COMENTARIO
DOS EPISODIOS (I)
Javier Pipó Jaldohttp://elblogdejavierpipo.blogspot.com
26 de Agosto de 2012
Dos hechos avergüenzan a la
Andalucía culta, formada y capaz de elaborar algún tipo de pensamiento. Sería
mejor no reseñarlos, salvo se tenga conciencia de la necesidad de contar con instituciones
fuertes en una democracia consolidada de la que estamos cada vez más lejos. Hoy
comentaremos el primero y dejaremos el segundo para el próximo día.
Lamentablemente hay que señalar la
persistencia chulesca de las fechorías reiteradamente cometidas por la banda
Gordillo que tanta repercusión está teniendo en la prensa nacional e
internacional y daño al prestigio de Andalucía con este nuevo episodio de los
adalides del progreso que la llevará al hundimiento irremediable en el
subdesarrollo. Y corre parejo con el que está alcanzando la Nación española en
el mundo desarrollado y democrático, en momento tan delicado para la economía y
su financiación. Pero ya me dirán la actuación cada vez más torpe de un
Ministerio del Interior perdido en la bruma del error creciente.
Ayer se publicó en la prensa
nacional una entrevista con Ignacio de Medina, propietario de la asaltada finca
de Moratalla en Hornachuelos, donde se encuentra ubicada una Casa Palacio y
unos jardines estilo francés integrado en el neosevillano, diseñados por
Forestier.
En la entrevista, el Duque de
Medina lanza duras acusaciones contra el Ministro que había especulado sobre la
connivencia de asaltantes y asaltados. Pone los pelos de punta tanta estulticia
institucional. Se trata de un episodio, un episodio más, penoso como el de Bolinaga,
de una democracia sin rumbo que ya no asegura a sus ciudadanos ni tan siquiera
aquello que históricamente justifica la existencia del Estado mismo: la
seguridad. Ahora resulta que estando presentes las fuerzas de orden público en
el escenario de los desmanes sin acción alguna, exigen que la victima presente
denuncia ante las autoridades. Claro, entendemos muy bien. La parte acusatoria
debe ser ciudadanos intolerantes que no permiten les ocupen su propiedad y
presionan ante policía y jueces como vulgares acusetas. Si las autoridades
comprueban y prueban algún tipo de lesión, incluso moral, reconvendrán
democráticamente con quien en última instancia no hizo más que ejercer su
derecho a manifestarse. Todo ello al ser posible dialogando y poniendo en
concurrencia los intereses de las partes.
Pues vamos bien, de éxito en
éxito hasta el fracaso final.
Ojo, la tolerancia tiene que
tener un límite. La asistencia pasiva contemplando delitos que quedan no solo
en la impunidad sino que encuentran eco en fuerzas políticas irresponsables y
otras de vocación más o menos golpista amparando, comprendiendo o tutelando los
desafueros, tiene que tener consecuencias. Ojalá no las tenga.
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