Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

sábado, 29 de abril de 2017

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea

EL RAPTO DE EUROPA (y II)

29 de Abril 2017

      Aquí, la ola purificadora, el huracán que casi todo arrasa, el vendaval que sopla en el Rapto de España quizá consista en caminar de vuelta, cuando todavía no se ha llegado. Hay como cierto desasosiego y añoranza desatada de un pasado que cada uno concibe a su modo y ambas mitades, equivocadas. Los que entonces perdieron y supieron mantener la dignidad, son sobrepasados por sus descendientes que en siguiente generación buscan la revancha y el desquite concibiendo, por ejemplo, una República capaz de satisfacer sus fantasías en el alcance de la por ahora, utopía imposible. Los que entonces ganaron, fueron aprendiendo de sus hijos las ventajas únicas del acuerdo y la transacción para alcanzar un sistema de convivencia civilizado y democrático, ahora en riesgo de radicalizarse. Pero les cunde el sentimiento de minoría mayoritaria silenciosa, desbordada por la dictadura insoportable de lo políticamente correcto que conlleva la mofa continua de los sentimientos, principios, valores, creencias y apurando, quizá modelo y estructura social; hasta desdibujar los símbolos nacionales o la propia identidad unitaria de la Nación. Oponiéndose a los dictados de la ideología de género o a la odiosa, sectaria y guerracivilista memoria histórica se alcanza lugar seguro en el rincón olvidado y marginal de calificaciones con éxito triunfante e incomprensible de franquista o fascista. Descalificaciones unidas a xenófobo u homófobo si de calificar se trata como criminal la expansión yihadista o de insoportable la dictadura LGTB.

      Muchos pues, a derecha e izquierda extremas, comienzan a desconfiar del sistema democrático, tan difícilmente alcanzado, en la añoranza de un tiempo que creen pudo ser distinto pero que roza el riesgo de retroceso al enfrentamiento de trincheras, por ahora ideológicas, pero de reproche continuo, agrio, estéril, cuando no peligroso. Quizá porque hace tiempo se perdió el respeto al sistema democrático. Los socialistas porque extraviaron la brújula ideológica, deambulando desde la centralidad socialdemócrata al zapaterismo amoral y suicida del infantilismo revolucionario. Los nacionalistas catalanes y vascos, a lo suyo que no es lo nuestro. Buscando los unos remedio al punto disparatado de locura colectiva en que colocan al pueblo catalán, culto, desarrollado y de vocación histórica ligada al espacio europeo, queriendo entonar una oda a la alegría que no pasa de charanga encubridora de una burguesía trincona y codiciosa, ahora conducida a la insignificancia por las hordas ácratas y revolucionarias que ya sembraron aquélla hermosa tierra de sangre y fuego. Los otros, los vascos, en la revolución de la diferencia, la insolidaridad y el privilegio siempre escaso, conducido por una burguesía en baja que ahora espera mejor momento para autojustificarse como nacionalismo del fracaso, pero que mientras entiende, ampara y celebra con los artesanos de la paz – por ahora sin territorios, como en Colombia- el éxito histórico de los asesinos, mayoría exentos, hace tiempo en las instituciones. Ojalá no sea en exceso gravoso, lo ya ruinoso del cupo, y otras tantas prerrogativas contrarias al Derecho europeo, con tal que los estadistas populares puedan tener Presupuestos.

         Y los llamados social/liberales de C´s en busca permanente de un espacio que no encuentran porque no existe la equidistancia en tiempos de definición exigible y precisa. Siempre en el escaparate de lo correcto porque apenas tocan poder y lo mismo echan la red al centrado liberalismo que al lodazal andaluz del progreso siempre lejano. Pero les llegará la hora de la verdad antes de lo que imaginan aunque aún no tengan dimensionado siquiera el sistema. Sistema que sí tienen medido y en el objetivo de su asalto los comunistas de Podemos, impacientes por alcanzar el poder para cambiar hasta la raíz justificadora de su existencia, es decir la libertad. Mientras, aprovechan el espacio parlamentario como pista circense de un espectáculo continuo y desarrapado de miseria moral y política, con moción de censura totalitaria o sin ella.

                   ¿Y los populares? En el despojo incesante de las clases medias, masas neutras que decía Costa, creyendo o explicando que hacen reformas y olvidando aquello de Tocqueville  de que el momento más peligroso para un mal gobierno es cuando comienza a hacer reformas. Pero ya me dirán aquéllas que ni rozaron la educación, ni la deriva del sistema autonómico que nada en el descontrol y el despilfarro de miles de entes, empresas y comisiones. O el Consejo General del Control Judicial, inútil y carísimo tanatorio de Montesquieu. Aquí, cuanta más corrupción más legislación, pero por ahora la revolución desde arriba que proponía Maura, viene en forma de detritus institucional, enfangando la vida social; empobreciendo a masas de población; expulsando a los jóvenes al exterior; condenando al desempleo a millones que caen en la desesperanza y la marginación; imposibilitando la recuperación económica; degradando el prestigio de la Nación ante el mundo culto, desarrollado y democrático; igualándonos por abajo en la zafiedad y la incultura. Aquí vivimos la oligarquía de la partitocracia tradicional, de la nueva España oficial que asfixia a la España real y que elaboró un ordenamiento jurídico a su medida, blandito, permeable, relativista, adaptable y orientado hacia la razón de Estado, del Estado corrupto naturalmente.


            Quiero recordar a Von Mises cuando aseguraba que la corrupción es un mal inherente a todo gobierno no controlado por la opinión pública, y aquí, la única opinión es la publicada. Pero el triunfo Macron en Francia es sintomático en sociología política, observando la caída de republicanos y socialistas y la emergencia de un liberalismo desdibujado pero brioso enlazado a un centro izquierda que busca el equilibrio social que da estabilidad, credibilidad y sostenibilidad al sistema. Ojalá eso pueda ser pronto una realidad aquí - siempre en admiración del modelo francés- con la incógnita Rivera apoyado por los populares reducidos a mínimos y con los restos de votantes socialistas en acelerada huida de un Sancheiglesias en manos de Podemos. Sería el rescate de España.        

martes, 25 de abril de 2017

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea

EL RAPTO DE EUROPA
27 de Abril 2017

      Como ola de cal purificadora, como huracán que casi todo arrasa sin mover apenas nada, es la imagen de una Europa desorientada ante el fuerte vendaval que sopla despertando los sentidos. Desde el salvaje Oeste de Trump, con el nuevo capitalismo nacionalista, donde América Firts se renueva con Wilson, hasta el vacío slogan trumpista. Desde el inquietante Este, con la inmisericorde hégira bíblica que mezcla refugiados de la matanza siria, con millones de harapientos que huyen de la miseria de un cuarto mundo regido por bandidos codiciosos y corruptos, al frente de Estados fallidos, dando tumbos desde el fin del colonialismo que puso fin al reinado del hombre blanco, casualmente europeo.    

      Europa parece estar sitiada por su propio error, como dirigiéndose a vivir un horror colectivo. Siempre vuelvo en momentos así, al profético Rapto de Europa (El) del maestro Diez del Corral y a convencerme de que quizá no haya decadencia, sino expropiación de la cultura europea, acompañada de alienación de sus clases dirigentes, de pueblos enteros y sus élites intelectuales expatriadas.

    Europa, esa princesa fenicia del mito, ya no es raptada sino arrebatada, y se arrebata enajenándose hasta llegar a la alienación. Se encuentra en Unión, sí, pero desarticulada; dividida entre la civitas terrestre y la civitas celestial; realismo e idealismo; particularismo y universalismo político; simplismo técnico y complejidad intelectual. Me pierdo si es que nos arrastra con Spengler la decadencia de occidente o lo que parece un colapso de civilización, con pérdida de la capacidad de respuesta ante nuevos estímulos; la némesis de la creatividad que llamaba Toynbee, con pérdida del dominio sobre el contorno humano. Parece como si la minoría otrora creadora pasara a convertirse en dominante y ello produce reacciones ideológicas contrapuestas, desde una iconoclastia o búsqueda radical y revolucionaria de una utopía, ya vivida y fracasada, a un arcaísmo caduco e inútil, que busca retrotraer la situación a etapa previa al colapso. Ambas arrasarían la libertad y desmoronarían la civilización.

      Europa aparece nuevamente ensimismada, como entre las dos Guerras civiles del siglo XX, como las llamó Nolte. En un tránsito súbito desde el optimismo al pesimismo. Pero me pregunto si es posible la decadencia en un Continente de riqueza histórica, arquitectónica, literaria, de pensamiento e ideas políticas, ciencia y tecnología, cultura y creatividad impresionantes. La misión de Europa no puede haber terminado, aunque esté quedando atrás y empequeñecida, porque el mundo cultural europeo no es homogéneo y compacto como el del Islam. Pero precisamente, la singularidad de su historia radica en el acierto de crear una civilización objetiva, generalizable, generosa y humana, donde la racionalidad es causa de expansión, aunque a veces el excesivo racionalismo, su constructivismo, desvirtúe el impulso vital. Por ello, cuando se siente atosigada desde fuera, acentúa un proceso interno de disolución. Pero volverá la teología de la esperanza que pueda liberarla de esa especie de enajenación a la que está sometida y remontar el vuelo, evitando empequeñecerse cuando el mundo está europeizado. Yo quiero distinguir entre la cultura europea, restringida tanto geográfica como espiritualmente y la civilización europea, universalizada desde hace más de cinco siglos.
   
      Por eso me felicito que sea la Francia de la Enciclopedia y la Ilustración; de las Luces y la Razón; la de Montesquieu y Rousseau; Bodino, Voltaire o Tocqueville, la que ofrece nuevamente oportunidad de impulso a un tiempo que ha de ser nuevo. Nuevo para cambiar la concepción del proyecto común que haga de Europa elemento esencial de progreso democrático e isla de libertad. El candidato Macron, europeísta, seguramente liberal y centrista, es una incógnita. Y preocupante sí que resulta su indefinición ideológica y su proyecto para salvar el territorio europeo del vandalismo medieval yihadista. Pero es una esperanza, seguramente la única esperanza, con teología o sin ella y merece el apoyo de los europeos que desean permanecer proyectando luz hacia el futuro. ¿Y España? Pues es compendio de Europa por su propia Historia; imposible entender fuera de su contorno, en comunicación continua alimentándose y alimentando la cultura común. También se encuentra azotada por un vendaval de inquietud, desorden sistémico e idiocia colectiva en la gobernanza del Sistema. Ojalá se frene el camino que iniciado en el Estado orgánico y representativo que institucionaliza el Estado Nacional de 1967, pasando por el Estado Social y Democrático de Derecho de 1978, no acabemos en el Estado de corrupción de 2017. Cincuenta años de regreso sería una nueva tragedia nacional y un suicidio colectivo. Pero eso lo dejamos para una segunda parte.    


jueves, 20 de abril de 2017

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado el próximo día 22 en el Diario “Ultima Hora” de Mallorca

FINAL DE TRAYECTO
Julián Delgado. Escritor          

      En Los monederos falsos, Andre Gide hace decir a Hildebrando que los actos más decisivos de nuestra vida son, la mayoría de las veces, actos imprudentes. Audibert, su interlocutor, le responde: Es un tren al cual sube uno sin pensarlo y sin haberse preguntado adónde lleva. E incluso casi nunca se comprende que el tren le conduzca a uno hasta que ya es demasiado tarde para apearse de él.  
     Bien podría repetirse hoy esta conversación entre líderes del Procés, porque, después de haber pasado treinta años construyendo país y cinco alimentando el ego nacional, removiendo subconscientes con falsos mitos, impostados héroes, hechos gloriosos imaginarios, convocándolos a festivas demostraciones catárticas plenas de frenesí patriótico y reforzando su narcisismo ¿cómo van a decirles a sus enfervorecidas huestes que se bajen del tren? Ni siquiera les valdría aducir que el resultado de los sondeos muestra  que  la gran mayoría de catalanes son partidarios de seguir siendo españoles con un mayor autogobierno. O que sólo es una pequeña minoría la que quiere una desconexión unilateral o un referéndum sin pactar. O que el porcentaje de los que optan por la independencia lleva tiempo descendiendo.
      Cuando ven aproximarse el muro de la ley, cunde el desconcierto entre los viajeros,  preguntan alarmados al maquinista qué maniobra va a realizar para evitarlo o si posee la madre de todas las bombas para derribarlo. A éste le contrataron para que se estrellara y lo tiene asumido, los carboneros antisistema, presos del nihilismo de su ADN, no dejan de alimentar la caldera, un porcentaje de iluminados cautivados por el mito nacionalista, con los que cualquier debate es estéril, también están dispuestos a la inmolación. Pero el resto, la gran mayoría de catalanes, además de afirmar su identidad local, siempre han integrado valores universales, los valores de la ilustración, el entendimiento, la armonía, el progreso.
       A la vista de esas encuestas, bien estaría que el Gobierno añadiera a la razón de la ley una oferta política a la Generalitat para empezar a negociar una solución constitucional. Así, cuando el tren se estrelle, no será solo contra la ley, también lo hará contra la oferta de diálogo y la razón.    


miércoles, 19 de abril de 2017

La Opinión de Martín Moreno

Artículo publicado así mismo el pasado sábado en la página de Opinión del Diario IDEAL de Granada


¡ESCUCHEN!
Europa tiene un relato

José Luis Martin Moreno. 
Doctor en Derecho. Letrado Mayor del Consejo Consultivo de Andalucía


      “REPENSAR EUROPA”, trazar una hoja de ruta para la Unión Europea después del Brexit. Esa es la tarea que se han propuesto los mandatarios europeos mientras se formaliza el acuerdo de divorcio con el Reino Unido, y no lo tienen fácil. Luchan contra el viento que está favoreciendo el ascenso de líderes populistas y nacionalistas como Marine Le Pen, en Francia, Geert Wilder, en Holanda, y Norbert Hofer, en Austria,quienes han desempolvado el viejo elixir llamado referéndum y con él prometen liberar a sus pueblos del yugo de la Unión. La misma consigna que se repetía a favor del Brexit. Reparen en lo que apunta Teresa May en su carta: es cuestión de autodeterminación (“selfdetermination”). Lo dice quien hasta hace poco defendía en su discurso la permanencia
en la UE.

      Los mentados líderes pugnan por su particular Frexit, Nexit y Oexit (neologismos que no falten). ¡Ah, y no se olvide que el ejemplo cunde a favor del exit! Así se habla ya del Swexit (Partido de los Demócratas Suecos), Fixit (Partido Verdaderos Finlandeses), e Italexit (el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte). Si bien se observa, más allá de las afinidades ideológicas que puedan existir entre estos movimientos, hay un común denominador: el chovinismo, el yowayismo (puestos a inventar palabras) y la insolidaridad, el nacionalismo enconado, el ensimismamiento, y la exaltación de lo propio, la ensoñación y añoranza de glorias pasadas; la conjugación del “yo-mí-meconmigo”.

      ¡Escuchen ustedes! Europa tiene un relato y no es exactamente el de la Declaración de Roma (25 de marzo de 2017). Más bien es el que recordó el Papa Francisco el día anterior, en el discurso ante a los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea con motivo de la celebración del sexagésimo aniversario de la firma de los Tratados de Roma (25 de marzo de 1957). En la imponente Sala Regia del Palacio Apostólico, subrayó a los líderes europeos que les corresponde discernir el camino para un «nuevo humanismo europeo», hecho de ideales y de concreción”. Esa meta pasa por recuperar la ilusión y la pasión que pusieron los Padres Fundadores para que el sueño europeo se hiciera realidad.

      Es necesario recobrar la altitud de miras. ¿Cómo? Siguiendo el sabio consejo que se desprende de las palabras del Papa Francisco: evitando el peligro de “caer en nuestros egoísmos, mirando lo que no es útil y pensando en construir recintos particulares”. Por el contrario, hace falta “memoria, valor y una sana y humana utopía”… una Europa joven… de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía (en el discurso que pronunció el 6 mayo 2016 cuando se le hizo entrega del Premio Carlomagno).

       En efecto, no se equivoquen. La UE no es proyecto en estado agónico; no es un artificio languideciente que a duras penas prolonga en el tiempo el sueño de los Padres Fundadores. ¡Oigan ustedes! Agoreros, ventajistas, carroñeros y especuladores; escuchen atentos los populistas, euroescépticos y antieuropeístas, impostores y flautistas de los Hamelines que en el mundo haya. Dejen a un lado sus orejeras y escuchen, porque Europa tiene un relato; un largo relato que surca una historia milenaria cuyo hilo conductor es la cultura grecorromana, el cristianismo, el humanismo renacentista y la Ilustración. Un rico alimento espiritual que nutre las raíces de Europa y que algunos se empeñan en ignorar. Como dijo Ortega y Gasset, “La unidad de Europa no es una fantasía, sino que es la realidad misma”. Por eso señalaba que “es sumamente improbable que una sociedad, una
colectividad tan madura como la que ya forman los pueblos europeos, no ande cerca de crearse su artefacto estatal mediante el cual formalice el ejercicio del poder público europeo ya existente”. No en vano, Ortega destaca que fue el realismo histórico el que le enseñó a ver que la unidad de Europa como sociedad “no es un «ideal», sino un hecho y de muy vieja cotidianidad”.

           El aniversario que conmemoramos (1957-2017) es un breve episodio en la historia de Europa, pero sin duda uno de los más brillantes, una etapa de paz y progreso que sólo ha sido posible cuando las naciones se han mostrado capaces de mirar más allá de su ombligo, divisando un horizonte común; cuando los Estados miembros han cedido una parte importante de soberanía en beneficio de las instituciones que gobiernan la casa común. La solidaridad, la cooperación y la unión han sido la argamasa de esta gran casa. Nada mejor explica el aniversario: los pueblos que componen la UE han puesto por delante los valores que comparten y su fe en un destino común.

      ¿Qué ha ocurrido para que tengamos que REPENSAR EUROPA? ¿Acaso no fue posible –como decía Ortega refiriéndose al “auténtico Gobierno de Europa”- regular en su vuelo por la historia al enjambre de pueblos, solícitos y pugnaces como abejas, escapados a las ruinas del mundo antiguo? Ahora, pese al Brexit, la tarea debería ser más fácil, porque hemos transitado gran parte del camino.

           La situación no es tan dramática como la pintan. La Unión fortalecida es la vacuna frente a los nacionalismos y populismos obcecados en lo particular. Quizá ha faltado pedagogía para que los ciudadanos europeos puedan percibir lo mucho y bien que se ha trabajado desde las instituciones de la UE a favor del bienestar común, aunque se hayan cometido errores. Hoy no podemos ignorar que las políticas comunitarias afectan a elementos tan básicos para nuestras vidas como el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que consumimos (como bien subrayan Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes). Pedagogía y transparencia de todas las instituciones y especialmente de las sesiones del Consejo Europeo, del Eurogrupo y del Ecofin, para que no se perciban como centros de poder que toman decisiones a espaldas de la ciudadanía europea.

          La UE ha atravesado graves crisis y siempre ha salido reforzada de ellas. El Brexit puede ser también un revulsivo (nuestro refranero dice que no hay mal que por bien no venga) y muchos anhelamos un salto espectacular en la integración europea y -por qué no- unos Estados Unidos de Europa para nuestros nietos. Por ese motivo, pedimos a los líderes de los países miembros que escuchen a los ciudadanos, que fortalezcan la participación directa y permitan que quienes se sienten orgullosos de su identidad europea decidan el futuro de la Unión. Piensen menos en clave local y reformen los mecanismos de participación y decisión; hagan posible que los debates paneuropeos sean una realidad y los ciudadanos puedan reconocerse como auténticos protagonistas y destinatarios de las políticas de la Unión, con el fin de orientar el sistema de bienestar y asegurar sus derechos y libertades. Escuchen y no se limiten a oír, porque Europa tiene un relato maravilloso y auténtico que otros quisieran para sí.


martes, 18 de abril de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

LIBERTAD Y SEGURIDAD
18 de Abril 2017


      Creo fue B. Franklin quien aseveraba que quienes renuncian a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad, no merecen ni libertad ni seguridad. Pero los tiempos que vivimos son distintos, muy diferentes, transcurriendo más allá de la fluctuación continua; en el néctar que protagonizan sociedades líquidas, sin puntos firmes; carentes de valores indiscutibles, hasta la propia distinción de sexos; sin principios consistentes, sino variables según los dogmas del relativismo. Vagamos a través de una nada infinita, como decía el Padre Cantalamessa en sermón impresionante y trascendente ante el Papa Francisco. De manera que ahora, la elección no parece simple.

      Habría que coincidir en el entendimiento del propio concepto de libertad esencial y no resulta nada fácil porque, por poner ejemplo, los seguidores de Lenin insisten machaconamente preguntando como él: libertad para qué. Otros, prefieren engarzar la libertad a gobiernos capaces, responsables y patriotas. Ahí tienen la denostada Le Pen, hija del neofascista Jean Marie, a no perder de vista. Desde luego no parece ser lo que dicen, estando tan lejos del padre como cercana a la simbología De Gaulle, es decir libertad, patria y grandeur, pero en puro populismo. Y para ello recoge la tradición que sembró el Frente Popular de Miterrand, votándole hasta los propios comunistas, tanto como los desengañados de clases medias, conservadoras y nacionalistas, cansados todos de tanta cesión al Islán que en su día ya se plantó en Poitiers y ahora les invade hasta el hígado de sus patos. Y no digamos los nacionalistas salidos del derrumbe comunista del telón de acero, que ahora descubren una Europa poco atractiva para sus intereses, más allá de los mercaderes alemanes. Y lo mismo añoran los radicales de Holanda, Dinamarca o Austria, en destrucción sistemática del proyecto federal europeo. Es como el ejemplo perverso de Gran Bretaña, cuyos nefastos efectos aún desconocemos, en busca de independencia y libertad para administrar sus propias fronteras- self determination- pero haciéndonos retroceder a lo que pudo ser la Europa de las Patrias. Y para qué hablar del giro radical de Erdogan y su proceso de aniquilamiento de la libertad, islamización total y alejamiento del sueño Atatürk, cuando aboliendo la sharia allá por 1926 había impulsado un acercamiento acelerado a la Europa de la libertad.

      Y ¿nosotros? Pues imaginando la libertad y la democracia - una vez conseguidas- como bienes imperecederos; como si pudiera sobrevivir libertad sin virtud y sabiduría, solo al alcance de pueblos perseverantes con altos niveles de civilización ordenada, al servicio de la convivencia; como si pudiéramos desconocer que este mundo nunca será seguro para la democracia, que decía Chesterton. Y así, aun cuando las cotas de bienestar alcanzan altura envidiable, inimaginables hace solamente cuarenta años, se instala en la sociedad española nidos de resentimiento hacia el pasado y las clases sociales que lo protagonizaron, odio y deseo de revancha en dirigentes elegidos democráticamente, pero dispuestos a la aniquilación de la libertad, la convivencia y el sistema que hizo posible el progreso.  Ya no disimulan sus intenciones, lo mismo en las instituciones parlamentarias, haciendo de ellas escenario de mofa, zafiedad y basura ideológica que fuera, movilizando la calle a la busca de mártires que enciendan la mecha revolucionaria ante la legítima violencia del Estado en la defensa del orden constitucional. Ahí tienen el bus de la insidia y la injuria, recorriendo las vías públicas de España, con fotos de ciudadanos con derecho a presunción de inocencia y en su caso juicio justo a cargo de tribunales independientes. Ellos ya no disimulan el deseo de colocar blancos móviles a quienes disparar la miseria inmisericorde de una justicia popular de cheka, sangre y fuego. Es el agitprop del comunismo cavernícola y reaccionario, el mismo que hace pocas fechas despotricaba por la presencia de otro bus en busca de aire distinto, aunque discutible, ante la dictadura de la estúpida ideología de  género.

      Y no crean porque los procesos de secesión en marcha no van precisamente  camino de la libertad que desprecian vivirla en Patria común. Ahí está el espeso Ortuzar, anhelando coseberanía para el País Vasco, en boba pero peligrosa comparación con el ideal para Gibraltar, pero muy propia de estos cantamañanas peneuvistas que más bien deberían preocuparse por cortar la subida al poder de la marca blanca de ETA, como en Navarra, evitando su desaparición por aplastamiento Y no digamos la enloquecida burguesía catalana en el poder, o por mejor decir los restos de la otrora brillante burguesía catalana, en la insignificancia ridícula rebasados por los totalitarios de la extrema izquierda del más rancio comunismo revolucionario.

      De manera que la ecuación se encuentra en el equilibrio entre libertad y seguridad. Pero mucho temo que por una parte en lo que a España se refiere, la escalada del secesionismo claramente independentista y el comunismo provocador y antisistema; y por otra, en el ámbito continental europeo, la invasión yihadista de su paraíso, el resurgir de nacionalismos extremos por ahora pacíficos y la presencia en el Sur de un cada vez más descarnado populismo neocomunista, resolverán la balanza a favor de la seguridad. La seguridad con libertad solo es posible en Estados sin complejos, fuertes, basados en Instituciones democráticas que respeten la separación de poderes, el imperio de la ley y los derechos humanos, aplicando con rigor descarnado la razón de la fuerza legítima y democrática con quienes intentan desmontar los sistemas de civilización y prosperidad. La seguridad sin libertad no existe, es puro totalitarismo.


martes, 11 de abril de 2017

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea

LA SEMANA
11 de Abril 2017

     
      Pues ya va de paso la singular y parece que imprescindible Semana, con gigantescas oleadas de ciudadanos fieles e infieles, buscando un lugar para manifestar cierto fervor religioso cada vez más crecido aunque no sea difícil averiguar por qué o espacio adecuado donde ampliar la capacidad de consumo y gasto. Y no por criticar, pero ahí tienen La Morada y su Círculo de Espiritualidad Progresista, incapaz de sustraerse a la magia de la Semana y el pasado día 7 – en puertas de las celebraciones cristianas – convoca unas reflexiones sobre espiritualidad y política, con teólogos y teólogas del progreso y su sacerdote jefe Monedero; teólogo también de la revolución que para nada disimula su feroz totalitarismo, odio de clase y deseo de revancha sin piedad. El muy perillán – en plena reflexión de espiritualidad marxista o mejor, leninista- se descuelga con perlas como que él reniega del uso de la violencia, pero Podemos está para “confrontar a los poderosos en el Congreso y echarlos de las instituciones”: es mandato divino subvertir el orden establecido y expulsar a los fariseos del templo. Así pues, la Semana festiva de creyentes o no, es fenómeno que saca de sus casillas a los camaradas de la otra oleada, la fascicomunista de Podemos porque les resulta difícil encajar el desenfreno colectivo en esa odiosa derecha capitalista y opresora, aunque el argumento les desborde por la apariencia de mucha derecha y poco oprobio. Sancheziglesias le llama más prudentemente “clase media y trabajadora” con lo cual el espectro parece más amplio y abordable.

      En cualquier caso es Nación capaz de compaginar bienestar y desigualdad, estabilidad social y desequilibrios estructurales, con el amor a la buena vida y la felicidad. Para nada pues, necesita una pasada por la izquierda totalitaria que le hundiría por generaciones en la miseria y la desesperanza. Pero claro, hay que seguir, volver al tajo y no perder el ritmo, aunque le ponga a uno de los nervios; se requiere temple y entrenamiento para lo que ya se ve como parte de lo que se avecina. Y no solo aquí, también fuera. Ya ven Trump, “el patán”, le viene un momento de sosiego escuchando sabios consejos y bombardea al tirano Assad; ira subsiguiente de Vladimiro RasPutin;  jolgorio de los socios europeos que momentáneamente llegan a creerse protegidos por el paraguas yanqui, sin necesidad de pagar su defensa y amargura en la geografía arqueológica del peor comunismo español sacando a relucir la base de Rota como punto de partida del portaviones con los cazas criminales. Y mientras, fanáticos asesinos yihadistas dejan sin resuello a los despreocupados suecos, incapaces de reconocer estar agujereados en su bienestar, como los alemanes o franceses, facilitando una crónica penosa del atentado y ocultando la foto del niño descuartizado porque no se llama Aylan y no es sirio. Si acaso, un poquito, si se trata de cristianos coptos cazados como conejos por estos fervientes criminales. Primoroso retablo semanasantero.

       Pero hay más en esta Semana de pasión. No me digan no tiene su aquél el sobrevenido tema de Gibraltar que a poco nos hace sentir fervores a lo Serrano Suñer y demás devaneos patrióticos con el embajador británico. Poco interés pueden mostrar los gibraltareños por modificar su ciudadanía desde súbditos de Su Graciosa Majestad – que duplica la renta del territorio circundante- a la de compartidores de emociones con Susana y su gobiernillo rociero. No tiene color. Pero conste, aquí no tanto debe constituir empeño colectivo la soberanía de la Colonia, compartida o no, como acabar con el nido de piratas financieros en que la Roca consiste desde hace más de cien años. Y ahora con el Brexit es momento de comenzar el destaponamiento del embudo de corrupción que comienza en su parte ancha en el Despeñaperros andaluz, para terminar en el sumidero estrecho del Gibraltar británico. Y de lanzarse a una política de Estado- con estadistas inexistentes- para modificar el subdesarrollo de una Comarca deprimida hasta la exasperación, donde no se ha invertido en serio desde el Polo de Desarrollo de López Rodó allá por 1965. ¿Acaso interesa a los britanicogibraltareños una Comarca circundante potente económicamente, próspera y desarrollada, más que sostenedora vital de miles de familias andaluzas? Pues que le pregunten a Moratinos, entre otros estadistas.

      Pero la Semana aún da más de sí para el rezo, implorando la piedad del cielo para concluirla cuanto antes. Porque si nos aprietan por el Sur, por el Norte es para salir corriendo y no parar. Produce escalofrío la patética imagen de los “artesanos de la paz” rodeados de comunistas asesinos no arrepentidos; neocomunistas del peor populismo y desarrapado bolivarismo; tontos útiles compañeros de viaje, representantes de los restos de la burguesía vasca viviendo el final de su exquisita miseria moral y los desubicados socialistas del lugar. Todos juntos en el juego suicida de amparar una historia de medio siglo de oprobio, sangre y lágrimas. Un desastre nacional porque no solo representaron una comedia mentirosa y repugnante, sino que a continuación empezará la monserga de la reconciliación, el perdón y la libertad que negaron a los asesinados y a los miles huidos de aquella hermosa tierra. Mientras, más de la mitad de los crímenes en la impunidad más absoluta; pero todos felices en esta Semana de pasión infinita y trascendente.

      Y por dar, también en la Semana el pintoresco y caro numerito del estadista Puigdemont acudiendo a postrarse ante el ilustre Carter, el zapatero yanqui, que seguramente habrá obtenido un buen pellizco para su Fundación dedicada a sablear a defensores de causas perdidas. Es lo que faltaba al proceso secesionista que llevará a la Nación a momentos de tensión incontenible por la estupidez sublime e inútil de sus ciegos gobernantes, convertidos en contables sin futuro.

      Y así cierro la Semana, antes del domingo. Porque hace casi cuatro años y medio titulé CHACÓN, mi columna La Azotea del “Córdoba” y no me resisto a transcribir el último de sus párrafos dedicados a la política desgraciadamente desaparecida, en esta difícil semana:

        “Por eso resulta refrescante la puesta en escena de Carmen Chacón, estigmatizada por la estulticia del zapaterismo pero que con valentía declara ante la declinante socialdemocracia sentirse rotunda y radicalmente contraria a la independencia de Cataluña…Ante el descaro del PSC y su derecho a decidir, que ella traduce por independencia, duda. Pero ojalá sea capaz de solventar interrogantes inquietantes del socialismo democrático y sepa ofrecer su juventud y madura experiencia en la defensa de los intereses nacionales. Si la dejan.” Descanse en Paz. 

jueves, 6 de abril de 2017

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado en el Diario “Última Hora” de Mallorca el próximo día 8 de Abril

LA OLA JUSTICIERA
Julián Delgado. Escritor

      Una ola justiciera ha atravesado nuestro país en estos últimos años y se ha llevado por delante a las más altas instancias, a los más poderosos próceres, a quienes eran considerados personajes intocables, impunes ante la justicia por más que sus andanzas fuera de la ley fueran archiconocidas. No es ahora cuando hemos sabido que unos y otros se estaban enriqueciendo de forma fraudulenta. Desde hace años era, si no público, sí notorio para el común.
    ¿Qué ha pasado, pues, para que estallase ahora? Sin duda la indignación y el hastío de la sociedad como consecuencia de los efectos de la crisis; la corrupción, conocida hoy en toda su crudeza, el desprestigio de los partidos y las instituciones, el papel de algunos medios contribuyendo a difundir la acción política como un vulgar espectáculo, el descontento ciudadano ante el mal funcionamiento del sistema y, también, la ausencia de un proyecto y de un ideal cívico común en el que se sustente la democracia han contribuido a agitar las olas.
      Este tsunami se ha llevado por delante al Rey, obligado a abdicar, una infanta y su marido se han sentado en el banquillo, patriarcas de la política cuya caída era inimaginable, como Jordi Pujol, se han visto arrastrados, junto con su familia, por el barro de los juzgados. Además, siete presidentes más de Comunidad han estado o están procesados y uno de ellos (Matas) ya ha dado con sus huesos en la cárcel; la lista de ministros, banqueros, empresarios, diputados y concejales encarcelados o acusados de graves delitos resulta interminable.
       Y en este escenario, las insaciables fauces de una sociedad rabiosa y hastiada engullen a los acusados en una ceremonia expiatoria que se adelanta a la justicia. Los sospechosos son flagelados en la plaza pública de los medios de comunicación, donde se les imputa, procesa, juzga y condena en el mismo acto. Poco importa si finalmente la justicia los exonera. No existe ética del daño irreparable ni presunción de inocencia; hay que devorarlos, a cuantos más mejor, y, después, vomitar el chivo de forma que no muera pero que no quede vivo. Es una catarsis social, un sacrificio a los dioses para que éstos reúnan energías suficientes para combatir a las fuerzas del caos. Amén.