La
Azotea de Javier Pipó
LISTOS DE ESTADO
Claro que estamos en una campaña a cara de
perro, insoportable en su desarrollo y seguramente dramática para la Nación en
su final. Final también para un año magnífico en la recuperación económica,
fatal para la regeneración y donde nada resulta predecible en elecciones sin
duda agobiantes. Ni el resultado; ni el mantenimiento de la unidad nacional; ni
el modelo de sociedad; ni el avance hacia el progreso y el bienestar. Nadie
puede asegurar ni siquiera la preservación de la libertad. Porque todo parece estar
en crisis, desde la moral social a los principios y valores heredados de
anteriores generaciones. Desde la seguridad jurídica al marco que favorezca el
desarrollo económico y la creatividad. Entró como un nerviosismo revisionista
que señalando una falsa, equívoca e inculta modernidad necesita revolver los
cimientos de una sociedad mejorable pero comparable a las avanzadas del mundo
desarrollado.
Y ya ven lo que nos ofrecen aquellos
llamados precisamente a preservar el sistema que tantos sacrificios y esfuerzos
costó a generaciones anteriores. Ni socialistas ni populares son capaces de
elaborar una guía inequívoca de ilusión regeneradora, de objetivos colectivos
que movilicen una juventud machacada por el fracaso del modelo viciado, con más
agujeros negros que luces brillantes de esperanza.
Continúan mintiendo o simplemente ocultando
la verdad ante la incapacidad de un discurso decidido sobre cómo abordar
definitivamente el ruinoso gasto clientelar, pareciendo muy al contrario querer
ampliar una sociedad cada vez más subsidiada y en consecuencia más dócil y
dependiente. Parecen pretender, más allá del Estado providencia, implantar nueva
e imposible utopía del Estado reconvertido en inmensa ONG. Por eso no cesan en
la subida de impuestos, mientras baja la calidad y cantidad de prestaciones y
servicios. Y si nadie lo remedia, pronto le darán un tajo a las pensiones, un
sueño inalcanzable. Pero ni hablar, ni oír hablar de reducir ayuntamientos, concejales y cantamañanas disfrazados
de asesores. Ni de hacer desaparecer las absolutamente prescindibles Diputaciones
o los privilegios políticos o los aforamientos anacrónicos. Ni por supuesto racionalizar
el régimen competencial de las administraciones públicas, modificando
radicalmente el Titulo VIII de la CE o ésta, en lo necesario para hacer un
Estado viable y eficiente. Por eso resulta tarea de titanes frenar el déficit
galopante - el oculto y el sacado a estadística – o la deuda creciente, tan menguante
en disponibilidad de recursos como impagable en términos razonables o dinamizar
la economía en impulso ahora frenado por la incertidumbre política que se
respira.
¿Y entonces de qué
nos hablan? Pues ya ven, los socialistas – por boca del inefable Zapasanchez,
el estadista sin cabeza de Estado - nos vienen ahora nuevamente, con la eterna
cantinela de la educación, adornando la faena con simplezas o tópicos de
finales del XIX. Y nuevamente nos hace reflexionar sobre un socialismo hispano
sin capacidad para saltar al XXI, agarrado a las fobias de la patria, la
religión, la bandera o el territorio. Hay que tener valor insolvente para
plantear como novedad una nueva Ley de Educación que eso sí, destierre de todas
las aulas el catolicismo, como enemigo a batir. Y ya encontrará un nuevo e inolvidable
Moratinos capaz de dar escarmiento diplomático ejemplar a la Santa Sede. Y veremos
cómo se podría digerir la falta de más
de cinco mil centros de enseñanza católica con cerca de un millón de alumnos,
como no sea dando un raspado a la Constitución para satisfacer el
anticlericalismo casposo, antiguo y enfermizo de radicales reaccionarios. Y nos
quieren hacer olvidar que desde 1970 la única Ley de Educación que logró perdurar
20 años fue precisamente de Franco. Desde 1990 no hubo más ley educativa que la
socialista, bajo distintas fórmulas o nombres, desde la LOGSE a la LOE de ZP y
su odiosa y antidemocrática Educación para la Ciudadanía. La derecha
democrática no pudo poner en vigor ni la LOECE de 1980, ni la LOCE de 2002. La
de Wert del PP nació muerta y ya ven por donde va. Mientras, los índices de
solvencia educativa nos avergüenzan ante las naciones cultas y avanzadas. Un
sistema que soslaya los valores de la CE y solo busca la ideologización desde
el enfrentamiento y el rencor.
Y los populares, ahora que lograron culminar con éxito enderezar lo que
parecía imposible y no poder introducir su reforma educativa, se les ocurre
como urgencia nacional desde el Ministerio de Alonso, “propuesta para una
educación libre de acoso homofóbico y transfóbico”. Y todo el arco iris quedó
conmocionado y estupefacto, aunque jamás los voten. El documento, tan cursi
como innecesario, tan torpe como extemporáneo, es desconcertante. “Abrazar la
diversidad” en 175 páginas que seguramente Pablete no las habría suscrito.
Parten de que “los hechos muestran que frente a los que sostienen que lo
natural es la heterosexualidad, lo natural es la diversidad…también la
diversidad para estructuras familiares, como las homoparentales y las arcoíris”.
Así pues, debemos “desaprender” porque todos y todas hemos sido “enculturados” –
ahí queda - en el sexismo y la homofobia. De manera que nos instan a
desaprender la mala educación recibida y ver como nuestros hijos y nietos
siguen las instrucciones del “comité escolar antidiscriminatorio”, una especie
de policía sexual y asisten a las “asambleas de convivencia” en las aulas y al
mejor esplendor del “día del orgullo LGBT”. Es maravilloso.
Decía el sabio renacentista Tamames sobre ZP, que era un
iluminado rodeado de incompetentes. Quizá podríamos acusar a estos
incompetentes de estar rodeados de iluminados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario