Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 25 de febrero de 2016

La Opinión de Julián Delgado

Artículo que será publicado el sábado día 27 en el diario “Última Hora” de Mallorca
Julián Delgado
La Izquierda cantonal
  Pocos días antes de ser asesinado de dos tiros en la cabeza por un grupo de guardias de asalto del Gobierno del Frente Popular, Calvo Sotelo había proclamado en las Cortes: Prefiero una España roja a una España rota. Ochenta años después, buena parte de la izquierda prefiere una España rota a una España azul. El primer impulso de Sánchez fue negociar con Podemos, e hizo todo lo que pudo para conseguir un pacto de progreso con quien lleva en su programa el derecho a la autodeterminación, a la vez que concertaba con los partidos separatistas la abstención en la votación de su investidura. Si no lo logró fue debido a que los morados nunca lo quisieron y se lo pusieron imposible, lo que le hizo virar hacia Cs para alcanzar un acuerdo inútil para el país, pero no así para su campaña electoral, que inició el día que aceptó formgobierno.
  Iglesias constató en las pasadas elecciones autonómicas, que su presencia era casi  irrelevante en aquellas Comunidades donde existían partidos nacionalistas radicales y que, además, en éstas, los partidos antisistema se habían vuelto furibundos enemigos de España, a la que hacían responsable de todos los males que afligen a sus respectivos pueblos. Pronto se pusieron manos a la obra para incorporar a sus filas a esos grupos en Madrid, Valencia, Galicia y Cataluña, y donde pudieran surgir en el futuro, incorporando a su programa la creación de un ministerio de Plurinacionalidad. Un ministerio que al reconocer las naciones deslegitima el Estado unitario y da paso no al Estado confederal, sino a su desmembramiento en estados independientes.
  Por eso, la situación actual se asemeja más a la efímera Primera República de Pi i Margall de 1873, que a la Segunda. En algunas autonomías periféricas, el sistema autonómico ha servido durante estos años de autogobierno para profundizar en las diferencias, borrar lo que hay en común y desarrollar un sentimiento de rechazo a todo lo español. La fragmentación que propone Iglesias, los odios generados y la rebeldía son más propias de aquella lucha de Cantones, que de la República del 36: Durruti y el Campesino, los radicales de entonces, luchaban por España, detrás de la bandera española. Republicana, pero española.  


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