La Azotea de Javier Pipó
LA CAMPAÑA
En pocas horas la Diada y el comienzo de la
campaña para la culminación del golpe de Estado preparado por la banda de
patriotas catalanes, capitaneados por Mas y demás discípulos de Pujol,
saqueadores profesionales de Cataluña, su historia, riqueza y futuro. Pero no
crean que el golpe lo es como todos los que jalonan el pasado. Es decir,
preparados en la clandestinidad y sorpresivos en la ejecución, para tomar por
asalto un poder despreocupado o no suficientemente alerta sobre la flaqueza o
debilidad de sus instituciones para resistir el empuje fatal de los sediciosos.
No no, aquí viene siendo anunciado a bombo y platillo nada menos que por el
representante del Estado al que se pretende golpear y coreado por medios de
comunicación apuntados al unísono al pensamiento único del mal llamado
soberanismo, que es término algo así como ciudadanía pero más refinado y
elegante y desde luego mucho más arrasador.
Aquí el golpe en fase muy avanzada comenzó ahora
hace diez años, con el nuevo Estatuto sostenido por el pánfilo ZP a la sazón
para vergüenza y ruina de España Presidente de su Gobierno; declarado
inconstitucional en su mayor parte cinco años después por un asustado TC, más
pendiente del poder intervencionista que de velar, más allá de expulsar del
ordenamiento jurídico leyes inconstitucionales, por ser capaz y competente para
hacer cumplir sus Sentencias. Y ahora continúa con instituciones casi
preparadas para sostener un Estado. Un Estado que ya circula en la opinión
internacional, donde será aceptada con más o menos dificultades que las hay, a
no mucho tardar, incluida la Europa de
Merkel y Cameron que con pecho insuflado ahora, apoyan al gobierno amigo de
Rajoy. Un Estado con muy alto nivel de bienestar, excelente patrimonio cultural
y modernísimas infraestructuras, y las que falten las montará la eficaz y
excelente ministra Pastor. Es verdad, les falta el ejército como dice el
golpista, pero es cuestión de negociarlo porque la financiación es cosa del
sabio Montoro.
Y frente a ello ¿queremos o tenemos algo que
oponer? Pues sí, tenemos excelsos dictámenes de la Abogacía del Estado y muchas
opiniones contrarias al proceso, mayormente angelicales, incrédulas en cuanto a
posibilidad y en consecuencia a su probabilidad, y como mucho pendientes del
Ibex y otros bajones contables. Pero alarma por la pérdida emocionada de una
egregia Nación, nada. Porque a nadie parece importarle – y menos a los millones
de insurgentes - el desmembramiento de la Nación española con la pérdida
inicial de Cataluña; la tensión ampliatoria y exigente del resto de “paises
catalanes” después; la posterior huída del País Vasco que espera, junto a
Navarra y el amanecer de tensiones en Galicia o Canarias como amargo fin de
fiesta. Y la ruina del esfuerzo de generaciones de antepasados que lucharon por
el bienestar y el progreso colectivo. Aquí no existe lo que pueda ser
considerada oposición material que traslade a los insurrectos futuros el
ejemplo del reproche vigoroso e inmisericorde
que sin duda debió ser aplicado a los descarados y ya impunes
revolucionarios de ahora. Aquí no hay nada. Ya ven, se le ocurre decir al
Ministro de Defensa, casi pidiendo perdón que el Ejército constitucional, como el resto de las
instituciones, estarán llegado el caso a la altura de las circunstancias y
parece como si hubiese zancadilleado a un inmigrante.
Pero quizá exceda el relato porque ya contamos
con la Tercera Vía de la que habla más abajo y mejor, mi amigo el brillante Julián
Delgado. ¿Y eso que es? Pues una mamarrachada salida de la inane factoría socialista.
Verán, ahora resulta que Zapasanchez es “catalanista” y en consecuencia, una
reforma federal de la Constitución debe reconocer la “singularidad” de
Cataluña. Ahí queda eso para la ciencia política. Y perdiendo sus pocos papeles
– si alguna vez tuvo alguno- va y dice que “quienes roban tienen nombre y
apellidos y sus patrias en los paraísos fiscales y, esos, están en el Partido
de Rajoy”. Un prodigio.
De manera que seguramente la Tercera Vía
presentada – lástima ver a F. González entre los asistentes- es el punto
intermedio entre lo que Zapaschez denomina el secesionismo de Mas y el
inmovilismo de Rajoy. Un lío insignificante, una bobada. Le aconsejo deje de
moverse estérilmente de un lado para otro y busque el sosiego con la lectura,
al ser posible junto al ínclito Iceta, de las 160 luminosas páginas de “Las
cuentas y los cuentos de la Independencia” de ese fascinante político que es
Borrell, bañado en el renacimiento florentino, repleto de ideas imprescindibles
en una socialdemocracia moderna. Pero una mente prodigiosa como la suya es
despreciada por estos cantamañanas de la situación. Pues que siga el proceso.
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