LA AZOTEA
¿Los últimos día de España?”
21 de Octubre 2013
Traigo la Opinión de Joseph Stove que recordando “The Last
Days of Europe”, escrito en 2007 por Walter Laquear, sobre la decadencia
europea, aprovecha para reflexionar ante la situación española. Me
interesa dejar constancia inicial de mi coincidencia sobre las opiniones de Stove
en el presente trabajo. Quien haya tenido la benevolencia de seguir mis
artículos de prensa en la serie LA AZOTEA o los muy numerosos editados en este
Blog, podrá comprobar como se reiteran una y otra vez argumentos sobre la
enorme crisis española, inserta en lo que vengo denominando “decadente Europa”.
En
cuanto a esta última no hay más que asomarse a la esperada noticia sobre la
Sentencia que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha dictado anulando
las dictadas por el Tribunal Supremo y el TC, en relación con la llamada
“doctrina Parot”. Por sí misma poco añade, pero sí pone de manifiesto el camino
irreversible de Europa hacia su disolución como potencia mundial y faro
grandioso de cultura, ciencia, técnica y en definitiva, de la civilización
occidental que alumbró al mundo durante siglos.
El
buenismo como filosofía política ha
calado Europa y no cesa su poder devastador sobre las instituciones europeas.
Ya me dirán la necesidad de un Tribunal de Derechos en una Europa cuya cualidad
necesaria para pertenecer al club son sus instituciones democráticas, su
separación de poderes y el respeto escrupuloso por los derechos individuales y
colectivos. Constituye un insulto a la judicatura española y a su Constitución.
Pero
ahí está, en otro orden de cosas, la marcha atrás del Presidente francés en
relación con la kosovar, inmigrante ilegal. Una humillación para la orgullosa
Francia, que si por algo se distingue es por su amor a la libertad dentro del
Estado de Derecho. Mientras, Europa es invadida por millones de musulmanes que
llegarán a constituir la mitad de su población en 2050 e impondrán su sharia y
borrarán cualquier pasado de civilización y cultura cristiana. O la
desintegración de Bélgica o la pretendida de Gran Bretaña o el declive de las
monarquías europeas o la multitud de pequeños Estados-nación en proceso
estudiado por el Maestro Díaz del Corral hace 60 años en su gran EL RAPTO DE
EUROPA. Constituye sin duda, el declive de Europa de la que ya se anuncia para
dentro de pocos años su salida del G20.
Y
en cuanto a España, poco puedo añadir en este momento. Camina aún más rápido
que Europa hacia su disolución como Nación unitaria porque lleva en su seno el
virus troyano y destructor de las autonomías, con su gasto incesante y su
desprecio al Estado. Su locura colectiva de centrifugación hasta el vacío. Todo
ello sumergido en una corrupción generalizada, con seis millones de parados,
sin crecimiento económico y deuda galopante que no podrá pagarse, salvo una
quita, que algunos cifran en el 30% y otros en la inevitabilidad de la
intervención. Por
eso coincido con Stove invitando a los lectores a una reflexión profunda y si
pueden, hacer algo por la Nación.
¿Los últimos días de España? Por
Joseph Stove
"En 2007, el prestigioso escritor de
la posguerra europea Walter Laqueur publicó "The Last Days of
Europe", un lúcido estudio sobre las causas de la decadencia
europea. El libro no ha sido publicado todavía en España, donde la
corrección política se impone.
Laqueur trata de dar respuesta a la cuestión de qué ocurre en una sociedad cuando bajos índices de natalidad sostenidos, envejecimiento, se juntan con una inmigración incontrolada.
El autor cree que Europa, dada su debilidad, jugará, en el futuro, un modesto papel en los asuntos mundiales, a la vez que muestra su certeza de que será algo más que un museo de pasadas gestas culturales, para el solaz de turistas asiáticos.
Por supuesto que España no se escapa de su agudo análisis y deja constancia de su rol en el "landslide" europeo.
El contexto sociocultural que expone Laqueur, es motivo para reflexionar sobre las singularidades que aquejan a España y que no comparte con ningún otro país de Europa, lo que hace de su situación algo particularmente grave:
- En España, a los 30 años de aprobarse una constitución democrática, el modelo de estado sigue sin cerrarse, lo que se ha traducido en una dinámica de descomposición. En un arrebato de originalidad se puso en práctica un modelo excepcional en el constitucionalismo comparado: se inventó el "estado de las autonomías".
Laqueur trata de dar respuesta a la cuestión de qué ocurre en una sociedad cuando bajos índices de natalidad sostenidos, envejecimiento, se juntan con una inmigración incontrolada.
El autor cree que Europa, dada su debilidad, jugará, en el futuro, un modesto papel en los asuntos mundiales, a la vez que muestra su certeza de que será algo más que un museo de pasadas gestas culturales, para el solaz de turistas asiáticos.
Por supuesto que España no se escapa de su agudo análisis y deja constancia de su rol en el "landslide" europeo.
El contexto sociocultural que expone Laqueur, es motivo para reflexionar sobre las singularidades que aquejan a España y que no comparte con ningún otro país de Europa, lo que hace de su situación algo particularmente grave:
- En España, a los 30 años de aprobarse una constitución democrática, el modelo de estado sigue sin cerrarse, lo que se ha traducido en una dinámica de descomposición. En un arrebato de originalidad se puso en práctica un modelo excepcional en el constitucionalismo comparado: se inventó el "estado de las autonomías".
Su materialización ha consistido en ir desposeyendo, paulatinamente y
sin pausa al Estado de sus competencias, creando a la vez fronteras
interiores basadas en exclusivismos artificiales y en diferentes
niveles de bienestar.
- España es el único país de Europa con un terrorismo
propio, de carácter secesionista,donde sus miembros y simpatizantes
están en las instituciones del estado y reciben ayuda de los presupuestos
públicos.
- En España, se relativiza, o se niega el concepto de nación, impulsado
por un "status" de idiosincrasia política que permite la puesta
en manos de exiguas minorías independentistas, resortes políticos
que cualquier estado con un mínimo sentido de la supervivencia no
osaría considerar, ni tan siquiera en tono de broma, su transferencia
a las regiones. Ejemplo:la educación.
- Y, sobre todo, existe un hecho de enorme importancia social: el pueblo
español cree que vive en una democracia consolidada.
Las "élites" políticas españolas trasmitieron al pueblo que
se había terminado con éxito la "transición política" y que
todos se habían convertido en "demócratas de toda la vida".
Se había conseguido un hecho espectacular, lo que otras naciones habían
tardado siglos en alcanzar, España lo había conseguido en una década
prodigiosa.
Se instaló en la opinión pública la certeza que era madura y estaba
bien informada, que había una clase política experta y con sentido de
estado, que funcionaba la separación de poderes y actuaba como la
fortaleza de la democracia, dado el vigor y prestigio de sus instituciones.
Todo era una falacia.
Un largo periodo de crecimiento económico y bienestar material enmascaró
durante años la metástasis que corroía el cuerpo nacional.
El fin de los sueños se produjo el 11 de marzo de 2004. Un ataque,
posiblemente por parte de un actor no estatal, en forma de acción terrorista,
iba a poner de manifiesto la enfermedad terminal que aquejaba a España.
La sociedad lo encajó como un "atentado", un hecho al que estaba
acostumbrada por las innumerables acciones de ETA y que tenía su liturgia
particular.
Empieza con el estupor e indignación, sigue con las condenas, las manos blancas
a continuación y, después, el olvido, hasta el siguiente golpe.
Pero esta vez, el ataque era de carácter "apocalíptico", no
era "selectivo" como los anteriores.
Tenía un objetivo claro, destruir España como actor estratégico.
Los casi doscientos muertos y los cientos de heridos, efecto material del
ataque, sólo eran el catalizador para alcanzar los efectos estratégicos, los
terroristas habían finalizado su trabajo.
Los creadores de opinión pública y la puesta en práctica de una
política diferente se encargarían de materializar esos efectos.
El pueblo español se encogió.
No había sido casual que España fuese elegida como blanco. La debilidad de
sus instituciones y la vulnerabilidad de su opinión pública, la hacían pieza
adecuada para asestar un duro golpe al mundo occidental, suprimiendo a uno de
sus peones.
A partir del 11 de marzo de 2004, España desapareció como actor
estratégico y se volvió hacia si misma, como había hecho en los dos
siglosanteriores.
Una ola de "catetismo" invadió el país. La fabricación
de "diferencias" entre regiones se acentuó, "la España
plural", a la vez que la Constitución se adaptaba convenientemente a
las circunstancias.
Se apeló a la "memoria histórica", como si de la Guerra Civil al
posmodernismo de principios del siglo XXI no hubiese ocurrido nada, y se
articuló una política de "ampliación de derechos" que no era más que
ingeniería social, al más puro estilo orwelliano.
El 11 de marzo de 2004 se convirtió en fecha incómoda. La
sociedad española no consideró la acción terrorista un ataque a su
integridad, sólo una retribución por una errónea política exterior.
Cualquier estado moderno que sufriese una agresión semejante habría
empleado los resortes adecuados para conocer quien promovió el ataque y a
quien beneficiaba, en el ámbito internacional, para actuar en
consecuencia.
Pero a una sociedad que se le había inoculado el "no a la
guerra", no podía concebir que alguien emplease la violencia
organizada para alcanzar fines políticos. La solución fue aplicar el
procedimiento penal, aunque era, a todas luces, insuficiente.
La "verdad judicial" aclararía el hecho. Hoy se conoce dicha
verdad, pero poco se sabe de quien ordenó el ataque y a quien benefició en
el ámbito internacional. La opinión pública, dirigida por su clase política y
por los medios de comunicación, olvida.
Como señala Laqueur, Europa esta enferma. El bajo nivel de natalidad
y una inmigración descontrolada, es un cóctel letal para el ser
europeo y para cualquier sociedad. España sufre esa enfermedad y, además,
su propia deriva centrífuga, que puede acelerarse al ampliarse las
desigualdades sociales por la crisis económica.
Su sociedad está enferma y su mediocre clase política es incapaz de
encontrar el tratamiento adecuado ya que, sin excepciones, se embarca en
una huida hacia delante, alabando el "estado de las
autonomías" y evitando las referencias éticas.
Si no se reacciona, todo hace indicar que "The last days of
Spain" precederán a los del resto de Europa."
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