La Azotea
TRAS EL 26 J
1 de Julio 2016
Pues ya se dijeron muchas cosas e interpretaron otras muchas,
algunas maliciosas sobre el resultado de las reiteradas y pasadas elecciones,
para poner en marcha al fin esta XI legislatura. O por mejor decir, la XII
propiamente dicha; aunque llamar Legislatura a la que va y viene de enero a
mayo de este año, ha sido en su caso, la actividad legislativa más penosa e
inútil o así, desde 1978.
Aquí lo que a cualquiera que se acerque a este comentario
interesa, es conocer la opinión de quien tiene el valor de prestarse a calibrar
dónde nos encontramos colectivamente como sociedad política y lo que de ello se
pueda colegir como sociedad sin más, como Nación, como ámbito de intercambio,
como economía mantenedora del bienestar, del desarrollo en el porvenir más
inmediato. Pues menudo marrón, ahora que lo digo. Yo desde luego no lo tengo
nada claro. Ni aunque me pagaran por opinar, como a muchos, lo tendría.
Miren, una cosa me parece cristalina. El populismo avanza a
pasos agigantados en España, pero también en Europa. Ahí tienen el resonante
triunfo del populista Cameron que ahora recapacita con su pueblo sobre cual
podría haber sido el sentido del voto. De manera que para solucionar el
problema de la agobiante inmigración – cuestión que tiene sobre ascuas a media
Europa no progresista, la que aborrece el progreso regresivo - rebañan de un
tajo el sueño continental con un insignificante puñado de votos, en un referéndum
impropio de la más antigua y consolidada democracia representativa europea. Y
ahora ya veremos cómo resolver el desaguisado, si esperando que se olvide, no
vinculando el resultado, alargando la salida o simplemente chapuceando sobre
los restos de una Europa debilitada, moralmente herida y dividida casi en dos
mitades, conducidas hasta quizá el enfrentamiento por los totalitarios de
izquierdas y derechas.
Alguien me reprochará si para mí el populismo es un chicle
político que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Para un Cameron
que para un Revilla que ya es emparejar; para un Sánchez que un Mas que ya es
desvariar; para una Susana o una Le Pen, que ya es gana de fastidiar. Y quizá
no debería dar a entender eso, porque no es lo pretendido ni ocupa espacio
alguno en mi pensamiento político. Sin perjuicio de la necesidad de analizar detenidamente
y en su momento el fenómeno, ahora me conformo con decir se trata de algo no
desconocido para la ciencia política pero sí de difícil delimitación por su
vaguedad y heterogeneidad. Porque el populismo lo mismo se presenta en el
ámbito rural que en el urbano, lo mismo contagia el comunismo que el fascismo,
la verborrea manipuladora que el movimiento de masas. Se inocula en una
sociedad en forma de alianza interclasista, cuando las clases medias aparecen
como incapaces de asumir el liderazgo de una permanente revolución burguesa que
genere valores propios y estímulos al desarrollo económico. Es cuando se
ensalza el pueblo como mito, el líder como categoría y el liberalismo como
enemigo común. Es cuando el populismo aparece como la forma más representativa
y quizá única de hacer política.
Y claro, una parte de la burguesía se asusta – legítimamente,
dice mi amigo Julián Delgado- y corre a votar a Rajoy, aún teniendo kilos de
reproches infinitos para hacer. Que si el aborto, que si el Joder Judicial, que
si las autonomías, que si los impuestos, que si la blandura como ideología, que
si el temor como táctica o el miedo real de volver a empezar. El hecho que sin esperarlo
ni creerlo, ni él ni los suyos, va y saca 137 sillones – que diría el inane
Rivera- quedando a 52 de Zapasanchez, 66 de los revolucionarios del siglo
pasado y 105 del joven promesa permanente.
Y ahora? Pues ahora a sobrevivir, porque el único con talla
de estadista es el ganador y eso no lo sabe más que él. Los demás es que no
tienen ni talla, porque nunca ni tan siquiera les midieron. Bueno, el comunista
rabiosamente bolivariano y encendidamente populista sí, pero claro estadista
estalinista y ya me dirán para lo que sirve el Estado cheka.
Y entonces? Pues que Rajoy, en gesto de inteligencia política
lo que quiere es volver como sea al bipartidismo y eso solo se logra en
entendimiento con los socialdemócratas. He dicho bien porque Zapa, ese
descerebrado político que desgraciadamente los pastorea, tiene el corazón
podemita y en consecuencia hay que echarlo de Ferraz. Lo que es la vida. Y
Rivera? Pues como Rosa Diez, pero en elegante. Si no desaparece toda esta carga
inútil para la democracia no habrá Gobierno y eso no le gusta ni a Obama, a
punto de llegar, ni a Merkel, a punto de irse. Y si no hay Gobierno habrá
involución económica, nuevas elecciones y Rajoy asegurará los 176 escaños. Es
la España de las trincheras.
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