Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 28 de junio de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

ARTÍCULO PUBLICADO EN EL "DIARIO CÓRDOBA"  el día 8 de Julio de 2013


LA AZOTEA


LA DECISIÓN

27 de Junio 2013




En varias ocasiones he referido a Griñán como personaje dotado de cierto nivel cultural, desde luego muy por encima de la media y de la que pretende su sucesora. Lo creo político de formas suaves y educadas así como moderado en la expresión de su pensamiento. Y lo sigo manteniendo porque debo diferenciar la persona, del político. A la primera, respeto profundo incluso por dedicar su vida al servicio público. Pero la vertiente del político es pública y es la opinión social quien debe juzgar cada día las decisiones del gobernante, criticando sus actos, sus palabras, sus silencios y sus carencias, pero sobre todo, sus errores. Los errores del gobernante se proyectan sobre la sociedad y la condiciona. En consecuencia la crítica activa y pública es la mejor arma de sociedades democráticas avanzadas.

Y la vertiente política de Griñán es poco atractiva, lo fue siempre, porque ha sido un político gris, sin capacidad de innovar, siempre dependiente, siempre pendiente de eslóganes partidarios, de intrigas internas, de miradas externas. Ha sido un funcionario de la política, un empleado del Partido. Cuando hace poco más de un mes alababa al pueblo andaluz por la inteligencia de llevar como cruz treinta años de izquierdismo gobernante, se comportó con insolencia impropia de un hombre de Estado. El sabe que el recurso al pueblo como un todo orgánico, es un discurso ahistórico, tenebroso. Es la mentira del poderoso ante quien se considera preparado para recibir mensajes con la pretensión del silencio agradecido o la reverencia de la ignorancia. Es el discurso del político mediocre, sin recursos, sin ideas propias. 

Para Andalucía, la autonomía solo ha supuesto salir de la miseria para entrar en la pobreza contenida. Autonomía imaginaria y dependiente de la ayuda del Estado o de la UE, contra la que ahora se revuelve preguntando su legitimidad para opinar las salidas de tono de su política. Menuda insensatez. A pesar de su indudable inteligencia, Griñán nunca entendió que los ejemplos tienen más fuerza que los preceptos y los de la clase política andaluza sobrepasan lo tolerable. Y lo desbordaron.

Andalucía velozmente se distancia de España y la UE, presentando índices de retraso, paro, nivel educativo y corrupción que provocan el asombro de la Nación. La degradación de la autonomía ha corrido correlativamente pareja al nivel político de sus Presidentes. Desde la brillantez y visión de Escuredo al pastel de Griñán, pasando por Borbolla y Chaves. Ahí es nada. Y es que Griñán ha sido víctima alegre y feliz de un modelo de Estado, no diseñado en la Constitución, pero inmerso en una crisis de solvencia irreversible, de raíz estructural. 

Vargas Llosa en La Verdad de las Mentiras decía que, organizar la memoria colectiva, trocar la historia en instrumento de gobierno encargado de legitimar a quienes mandan y proporcionar coartadas para sus fechorías es una tentación congénita de todo poder. Pues en el caso andaluz, es doctrina ininterrumpida durante más de treinta años y Griñán, uno de sus predicadores o quizá de sus tapaderas. A lo peor esa fue la razón de su decisión. Pero ni siquiera le aceptan tomarla con tanto tiempo. Un golpe al estratega.


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