La Azotea
REGENERACIONISMO ALEJADO
Pues
conforme pasan las semanas el panorama nacional se muestra más sombrío. A pesar
de los excelentes datos sobre parámetros económicos que Rajoy creyó eran
suficientes para prolongar su estancia en Moncloa y a parte de su Partido para
seguir administrando con descaro la pestilencia del trinque. Pues ni una cosa
ni otra. Dudo sobre la permanencia de aquel, gobernando sobre contabilidad
nacional y de otros, demasiados, acumulando como propio el esfuerzo de todos y dejando
el sistema democrático a la altura de parásitos y carroñeros de la historia.
Porque
es el sistema el que hizo crisis total tras el 20D, provocando un nuevo
socavón, aunque parece ahora, de dimensiones incalculables. Claro, nunca España,
desde Carlos V, jugaba un papel político y económico tan trascendente en
Europa. Nunca quedó estructurada en clases sociales de ricos y pobres tan
minoritarias como distantes y separadas por un tupido tejido de clases medias
sociológicamente mayoritarias, bien instruidas y económicamente sustentadoras
del sistema, aunque poco conscientes de los retrocesos que ocasionan los
errores colectivos. Parece olvidarse, ni siquiera como memoria histórica, que la
libertad se instrumenta y sostiene solo en los cauces de las democracias
representativas, patrimonio exclusivo de los Estados de Derecho avanzados. Flor
delicada que requiere vocación decidida de quienes son capaces de valorar la
convivencia civilizada como estadio superior de la existencia y espacio asegurado
de justicia y progreso humano. Por eso se implanta y pervive en tan escasa
naciones, mostrando debilidad a causa de la ignorancia masificada, la
corrupción o la avaricia de tantos que se mueven en la impunidad. Por eso, los
desgarros o grietas sangrantes sin cerrar, constituyen objetivo de penetración de
los variados fanatismos ideológicos y religiosos, nunca arrinconados y ahora parece que implantados a través de
sofisticados medios de comunicación masiva que terminarán inexorablemente por
destruirla.
Observar
la devastación dejada por la clase política corrupta, tras las elecciones,
produce no solo desasosiego sino desesperanza. Vengo hablando de corrupción que
he visto, palpado y vivido muy cerca desde hace treinta años. Corrupción no
solo económica, sino también moral, de la moral social y de la otra. La
corrupción del relativismo que todo iguala, del buenismo ideológico
equidistante y conciliador hasta la estupidez, de la indiferencia y el amparo
de lo trasgresor, de la comprensión de lo imposible. Pero nunca pude suponer no
solo la torpeza sino el desinterés colectivo ni tan siquiera en la minoración
de sus efectos, el acorralamiento social de los culpables y en la medida de lo
posible la destrucción u obstaculización de los instrumentos utilizados en las
fechorías. Y ahora explota en la línea de flotación del sistema, haciéndole
perder el rumbo de una ruta razonable de futuro. Y ahora ¿qué se puede y debe
hacer?
Ya
me dirán si resulta que Iglesias, un soberbio marxista leninista más peligroso que
el nacionalismo independentista – aunque con puntos de conexión más que
aparentes- agente esencial en Europa de
los modernos totalitarismos populistas y teocráticos, se permite insultar,
menospreciar o ridiculizar a los hacedores de la democracia española, sólidos
estadistas como González o Aznar. O repartiendo certificados de buenos y malos.
O presentando un gobierno de individuos que en Nación avanzada no pasarían de
menesterosos a cargo del sistema, pero que ya cuenta nada menos que con un
Teniente General, conocedor de los secretos de la Defensa Nacional. Que
desastre. Y lo hace en la impunidad de quien conoce la debilidad del Estado, su
ordenamiento jurídico y su Justicia. Y que es capaz de seguir avanzando a la
conquista del Estado, llevado en volandas con el voto de un sector de la
sociedad que ignora el privilegio de una sociedad opulenta, próspera y
tolerante, pero condicionada por odio, resentimiento y envidia que lastra desde
el pasado al presente, y parece que el futuro. Y encuentra en el camino, un
socio o compañero de viaje más torpe que lúcido, más ambicioso que juicioso. Un
Sánchez desubicado cuyo único programa parece ser desalojar a Rajoy de Moncloa
a costa de hundir su Partido y la Nación entera, aprovechando también la
debilidad del socialismo, tras el azote ZP y en sus horas más bajas y de
resultados electorales más tristes. Un Sánchez descarado que se presenta ante
los suyos como una esperanza, olvidando la losa gigantesca del saqueo andaluz
durante treinta y cinco años y la participación en los desmanes del tripartito catalán,
comandado por el nefasto Montilla.
Y
en esto que se juzgará a una Infanta de España porque la justicia es igual para
todos, excepto para la famiglia Pujol
o la casta de los ERE´s y conexiones. Y mientras, la deuda impagable, el Estado
insostenible y el paro insoportable. Y el sueño europeo que perderá seguramente
la libre circulación en su territorio – no digamos sus pretensiones de unión
política federalista- agobiada por la desbandada oriental, salvo que pierda su
propia identidad por el abandono de Gran Bretaña.
Pero aquí, todo el empeño se pone en transformar el sistema desde la
libertad al populismo bolivariano y peronista, miserable y autoritario,
rearmado con los principios totalitarios del leninismo. Se abandona en
consecuencia la vía civilizada y razonable del regeneracionismo, único camino
hacia el progreso. Insisto en quizá unas nuevas elecciones, a modo de segunda vuelta, hiciera
reflexionar al irreflexivo pueblo español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario