Artículo que será publicado el próximo sábado en el
Diario ULTIMA HORA de Palma
Más
huérfanos que nunca
Julián Delgado (escritor)
El
desmoronamiento del constitucionalismo en Cataluña no ha sido una sorpresa. Cs,
que inició el proceso de autodestrucción malversando su meritoria victoria de
2017, se desangra cediendo sus votos al PSC, que los pondrá al servicio del
nacionalismo. El PP perdió el poco crédito que le quedaba en esa comunidad al
desaprovechar la aplicación del 155, y convocar elecciones sin antes corregir
los aspectos más urgentes que facilitaron la rebelión. Sedición lo llama la
sentencia. Para intentar arreglarlo, Casado se ha presentado con un discurso
moderado en medio de un volcán de emociones, ha matado a su padre (Rajoy)
criticando su gestión del 1-O, después de haberlo intentado con su hermano
(Abascal). Ni sus más conspicuos enemigos le hubieran diseñado una campaña más deletérea.
Vox, que ha sido durante la campaña la bestia negra del matonismo de la
pedrada, ha recogido el voto del sector más indignado del constitucionalismo
que ha optado por votar. El resto se quedó en casa.
El egoísmo de los partidos nacionales les ha
impedido defender con firmeza la CE, pero el PSC, desde el tripartito de
Maragall, y el PSOE, desde Zapatero, dejaron de defender activamente la idea de
España. Sánchez, que sustenta su Gobierno en ERC, ha ido más lejos: ha creado una mesa para tratar
de la autodeterminación y todas las pistas llevan al objetivo de una
confederación de estados, que rompería con la Constitución. Entre tanto ha
puesto en marcha una política de concesiones claudicante, nihilista y sin
escrúpulos que está llevando al desbarate del Estado.
Los constitucionalistas, en este ambiente de
frustración, de cansancio moral y pesimismo, soportando los discursos de desprecio y odio del
separatismo, soportando una
violencia que no les mata pero no les deja vivir, soportando el abandono de los
sucesivos gobiernos, siempre prestos a satisfacer el insaciable apetito
soberanista, tan complacientes con los enemigos de España, sin esperanza de que
pueda producirse un cambio real en Cataluña, los constitucionalistas, digo, se saben condenados a la
irrespirable toxicidad de la amenaza de un nuevo golpe. Estos catalanes nunca se han sentido más huérfanos y
más ciudadanos de segunda que con Sánchez en La Moncloa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario