Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 26 de febrero de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea


ARROGANTE ACUERDO



  No quisiera parecer tertuliano a nómina fija y en consecuencia sujeto a comentario sobre lo que ocurre, como si lo supiera. Mis gargantas no tan profundas dicen encontrarse desconcertadas ante tal avalancha de información contradictoria y gratuita. Pero no crean, son los signos del tiempo resbaladizo y peligroso que vivimos. Y todo porque ya no existe la certeza del honor entre los combatientes. A lo más, lealtad para esta tarde y mañana ya veremos, lo mismo omito hasta el saludo. Es decir, superficialidad de los que nos administran, poniendo sobre el tapete reflexiones ligeras como muestra de un pensamiento pluma, ante sociedad de principios gaseosos e intercambiables. Pero estos chicos con cara de recién llegados al festín, nos proponen un intercambio de presuntas ideas que se pierden entre tantas ruedas de prensa vacías, como si esta apabullante transparencia opaca no ocultara los cromos intercambiables negociados en secreto bajo la mesa de la concertación provisional. Un embrollo ante varios cientos de diputados y senadores, que por cierto está cobrando sin trabajar, y ante nosotros mismos que les pagamos su cara holganza.

  Es que la arrogancia aflora hasta en el vacío de las palabras. De manera que el Acuerdo entre la izquierda flotante de Zapasanchez y la emergente aunque moderada de Rivera, se le denomina para un “Gobierno reformista y de progreso”. Es el chascarrillo del frontispicio sin más contenido que la sucesión de palabras iguales pero de significado distinto, según interlocutor. Porque a la puta base – dicho sin animadversión  – se le consulta si acepta “conformar un Gobierno progresista y reformista”. Es de notar la matización. O sea, nosotros fuera de la pomada, nos quedamos sin saber si el giro tiene alguna clave. Si importa más el reformismo o el progresismo, o es el reformismo quien arranca en el progresismo o este deviene de aquel y es su consecuencia. Un lío que pone de manifiesto la artificialidad de una pareja de hecho con pretensiones más que dudosas de llegar a pareja de derecho. Y el contenido, pues según Sánchez de izquierdas y según Rivera conteniendo casi todo lo suyo, que no sabemos en que consiste. Pero desde mi perspectiva, lo contemplo más bien como texto vacío y provisorio, como un hilo de sesenta y seis folios que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Eso sí, contiene la inevitable y actual necesidad de modificar los Acuerdos con el Vaticano o la odiosa memoria histórica o la simpática promesa de garantizar financiación para elevar a derechos fundamentales los que son sociales. Como si no fuera parte protegida de la Constitución, pero que más da. Eso sí, mucha gobernanza y ciudadanía con anuncio de nueva reforma del sistema tributario, aunque sin saber como ni por que se “exencione de los Impuestos de Sucesiones y Patrimonio a la clase media”, en este caso toda, al no especificar si es o no trabajadora, como ahora se etiqueta a la salvable. Y de nuevo a la actualidad la monserga de las Diputaciones como si no llevaran treinta y cinco años de inútil y costosísima presencia, cuya desaparición ya requería hace ahora cuatro años este modesto observador desde su Azotea. Ya veremos si no sale mal esta apuesta porque es institución que cobija cientos de agradecidos apaniaguados. Y entre tanto, estremece el silencio sobre la sostenibilidad del Sistema de Seguridad Social. En definitiva, un texto mal estructurado, apresurado, sin rigor y sin vocación de permanencia en el tiempo. Pura farfolla.   

  Y miren, les aseguro que esta mala solución que deja marginados a los gansos totalitarios y peligrosos de Podemos - deberían estar ya fuera de la Ley - me parece un paso esencial en el mantenimiento del sistema democrático. De manera que mi opinión no resulta sospechosa de oposición a una salida digna, camino del regeneracionismo constitucional. Pero no me creo nada de lo firmado. Me parece una farsa incluso de respectivas posiciones. A Zapasanchez le repugna este melifluo representante de un histórico centrismo desaparecido en la noche de los tiempos y de imposible recuperación, por mucho que se invoque a Suárez en esta parodia de mal gusto. En estos decenios del siglo XXI que hierven en olla a punto de estallar, no cabe el centrismo sino la defensa a ultranza del modelo de sociedad, en desarrollo desde hace casi doscientos cincuenta años, que señalando la libertad, la igualdad, la democracia y el bienestar, ha supuesto el mayor, trascendental y digno movimiento de progreso de la humanidad. Y que ahora, como ocurrió a mediados del siglo pasado, peligra. Y esa es la centralidad que no el centrismo, de quien debe defender el sistema, sin concesión alguna a los modernos fascismos o al comunismo de siempre, aliado a populismos horteras de chándal o teocracias totalitarias. Alguien debió advertir a Sánchez la inevitable desaparición o irrelevancia de su Partido, aliado con Podemos como él hubiera deseado y reclamaba. Es repetir el mal sueño de ZP. Pero Ciudadanos en manos del PSOE quedará como en Andalucia, en una aportación ridícula, inútil e insignificante a la nueva política que auguraba. El regeneracionismo quedará para la segunda parte del siglo porque la arrogancia no procede más que de la ignorancia. Pues eso.  


   




      

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