Artículo que será publicado por el Diario mallorquín
ULTIMA HORA, el próximo sábado día 6
CONSECUENCIAS IMPREDECIBLES
Julián Delgado. Escritor
La
violencia antisistema se viene produciendo en todo Occidente, no hay más que
recordar los disturbios que provocaban las reuniones del G-8 en todo el mundo,
los grandes despliegues policiales y la contundencia de los miles de agentes
concentrados para mantener el orden. El año pasado en París los chalecos
amarillos hicieron de las suyas, este mismo año se han producido disturbios en
Austria, Bélgica y Holanda, en EEUU ocurrieron los disturbios raciales, etc.
La diferencia entre esos conflictos
y los que se han producido estos días, en Barcelona principalmente, está en que
los gobiernos de
todos aquellos países los condenaron con contundencia y la policía los reprimió
con el uso de la
fuerza legítima que consideró necesaria (empleo de cañones de agua, granadas
lacrimógenas de gas pimienta, pelotas de goma, unidades a caballo, etc.).
Aquí, por el contrario,
desde el propio Gobierno de la Nación se ha jaleado a los violentos. Mientras,
desde la Generalitat se pacta entre ERC y la CUP ponerles más trabas a los Mozos para que no puedan
defenderse con solvencia, se les desacredita anunciando un cambio de modelo
policial y desde la TV3 se les acusa de tener “el gatillo ligero”. Una muestra más de la
bajeza moral del poder
central y de la perversión ideológica del separatismo, inmerso desde hace tiempo en la irracionalidad.
El procés, dirigido por los políticos soberanistas, cuyo objetivo conlleva
trasgredir las leyes que se le pongan por delante en desprecio de las
libertades, porta el gen revolucionario en sí mismo, coincidiendo en espíritu y
objetivos con sus chicos de la gasolina y el adoquín.
Barcelona es el
laboratorio del anarquismo europeo gracias al caldo de cultivo creado por el
independentismo. La alianza estratégica de la CUP, CDR y Arran, okupas y grupos
anarquistas de toda laya y
lugar es la que
nuclea la violencia callejera, a la que se suelen sumar jóvenes marginales.
Ambas líneas de acción se
necesitan y complementan y conducen a Cataluña, presa de sus peores pasiones, a
un proceso de autodestrucción. Los partidos que utilizaron a estos grupos en su
interés creyeron poder dirigirlos. Hoy están fuera de todo control y las consecuencias de sus actos
son impredecibles.
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