Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

domingo, 28 de febrero de 2021

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

LA AZOTEA

 

 

EL IDEAL ANDALUZ

28 de Febrero 2021 Día de Andalucía

 

 

Pues este mes se cumplen cuarenta años de vigencia del Estatuto de Andalucía, luego modificado como otros muchos de las nacionalidades y regiones de España, con respeto relativo a la propia Constitución que no debe olvidarse conforman su ordenamiento jurídico. Pero si complejo y oscuro es el origen y desarrollo de aquél, lo es tanto como la propia historia del autonomismo que arrancando allá en el siglo XIX envuelve personaje tan pintoresco como Blas Infante, declarado Padre de la Patria Andaluza, como Alejandro Rojas, inicialmente fundador del Partido Socialista Andaluz, luego Partido Andalucista, para muchos, mito del andalucismo. Un nacionalista radical que incluso más allá de Infante fue capaz de decir aquello de “la patria propia no es España sino Andalucía”. Pero ni el primero ha pasado a la Historia de las Ideas políticas, ni el segundo al brillo del periodo de la Transición, a partir de 1975.

De manera que Andalucía pertenece a ese conjunto de pueblos que se debaten en la lucha por su progreso y desarrollo, envueltos en nube asfixiante de mitos, conducida durante todo este tiempo por iluminados dispuestos a figurar en la galería de ilustres, a cualquier precio. Pero reitero lo ya argumentado de una u otra forma y momento. La Transición fue una etapa esperanzadora y llena de pasajes grandiosos y seguramente irrepetibles, alumbrando una Constitución moderna, modélica y tan envidiable como envidiada por naciones en busca de meta tan difícil como escasa, casi insostenible, en la pretensión de compaginar democracia y bienestar.

Pero esa hermosa Constitución lleva en su seno el germen de la propia aniquilación del Estado que sustenta y de la Nación que define. Naturalmente, me refiero al inútil, extraño y penoso Título VIII que, cuarenta y dos años después, demuestra el fracaso del desconocido modelo que pretende regular; ni siquiera apunta salida a los desgarros ya perpetuos e irresolubles de Cataluña y País Vasco/Navarra. Conozco como resulta común el argumento del avance económico que ha supuesto el mal llamado Estado de las Autonomías. Ello no es resultado de análisis solvente del desarrollo espectacular europeo y en consecuencia español durante los mismos años, que de igual manera hubiese sido posible. Es más, lo ha sido a pesar de las autonomías. Y Andalucía no ha representado, en absoluto, una excepción al avance en la cultura, la economía, la salud, la educación y el bienestar. Miren, en 1975 el PIB per cápita alcanzó en España el 80% de la media europea y tras situarse muy por debajo en años de Transición, ahora es solo diez puntos más. Pero después de la pandemia y los desgarros de este Gobierno basura, ojalá no bajemos del diferencial de hace cuarenta y seis años.

Pero es que Andalucía ha soportado desde la implantación del sistema autonómico, además, un régimen de populismo depredador tan ajeno a la socialdemocracia progresista, avanzada y europea que González quiso representar, como lo es hoy el sanchismocomunismo, que hace temblar no solo los consensos de la Transición sino la Constitución misma.

El socialismo de los Presidentes Chaves y Griñán que fueron así mismo Presidentes del Partido socialista y parcialmente condenados, instalaron en Andalucía el mayor lodazal de corrupción y despilfarro conocido en la Historia de España y seguramente europea. Y su sucesora Diaz acrecentó el patrimonio de corrupción infame, llevando además a un populismo socialista hortera e insoportable, mezclado con lo peor del peronismo kirchenerista, que no hizo sino mantener el despilfarro degenerado y descompuesto, hasta herir profundamente la ética y moral andaluzas, seguramente para más de una generación.

Ahora gobiernan los desnortados populares y ciudadanos – estos aportan la experiencia corrupta de la gobernación conjunta con el socialismo de Diaz -   apoyados por Vox. Pero en vez consolidar un bloque constitucionalista y en consecuencia democrático, se disputan la hegemonía, olvidando tener por delante una tarea ingente de regeneración y limpieza de las cloacas administrativas, de reconquista de la moral social para ponerla al servicio de la libertad y la democracia representativa y parlamentaria. En Andalucía no existe oposición, sino el resentimiento odioso de una izquierda degenerada, convertida en banda de asaltacaminos a la espera de continuar conservando la impunidad de su pasado de rapiña y pillaje.

Pues como dice el himno de Andalucia, con letra del propio Infante ¡Andaluces, levantaos!¡Pedid tierra y libertad! ¡Sea por Andalucía libre, España y la humanidad! Pues eso.  

            

  

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