Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 24 de noviembre de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

PERDIDOS ENTRE LEGISLATURAS

24 de Noviembre 2016



    Ya digo, vivimos el derrumbe por fracaso, de las grandes utopías. Ahora nos sumergimos en las pequeñas de andar por casa, porque algo más allá de la cotidianeidad necesitamos creer para salvar el hueco inmenso de lo que escapa a nuestro control. Es la esperanza que nos fija el cada día, cuando desconocemos si lo que creíamos firme y duradero se torna con demasiada frecuencia frágil y tornadizo. Si así lo veo en cualquier ámbito de la existencia – hasta en el religioso – no resulta sorpresivo en el de la política. Ahí tienen la tragedia de Barberá, condenada sin juicio y fallecida en la melancolía de la soledad.  

    Ya ven, nos introducimos en la XII Legislatura como si hubiese sido cuando debió ser, y apenas sentimos estímulos para reflexionar sobre lo que igual hubiere dado o sido la XIII o la XIV. Todo parece lo mismo de monótono, repetitivo y descorazonador. Ahí tienen a Rajoy defendiendo una democracia participativa de diálogo infinito, de entendimiento sin fin; de consenso y acuerdo sin límite. Pues que bien porque estábamos convencidos de que esos mimbres hacían una cesta constitucional que adquirimos hace ya treinta y siete años. Es más, lo que equívoca e interesadamente denominan los progres ciudadanía, concedió a este político tan correoso como necesario, tan socarrón como sólido en su vocación de estadista, una mayoría absoluta arrolladora que apenas sirvió para el tránsito desde la XI a la XII, y encima con denigración ideológica, hundimiento de la socialdemocracia, corrupción ahogadiza, desprestigio de las instituciones, avance espectacular del populismo comunista y chulería descarada del secesionismo en olor de podredumbre. Bueno, al menos nos salvó de los hombres de negro e inició el orden marianista de la contabilidad nacional, acabando con el desorden ruinoso y perverso del zapaterismo. No es poco, pero sí escaso para las necesidades de un sistema a punto de morir de éxito. Es decir, dejar el regeneracionismo aparcado, escuchando solo a los que creen que el dinero lo hace todo para terminar haciendo cualquier cosa por dinero, como creo dijo Voltaire. Y entonces, transformar el desorden político en desorden moral. Y en eso estamos.

    Y ahora no sé qué se podrá hacer, aparte dialogar hasta dejar en plano ininteligible los contornos de las ideas y principios. Ahora la consigna a difundir es como parece, igual Juana que su hermana. Cualquier cosa menos la apariencia de intransigencia porque al fin se trata de conservar el poder y alargar el espectáculo hasta mayo – ojalá- o un par de años más, ojalá no. Pues casi preferiríamos que aparte los Presupuestos, como sea, solo se apruebe lo estrictamente necesario para no causar más perjuicios al ser nacional. Porque ya me dirán cómo en estas circunstancias puede abordarse la salvación del sistema de previsión social, concebido con otros parámetros demográficos, económicos y políticos radicalmente diferentes y que el trascurso de los años solo sirvió para alargar su hundimiento y que ahora a toda prisa se cargará sobre los hombros de los contribuyentes. Como esa propuesta del estadista Espinar de que las cuotas alcancen el salario real, sin topes máximos; cuestión más que debatida desde el año 1983 y sus normas limitativas del crecimiento de las pensiones, creando un verdadero correctivo al principio de contributividad. Aceptada será, pero fracasará cuando el ilustre podemita y otros, sean conscientes de conllevar una justa proporción a la pensión a recibir.

    Y si el sistema de Seguridad Social gravitará hasta límites insoportables sobre un sistema tributario ya de por sí necesitado de un empuje legislativo acorde con los retos de una Europa distinta, en mundo diferente, qué decir de la estructura territorial del Estado; tantas veces calificado de manirroto, insostenible e ingobernable, pero al que algunos todo lo más que llegan es a concebirlo y desearlo como federal asimétrico. Ya nos dirán en qué consiste el invento. Y para qué referir la deriva del secesionismo catalán, soberbio, imparable, de sentimiento casi mayoritario en sociedad idiotizada, a merced de cantamañanas predicadores de la postverdad, iluminados del 3% más cercanos a la podredumbre que a horizontes de grandeza. Pero al no resultar suficientes los dictámenes de la Abogacía del Estado, se persona allí en carne viva su más conspicua representante. Como los finolis del peneuve y su orweliano neolenguaje del derecho a decidir dentro de la legalidad. Y claro, ahí están los sanchistas pertrechados del suficiente perejil que atavíe el guiso que preparan estos gudaris del privilegio y la sinrazón.

    Y para qué siquiera referir el espectáculo cada vez más ridículo en Andalucía y desorientado en el Parlamento nacional, de estos modernos chicos de C´s. Los pobres continúan sin conocer donde incubar su huevo ideológico, lo mismo de avestruz que de gallina, al poner por delante la formación del partido a la aglutinación de aquélla o al menos de las ideas. Pero ya sale Susanaperón, la reina del sur, dispuesta a la conquista del norte, ese que perdió el socialismo democrático tras unas estúpidas pasadas por el zapaterismo populista y el letal zapasanchismo. Ella, procedente de la legislatura perpetua del socialismo andaluz, no lleva en mochila más que palabras, algunas amables pero casi todas inútiles para la gobernación. Al menos sí defiende – por ahora- la Nación española y la Constitución. No es poco, pero también insuficiente ¿o acaso tendrá vocación regeneracionista ejerciendo de tapadera del lodazal andaluz? Nosotros seguimos perdidos entre las legislaturas que van y las que están por llegar. Pues eso.           


jueves, 17 de noviembre de 2016

la Opinión de Julián Delgado

Este artículo del escritor Julián Delgado, se publicará el próximo sábado día 19 en el Diario "Última Hora" de Mallorca
LA BANALIZACIÓN DE LA VERDAD
Julián Delgado. Escritor
    A raíz de las mentiras de Trump durante su campaña, hemos podido confirmar que vivimos en la que se ha venido en llamar Era de la Post verdad, caracterizada por la falta de certeza sobre lo que es verdad o mentira. La verdad ha sufrido una grave erosión y el debate democrático ha sido una de sus primeras víctimas.
   La revista The Economist describe como la era de la Post verdad es, en términos políticos, un nuevo populismo que, favorecido por la globalización del embuste, ha sumado a sus tradicionales herramientas (caudillismo, odio,  enemigo a batir, etc) las posibilidades que ofrecen las redes sociales. Es cierto que los políticos mentían con frecuencia, pero ahora lo hacen por sistema, con descaro y cuando la sociedad está más indefensa. Es un nuevo estilo de debate elaborado sin preocuparse por la veracidad de lo que se afirma, que niega la evidencia sin sonrojarse, sin recato, con el mayor de los cinismos, que trata de impactar en los que escuchan reforzando sus prejuicios. Apelar a la verdad resulta hoy una ingenuidad política. ¿Qué vale la verdad, fría y desnuda, frente al atractivo resplandor de la mentira? Se preguntaba A. France. Lo peor es que no sufren castigo por ello; los ciudadanos no se preocupan de analizar los datos y sacar conclusiones, sino que leen, escuchan y aceptan acríticamente las afirmaciones que mejor coinciden con sus posturas tribales. 

   España ha sido una adelantada de la Post verdad. En el debate Pizarro-Solbes, éste negó la crisis que aquel afirmaba; en el de Cañete-Valenciano, aquél apeló a la veracidad de unos datos mientras ésta los negaba. Hoy no nos sorprende que perdieran el debate quienes decían la verdad. Pero la madre de todas las mentiras, la mentira a escala industrial, se ha establecido en Cataluña. Tanto por ocultación de la verdad en cuanto a las privaciones que significaría su independencia, como cuando hablan en nombre del pueblo catalán, falsifican la historia, convierten leyendas en hechos reales, dicen que Madrid les roba o enseñan a los niños a odiar a España. Mienten hasta el hastío sus terminales mediáticas, hasta el punto que podrían afirmar cínicamente con J. Dryden: Nunca he visto que de decir la verdad se siguiera bien alguno.

martes, 15 de noviembre de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea


A PROPÓSITO DE TRUMP Y EL POPULISMO
15 de Noviembre de 2016



   En plena burbuja de trumpismo quizá no fuera conveniente referirlo desde La Azotea, ante ánimos caldeados y en movilización permanente de personajes y medios de comunicación más propensos a la hipérbole que al sosiego del análisis. Ahora, resulta más seguro por cómodo, popular y políticamente correcto despotricar contra Trump – como en su momento se hizo contra Reagan- que desmenuzar el fenómeno y ubicarlo en las diversas corrientes que en nuestro mundo cambiante conducen sin remedio a terreno movedizo, nada previsible por novedoso- aunque no tanto- pero sí desconocido en sus consecuencias. Desde luego no me encuentro en disposición de improvisar tesis alguna sobre el fenómeno populista, pero sí al menos reflexionar dentro de los estrechos límites de comentario como este, sobre alguno de sus aspectos, al considerar inciden de forma directa en nuestra actualidad.

   Con simpleza, podría decirse que el populismo moviliza votos, con promesas no realistas pero populares y oportunas, aprovechando o estimulando las emociones o el miedo de un sector amplio de la sociedad. Ahora, en plena y difícil transición hacia la cuarta revolución industrial, donde se confunde industria con servicios- llamada por algunos servindustria- y los intercambios se globalizan junto con la información, aparece de manera generalizada una reacción de desencanto y temor hacia las instituciones políticas y un clamor contra los desequilibrios económicos y sociales que provoca. Y aún más, por si fuese poco, la presión de movimientos migratorios multitudinarios, no siempre relacionados con la guerra. En este sentido Trump es tan populista como revulsiva su personalidad, más cercana a vulgar sexista y patán; tan llena de altanería impresentable, como vacía de valores acordes a la tradición democrática occidental y los principios que dieron luz a la hermosa Constitución USA de 1787. Pero ya me dirán si resulta posible, como muchos pretenden, incluir a Trump entre la extrema derecha o el fascismo sin más. Menudo disparate. Gobernará vigilado estrechamente por potentes contrapoderes que hará imposible cualquier desviación constitucional y se atendrá con matices a su letra y espíritu. Ha conseguido con zafiedad insoportable y por la flojedad de su oponente, conseguir el fin de la Presidencia, con medios injustificables desde el decoro exigible. Su riesgo está, seguramente, en el proteccionismo que predica; en el miedo al librecambismo y su pretendido y rancio nacionalismo replegado a sus fronteras y orillando la otrora fuerza impulsora de la libertad como modelo universal, protegida por su poderoso ejército, trasladable hasta los confines.

   Pero el populismo es fenómeno más propio del siglo XX – como el peronismo y otros muchos más nefastos y disolventes- con temibles secuelas en el XXI, pero donde nuevamente confluyen comunismo o más finamente, socialismo del siglo XXI; fascismo renacido y nacionalismo siempre atento y oportunista a la debilidad de los Estados. En el fenómeno siempre hubo una estrategia común, empezando por ese mecanismo de inclusión del sentimiento de comunidad, de pueblo, de gente, a quien el populismo atribuye características positivas de inocencia, honestidad, desamparo. Enfrentándolo a enemigos comunes dotados de rasgos negativos de explotación, traición, conspiración y marginación, a quienes excluye; como Maduro y el imperialismo USA o los empresarios explotadores; para Trump, los mexicanos delincuentes y la presión migratoria descontrolada hacia el paraíso; o para Iglesias y Tsipras, la deuda ilegítima, los burócratas europeos o los bancos. En fin, como al resto de populistas de nuestro entorno, cercanos ya al poder y en explotación de esa inmigración que amenaza desdibujar la Europa de las naciones, en absorción más que preocupante por el islamismo arrasador. En cualquier caso, discurso alimentado de conflictos, de disenso, cuando no de odio, polarizando sociedades ya de por sí fragmentadas. Quizá se camina hacia un cóctel explosivo que dejará demasiados perdedores, empezando precisamente por los grupos sociales ya vulnerables de por sí y a los que el populismo dice defender.

        En definitiva, aún cuando Trump posee muchos rasgos de populista, no pasa de bocazas que avergüenza la grandeza del constitucionalismo norteamericano. Y desde luego, carece de muchos de los elementos del populismo de izquierdas y derechas que comienza a barrer Europa. No es liberticida, ni idolatra el Estado, ni le obsesiona el igualitarismo, ni busca la concentración de poder. No aparecen en Trump los elementos de ideologización antiliberal – neoliberal le llaman- antiindividualista y anticapitalista que están curiosamente en la osamenta estructural del nazismo, del fascismo y del comunismo clásico o su espectro circense del socialismo siglo XXI, bolivariano e inculto. Porque el populismo europeo es hijo putativo del comunismo reconvertido, gestado entre lo intelectual y lo pragmático. Por eso, el populismo marxista leninista de Iglesias intenta alcanzar el poder marginando cualquier ensoñación de rebelión armada; más bien subido al lomo de Gransci, pretende dominar primero el mundo de la comunicación y la cultura y luego, las instituciones a las que desprecia por su carácter burgués..


     Si las utopías se han sucedido a lo largo de la historia, como la Ilustración no vivida por España que contenía un profundo utopismo, hoy vivimos el fracaso de las grandes y devastadoras conocidas como comunismo y nazifascismo. Nos debe quedar el recuerdo intelectual de las hermosas de los siglos XVI y XVII, siglos clave en la historia europea, como la Sinapia atribuida a Campomanes; Nueva Atlántida de F. Bacón; La Ciudad del Sol de Campanella o la Utopía de T. Moro que ahora conmemora 500 años. Todas ellas a la busca de una sociedad perfecta e ideal, con crítica descarnada a las estructuras sociales existentes. Como las ideologías desde hace siglo y medio. Dijo Lamartine, en ataque de optimismo, que las utopías son verdades sin madurar. Prefiero pensar que en la historia de la cultura humana no hay marcha atrás. Ojalá.   

lunes, 7 de noviembre de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

COMIENZA EL ESPECTÁCULO
7 de Noviembre 2016



   Trece, sí trece, son los nuevos Ministros del Gobierno Rajoy, aunque algunos para decir verdad, ni nuevos ni inocentes. Sin duda sería un buen Gobierno para una buena Legislatura, salvo algún parche que visto no sirve para un roto se le encomienda un descosido; al final no serán tantas las ocasiones ni de lo uno ni para lo otro. Y el debate sobre continuismo o marianismo o vaciedades similares, un ejercicio de suprema estulticia.

   Pero necesito aludir una vez más, a los cuatro años que hubiera podido protagonizar, por ejemplo, una alianza electoral de PP y C´s para la obtención de mayoría absoluta. Ya conozco lo mal visto entre el gentío que está hablar de mayorías absolutas; como de bipartidismo. Es igual, sabemos que la deriva de las naciones empieza por la del pensamiento y luego por las ideas a rechazar, que van quedando como perlas engarzadas en la actualidad de la opinión publicada y de los propios protagonistas; en este caso y para nuestra desgracia, por temor a quedar fuera del reparto. En consecuencia, descaradamente extienden el débil razonamiento de la perversidad de los sistemas bipartidistas o de la necesidad de unirse para ganar. Y el éxito está asegurado, aunque apenas necesite ser explicado sino solo aplicado. Pero conste que coalición electoral ni siquiera obliga a gobierno de coalición; sí hubiera permitido intentar cuatro años de regeneracionismo del sistema.

   Y no parece discutible la urgencia máxima de una regeneración sistémica, “hoy se alza una Nación pujante frente a un Estado caduco y corrompido” como lamentaba Azorin. Tanto como aplacar y corregir el perverso y reaccionario nacionalismo independentista porque lo uno va con lo otro.  Y ese regeneracionismo que predico - acabando con los usureros de la política- debe empezar por el interior de los partidos constitucionalistas, por ejemplo los populares, obligados a revisar por patriotismo y supervivencia, desde dentro hacia fuera, las ansias de enriquecimiento fácil de tantos de sus trincones dirigentes y los sucios aledaños. Y qué decir de los socialistas democráticos que superado – cuando superen si lo superan – el berrinche de los ZPSanchez, deben no solo reubicarse ideológicamente sino iniciar un saneamiento de sus parámetros de gobierno, haciendo imposible bochornosos espectáculos como el andaluz, donde ya parece comienza el enjuiciamiento de lo más florido de su cleptocracia, empezando nada menos que con dos Presidentes del PSOE propiamente dicho, a la vez Presidentes de la Comunidad y representantes del Estado. Y también de C´s para que al fin deje de predicar sin haber gobernado y sin conocer su propia estructura ideológica. Y para qué hablar de los nacionalismos otrora llamados moderados y ahora sin nombre, cuando el padrino Pujol y su famiglia numerosa siguen sueltos y sus botines a salvo; quien se hubiera atrevido a predecir que el siglo XXI traería una Renaixença tan podrida y tan repleta de incultos cantamañanas.

   De manera que comienza a circular el nuevo Gobierno en minoría absoluta parlamentaria, dependiente de unos  C´s sin duda constitucionalistas pero mayormente preocupados por resaltar las diferencias con los populares, aunque desconozcan en qué consisten sus esencias ideológicas y sus planteamientos de gobierno fuera de las ciento cincuenta medidas, en su mayor parte de manual y que en sí mismas o en su literalidad resultarán impracticables o irreconocibles con el original, una vez operativas. De manera que puro gas y obstáculo continuo para la gobernación, salvo en algunas decisiones económicas y de mantenimiento de la unidad nacional, que no sería poco. En cuanto a los socialistas pura incógnita, porque Zapasanchez yermo y errante, aún no desapareció de escena y son muchos y poderosos sus partidarios integrados en bases radicalizadas, es decir, podemizadas o por mejor decir partidarias de un cambio total de régimen constitucional. El partido socialista necesita un nuevo Suresnes, aunque carezca de un Felipe González capaz de imprimir nuevas definiciones para otros horizontes. Ahora resulta que hasta la aparición de un líder/estadista con más cabeza que ambición, Susanaperón puede resultar una solución; quizá provisional, porque resulta impensable e indeseable y quizá insensato, pretender pudiera superar la interinidad.

    Y los Presupuesto Generales de 2017 hay que aprobarlos, cuando la Seguridad Social ha descubierto su insuficiencia de medios propios para hacer frente a las pensiones; las Comunidades Autónomas carecen de recursos para hacer frente al disparate del gasto irreversible en que entraron; la Justicia hay que despolitizarla y obligarla a ser eficiente como cualquier otro poder del Estado; la educación está en el estanque a la espera de conocer su modelo; la Constitución y parte del bloque constitucional necesita reparaciones urgentes; las Instituciones europeas exigirán cumplir los compromisos, a pesar del declive. Y el resto del mundo pendiente a estas horas de Clinton o Trump.

   Comienza el espectáculo en el Congreso de los Diputados. No durará mucho porque los actores son en su mayor parte más aficionados a lo circense que al orden estatal establecido. Y en Europa, una nube espesa y amenazadora de fascicomunismo populista se cierne sobre una sociedad bienpensante y opulenta que mayoritariamente dormita un sueño utópico, si no imposible.           


jueves, 3 de noviembre de 2016

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado este próximo sábado, 5 de Noviembre, en el Diario
“Ultima Hora” de Mallorca
EL CANDIDATO FARSANTE
Julián Delgado. Escritor
   Si, Pedro Sánchez merece el calificativo de farsante  por su inaudito comportamiento. No le bastó con mantenerse en el cargo después de haber perforado todos los suelos electorales del partido y haberlo desubicado de su natural espacio y ufanándose de estar haciendo historia con esos magros resultados, sino que, además, ha decidido que si ha de morir, sea matando. Ahora ha dado un espectáculo patético mostrando su mediocridad intelectual, su vacío ideológico, su mezquindad y su narcisismo que, perturbado por las ansias de poder, le lleva a considerarse víctima de los poderes económicos y mediáticos y caudillo de los desfavorecidos.
   Resulta pasmoso que, en un intento desesperado de recuperar la posibilidad de hacer realidad sus delirios, sea capaz de humillarse ante el principal adversario político de su partido, pedirle perdón por haberle llamado populista y no haberse sometido a sus pretensiones. Y eso, después de que Iglesias llamara traidores a los socialistas, se esforzara en avergonzar a su bancada y felicitara las intervenciones envenenadas de los independentistas. En especial, en el caso de Rufián, siempre en su papel de lacayo de la sordidez, tras ese discurso miserable e ignaro dirigido a socavar al PSOE, que nos transporta a espacios donde no caben más que el odio, el desprecio a la inteligencia y el culto a la maldad.
   Después del pacto secreto a voces mediante el que intentaba formar gobierno con separatistas, que atentan a diario contra la soberanía nacional, y demagogos populistas, que defienden el derecho a separar, ambos fuera de los límites constitucionales, se ha quitado la careta y ha afirmado que Cataluña y Euskadi son naciones, rompiendo así con la línea oficial del PSOE y cuestionando las bases de nuestro modelo constitucional. Y lo ha hecho con impudencia, a través de la televisión, llamando a rebato a las bases socialistas para que luchen codo a codo con los chicos que intentan revivir en la calle y en el Congreso los años de gloria del Cojo Manteca.
   Nadie ha hecho tanto daño a su partido como Sánchez: tras dejarlo dividido y en su  mínima expresión, intenta ahora rematarlo con una felonía imperdonable. No debe extrañarnos que Iglesias le haya felicitado.