Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 18 de febrero de 2021

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

 

Artículo que será publicado el próximo sábado en el Diario ULTIMA HORA de Palma

Más huérfanos que nunca

Julián Delgado (escritor)

 

El desmoronamiento del constitucionalismo en Cataluña no ha sido una sorpresa. Cs, que inició el proceso de autodestrucción malversando su meritoria victoria de 2017, se desangra cediendo sus votos al PSC, que los pondrá al servicio del nacionalismo. El PP perdió el poco crédito que le quedaba en esa comunidad al desaprovechar la aplicación del 155, y convocar elecciones sin antes corregir los aspectos más urgentes que facilitaron la rebelión. Sedición lo llama la sentencia. Para intentar arreglarlo, Casado se ha presentado con un discurso moderado en medio de un volcán de emociones, ha matado a su padre (Rajoy) criticando su gestión del 1-O, después de haberlo intentado con su hermano (Abascal). Ni sus más conspicuos enemigos le hubieran diseñado una campaña más deletérea. Vox, que ha sido durante la campaña la bestia negra del matonismo de la pedrada, ha recogido el voto del sector más indignado del constitucionalismo que ha optado por votar. El resto se quedó en casa.

El egoísmo de los partidos nacionales les ha impedido defender con firmeza la CE, pero el PSC, desde el tripartito de Maragall, y el PSOE, desde Zapatero, dejaron de defender activamente la idea de España. Sánchez, que sustenta su Gobierno en ERC, ha ido más lejos: ha creado una mesa para tratar de la autodeterminación y todas las pistas llevan al objetivo de una confederación de estados, que rompería con la Constitución. Entre tanto ha puesto en marcha una política de concesiones claudicante, nihilista y sin escrúpulos que está llevando al desbarate del Estado.

Los constitucionalistas, en este ambiente de frustración, de cansancio moral y pesimismo, soportando los discursos de desprecio y odio del separatismo, soportando una violencia que no les mata pero no les deja vivir, soportando el abandono de los sucesivos gobiernos, siempre prestos a satisfacer el insaciable apetito soberanista, tan complacientes con los enemigos de España, sin esperanza de que pueda producirse un cambio real en Cataluña, los constitucionalistas, digo, se saben condenados a la irrespirable toxicidad de la amenaza de un nuevo golpe. Estos catalanes nunca se han sentido más huérfanos y más ciudadanos de segunda que con Sánchez en La Moncloa. 

 

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