publicada en el Diario Córdoba, reducida por razones de espacio. La que aquí se publica es el original
inicialmente remitido al periódico. En la pestaña de este BLOG, LA AZOTEA se publicará tal cual aparece en la edición del citado medio.
LA AZOTEA
LA PAMPLINA
Reconozco que contemplar el
espectáculo de lucha desigual entre la formidable máquina de poder de la Junta
de Andalucía y un resuelto funcionario que quiso ejercer la lealtad
institucional en el ejercicio del servicio público resulta estremecedor.
El cordobés Manuel Gómez ejerció
durante diez años el arriesgado puesto de Interventor General y el riesgo se
convierte ahora en calvario porque los capos de la implacable oligarquía
político-administrativa tratan de hundirlo en el descrédito, el olvido y si
pueden en el deshonor de la imputación judicial.
Ciertamente resulta inescrutable
el debate entre altos jerifaltes, asesores bien remunerados, burócratas de
partido, Parlamento en huelga permanente, comisiones parlamentarias de
resultados previos, la servil Cámara de Cuentas y la escasa y desarticulada
estructura del órgano de control interno en que consiste la Intervención.
Penosa controversia para iniciados, porque la población desorientada se
limitará a reiterar su incondicional apoyo al socialperonismo que durante
décadas le rebaña hasta la esperanza.
Pero este funcionario que quiso
probar la restringida miel del poder está dando ejemplo a las nuevas
generaciones que exigen una función pública democrática solo sujeta al imperio
de la ley. Pero también, sin importar sus razones, de dignidad, rigor y
resistencia, frente a quienes conciben el poder solo al servicio de sus propios
intereses.
Gómez ha declarado que “decir que
el Consejero de Hacienda no actuó porque no recibió un informe de actuación, no
es ni siquiera un subterfugio, es una pamplina”. Es mucho más. Es ponerse el
sistema democrático por montera y arrastrar el fardo pesado y maloliente de la
corrupción con descaro y esperanza en que la impunidad mantendrá a cada cual en
su sitio. Como ocurre casi siempre. Pero queda la democracia y sus
instituciones judiciales. Menos pamplinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario