LA AZOTEA
TRAS LAS ELECCIONES
19 de Febrero 2021
La
verdad es que, para un amante y enseñante de la Constitución de 1978, opinar
sobre el resultado de las Elecciones catalanas con el hundimiento de la derecha
constitucionalista y su dispersión en tres fuerzas enemigas entre sí, le
produce una sensación parecida a la melancolía. Además, casi todos los que
tenían que opinar opinaron, algunos en demasía y claro ya se emborrona lo que
parecía evidencia inicial. El constitucionalismo está en retirada en toda
España; en Cataluña, como en el País Vasco/Navarra y otros territorios hace
años no queda rastro. Es más, no queda rastro ni siquiera del Estado mismo que
se sustenta sobre aquella. Estas extrañas elecciones y su penoso resultado giran
de nuevo el rumbo hacia una nueva rebelión, seguramente exitosa, ya que son los
mismos protagonistas de entonces, próximos al indulto y puede que a la
exaltación heroica y no caerán presumiblemente en los mismos errores de hace
cuatro años. Ahora, con un Estado mucho más debilitado, arruinado y minado por
el sanchismocomunismo, le darán debida cobertura económica y jurídica, en
desprecio bufo de la Constitución.
Bueno,
pues quizá parezca un juicio severo porque los biempensantes y
bienintencionados siempre sostuvieron y siguen con la murga, sobre la necesidad
de buscar, con diálogo, un espacio constitucional donde el nacionalismo y otras
anomalías sociopolíticas se encuentren cómodos. Y ahora cuarenta y tres años
después, la más hermosa Constitución de toda la Historia constitucional española,
sobre todo en materia de principios, derechos y libertades no desde luego su Título
VIII, se encuentra inservible y despreciada por gran parte de los ciudadanos.
Ni ha resuelto el problema territorial, ni el financiero, ni la integración
vasca y catalana en el Estado. Gozamos un sistema electoral que produce repelús
e hizo de la comodidad al nacionalismo la puerta de entrada parlamentaria a
indeseables secesionistas o golpistas o seudoterroristas o comunistas chavistas
antisistema que condicionan la gobernabilidad de la Nación. Seguimos sin saber
si es posible la autonomía política sin autonomía financiera; si la autonomía es
de las regiones o de las nacionalidades, ni en aquél Título se dicen cuantas
Autonomías hay ni como se denominan ni cuales sus competencias. Todo en manos
del TC y los estatutos, en modificación continuada y descarada de la
Constitución. Ya decía Blanco Valdés que la existencia de nacionalismos
interiores es el auténtico elemento diferenciador del federalismo español respecto
a los demás. Pero es que ya hablan no de la reforma propuesta por el Consejo de
Estado en 2006 o la Declaración de Granada de 2013 sobre el Nuevo Pacto Territorial
o del federalismo asimétrico maragaliano; ahora, los que no están materialmente
fuera de España y su Constitución, soñando con una imposible Europa de las Patrias,
reclaman simplemente el Confederalismo.
Deducimos un fracaso rotundo de las Autonomias, sobre todo en
materia educativa, sanitaria y financiera. El resultado de las Elecciones catalanas
pone claramente de manifiesto como transferir la educación
fue la mayor y más lesiva de las concesiones. Todos los reaccionarios e
inmoderados nacionalismos, hoy independentistas cuando no golpistas, reclamaron
con pasión y sin argumentos sólidos su traspaso. Es la lógica del siniestro
camino hacia la disolución de la Nación porque la escuela nacionalista ha sido
desde 1980 fábrica perfecta e incesante de odio militante y de enemigos activos
de cualquier pretensión unitaria de Nación.
Pero
de estas extrañas Elecciones pueden sacarse muchas más lecciones para la
reflexión larga en el tiempo y profunda en sus causas y consecuencias. España es
ya un Estado que carece de Nación y donde un batiburrillo de territorios
plagados de mitos y mentiras históricas pugnan por situarse en la mejor posición
a la hora del despojo de aquella. Ya ni siquiera sabemos si de la gran Nación
que hace trescientos años logró la unidad, soberanía, respeto y reconocimiento
internacional, queda algo, porque ahora, sus enemigos discuten si es nación de
naciones o son ocho o diecisiete los entes que la componen.
Pero
mientras, nada se ha resuelto, ni se resuelve, ni se resolverá porque se
afianza en el seno del Gobierno central, una peligrosa banda de depredadores políticos;
sicópatas del poder unos, profesionales comunistas de la provocación y la
revuelta otros, que deslizan a la otrora ejemplar democracia, hacia el abismo
tenebroso del autoritarismo. Hacia el estrechamiento de la Libertad. Ha
comenzado una dura etapa que hace desaparecer la línea separadora de
la razón y el instinto; el valor del precio; la virtud de la apariencia; el
honor del disimulo. Ni siquiera se distingue el género del sexo o la sedición
de la rebelión. Los líderes van detrás de la masa, del gentío, en manipulación
continua. No les interesa la vanguardia porque les señala, les obliga a decidir,
a errar. Manipulan y engañan desde atrás. Este sindicato de tuercebotas ni
siquiera temen la aplicación del Código Penal, donde van a desaparecer los
delitos contra el orden constitucional, como sí ocurría en los de 1870 o de
1932. Ahora solo se guardan de los delitos contra el orden administrativo que
diría el Maestro García de Enterría, y aun así saben apelar al indulto.
Tras las elecciones catalanas concluimos con una más acusada división de la sociedad,
una amenaza real desde el Poder a la libertad de expresión, de prensa y de
circulación de ideas y pensamiento. Se acerca una muy profunda crisis económica
que no preocupa al poder sanchistacomunista porque le resultará más fácil y
manejable dirigir la rebelión en marcha, aprovechando el
depósito de descontentos, resentidos y rebeldes, producto de la dislocación
institucional que padecemos. Sudor y lágrimas, ojalá sin sangre.
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