LA AZOTEA
LA REVOLUCIÓN PENDIENTE
22 de Junio 2013
No se trata de resaltar el significado valorable y medible
de la Administración española en el duro proceso de modernización de la Nación. Hubo un largo periodo de Administración dinámica en un Estado anquilosado.
Una época brillante, inaugurada por la vieja Ley de
Procedimiento de 1958; de ajustado y riguroso ordenamiento jurídico administrativo que
incorporaba modernidad entre los pliegues de un Estado arcaico, asegurando al
menos decisiones jurídicas, aunque alejadas de un Estado de Derecho. Pero su
vitalidad y dinamismo hizo posible una transición civilizada a la
libertad.
Cuando se instala el Estado de derecho, requiere una modernización tajante, profunda, de su
aparato administrativo. Sin embargo sucedió al contrario. El caos autonómico desdibujó hasta lo irreconocible el
prestigio y el valor sustancial de una Administración Pública al servicio objetivo de
intereses generales que actúa de acuerdo a principios de eficacia, como exige la
Constitucion y de eficiencia, como exige la situación de empobrecimiento galopante
que nos azota.
Con las 217 medidas anunciadas por el Gobierno será imposible protagonizar ni de
lejos la revolución
pendiente de la Administración española. Claro que ahora habrá que matizar incluso el añadido de española. Miren, aquí desgraciadamente se busca de antemano el titular antes que
el contenido de la noticia. Porque si la reforma del Gobierno consiste en
suprimir 57 organismos estatales, pues hágalo de un plumazo. Si la reforma consiste en tratar de
enajenar 15.000 inmuebles, pues hágalo así mismo porque seguro sobraban los unos y los otros.
Igual argumento si la pretensión se encamina a poner orden
mediante una sola Agencia estatal de la Seguridad Social, en el bosque de Entidades
gestoras, comunes y sociales, que inauguró el Decreto Ley de 1978. Es la pretensión desde aquella lejana fecha y
ojalá no
fenezca lo bueno que queda.
Pero niego que solo sea ingenuidad la pretensión de que colaboren a su
reducción las
Comunidades Autónomas,
incluso las de su cuerda política. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. ¿Imaginan los nacionalismos reaccionarios colaborando? ¿Imaginan la Andalucía imparable de Chaves renunciando a la Cámara de Cuentas que no logró enterarse en doce años de los EREs o de Invercaria
o del tocomocho presupuestario?
Que esta generación pierda toda esperanza. La reforma empezó por el final y no llegará ni a tocar en serio el
comienzo. Ninguna posibilidad de Estado viable si con carácter previo no pacta la mitad
de la España
liberal y conservadora con la otra mitad, la reforma total del Título VIII de la CE, hasta
hacer de él un
texto valorable y útil, enterrando para siempre el nefasto articulo 150.
Este Estado gigantesco, derrochón e inútil, no se puede financiar. Ni
subiendo impuestos y bajando bienestar. Antes de una catástrofe segura, la revolución pendiente nos la servirán los alemanes.
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