Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 23 de octubre de 2015

La Opinión de Javier Pipó en La Azotea


La Azotea de Javier Pipó

LISTOS DE ESTADO

Claro que estamos en una campaña a cara de perro, insoportable en su desarrollo y seguramente dramática para la Nación en su final. Final también para un año magnífico en la recuperación económica, fatal para la regeneración y donde nada resulta predecible en elecciones sin duda agobiantes. Ni el resultado; ni el mantenimiento de la unidad nacional; ni el modelo de sociedad; ni el avance hacia el progreso y el bienestar. Nadie puede asegurar ni siquiera la preservación de la libertad. Porque todo parece estar en crisis, desde la moral social a los principios y valores heredados de anteriores generaciones. Desde la seguridad jurídica al marco que favorezca el desarrollo económico y la creatividad. Entró como un nerviosismo revisionista que señalando una falsa, equívoca e inculta modernidad necesita revolver los cimientos de una sociedad mejorable pero comparable a las avanzadas del mundo desarrollado.

Y ya ven lo que nos ofrecen aquellos llamados precisamente a preservar el sistema que tantos sacrificios y esfuerzos costó a generaciones anteriores. Ni socialistas ni populares son capaces de elaborar una guía inequívoca de ilusión regeneradora, de objetivos colectivos que movilicen una juventud machacada por el fracaso del modelo viciado, con más agujeros negros que luces brillantes de esperanza.

Continúan mintiendo o simplemente ocultando la verdad ante la incapacidad de un discurso decidido sobre cómo abordar definitivamente el ruinoso gasto clientelar, pareciendo muy al contrario querer ampliar una sociedad cada vez más subsidiada y en consecuencia más dócil y dependiente. Parecen pretender, más allá del Estado providencia, implantar nueva e imposible utopía del Estado reconvertido en inmensa ONG. Por eso no cesan en la subida de impuestos, mientras baja la calidad y cantidad de prestaciones y servicios. Y si nadie lo remedia, pronto le darán un tajo a las pensiones, un sueño inalcanzable. Pero ni hablar, ni oír hablar de reducir ayuntamientos, concejales y cantamañanas disfrazados de asesores. Ni de hacer desaparecer las absolutamente prescindibles Diputaciones o los privilegios políticos o los aforamientos anacrónicos. Ni por supuesto racionalizar el régimen competencial de las administraciones públicas, modificando radicalmente el Titulo VIII de la CE o ésta, en lo necesario para hacer un Estado viable y eficiente. Por eso resulta tarea de titanes frenar el déficit galopante - el oculto y el sacado a estadística – o la deuda creciente, tan menguante en disponibilidad de recursos como impagable en términos razonables o dinamizar la economía en impulso ahora frenado por la incertidumbre política que se respira.

¿Y entonces de qué nos hablan? Pues ya ven, los socialistas – por boca del inefable Zapasanchez, el estadista sin cabeza de Estado - nos vienen ahora nuevamente, con la eterna cantinela de la educación, adornando la faena con simplezas o tópicos de finales del XIX. Y nuevamente nos hace reflexionar sobre un socialismo hispano sin capacidad para saltar al XXI, agarrado a las fobias de la patria, la religión, la bandera o el territorio. Hay que tener valor insolvente para plantear como novedad una nueva Ley de Educación que eso sí, destierre de todas las aulas el catolicismo, como enemigo a batir. Y ya encontrará un nuevo e inolvidable Moratinos capaz de dar escarmiento diplomático ejemplar a la Santa Sede. Y veremos cómo se podría digerir la falta  de más de cinco mil centros de enseñanza católica con cerca de un millón de alumnos, como no sea dando un raspado a la Constitución para satisfacer el anticlericalismo casposo, antiguo y enfermizo de radicales reaccionarios. Y nos quieren hacer olvidar que desde 1970 la única Ley de Educación que logró perdurar 20 años fue precisamente de Franco. Desde 1990 no hubo más ley educativa que la socialista, bajo distintas fórmulas o nombres, desde la LOGSE a la LOE de ZP y su odiosa y antidemocrática Educación para la Ciudadanía. La derecha democrática no pudo poner en vigor ni la LOECE de 1980, ni la LOCE de 2002. La de Wert del PP nació muerta y ya ven por donde va. Mientras, los índices de solvencia educativa nos avergüenzan ante las naciones cultas y avanzadas. Un sistema que soslaya los valores de la CE y solo busca la ideologización desde el enfrentamiento y el rencor.

Y los populares, ahora que lograron culminar con éxito enderezar lo que parecía imposible y no poder introducir su reforma educativa, se les ocurre como urgencia nacional desde el Ministerio de Alonso, “propuesta para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico”. Y todo el arco iris quedó conmocionado y estupefacto, aunque jamás los voten. El documento, tan cursi como innecesario, tan torpe como extemporáneo, es desconcertante. “Abrazar la diversidad” en 175 páginas que seguramente Pablete no las habría suscrito. Parten de que “los hechos muestran que frente a los que sostienen que lo natural es la heterosexualidad, lo natural es la diversidad…también la diversidad para estructuras familiares, como las homoparentales y las arcoíris”. Así pues, debemos “desaprender” porque todos y todas hemos sido “enculturados” – ahí queda - en el sexismo y la homofobia. De manera que nos instan a desaprender la mala educación recibida y ver como nuestros hijos y nietos siguen las instrucciones del “comité escolar antidiscriminatorio”, una especie de policía sexual y asisten a las “asambleas de convivencia” en las aulas y al mejor esplendor del “día del orgullo LGBT”. Es maravilloso.

Decía el sabio renacentista Tamames sobre ZP, que era un iluminado rodeado de incompetentes. Quizá podríamos acusar a estos incompetentes de estar rodeados de iluminados.
 

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