Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 3 de marzo de 2016

La Opinión de Javier Pipó.


La Azotea 



EL RELOJ DE LA DEMOCRACIA



  Entre la mucha palabrería escuchada en la clarificadora sesión de investidura para un nuevo Presidente del Gobierno de España, hay algo especialmente llamativo salido del rico e inane repertorio del pretendiente, un tal Sánchez. Es cuando dice aquello de que él pone en marcha ese día “el reloj de la democracia”. La insoportable levedad de su figura queda sublimada en tan digna mamarrachada, propia de la escudería averiada, inútil y reaccionaria del zapaterismo, que tantas glorias dejó a la crónica del chascarrillo nacional y que desde entonces hace peligrar hasta el ser y el futuro de la Nación española.

  Llevamos más de dos meses en el estanque dorado de la espera. Mientras, la opinión publica medianamente formada e informada asiste incrédula al despiece territorial del Estado, al inicio del desprestigio internacional, al comienzo del hundimiento del entramado institucional ante la devastadora inseguridad jurídica que se instala progresivamente, con los guardianes paralizados salvo para cobrar, cuando llega Zapasanchez y pone en marcha el reloj de la democracia. Pues menos mal que nos salva de estos casi cuarenta años de navegación constitucional por el vacío. Lo que ya no parece ocultar es la clase de democracia que desea y propone, que no es poco ni otra que la democracia popular, extendida en España por el ratón Pablete con descaro agresivo, como agente europeo de los chavismos fascicomunistas bolivarianos y de la teocracia iraní; como instrumento de un nuevo vendaval totalitario, ahora en versión populista. La joya arremangada de la corona, el del puño en alto en la tribuna sagrada del Congreso, como representación cavernícola que no osaron comunistas tan sólidos como Pasionaria, Carrillo o Gallego. Ese, el del arrebatador beso soviético de muerte y sufrimiento, parece ser el deseado por el desnortado Sánchez.

  Pues la sesión no serviría para la elección de un nuevo Presidente, ni falta que hace en esas condiciones, pero sí para dejar visualizada la posición de cada cual en este escenario de farsa y desvarío. Zapasanchez vemos como vira aún más hacia la radicalidad del abismo, deseando le estampen el beso de la alianza de ida sin retorno. No le importa se cisquen en la memoria de sus antepasados políticos a los que ya quisiera igualar en sentido común y de Estado. No le importa lo humillen hasta lo insoportable, ridiculizando sus posiciones en el inútil documento firmado con C´s. Solo desea la unción de la Presidencia, el oropel del poderío. Y para eso necesita echar al liberalismo conservador del Gobierno como sea, por las buenas o por las malas, porque de eso algo sabe el radicalismo totalitario. O con la ayuda del ángel de guardia de un centrismo ya en la historia y que se invoca con reiteración fantasiosa.

  Rivera, de oratoria fácil y cercana pero extemporánea, se ha declarado demócrata liberal en la tribuna, casi balbuciente, como evitando se notara. Pero no veo el repunte ideológico que asoma con timidez desde el centrismo suarista que repite una y otra vez. Más bien lo hallo en el espacio de la socialdemocracia moderada que nunca debió abandonar el soberbio Sánchez. Esa parece su ubicación natural, máxime cuando el histórico socialismo está empeñado en ser devorado por las fauces insaciables de los liberticidas. Pero no debería ocultar su identidad ideológica como si temiera algún reproche. Ya me dirán si no, la razón última de aliarse con Zapasanchez, cuando hay actos que delatan con facilidad su debilidad. Un liberal, en este caso, buscaría apoyar al cercano conservador, con 123 escaños de minoría mayoritaria, para colocarse con sus 40, a 33 de la mayoría absoluta y así juntos, buscar si no el apoyo sí la abstención de los socialistas, perdedores por partida doble pero dotados de una importante élite constitucionalista y en consecuencia demócrata. Lo contrario, carece de lógica  porque les falta 46 para poder formar Gobierno y encima corren el riesgo de perderse en un bosque poblado de insaciables depredadores, cuando menos de revisionistas de la libertad. Con independencia de resultar de difícil  explicación estampar la firma en documento común, reformista para ellos y progresista para la otra parte, como marca de garantía, cuando los párrafos que puedan ser de alguna utilidad exhalan inconfundible aroma a socialismo puro y duro.

  Rivera conoce de sobra el papel lastimoso que su Partido está jugando en el lodazal andaluz, sirviendo de bastón mamporrero en la ocultación ante la Justicia de los desmanes de un sistema donde el horror de cientos de millones y de imputados, queda en broma macabra si pudiese ser investigado y no digo nada, enjuiciado, la rapiña arrasadora de fondos públicos nacionales y europeos cuyo fin era la formación. Pondría sin dudarlo en riesgo la democracia española y al descubierto la fragilidad de un sistema. Entonces ¿realmente desprecia al PP por la corrupción que le corroe? Cuando menos resulta pintoresco y trágico.

  El reloj de la democracia está renqueante pero por falta de demócratas, de patriotas dotados de energía que solo proporciona la creencia en valores universales de ética colectiva y respeto a la convivencia en libertad. Mañana es un gran día si sale el sol para todos. Mañana es otra oportunidad para la libertad.  


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