La Azotea de Javier Pipó
LA INTEGRACIÓN
Observa, me decía mi informador habitual, la enorme
capacidad de integración por absorción que tiene el régimen socialista andaluz.
Y me pone dos ejemplos de los muchos, variados y complejos que aquí se
desarrollaron durante los últimos treinta y cinco años de socialperonismo. Por
sí mismos, dice, explican el éxito arrollador de una forma política incansablemente
renovada año tras año. Nadie osa disputarle el terreno bien labrado de la ya
tercera generación de jerarcas, aprendices y tuercebotas, esparcidos por todo
el territorio, ocupando hasta los alvéolos sociales con alguna representación, entes,
grupos y entidades y en general todos los cuerpos sociales intermedios
medianamente significativos o mínimamente influyentes.
Y como observador crítico bien informado, me narra la
historia fascinante del susanismo, protagonizado por ella misma durante los
últimos veinte años, con eventos más o menos recientes que describen la gran
tapadera de la corrupción sistémica andaluza. Y ya digo, hoy me pone los
ejemplos del fiscalConsejero y del Consejerorector, aparentemente desconectados
pero imprescindibles en la olla pestilente de la rapiña.
Ya ves me dice, como funciona en Andalucía el Poder
Judicial, por llamarle como se debe. Al final, plenamente integrado en el
sistema. Y su trabajo ha costado porque nadie puede decir que sea fácil. Pero
si el poder radica en cada juez en el ejercicio de su jurisdicción, pues deberá
trabajarse la jurisdicción con el juez adecuado en el momento oportuno. Es
mucho lo que se juega y mucha la responsabilidad histórica a protagonizar. En
estos treinta años o más, cualquiera estará legitimado para preguntar por el
papel de la fiscalía en el desenmascaramiento
de la mamandurria a cargo del erario público, de su saqueo sistemático. Es
cuestión de recordar los años perdidos de Conde Pumpido y desde 1995, las
oportunidades totales de la anticorrupción que Jiménez Villarejo imaginaba algo
así como propia de “los intocables” y que sin embargo en esta tierra parece se
hizo realidad aquel durísimo aserto de Lincoln de que la mejor justicia no
siempre es la mejor política. Porque el instrumento de integración- sigue
diciendo- funcionó como un reloj y a la hora del statu quo explosivo, nada como
incorporar a la mesa a uno de la
familia, a un fiscalConsejero maduro y bien relacionado que hable de tú a los
que luego – cuando corresponda- impartirán la justicia que proceda. Pero al
menos les hará llegar la extrema sensibilidad de hombres y mujeres trabajando
por el bien común, a su manera y eso es importante para marcar los tiempos
necesarios.
Ahí tienen los ERE´s, Invercaria, Formación, etc y etc,
como pasan los años y envejecen o se jubilan los protagonistas sin más reproche
que el de la prensa libre. Se deshace lo instruido, se cambia de instructor y en
poco tiempo puede quedar empitonada la oposición. No digan, es
maravilloso. Y el pueblo ajeno, sigue votando entusiasmado porque ya se
identificó con una corrupción socializada que para nada enturbia un discurso de
utopía imposible, pero hermoso. Y no es por hablar, ya me dirán cuál es el
papel de un Consejero de Justicia, si ésta – emanada del pueblo- debe
impartirse por jueces independientes, inamovibles, responsables y sometidos
únicamente al imperio de la Ley y al igual que los fiscales, pertenecientes a
Cuerpos nacionales. Pero queda en manos del gobierno regional el facilitarle
los medios para que trabajen, incluso la dotación de personal. Y claro, la Juez sustituta de Alaya
dice que paraliza la instrucción porque carece de medios humanos. Pues ya está.
Pero queda mucho trabajo pendiente ante tanto desmán, como el consejo prestado en los Tribunales Superiores, en las Audiencias
provinciales y en el CGPJ, con más agujeros negros que la propia Constitución.
Del Consejerorector, por cierto imputado según
terminología antigua ahora solo investigado, deberíamos hablar detenidamente, porque
llega en el momento oportuno y seguramente nada casual. Ya veremos si en este huerto
no estalla la siguiente mina, sobre todo si la inteligencia mezquina que
desprecia la universalidad de la ciencia es la autosometida al poder. Miren, Andalucía
tiene el privilegio de contar con una Universidad pública en cada capital de
provincia y dos Universidades Internacionales, también públicas. Es decir,
diez. Más que Madrid o Cataluña, el 20% de las de España, con presupuesto
superior a los 1.600 millones de euros, que supone casi el 19% del presupuesto
de todas ellas. Algo así como el 1,25% del PIB regional, cuando la enseñanza
universitaria pública no supone más allá del 0,9% del PIB nacional, incluida la
andaluza. ¿Y quién controla esta inmensa máquina económica y de poder
territorial? Pues los Consejos Sociales, ahí queda la garantía, la solvencia
técnica y la seguridad jurídica. Y cuando puede, la inútil Cámara de Cuentas y
nunca, el Tribunal de Cuentas que bastante tiene. Ya ven el retroceso, antes de
la Ley de R.U. de 1983, el control estaba en manos de la Intervención
General del Estado, menudo cambio. Como si el control financiero de fondos
públicos guardase relación alguna con la autonomía universitaria. En lo que sí
tienen autonomía no ejercida es en la crítica sobre la corrupción y su
investigación, delatando los orígenes, causas, protagonistas y los
remedios. Nada de eso esperen, ni siquiera la queja del inmenso caudal público
volcado en enseñanza superior que no saca Andalucía de la cola de las regiones
pobres europeas a pesar de la ejemplar solidaridad de las naciones de la UE con
esta tierra maldita en su dependencia.
Es el arte de la integración, le contesto. Como el de
los partidos teloneros en los periodos en que el socialismo no logra mayoría
suficiente. Integró por absorción el andalucismo, luego el comunismo
posibilista de IU y ahora con maestría ejemplar deglute el infantil C´s que
contiene en su seno un troyano llamado Marín o algo así. Y encima, Durán, el
pertiguero andaluz que logra un Parlamento donde sobran, por molestas, las
iniciativas de la oposición. Perfecto.
Ahora se celebra con júbilo los 25 años de la integración
en el mundo de la libertad y la prosperidad de una parte de la Alemania
sojuzgada por esa quintaesencia del progresismo en que consiste el totalitarismo
comunista que devastó la economía, el medio ambiente y la dignidad humana de
millones de alemanes. Tras estos 35 años queremos preguntarnos cuando
Andalucía se integrará, al menos, en la decencia política.
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