Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

sábado, 30 de mayo de 2015

La Azotea de Javier Pipó

LA AZOTEA


LA  MAREA
30 de Mayo 2015

A mí si me parecen las pasadas elecciones un ensayo, más bien un anticipo de las próximas generales. Y si eso así fuese ¿Cuál sería el panorama 2016? Pues muy bueno no, desde luego. Pero tampoco es para tomarlo como tragedia porque un mundo cada vez más globalizado e interdependiente, intenta deglutir las infecciones contagiosas con terapias tan limpias como eficaces que evitan propagación. Es la ventaja de sobrevivir en el primer mundo porque en el segundo o tercero los cánceres económicos y en consecuencia sociales, se resuelven con clones preñados de artefactos letales. De modo que aquí, en este ensoberbecido mundo desarrollado europeo se despachará con aislamiento, a diferencia del otro donde funcionan las barreras, incluso informativas.

Como el caso griego, cercano y similar al que aquí parece de desarrollo inevitable. La Europa de los 28 que ya renunció a sus fantasías políticas, no está dispuesta a que Grecia lo haga a la permanencia en zona euro. Y eso, parece convertirse en objetivo irrenunciable, contando naturalmente con que se producirá una tercera reestructuración de la deuda. ¿Y lo del crecimiento y la competitividad? Eso, para los libros de texto. Pero cualquiera puede entender que si Grecia suspende pagos, ni el BCE conseguiría estabilizar la Unión Monetaria y esto no es la FIFA para que vengan los norteamericanos a resolverlo. Es lo que queda del viejo sueño de Schuman, Monnet, Spaak, Adenauer, De Gasperi y tantos otros; solo la Europa económica con instituciones  adaptadas a los negocios y las finanzas. Y hasta Merkel de acuerdo. Y los británicos hasta la corona.

Por eso, siendo lo nuestro como en Grecia, pero en grande y más corrompido, la preocupación es aún descriptible, pero seguro no llegará “la sangre al río” como en el relato de Herrera Márquez, aunque no falten “pancho villa” que quieran jugar a la revolución. Pero ya ven como transcurren las semanas tras las elecciones del nuevo tiempo, con mayordomos de las ideologías, devenidas a creencias o simples ocurrencias, señalando territorio con pestilentes residuos de la otrora sociedad del bienestar y pretendidamente democrática. Ahora se lanzan sin piedad los detritus de un sistema en descomposición que no tendrá ni para dar de comer a los pobres de Carmena o Carmona o como se llame.  

Aquí ya se dibuja un derribo inevitable de la Constitución facha del 78 para erigir una más popular, más cercana al gentío. Al fin, Europa se lo piensa y no está dispuesta a entrometerse en cuestiones políticas, siempre que no pongan en riesgo el mercado. Y no crean exagero porque ha bastado que el TC intente llamar la atención sobre el desorden competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas, a raíz de las expropiaciones de la Junta de Andalucía de pisos de bancos, para que la autora del desmadre, Elena Cortés, felizmente apartada del Gobierno andaluz, saque los pies del tiesto diciendo que si la pretensión no tiene cabida en la Constitución lo que hay que hacer es cambiarla y urgentemente. Igual que el Constitucional, Tribunal de los banqueros, al decir de esta estadista, luchadora comunista por la democracia y la libertad. Es verdad que sin oficio ni beneficio, pero con tiempo en su temporada de concejala, para animar a los vecinos machacados por el botellón a dejar el barrio; o para acompañar el paso de procesiones por delante de su domicilio con sonoros solos de cacerola. Una joya que ahora parece moderada al contraste de lo que se acerca. Como la miliciana del Ayuntamiento de Barcelona o la presunta jueza del Ayuntamiento de Madrid o la que se ve llegar al de Valencia y a tantas Comunidades y cientos de Ayuntamientos que no aparecerán en los noticiarios.

Es el recambio; es el rescate del ciudadano de ese infernal mundo en que vive; aunque comience la huida de capitales en plan masivo; aunque cunda la preocupación en las cancillerías de medio mundo y en los estados mayores de los grandes inversores internacionales; aunque aumente el paro, una vez colocados en las administraciones públicas más de un millón de vigilantes inútiles; aunque aumente el déficit, la deuda y la prima de riesgo; aunque resulte imposible financiar la sanidad que se colapsará con miles de inmigrantes en la nueva política de papeles para todos; aunque la educación se salga de los informes Pisa, porque lo trascendente se llama conciencia de clase.

Pero no debe cundir el desaliento porque esta Nación está llamada a moverse en los límites de desarrollo contenido, olvidarse del avance del bienestar y a intentar sobrevivir de la solidaridad internacional, teniendo el honor de liderar la vanguardia del segundo o tercer mundo. Pero no llegará la sangre al río.

Terminaremos apoyando a Susana, como Felipe, ante el desvarío de Zapasánchez, perdido en la bruma de la retrohistoria. Como los populares, perdidos en el egoísmo de la rapiña y el saqueo. ¿Cómo estos y aquellos podrán salvar el sistema? ¿Qué sistema, qué Nación? Habrá que reconducir la marea y pereceremos sepultados.               

 

 

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