LA AZOTEA
LA BURBUJA NACIONAL
18 de
Junio de 2013
A finales del pasado año se publicó en España un
estudio sobre los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza,
que he citado en alguna ocasión. Me refiero a Por Qué Fracasan
los Países, una joya de la literatura económica, obra de Daron Acemoglu
y James A. Robinson y de la que el Nobel de Economía Akerlof dice, se recordará
como clásico imperecedero dentro de dos siglos, igual que la Riqueza de las
Naciones de Smith. Opiniones igualmente favorables las de otros Nobeles
y de casi todos los especialistas y prensa internacional
solvente.
No pretendo recorrer sus jugosas páginas con
sugerentes reflexiones, para llegar a la conclusión compartida con entusiasmo,
de que la riqueza del mundo es ese bien escaso llamado libertad. Sí recordar
que aún reconociendo las crisis recurrentes del inestable capitalismo, su
modelo político se asienta firmemente en la democracia parlamentaria y
representativa, dotada de instituciones inclusivas, que estimulan el progreso y
generan lo que ellos llaman “círculos virtuosos” para el desarrollo.
Pero reflexionando sobre la entrevista
periodística realizada recientemente a Robinson, elogio su diagnóstico
magistral sobre la crisis europea y en consecuencia española, que dice conocer
de pasada. De pasada pero señala directamente la burbuja especulativa en la
construcción como el mayor problema de España, con origen en la relajación del
sector bancario para prestar y en la UE o el BdeE para vigilar y cortar.
Todos compartimos que la crisis que hunde España
es al día de hoy la más grave de la UE, no solo por las magnitudes de la
catástrofe sino por el volumen que su PIB representa en Europa.
Y en Europa están las raíces de nuestros males,
sin pretender dar la vuelta al lamento de los regeneracionistas de España es el problema y Europa la solución.
Pero tras 1945, el brillante proyecto europeo devino hacia formulas
estrictamente económicas y es a Kohl y Miterrand a quienes Robinson achaca la
crisis, como impulsores de una integración monetaria sin integración fiscal,
traducido en creciente e imparable inestabilidad.
A ello habrá de añadirse, dice Robinson, una
acumulación brutal de deuda tras la Gran Guerra con incrementos acumulativos de
déficits y cambios en la estructura demográfica. Estalló pues la burbuja del estado
del bienestar y la cadena
sin fin de prestaciones sociales y pensiones, sin cálculos realistas a
largo plazo y sin aceptar el progresivo envejecimiento de la población.
Desestabilizadas las bases financieras, se impone
una ola de populismo pretendiendo resolver el desaguisado con más impuestos y
más deuda.
Y esa es la amarga situación europea que está
enfermando gravemente, de éxito.
¿Y España? Pues nadie está dispuesto a modificar
la gigantesca estructura del Estado. Pero la deuda total es ya el 270% del PIB,
de la que el 70% es privada, que baja y la pública que sube. Pues al igual que
la libertad es alimento nutritivo de difícil digestión, como señalaba
Rousseau, nos espera un poco a poco de más impuestos y menos Estado de
Bienestar. En este país con gasto social un 25% inferior al de Alemania,
llevamos 18 meses de terapia de choque, en pequeñas dosis.
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