LA AZOTEA
DE NUEVO
CON EL FEDERALISMO
Una breve
reflexión6 de
Noviembre
Parece que la palabra federalismo
produce grima en muchos sectores de opinión. Y solo tuvimos
históricamente una experiencia, mala es verdad, pero una. Ahora el tiempo es otro. Tan es
así que la nota esencial y definidora del Estado, persona jurídica
pública internacional, cuyas notas básicas son el territorio, la población y el
reconocimiento exterior de su soberanía, se desdibuja en casi todas ellas.
En alguna ocasión me he referido
a que el federalismo es un género pero se despliega en muchos modelos que
responden a circunstancias históricas diversas. Cada nación o país ha elegido
el más apropiado incluso a su entorno cultural o económico. Estados Unidos fue el primero del
mundo occidental en buscar el modelo que muchos quisieran imitar. Pero la gran
crisis de 1929 lo modificó desde el primitivo y fundacional “dual” al más
flexible conocido como “cooperativo”. Europa no tardará en imitarlo pero hay algunos
que ya están en ello, como el alemán, austríaco, suizo o español. Y digo el
modelo federal español, tal como señalan los más importantes pensadores de la
ciencia política. La crisis dramática que sufrimos desde 2007 debería forzarnos
a la adaptación de nuestra Constitución a los nuevos tiempos, como hace 83 años
hicieron los norteamericanos. Debemos iniciar la destrucción creativa. Pero si la Constitución de 1978
es federal ¿porqué cambiarla?
Porque requiere modificaciones muy
profundas. Recomiendo la detenida lectura del extenso e interesantísimo
“Informe sobre Modificaciones de la Constitución Española” de febrero de 2006, elaborado por el
Consejo de Estado, que el Gobierno guardó en el cajón del olvido. En síntesis: El modelo constitucional, si así
puede hablarse porque evita definir alguno, es puramente federalista, pero hay entre otras muchas cuestiones, como:
** Establecer exactamente las
competencias del Estado
** Determinar cuales son los
entes federados, con su denominación constitucional y reduciendo el número a
los estrictamente posibles, conformando unidades mínimas de extensión
territorial y población.
** Establecer las competencias
expresas de los entes federados
** Determinar que la ley del Estado
es prevalerte en cualquier caso, sobre la del ente federado
** Determinar exactamente el
régimen fiscal de financiación del Estado y de los entes federados y a partir
de ahí fijar las transferencias verticales, horizontales y de nivelación,
haciendo posible y sostenible la solidaridad como equilibrio entre unidad y
autonomía.
** Establecer de forma inequívoca
la igualdad de derechos y la unidad de mercado
** Hacer posible la unidad de
entes en la Jefatura del Estado mediante la forma de monarquía. La Corona es
garantía de continuidad y de elevación de su magistratura por encima de las
instituciones. Funcionó muy bien en la España de los austrias y funciona en la
Commonwealth de Isabel II. No es incompatible.
** Hacer desaparecer las
Diputaciones y reducir los municipios.
** Mantener la autonomía y
régimen fiscal de los municipios
** Establecer el procedimiento de
modificación de la propia Constitución.
Y mucho más. El llamado Estado de
las Autonomías y su nefasto e inútil Titulo VIII ha pasado a la historia.
Ahora toca otra historia y urgente. La nación se desliza a gran velocidad hacia
el abismo de la pobreza, hacia la argentinización de la economía y la
italianización de la política en sus años de plomo.
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