RIVERA EN ALMAGRO
Julián Delgado. Escritor
En las dos últimas elecciones, Ciudadanos
fue visto como la cara aseada del PP, aunque sus líderes se esforzaran en exhibir
diferencias ideológicas respecto a éste, pretendieran estar en el centro y
presumieran de contar con lo mejor de la izquierda y lo mejor de la derecha. La
realidad es que entre Cs y el PP no existe ninguna diferencia ideológica, ni
siquiera estratégica, sólo táctica. Así pues, el partido de Rivera no ha venido
a llenar ningún espacio político; más bien, ha servido de aldabonazo en la
puerta de Génova para que aprendan la lección. Su menguante éxito en las dos
pasadas elecciones generales estuvo propiciado por el desplazamiento de voto de
antiguos votantes del PP, que veían en esos jóvenes lo que hubieran querido que
fuera su partido: honesto, liberal, reformista y con clara determinación de
defender la unidad de España.
Pero el centro sólo existe en geometría; en
política, quien pretende situarse en él, es fácil que caiga en el ridículo. Es
lo que le ha ocurrido a Rivera, que ha llevado un devenir errático y anda
enfangado en sus contradicciones: hoy soy socialdemócrata y pacto con el PSOE,
mañana defiendo la libertad individual sobre la colectiva y apoyo al PP. Se ha
movido en una irrelevancia doctrinal y una inmadurez política notables. Nos ha
dado muestras de su descontrol emocional al coger rabietas por la ley electoral
o por los diez votos fantasmas de los nacionalistas, que también a él
beneficiaron. Rivera es inconsistente, voluble: ayer vetaba a Rajoy, hoy se
abstiene; ¿le votará mañana? Aun sabiendo que tiene votos prestados del PP, se
muestra favorable al PSOE, le gusta sentirse progresista y entra en pánico
cuando le confunden con los juveniles del PP. Su último patinazo ha sido el
intento de utilizar al Rey como su correveidile, en una mezcla de osadía,
desatino y bisoñez.
Rivera está abocado a la inmolación: si le
da el sí a Rajoy, le hará más fuerte y le dará oportunidades de corregir sus
pasados errores; si no se lo da, quedará como Cagancho en Almagro, torero que,
en dicha localidad, salió de la plaza conducido por la Guardia Civil para
evitar su linchamiento. A poco que el PP se enmiende, por la Guardia Civil para
evitar su linchamiento. A poco que el PP se enmiende, Cs desaparecerá por el
sumidero de la irrelevancia.
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