Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 4 de marzo de 2021

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

 

Artículo que será publicado por el Diario mallorquín ULTIMA HORA, el próximo sábado día 6

 

CONSECUENCIAS IMPREDECIBLES

Julián Delgado. Escritor

 

La violencia antisistema se viene produciendo en todo Occidente, no hay más que recordar los disturbios que provocaban las reuniones del G-8 en todo el mundo, los grandes despliegues policiales y la contundencia de los miles de agentes concentrados para mantener el orden. El año pasado en París los chalecos amarillos hicieron de las suyas, este mismo año se han producido disturbios en Austria, Bélgica y Holanda, en EEUU ocurrieron los disturbios raciales, etc.

La diferencia entre esos conflictos y los que se han producido estos días, en Barcelona principalmente, está en que los gobiernos de todos aquellos países los condenaron con contundencia y la policía los reprimió con el uso de la fuerza legítima que consideró necesaria (empleo de cañones de agua, granadas lacrimógenas de gas pimienta, pelotas de goma, unidades a caballo, etc.).

Aquí, por el contrario, desde el propio Gobierno de la Nación se ha jaleado a los violentos. Mientras, desde la Generalitat se pacta entre ERC y la CUP ponerles más trabas a los Mozos para que no puedan defenderse con solvencia, se les desacredita anunciando un cambio de modelo policial y desde la TV3 se les acusa de tener “el gatillo ligero”. Una muestra más de la bajeza moral del poder central y de la perversión ideológica del separatismo, inmerso desde hace tiempo en la irracionalidad.

El procés, dirigido por los políticos soberanistas, cuyo objetivo conlleva trasgredir las leyes que se le pongan por delante en desprecio de las libertades, porta el gen revolucionario en sí mismo, coincidiendo en espíritu y objetivos con sus chicos de la gasolina y el adoquín.

Barcelona es el laboratorio del anarquismo europeo gracias al caldo de cultivo creado por el independentismo. La alianza estratégica de la CUP, CDR y Arran, okupas y grupos anarquistas de toda laya y lugar es la que nuclea la violencia callejera, a la que se suelen sumar jóvenes marginales.

Ambas líneas de acción se necesitan y complementan y conducen a Cataluña, presa de sus peores pasiones, a un proceso de autodestrucción. Los partidos que utilizaron a estos grupos en su interés creyeron poder dirigirlos. Hoy están fuera de todo control y las consecuencias de sus actos son impredecibles. 

 

 

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