Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

sábado, 6 de febrero de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea 


ESTO EMPIEZA BIEN



 Decía Zapasanchez, como niño con juguete nuevo. Como el que alcanzó el sueño de su vida, la meta de sus ambiciones, la culminación de su proyecto vital. Pues es para temblar y no parar. Menudo desamparo tras tantos años de esperanza. Tras creer que esta Nación había conseguido traspasar la barrera de la mediocridad colectiva, de la estupidez extendida y entendida como forma de convivencia. Cuando creíamos poder alcanzar la meta ideal como pueblo, en el empeño de la avenencia civilizada y el bienestar como herencia acumulada y como proyecto de mejora continuada en el futuro. Un desastre. Treinta y ocho años acariciando la libertad y la democracia y como minado por un explosivo devastador, el sistema tan difícilmente construido puede venirse abajo por la acción corrosiva de la última generación de quienes lo han venido construyendo durante algo más de doscientos años.
 Es verdad que enemigos de la libertad siempre hubo y en consecuencia de la democracia representativa y constitucionalizada a la que ellos, en el mejor de los casos, llaman popular; o de economía centralizada o Estado socialista o que se yo, cualquier cosa que sirva para enmascarar la adoración del Estado y puesta a su servicio del ser humano, sus valores y dignidad. En definitiva, la dictadura de la minoría iluminada y de vanguardia, sobre la mayoría que la sufre casi siempre bajo el terror y la delación, cuando no con riesgo cierto de muerte en quien roza posiciones de heterodoxia ideológica.
   De manera “que esto empieza bien” para un ambicioso desnortado y traidor a los principios de una socialdemocracia moderna, creadora de proyectos nacionales de avance en todos los territorios en que las sociedades deben proyectar sus ansias de libertad, cultura y felicidad. De los territorios compartidos con el liberalismo conservador o no, que con diferencias notables en los métodos de desarrollo del bienestar, han sido no obstante capaces de llevar al mundo civilizado hacia la prosperidad individual y colectiva como jamás conoció la humanidad con anterioridad.
  Y lo empieza bien en su estilo tosco, a mitad de camino entre la cursilería expresiva y vacía, la altanería chulesca y tabernaria y la agresividad de fondo, a veces contenida y siempre gratuita, que asombra a sus propios y mejores conmilitones, a la mayoría silenciosa, pacífica y bienintencionada y a los socios europeos y americanos. Y no disimula su pasión por los revolucionarios de la checa y el avance hacia la dictadura, la miseria y el horror del totalitarismo de Estado. Y miente con descaro infinito ante un pueblo incapaz de detectar los riesgos de un suicidio colectivo, cuando llama progreso a lo que es retroceso hacia un pasado tétrico de sufrimiento y desgarro infinito. Y se considera formando parte de las “fuerzas de cambio” sin decir en qué consiste; y considera que con él se inicia un tiempo nuevo sin explicar porqué es nuevo estando él y su Partido o cuales los defectos de lo viejo a despreciar. Y curiosamente, sin mover un músculo de su ancha cara, lo dice quien está en el hundimiento del socialismo, con tendencia a más. Y dice que los conservadores – quizá le gustaría llamarlos franquistas o fascistas sin más- deben volver a la oposición para regenerarse, como si él que viene de la oposición volviera regenerado y eso en la Andalucía del saqueo de lo público, sistemático, antiguo, que no cesa, suena a chascarrillo tenebroso. Seguramente sus fuerzas de cambio tengan como meta una Nación de naciones, regida por una Constitución federalista que jamás supo o quiso definir, pero que no parece contener solución alguna a los nacionalismos sediciosos, como no sea la concesión total, pero dialogada.
  Claro, el liberalismo conservador y el otro, dejó sumida la Nación en el desconcierto de quien se sabe engañado, estafado, por una gigantesca pandilla de golfos ambiciosos, trincones, sin el más elemental sentido del pudor, de la ética necesaria para la administración de lo público. La repugnante corrupción de esta parte del entramado político ha obligado a gran parte del electorado sensato e ilustrado a mostrar su confianza en quien solo puede ofrecer buena voluntad y aplazar la demostración de la solvencia de sus propuestas a un incierto futuro. Pero en este día, hoy, el futuro de España aparece tan oscuro como incierto. Cualquier pronóstico es pura especulación. Ni tan siquiera una segunda vuelta de las elecciones parece resolver el estancamiento.
  En esta hora de desconsuelo, de debilidad del Estado y sus instituciones, de distanciamiento de las dos Españas, del empeño por un nuevo enfrentamiento abriendo heridas imposibles de cicatrizar, Cataluña, donde dejó de regir la Constitución hace años, se prepara para la rebelión sediciosa. Y ya parece reiniciarse lo mismo, tras una corta siesta, en el Pais Vasco, para embestir contra la Nación, dirigidos por el cinismo cursi, frío y calculador del PNV, jugando el mismo papel que CIU en Cataluña y seguramente con el mismo final. Y luego vendrán otros, porque esta es Nación donde no parece cesar el asalto al Estado, en cuanto muestra un costado al descubierto. Ya sea en forma independentismo sin causa o de comunismo con ella y su nuevo Lenin o de terrorismo yihadista a la espera de sembrar el caos desconcertante. Y nadie debe esperar amparo en la Europa comunitaria que bastante tiene con la crisis económica que se avecina e institucional, con la casi segura salida de Gran Bretaña.
 Esto empieza bien ZPSchez, pero ¿para quién? Y sobre todo ¿Cómo acabará? Maldita hora.                




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