempo para poner las bases de lo verdadero y eficaz. Buscando la santidad en lo común, en la paciencia activa y la constancia. Concibiendo una Iglesia como hospital de campaña tras la batalla, socorriendo a tanto herido social que produce un mundo egoísta y desgarrador. Y como guinda, reconociéndose pecador.

Es el cambio del primer Papa jesuita. Esperamos su primera Encíclica para calibrar la hondura del compromiso espiritual y social. Pero ojalá su presencia al frente del rearme espiritual y moral de Occidente y sobre todo de Europa, pueda frenar el declive no solo económico, de una sociedad que ignora, desprecia o se avergüenza de las raíces cristianas de su civilización, dejando apenas huella fuera de lo monumental o turístico. Sociedades europeas profundamente descreídas, cuando no  paganizadas o hundidas en el nihilismo, el relativismo, el materialismo y la indiferencia.

Pero el germen de su desaparición está inoculado, porque ya hay 54 millones de musulmanes repartidos por la Europa de la tolerancia suicida. Llenan los barrios de Amsterdan, Londres, París o Granada. Ni se integran, ni lo intentan, ni les interesa. Y no solo no respetan el ordenamiento jurídico sino que lograron instalar la Sharia ante la mirada curiosa y boba de los ciudadanos y sus autoridades, en una dualidad extravagante con seiscientos años de retraso en la historia de la civilización occidental. Europa será musulmana a final de siglo porque su población será mayoría. Pero debemos saber que el Islam no es una religión sino una ideología, no compatible con la libertad y la democracia. Que el Islam significa sumisión y totalitarismo, que borrará nuestro modelo de convivencia, nuestros códigos de valores y los principios jurídicos, culturales y sociológicos. Es la Europa nuevamente raptada que nadie como mi maestro Luis Díez del Corral volvería a ser capaz de describir.

viernes, 20 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

LA AZOTEA


LA CUESTIÓN NACIONALISTA


 
Resulta tan trepidante la actualidad que es difícil para el comentarista elegir tema sobre el que opinar. Desde luego no parece extravagante volver sobre cualquiera de los permanentes que martirizan esta Nación desde hace quizá dos siglos. A pesar de la globalización y los nuevos parámetros de la economía y la sociología, la bandera; el territorio y la forma de Estado; el catolicismo o la escuela, siguen produciendo erisipela en la piel ideológica de los ciudadanos. En lo que ahora interesa, resulta muy conocida la frase parlamentaria de Ortega y Gasset en las Constituyentes de 1932, al decir que “el problema catalán es un problema que no se puede resolver, que solo se puede conllevar”.

Pero ahora vivimos la plena reafirmación del principio de las nacionalidades ya definido en 1916 por Rovira y Virgili: la identificación como pueblo; la conciencia nacional y la autodeterminación. A estas alturas de nada sirve continuar utilizando dialéctica mercantilista para resolver lo irresoluble. Intelectuales como Marías ya avisaban que no era la Constitución de 1978, lugar adecuado para introducir la acepción de nacionalidad. Pero aquellos políticos con ansiedad por pasar a la Historia, impusieron el término y desde entonces, aceleradamente caminamos hacia la disolución de la Nación. De inocular ese virus troyano vendría el engendro de naciones sin Estado en busca de autogobierno, del derecho a decidir. De ahí y de las infinitas torpezas posteriores en busca del “encaje” de Cataluña o el País Vasco en España. De facilitar el que se sientan cómodos en la Nación española y claro, cada paso en esa dirección ha supuesto un paso más en la dirección indeseada.

Y sin mirar hacia atrás aprovechando la experiencia, ahora, visto el fracaso colectivo de España y sus nacionalidades, comienza una nueva carrera por construir lo que a todas luces significará la destrucción definitiva del entramado nacional. Ortega era ciertamente resistente al nacionalismo pero escribió anticipadamente – Prieto le señalaba como masa encefálica- que un Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia su unidad. Es decir, que un Estado unitario que se federaliza es un organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su dispersión.

Estos socialdemócratas balagueros parecen descubrir cada día un punto por donde introducir alguna idea en lo que constituye su páramo ideológico desde hace treinta años. Pero en este momento de nuestra historia especular sobre la forma federalista para salir del paso y diferenciarse de los conservadores resulta cuando menos peligroso. No existen entes federados sino una Nación que habría que desintegrar en entes, para luego federalizarlos.

Espero que los que ahora opinan no sean los que luego decidan. Algunos nombres son de chascarrillo y ni siquiera entendieron el importante documento elaborado por su propia Fundación A. Perales. Pero la cuestión nacionalista es urgente abordar aprovechando nuestra pertenencia a la Unión Europea. No puede seguir así durante más tiempo. Cataluña está arruinada por una política suicida del tripartito, prolongada por el insignificante Mas. Aun así utilizan mensajes rectilíneos que nadie podrá negar globalmente pero que han calado en una opinión receptiva tras un diabólico sistema educativo, unos amansados y vendidos medios de comunicación y un vacío de los Gobiernos de España que debieron hace tiempo ser acusados como incursos en delito de traición. España no les roba sino que contraria e indebidamente trata de evitar la bancarrota catalana ante la descomunal deuda de 51.000 millones de euros, tras tragarse más de 13.000 millones – casi el 51% - del nefasto FLA.

Así el Estado navega por la peligrosa senda del crecimiento alocado de la deuda. Al comienzo de la crisis representaba el 36% del PIB y ahora el 92% con tendencia al 100%, punto de “no retorno”, al impedir el crecimiento económico. Es que la deuda se está incrementando a razón de 378 millones al día y el importe de los intereses crecen el 33% sobre 2012. Estos del PP están muy seguros del camino elegido,  pero desde su llegada al poder la deuda aumenta un 28% y la de las CC.AA. un 36% a pesar de la inútil legislación sobre estabilidad. Y tras alcanzar un inimaginable poder institucional con la complicidad de un politizado e inútil TC, el nacionalismo primitivo y romo de Bildu o así, comienza a enseñar las garras en el camino vasco a la autodeterminación, con el auxilio manso del PNV, como en la Cataluña de CIU rendida a los encantos totalitarios de ERC.

Pero no crean, que también España ha de pagar esta factura secesionista a través del privilegio bobo del Cupo. Una estafa más del proceso. Que le pregunten a Montoro, porque cada vez se minusvaloran más las cargas estatales a cargo de la Comunidad y se quedan con más bocado del IVA que corresponde al Estado. Es decir, se paga menos Cupo, cuando se paga. Pues nada, que Rajoy le escriba otra carta pedagógica a Urkullu y ya puestos, debe crear una Dirección General de “Cartas a las Nacionalidades” que se leerán con curiosidad y regocijo en las escuelas del siglo XXII.

Quizá la guinda, para nosotros bien amarga resultará, pueda ponerla Augusto Comte, cuando advertía que “la monarquía constitucional y parlamentaria, es forma precaria, solución provisional, previa a la república”. Pues eso.   

 

sábado, 14 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

LA AZOTEA


AVERGONZADOS DE LA CORRUPCIÓN



Quedó como clásico el agudo chascarrillo de Groucho Marx: “Antes de hablar tengo algo importante que decir”. La frase seguramente habría que recordarla a muchos políticos antes de comenzar a sermonear a ciudadanos indefensos, cuya única barrera ante el aluvión consiste en hacer oídos sordos. Que nos digan lo importante sin mentir y ahorren las palabras insignificantes del discurso. Estos días vivimos una larga sucesión de hechos y palabras que dejan encogida el alma y la esperanza. El alma que necesitamos libre y la esperanza refugiada en aquella como agitada sobreviviente. Es el sino de un tiempo de zozobra e inquietud.

Aquí, la huída de Griñán se ajusta al guión como el auto de Alaya. Para eso está el Consejero-Fiscal de Justicia. Ya me dirán si no como justifica su alto sueldo. Si los jueces y magistrados integrantes del poder judicial tienen en el CGPJ su órgano de gobierno, los fiscales ejercen sus funciones mediante órganos propios en línea jerárquica y el personal se integra con el resto de la función pública, pues el Consejero no tiene más papel que actuar de correveidile del poder. Y habla y habla y no respeta ni el luto debido al enterramiento de Montesquieu. Y además sigue como tal en el flamante y enano Gobierno de Susana. Continúa siendo  cargo inútil aunque imprescindible.Se palpa la necesidad de impartir justicia, pero lo mismo se resuelve con el diálogo. Al fin y al cabo, aunque de sordos, en el diálogo descansa la cultura occidental, decía Heidegger. Para empezar la fiscalía ya pone en duda la decisión de la Juez Instructora. Pues veremos.

De manera que las respectivas peroratas de los dos expresidentes de la Junta, en sede parlamentaria- es decir, en noble sede, gratis y urbi et orbi– despotricando de la Juez, que era lo importante y hablando después, del respeto debido y la indefensión, resultaba chusco por innecesario y extemporáneo. Y desde luego peligroso. Ya decía Jefferson que nadie abandona el cargo de Presidente con el mismo prestigio y respeto que lo llevó allí.

Chaves y Griñán están convencidos, como Maquiavelo, de que quien tiene el poder y no tiene la fuerza, está condenado a la nada. Llevan más de treinta años con ambas potestades y así va la cosa. Y luego Susana y su gobiernillo. Avergonzada de la corrupción, dice. Ya ven. Pero ojo porque ya hay un Consejero que parece tragó fondo de reptiles en el Ayuntamiento que presidia. Mala cosa.

Creo que sobre la corrupción nos deben decir lo importante, antes de hablar, incluso de contarnos sus sentimientos, que si los describen como nobles, pues mejor. Pero sepan que se comienza a combatir desde la escuela, inculcando principios y valores, formando ciudadanos temerosos de incumplir la ley, patriotas orgullosos de compartir un proyecto común. Se combate así mismo facilitando una sociedad civil exigente, dinámica, interesada en la cosa pública. Siendo escrupulosos los partidos en la selección de dirigentes preparados, sólidos, con profesiones previas. Impidiendo la permanencia en los puestos tras indicios formalizados en la imputación. Acabando con privilegios vergonzosos.

La corrupción es una atmósfera que se respira en los alveolos del sistema si los órganos estatales, gubernativos o administrativos la practican soslayando los intereses generales. El exagerado y estéril intervencionismo, siempre instala la corrupción en la política y la sociedad. Porque el Estado no es lo político, sino una de las formas de lo político. Lo político esta detrás del Estado. Pero no hagan aspavientos grotescos. Si la corrupción les avergüenza, restablezcan los controles internos que desmantelaron. Conformen una Intervención respetada, con los funcionarios mejor preparados, independientes, inamovibles, con medios materiales, económicos y jurídicos. Dotada de potestad coactiva y capacidad de interrupción de los procedimientos. Y ya esta bien de médicos diagnosticando el mal y gestionando la enfermedad de una Hacienda absurda y terminal. Lograran acabar con el enfermo tanto inútil firmando recetas disparatadas.

Miren, la corrupción se combate en definitiva, con un sistema educativo que forme ciudadanos amantes de la libertad responsable, de leyes sabias y exigentes que se cumplan, incluido un régimen íntegro de penas, sin indultos. Platón decía que lo mejor era un régimen mixto, combinando la monarquía, es decir la sabiduría, con la democracia, es decir, la libertad. Pues eso.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


Publicado en el "Diario Córdoba" el día 21 de Septiembre 2013

LA AZOTEA



2020 Y EL OTOÑO ESPAÑOL



Pedro J. Ramírez se preguntaba antes del berrinche nacional por la fuga Olímpica, si España existiría como tal en 2025. De llegar entonces a conocer el resultado de la votación seguro que su pregunta se habría retrotraído a 2020. El diagnóstico de Pedro J. no resulta nada optimista y me anima coincidir con tan informado, influyente y culto observador, en que estamos pagando los graves errores de la Transición y su carrera enloquecida hacia la disolución nacional. Y ello a causa de una incompleta por inacabada Constitución tan favorable al café para todos, pero abocada a la ruina para casi todos, y de la clase política más inculta e irresponsable desde Fernando VII.

Vengo manteniendo – y parece coincido con un gran creador de opinión – que la “transferencia en educación acompañada de ingentes recursos financieros a grupos nacionalistas desleales con el proyecto constitucional, ha propiciado tres décadas de erosión de la identidad nacional”. O se reforma la Constitución, reconociendo sólo dos o tres autonomías – sigue argumentando Pedro J. – o se aplica el texto vigente y se suspenden las instituciones que incumplan sus obligaciones hacia el Estado. Lo que resulta imposible es soportar diez o veinte años más en esta provisionalidad estéril y demoledora, seguramente inédita en el mundo occidental. Y desde luego es intolerable, que pueda estar pactándose una secesión financiada por una nación empobrecida que además resultará mutilada en su soberanía y territorio.

Pero aquí seguimos, olvidando nuestra historia pasada y moviéndonos con más soltura en los sueños de futuro. Pero siempre sueños, fantasiosos, inalcanzables. Cuando Maquiavelo aconseja como debe conducirse un Príncipe para adquirir alguna consideración, le dice a Lorenzo El Magnífico que "nada granjea más estimación a un príncipe que las grandes empresas y las acciones raras y maravillosas". Y el año 2020 se había convertido en gran empresa, en acción maravillosa, en señuelo engañoso, en paradoja sorprendente. Nadie hubiese sido capaz de asegurar al mundo para esa fecha la existencia de la Nación española, del Estado-nación más antiguo de Europa, cercenado por la gran estafa catalana y del agazapado, romo y brutal nacionalismo vasco.

Es el sudoku autonómico en su extremo vital, en lo que cabía esperar de su ser. Ahora se aprecia el desprestigio extremo y la falta de confianza en su viabilidad. Vivimos el final de un Estado imposible, pero mientras saboreamos el embeleso de una salida inmediata y definitiva de la crisis sin tocar aquél. Precisamente la razón que imposibilita lo definitivo.

Y Andalucía, el laboratorio, el tercer vértice de este triángulo de las Bermudas, continúa su ruta hacia ningún sitio. Se constituyó un Gobierno previsible, de empleados del Partido, el mismo día en que el número de imputados o semi imputados llega a 117. Pero no crean, aquí lo difícil es identificarlos, imputarlos, juzgarlos y en su caso, condenarlos. Lo fácil, indultarlos. Nos esperan días de vino amargo y rosas marchitas.

Decía mi maestro Dalmacio Negro que el Derecho es al orden social como las matemáticas a las ciencias naturales. Es decir, los gobiernos se instituyen para garantizar la permanencia del orden social. Aquí, se sigue el principio de Harry Truman: Si no les puedes convencer, confúndelos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


Artículo publicado  en el "Diario Córdoba" el día 5 de Septiembre 2013


LA AZOTEA

EL  RELEVO



Bernard Shaw decía que no es cierto que el poder corrompa, sino que hay políticos que corrompen el poder. Aserto adecuado a la realidad andaluza, más parecida a una escuela aventajada de políticos corrompidos y corruptores que han utilizado tan noble oficio en instrumento de dominación para el enriquecimiento personal y el avance arrollador de la antipolítica. Lo advertía Montesquieu: la corrupción rara vez comienza por el pueblo.

He venido manteniendo que Griñan ha sido un político mediocre, incapaz de enfrentarse a una realidad apabullante y descorazonadora de paro, pobreza y corrupción, tras más de treinta años de utopía vacía y engañosa. Es personaje que dotado de un buen bagaje cultural y profesional, excelentes modales y expresión sosegada y sensata de pareceres, lo creyó suficiente para rectificar un rumbo tenebroso, ajeno al progreso y la libertad. Quedó desbordado. Y su desbordamiento, causado por clamorosa falta de coraje político y liderazgo, le ha llevado a concluir un mandato histórico que representa el fracaso de la autonomía y el hundimiento de las instituciones democráticas.

Tras Griñan, aquéllas y sus ideales quizá resulten irrecuperables porque las magnitudes del drama parecen insuperables. Las distancias de Europa y el resto de España aumentan sin cesar y esa espesa niebla de corrupción creará una atmósfera de desconfianza e inseguridad jurídica muy negativas para comenzar un nuevo intento de desarrollo. Al final, el fracaso y el acoso de la justicia le hacen huir despavorido a buscar refugio privilegiado en el Senado, esa Cámara tan inútil como pieza del parlamentarismo, como inadecuada para archivo de figurones desubicados del sistema. Deja una herencia penosa y difícil de remontar. Tan difícil que quizá sólo un claro liderazgo, brillante, con sentido de Estado, predecible, estable, con equipos preparados y pegados a la realidad, serían capaces de sacar Andalucía a la superficie. Pero tal como se presenta el relevo, quizá aumente la desesperanza, máxime cuando la oposición, ni está ni se le espera.

No creo llegue a lo dicho por Disraelí de que en política los experimentos significan revoluciones. Más bien creo que el relevo en la Presidencia de la Junta de Andalucía, sin dejar de constituir un experimento, no pasa de mero recambio en la burocracia socialista, más desgastada que la paciencia acrítica de los andaluces. La propaganda oficial no escatima desde luego grandilocuencia. La exaltación de Susana Díaz a la Presidencia, dice, es un guiño a la condición femenina y una auténtica renovación generacional.

Pues ya ven los méritos iniciales de la beneficiada por tan suculento cargo. Ni por su ascenso se renueva la generación presidencial del sistema - Escuredo y Borbolla eran más jóvenes cuando accedieron y Chaves contaba 45 años - ni es posible conocer el mérito aportado por la designada para llegar a ser mujer. Mal pues empezamos. 

Miren, Andalucía, mejor dicho los andaluces, los parados, las familias, las empresas, la economía, las instituciones y en definitiva el prestigio nacional y europeo de Andalucía, no soportan experimentos ni bobas propagandas oficiales, más propias de un tercenmundismo pegajoso o de sistemas autocráticos. Aquí lo que procede es saber como se reduce el paro a niveles europeos y actuar en consecuencia o como se inicia y gana una decidida batalla contra la corrupción que nos asfixia o como se pone en marcha un aparato productivo que está desapareciendo, borrado por la oxidación. Y no olvidar lo que ya dijo J.F. Kennedy, que la libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social.

Vengo manteniendo que nada espero del Gobierno Díaz. Más bien confío sepa dosificar sus virtudes políticas y evite degradar aún más que sus antecesores la sociedad y economía andaluzas. Su alianza con el comunismo es una rémora que le traerá fractura social tan innecesaria como la "memoria democrática" y más gastos insostenibles en el mantenimiento de una sólida red clientelar, empecinados en la exigencia de un Gobierno menos técnico y más político. Es el alejamiento definitivo de la Europa de la libertad y el desarrollo. Nos conformaremos en que al menos se incumpla el principio maquiavélico de que la política es el arte de mentir.