Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 22 de julio de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea


ESPERANDO A GODOT
22 de Julio 2016



   No me negarán el tercer grado al que la oposición, toda, está sometiendo a ese hombre tranquilo, gallego para más señas, del que depende a cara de perro el futuro de una gran Nación que hace no tanto soñaba con un puesto de salida de los mejores, en la conquista del mundo globalizado. Pero ya ven, primero le maltratan y castigan sin hablarle a pesar de la buena disposición del pontevedrés a mantener intacto el ordenamiento jurídico zapateril. Luego le critican hasta la forma de andar, en una feroz campaña de medios – más bien fines – de comunicación, hasta destruir su prestigio de hombre de Estado, ante una opinión pública dividida a partes iguales, a la que solo excita platos fuertes de desventuras siempre que sean televisados. Así llegan unas elecciones inútiles en su resultado, que naturalmente se vuelven contra Rajoy por encontrarse aislado entre ocho millones de votantes entusiastas- un tercio- que jalean la corrupción y se muestran intolerantes ante los mensajes de libertad, paz, unidad y prosperidad del resto de los que no alcanzaron los 137 escaños del Registrador. Pues esto no hizo más que empezar.

   Ahora le someten al desgaste de unas negociaciones largas, penosas, repetitivas e inútiles para España, donde nadie es quien dice ni nada es lo que parece. Ahí tienen al pobre Rivera que no da la talla de recluta para la política; por muy voluntarioso que se nos ponga y por mucho que nos recuerde sus días de gloria en la tocata y fuga catalana. Nunca debió salir de la sede de Joan Fiveller y continuar allí como parlamentario en la defensa hermosa y necesaria de España, recordando sin cesar que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, incluída la Generalidad. Y en denuncia continua de la putrefacta butifarra del reaccionario y populista independentismo catalán. Otro gallo le cantaría y nos cantaría. Ahora se debate tratando de ilusionar al gran Patrón de la barba blanca, con un caramelazo como Pastor, esa Dama serena de la Política, que si hubiera ocasión llevaría al Parlamento al sueño inalcanzable de los mejores parlamentarismos democráticos, como Gran Bretaña o USA. Pero la golosina lleva dentro el veneno letal de los independentismos catalán y vasco que harán de Rajoy un político a merced de la corriente cada vez más fuerte del sumidero.

   Y ¿Zapasanchez? Pues ahora hace dos años, salió elegido por sus compañeros y compañeras, y no tan afectuosamente le dedicaba mi columna de Diario “Córdoba” que titulaba EL GANADOR. Me temía lo peor y curiosamente quien le apoyó abrumadora y falsamente era su contrincante natural, también conocida como Susanaperon; atreviéndome a decir “que los poderes del sistema le han recibido con un resoplo de alivio porque dicen, podría haber sido peor. De manera que las opciones eran lo malo o lo peor. Y claro, salió lo malo y por esta vez nos libramos de lo peor”. Ojalá ahora la suerte nos librara de lo peor y nos dejara probar con lo único malo posible en circunstancias penosas como la presente: el populismo alegre y trianero del susanismo. Alguna vez acertaremos en este juego de corazón partío, y compartío entre Rivera con Zapasanchez y de este con Pablete.

   Pues esto no tiene ni siquiera apariencia de solución y la que podría adivinarse produce escalofríos. No estoy seguro que España necesite una investidura falsa de la que salga un Gobierno pitiminí que nos lleve a ninguna parte. No estoy seguro que pueda ser bueno para la Nación un Gobierno provisional en una Legislatura provisional, defendiendo principios y valores que ni siquiera supo defender en la más que holgada mayoría absoluta. ¿Qué hacemos, renunciamos a los pocos que quedan? ¿Se abordará en la provisionalidad la reforma de la Constitución; de la financiación autonómica; del sistema de pensiones; de los independentismos en ciernes; del regeneracionismo cívico; de la educación; de la reindustrialización; del papel de España en una Europa en declive, con la amenaza yihadista o un desbordamiento de las fronteras?


   Miren, aquí el único que conoce su posición en la “guerra de posiciones” es Iglesias, ganando incesantemente terreno en la cultura, como elemento esencial de la lucha política, sin perjuicio como él dice, de instrumentos coercitivos en su momento, por ejemplo, en las relaciones económicas o en control educativo, de la religión, de los medios de comunicación o de internet. Si se carece de fusiles, el terreno gransciano es el único posible. Los otros, esperando a Godot. Y como en la tragicomedia de Beckett, viviendo el segundo acto, tan tedioso, repetitivo y carente de significado como el primero. Aquí tampoco sabemos quién es Godot, ni lo saben Didi Rajoy, ni Gogo Rivera, ni qué asunto tratar con él. Solo saben que hoy no viene “pero mañana seguro que sí”. ¿Será Zapasanchez Godot? Por si acaso, acabaremos como ellos ¡Qué! ¿nos vamos? Sí, vámonos. Nada ocurre, nadie viene, nadie va.

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