Tribuna abierta de opinión

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jueves, 2 de junio de 2016

La Opinión de Julián Delgado.

Artículo que será publicado en el Diario "Última Hora" de Mallorca, el próximo día 4 de Junio

Obama y las bombas
Julián Delgado. Escritor

2 de junio 2016

     
   El argumento que los EEUU dieron al lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, que causaron en los primeros días 200.000 muertos y secuelas en generaciones, fue que se ahorraron unas 800.000 vidas estadounidenses, que fueron las que se calculó causaría el asalto a las islas japonesas. Esto es una tesis hoy insostenible. En agosto de 1945, cuando se lanzaron las bombas atómicas, Japón estaba militarmente destruido, el bombardeo de marzo sobre Tokio con 330 B-29, el más devastador de la historia, se llevó por delante 100.000 vidas y destruyó la ciudad. Con una operación de bloqueo y el bombardeo convencional poco hubiera tardado Japón en rendirse. En cualquier caso, hubiese bastado con convocar a una representación nipona a que presenciaran en un atalón los efectos de un bombardeo atómico, con la amenaza de realizarlo sobre su suelo si no se rendían.
 
   Lo que ocurrió fue que la GM-II nos devolvió a las prácticas más primitivas, la confrontación civilizada fue abandonada, se adoptó el principio de que cualquier acto era justificable si con él se abrigaba la esperanza de evitar las horribles consecuencias de la derrota. La guerra dejó los códigos morales en suspenso. Era como si la historia, el tiempo y la vida hubieran pactado un paréntesis para que el mundo se sumergiera, desplazando la demencia a la razón, en la cólera ruidosa, en la vehemencia de la venganza, en los gritos de dolor, en la injusticia de la muerte y la abrumadora y humillante fragilidad del hombre ante ella.

   El homicidio superó con mucho lo necesario para ganarla, sobre los vencidos se volcó la cólera, la venganza, se bombardeó sobre una población inerme, vencida. En ambos bandos se mató con frialdad, por capricho, por locura, en todo este aquelarre mortuorio subyace el odio, la crueldad, el sadismo, la voluptuosidad asesina. ¿Es la satisfacción del deseo de matar que nace de nuestra propia agresividad biológica? No lo creo, hay algo más: el deseo de matar sirve al hombre para afirmarse a sí mismo por la destrucción del semejante.  GM-II rompió las conciencias. Sólo hubo una norma: vencer. Ya señaló Voltaire que la civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó y la hizo más cruel y bárbara.


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