COMENTARIO
WATERGATE
Javier Pipó Jaldohttp://elblogdejavierpipo.blogspot.com
8 de Agosto de 2012
CUANDO a mediados de 1972 se detiene a
varios agentes de la CIA por allanamiento de la sede del Partido Demócrata en
el edificio Watergate de Washington, nadie podía imaginar el espectacular
escándalo que se ponía en marcha en la gran Nación americana.
Proceso escabroso que dejó en
evidencia las tripas corruptas y tramposas de la Administración Nixon. Todo un
entramado de abuso de poder que trata de conocer la debilidad y la estrategia
del adversario con objeto de obtener ventaja en las elecciones, esencia de la
democracia.
Es el duro forcejeo con el poder
judicial que deja relucir el principio de independencia de éste y de
prevalencia de la Ley, con episodios como el de la “pistola humeante”, en el
mismo centro del Poder ejecutivo, en el despacho oval de la Casa Blanca y sus
cintas magnéticas.
Es el triunfo de la prensa libre
al servicio de la democracia y que solo ésta es capaz de soportar en su
grandeza. Tenaz lucha de Bernstein y Woodward del Washington Post, en un
admirable periodismo de investigación – nada empequeñece la identificación
treinta años después del mítico “garganta profunda” - tan admirados por el
entonces muy joven Pedro J. Ramirez que afortunadamente aún continúa el camino
abierto por aquéllos. Ampliado además por el mejor cine americano, capaz de
difundir con precisa fidelidad los apasionantes episodios de aquéllos días, con
películas como “Todos los hombres del Presidente” de Pakula o el “Nixon” de
Stone.
Proceso que finalmente, ante la
evidencia de las pruebas y el vigor de las instituciones; la presión de los
medios de comunicación y el funcionamiento admirable de la justicia, hicieron
dimitir al Presidente.
El Watergate es aún objeto de
análisis, tesis y debates en los principales foros de la ciencia política
porque ofrece al estudioso un rico material para la confrontación entre teoría
y praxis, entre los textos constitucionales y la aplicación cotidiana de sus
preceptos, entre el poder y la sociedad civil que lo sustenta.
Pero debemos no olvidar, como
síntesis, que Watergate es el triunfo del poder judicial en la democracia
norteamericana, que tiene la Constitución escrita más antigua del mundo
occidental y civilizado y sigue siendo ejemplo en nuestros dias. Y también recordar que ya en el grandioso análisis de
la “Democracia en América” del gran maestro Alexis de Tocqueville, describía en
su capítulo sexto la acción del poder judicial sobre la sociedad política, que
lo distingue del de los demás pueblos.
¿Y en nuestro país? Ya veremos,
porque este ligero comentario trae causa de las inquietantes noticias del
espionaje, en curso de investigación judicial, de la sede del Partido Popular,
cuando aún era el principal partido de la oposición.
La materia es digna de
seguimiento porque pondrá a prueba, una vez más, nuestra renqueante democracia,
con demasiados garzones en el poder judicial y demasiados rubalcabas en los
infinitos poderes ejecutivos de nuestro extraño, costoso e inútil sistema
político.
Ello nos dará experiencia en la
apasionante investigación, agraciadamente judicial, del EREgate andaluz, que
ponga fin al bochornoso espectáculo de la Comisión parlamentaria montada por la
coalición socialcomunista, cuya ala estalinista ya comenzó el asalto de
supermercados. Para el pueblo, fíjese.
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