La Azotea de Javier Pipó
EL HUEVO PODRIDO
Creo
firmemente que el golpe del general Rodríguez es de las noticias más
espectaculares desde la muerte de Franco. Y fíjense que las hubo de todos los
colores y dimensiones, pero quizá ninguna como esta pudiera calar tan hondo en
el patriotismo emocional de los españoles.
Y
también creo que en la historia de la milicia del pasado siglo, quizá no tanto
en la de este salvo en países sin nivel democrático que chapotean para salir
del tercermundismo y la corrupción total, han existido militares de alto rango
que prestaron sus conocimientos, prestigio y noble oficio a causas criminales
como el nazifascismo y el comunismo. En consecuencia antecedentes negros
existen y muchos, hasta el extremo de participar consciente y activamente en el
hundimiento, humillación y arrasamiento de sus, a veces, no tan inocentes
pueblos.
Pero
claro, soy de los que pensaban que al menos el ejército era escuela de
patriotismo, nobleza y servicio público sin límite y en consecuencia territorio
blindado a oportunistas y revolucionarios frustrados. Que habíamos avanzado
desde el tumulto del siglo XIX y el feroz siglo XX y que en consecuencia el
nuevo era para el avance moral, social y económico, también para este
atormentado país. Y ello, sin ignorar, que una Nación con brillante pasado y
potencialidades de futuro atraviesa una tormenta de dimensiones definitivas que
pone a prueba su grado de cohesión y posibilidades de supervivencia como tal, zarandeada
por políticos sin escrúpulos que anteponen intereses personales y de partido a
los generales. Es algo que resalta a la vista e hiela los corazones. Pero ahí
estaban las FF.AA. columna vertebral de sistema, en su defensa y mantenimiento.
O como dice el innombrable y repudiado artículo octavo de la maltrecha
Constitución, carne de cambio inmediato y más desde el triste episodio Rgez.: “Garantizar
la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el
ordenamiento constitucional”. Parece misión tan noble como imprescindible, pero
ya ven por dónde camina la teoría y hacia dónde el futuro inmediato.
Quien
va a discutir el derecho de los militares, una vez en la reserva, a
incorporarse a cualquier formación política, incluso a partidos que defienden el
totalitarismo de la antipolítica, donde circulan comunistas u otros nazifascistas
que pudieran existir. Cada cual en democracia, dentro de la Ley, puede
equivocar su vocación o su fanatismo. Pero para quien ha sido mando supremo
operativo de las FFAA, su derecho tiene que ceder ante la obligación permanente
de servicio a España y de lealtad a sus principios constitucionales. ¿Acaso
desconoce el tal Rgez. que su nueva casa propone “desmilitarizar el ejército”? ¿Tanto
ansía ser Diputado o Ministro de Defensa? Menudo prestigio como país perteneciente
a la OTAN. Esto es traición o desvergüenza.
La
triste era ZP nos dejó bombas de relojería en cada rincón del sistema, prestas
a estallar cuando aventureros iluminados se cansaran de vivir en libertad,
comprendidos, apoyados y justificados por el buenismo ideológico más estúpido
desde Fernando VII. Ahora, cuando se abre la cesta de la milicia nos
encontramos este huevo podrido y maloliente que seguramente habrá contagiado
sectores completos de la FFAA.
Pues
si produce escalofríos pensar en el artículo 155 de la CE, imaginen el octavo.
Menudo huevazo.
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