La Azotea
EL RELOJ DE LA DEMOCRACIA
Entre la mucha palabrería escuchada en la clarificadora
sesión de investidura para un nuevo Presidente del Gobierno de España, hay algo
especialmente llamativo salido del rico e inane repertorio del pretendiente, un
tal Sánchez. Es cuando dice aquello de que él pone en marcha ese día “el reloj
de la democracia”. La insoportable levedad de su figura queda sublimada en tan
digna mamarrachada, propia de la escudería averiada, inútil y reaccionaria del
zapaterismo, que tantas glorias dejó a la crónica del chascarrillo nacional y
que desde entonces hace peligrar hasta el ser y el futuro de la Nación
española.
Llevamos más de dos meses en el estanque dorado de la
espera. Mientras, la opinión publica medianamente formada e informada asiste
incrédula al despiece territorial del Estado, al inicio del desprestigio
internacional, al comienzo del hundimiento del entramado institucional ante la
devastadora inseguridad jurídica que se instala progresivamente, con los
guardianes paralizados salvo para cobrar, cuando llega Zapasanchez y pone en marcha
el reloj de la democracia. Pues menos mal que nos salva de estos casi cuarenta
años de navegación constitucional por el vacío. Lo que ya no parece ocultar es
la clase de democracia que desea y propone, que no es poco ni otra que la
democracia popular, extendida en España por el ratón Pablete con descaro
agresivo, como agente europeo de los chavismos fascicomunistas bolivarianos y
de la teocracia iraní; como instrumento de un nuevo vendaval totalitario, ahora
en versión populista. La joya arremangada de la corona, el del puño en alto en
la tribuna sagrada del Congreso, como representación cavernícola que no osaron
comunistas tan sólidos como Pasionaria, Carrillo o Gallego. Ese, el del
arrebatador beso soviético de muerte y sufrimiento, parece ser el deseado por
el desnortado Sánchez.
Pues la sesión no serviría para la elección de un nuevo
Presidente, ni falta que hace en esas condiciones, pero sí para dejar
visualizada la posición de cada cual en este escenario de farsa y desvarío.
Zapasanchez vemos como vira aún más hacia la radicalidad del abismo, deseando
le estampen el beso de la alianza de ida sin retorno. No le importa se cisquen en
la memoria de sus antepasados políticos a los que ya quisiera igualar en
sentido común y de Estado. No le importa lo humillen hasta lo insoportable,
ridiculizando sus posiciones en el inútil documento firmado con C´s. Solo desea
la unción de la Presidencia, el oropel del poderío. Y para eso necesita echar
al liberalismo conservador del Gobierno como sea, por las buenas o por las
malas, porque de eso algo sabe el radicalismo totalitario. O con la ayuda del
ángel de guardia de un centrismo ya en la historia y que se invoca con
reiteración fantasiosa.
Rivera, de oratoria fácil y cercana pero extemporánea,
se ha declarado demócrata liberal en la tribuna, casi balbuciente, como
evitando se notara. Pero no veo el repunte ideológico que asoma con timidez
desde el centrismo suarista que repite una y otra vez. Más bien lo hallo en el
espacio de la socialdemocracia moderada que nunca debió abandonar el soberbio
Sánchez. Esa parece su ubicación natural, máxime cuando el histórico socialismo
está empeñado en ser devorado por las fauces insaciables de los liberticidas.
Pero no debería ocultar su identidad ideológica como si temiera algún reproche.
Ya me dirán si no, la razón última de aliarse con Zapasanchez, cuando hay actos
que delatan con facilidad su debilidad. Un liberal, en este caso, buscaría apoyar
al cercano conservador, con 123 escaños de minoría mayoritaria, para colocarse
con sus 40, a 33 de la mayoría absoluta y así juntos, buscar si no el apoyo sí
la abstención de los socialistas, perdedores por partida doble pero dotados de
una importante élite constitucionalista y en consecuencia demócrata. Lo
contrario, carece de lógica porque les
falta 46 para poder formar Gobierno y encima corren el riesgo de perderse en un
bosque poblado de insaciables depredadores, cuando menos de revisionistas de la
libertad. Con independencia de resultar de difícil explicación estampar la firma en documento
común, reformista para ellos y progresista para la otra parte, como marca de
garantía, cuando los párrafos que puedan ser de alguna utilidad exhalan inconfundible
aroma a socialismo puro y duro.
Rivera conoce de sobra el papel lastimoso que su
Partido está jugando en el lodazal andaluz, sirviendo de bastón mamporrero en
la ocultación ante la Justicia de los desmanes de un sistema donde el horror de
cientos de millones y de imputados, queda en broma macabra si pudiese ser
investigado y no digo nada, enjuiciado, la rapiña arrasadora de fondos públicos
nacionales y europeos cuyo fin era la formación. Pondría sin dudarlo en riesgo
la democracia española y al descubierto la fragilidad de un sistema. Entonces
¿realmente desprecia al PP por la corrupción que le corroe? Cuando menos
resulta pintoresco y trágico.
El reloj de la democracia está renqueante pero por
falta de demócratas, de patriotas dotados de energía que solo proporciona la
creencia en valores universales de ética colectiva y respeto a la convivencia
en libertad. Mañana es un gran día si sale el sol para todos. Mañana es otra
oportunidad para la libertad.
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